Yo soy

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domingo, 27 de mayo de 2012

Eddie Palmieri en Caracas


El UniversallQUÉ HAY. Palmieri, al son nacional

Concierto de Eddie Palmieri


El maestro de la salsa Eddie Palmieri ofreció un concierto gratuito en la plaza Diego Ibarra 
en el centro de Caracas, donde miles de fanáticos bailaron sus éxitos.


El 10 de octubre de 1976 Román Chalbaud celebró sus 45 años de vida en compañía del equipo técnico y artístico de la que sería su próxima película: El pez que fuma.


El pez cumple años

El 18 de mayo se cumplieron 35 años del estreno de "El pez que fuma"

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Miguelángel Landa durante el rodaje de la película. Un joven Orlando Urdaneta al lado de la protagonista Hilda Vera. Román Chalbaud trabajó por última vez con ambos actores en la cinta "Pandemonium" de 1997. Ahora, el director trabaja en un biopic de Cipriano Castro FOTOS ARCHIVO
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ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
domingo 27 de mayo de 2012  12:00 AM
El 10 de octubre de 1976 Román Chalbaud celebró sus 45 años de vida en compañía del equipo técnico y artístico de la que sería su próxima película: El pez que fuma. "Al día siguiente nos íbamos a La Guaira, a un sector llamado La Pedrera. Allí filmamos en el bar de Petra Montoya", cuenta el director. 

En los años 60, Chalbaud trabajaba en Televisora Nacional-Canal 5. "Los programas eran en vivo, y a las 9:00 de la noche cerraba el canal. A esa hora nos íbamos de farra para Catia, a locales como El canario. Una vez un taxista me dijo: 'Ahí quedaba un bar llamado El pez que fuma en tiempos de Gómez'. Yo conocía la película Cabaret trágico de Emilio Carballido, donde hay un burdel con el mismo nombre. Así que me llamó la atención el título, por lo poético y surrealista. En esos bares de Catia conocí a prostitutas que me contaban su vida, seres humanos que narraban historias hermosas". 

Así surge, primero una obra teatral, luego una película, que muestra un burdel que representa el poder. Alrededor gravitan personajes que luchan por tomar el control con armas meramente pasionales. La Garza (la desaparecida Hilda Vera) es la dueña del prostíbulo; a su lado tiene hombres a quienes hace creer que mandan sobre ella y su negocio. Primero fue Tobías (Ignacio Navarro), quien fue desplazado por Dimas (Miguelángel Landa), quien, a su vez, es opacado por Jairo (Orlando Urdaneta). En un arrebato de celos, Dimas quiere desterrar al recién llegado y acaba con la vida de La Garza. 

"Hilda Vera ya había ensayado la obra de teatro, pero no la pudo hacer, entonces actuó Gloria Miró, a quien no le iba tan bien como a Hilda", confiesa Chalbaud, quien estrenaría la película el 18 de mayo de 1977. 

Según datos del Centro Nacional de Cine, El pez que fuma fue la más taquillera de aquel año recaudando más de 2 millones de bolívares. 

Con el mar como testigo 

"La dueña del bar de La Guaira era como la abuela de nosotros, nos atendía en su casa, que quedaba detrás del negocio; nos hacía comidas riquísimas", recuerda Orlando Urdaneta. "La señora tenía un bar, pero a la vez era súper creyente, tenía un altar en su casa, iba a misa y ayudaba en las obras sociales de la comunidad. El local era como un centro político de la zona...", agrega el actor. 

Miguelángel Landa, quien fue coproductor de la cinta junto a César Bolívar, relata: "Nosotros filmábamos de día y teníamos que convertirlo en noche, por eso colocábamos telas negras en las ventanas y encendíamos ventiladores, pero a la hora de filmar, había que apagarlos, ¡Entonces te podrás imaginar el calorón!". 

Chalbaud precisa: "El local nos lo cedían de 7:00 de la mañana a 5:00 de la tarde, y la mayoría de la película transcurre de noche, por lo que había que colocar las cortinas negras". 

No obstante, el negocio no abría al público los lunes, por lo que la producción aprovechaba para adelantar exteriores nocturnos. Miguelángel Landa recuerda que una de esas tardes estaba en una de las habitaciones descansando y sintió un resoplido en la cara. "Al despertarme, vi que era una niña como de 14 años que me dijo que su mamá trabajaba allí y que si podía acostarse conmigo. Yo, por supuesto, le dije que no. ¿Te imaginas? ¿Yo, actor y productor de la película en esa situación? ¡Qué va!". 

Urdaneta narra que una vez se quedaron para ver cómo funcionaba el bar. "Era impresionante la cantidad de gente que entraba allí. Las mujeres estaban entrenadas: cuando había una pelea, hacían una señal y las luces se apagaban. Cuando se encendían, todo estaba normal". 

Landa, que se confiesa "excesivamente puntual", tuvo una vez un llamado muy temprano, más allá de La Guaira (vía Todasana). "Pasé buscando a Orlando Urdaneta y nos fuimos. Llegamos de primeros, como a las 4:00 de la madrugada. De repente, prendo la luz del carro y veo que Orlando está frío y ¡se me ha desmayado ese hombre!. Y yo en el medio de la nada, no tenía ni agua. Cuando llegó la gente de producción ya se había recuperado, le dio como una baja de azúcar. Ese fue un gran susto que pasamos". 

"Lo que Miguelángel olvida es que nosotros saltamos una cerca para estar dentro de la locación y el desmayo me dio adentro", agrega Urdaneta entre risas. 

Verdad en la pantalla 

Para Orlando Urdaneta rodar El pez que fuma fue una experiencia "hermosa e inolvidable". "Trabajar con Román fue una bendición; él es un gran director y mejor ser humano. Él nos hizo saber que hacíamos algo grande". 

Miguelángel Landa piensa que la película se ha convertido en un clásico por el tema, por su director y por sus actuaciones, "la película está muy bien contada". 

Urdaneta agrega: "Como lo dije una vez, el dramaturgo que mejor supo entender la marginalidad y su drama, fue Román Chalbaud". 

El cineasta habla en retrospectiva: "Cuando hay verdad la gente siente verdad a través de la pantalla. Alguien llegó a llamarme sociólogo. Ver El pez que fuma es como vernos a nosotros mismos, seamos monjas o prostitutas".

Aniversario 100 de Gego


Las líneas figurativas de Gego

"Procedencia y encuentro" inaugura hoy en la Sala Mendoza

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La exposición se realiza en la Sala Mendoza (Nicola Rocco)
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DUBRASKA FALCÓN |  EL UNIVERSAL
domingo 27 de mayo de 2012  12:00 AM
Gertrud Goldschmidt no es solo la artista que sorprendió al arte por sus trazos en alambre dibujados en el aire. No. Gego, como era conocida, fue más aún más. Fue la creadora que hizo dibujos figurativos en acuarela, tinta, lápiz y grafito. Sí, figurativos. Tenía 12 años, en 1924, cuando comenzó a ilustrar, con una iconografía infantil, cuentos y poemas . Mientras estudiaba, en 1932, Arquitectura en la Escuela Técnica de Stuttgart, en Alemania, exhibió paisajes y bodegones en dos ocasiones. 

Esa mujer con raíces figurativas, que llegó a Venezuela en 1939, la muestra desde hoy la curadora Josefina Manrique, en la exposición Gego: Procedencia y encuentro, en la Sala Mendoza, ubicada dentro de la Universidad Metropolitana. 

"Cuando los curadores van a la Fundación Gego a escoger obras para una exposición generalmente buscan a la Gego plena y espectacular. Eso es perfectamente correcto. Pero en este caso estamos usando obras que no han sido muy vistas, porque son figurativas. ¡Eso ya es sorprendente! En esas obras figurativas vas a encontrar una Gego plena también. Vas a encontrar a la Gego que ya mantiene unos intereses particulares en la línea y en el espacio; que mantiene ese interés enorme y esa ansiedad por mostrarnos el espacio", dice Josefina Manrique acerca de la exposición que se realiza como parte de las actividades del Centenario del nacimiento Gego (Hamburgo, 1 agosto 1912). 

Son 108 obras en su mayoría bidimensionales que fueron creadas entre 1954 hasta 1991. Las piezas contrastan los principales planteamientos y preocupaciones que realizó Gego en sus primeros pasos dentro del arte con el lenguaje pleno de su obra consagrada. 

"Vez desde los dibujos tempranos que para Gego la transparencia fue una de sus mayores preocupaciones. Gego buscaba la transparencia para adivinar la estructura, el núcleo de las cosas y poder, así, apreciarlo desde todo punto de vista. Vamos a ver los diferentes quebrantamientos que realizó sobre el geometrismo. ¡Gego podía hacer dibujos con volumen! Quebrantaba incluso el nivel formal de la geometría. No tenía una obra preciosista ni esteticista. Más bien era una obra donde el azar y el desgaire entraban en juego. Aquí también vamos a ver la línea trashumana; es decir, la línea nómada. Esa línea que es imparcial y que no le importa el soporte donde esté: puede estar en el papel o en el espacio tridimensional. Lo importa es que siempre nos señala el espacio", apunta ña curadora Manrique. 

El espacio fue clave en toda la obra de Gego. En una pieza sin título realizada en 1954 en acuarela y papel, la artista, que falleciera en Caracas en 1994, muestra su visión de arquitecta. Se trata de un dibujo de una casa que está rodeada de naturaleza. 

"La investigación de Gego se basa en la línea que señala el espacio. Mientras que Gego fue artista plástico nunca dejó de ser arquitecto. Gego pensó como arquitecto siempre. Así la línea no tuviese la función arquitectónica que se exige, ella la utilizaba. Obviamente no la usa como arquitectura, pero pensaba en función del espacio, y eso lo vamos a ver a lo largo de toda la obra", asegura Josefina Manrique. 

La curadora afirma que en la exposición Gego: Procedencia y encuentro muestra que la línea era imparcial para la ganadora del Premio Nacional de Artes Plásticas 1979. Gego le daba forma en cualquiera de los materiales que utilizaba. 

"Gego tenía un lenguaje. Y aquí se van a dar cuenta de que todo tiene su origen. Aquí muestro la coherencia, de principio a fin del discurso de Gego. Esto puede deberse a que Gego no fue una artista joven. Entro al arte ya madura. Quizás esa madurez, que le venía de la vida, de su trabajo como arquitecto y de sus reflexiones, hizo que estuviera clara", dice. 

Por eso no es de extrañar que en los dibujos se observen líneas suaves, entramadas, que se superponen para crear transparencias y espacios delimitados con diferentes densidades. Igual que en sus reticuláreas. "Hay collages en los que quiso representar con hilos de metal con color; piezas que se asemejan a un dibujo sin papel; transparencias plasmadas en una obra tridimensional que están en una acuarela. Aquí estamos señalando las cables del discurso de . Ella nunca dejó de dibujar. Si quieres conocerla tienes que conocer su dibujo", concluye Manrique.

sábado, 26 de mayo de 2012

El Grupo Actoral 80 estrena hoy en Trasnocho "Una lluvia constante"


La amistad y el país bajo la lupa

El Grupo Actoral 80 estrena hoy en Trasnocho "Una lluvia constante"

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La obra, que en Broadway fue protagonizada por Hugh Jackman y Daniel Craig, estará en Trasnocho los viernes y sábados, a las 8:00 p.m., y los domingos, a las 6:00 p.m. CORTESÍA GA80
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
viernes 25 de mayo de 2012  12:00 AM
Lo mínimo que cualquier ciudadano esperaría de un policía, como uno de los primeros eslabones del sistema de justicia de un país, es que sea ecuánime, ético, intachable... Lamentablemente, no siempre es así y los personajes de Una lluvia constante de Keith Huff, son un decálogo de lo que no debe ser un policía y, en general, de lo que debe evitar un ser humano que se presume amigo de otro. 

"Amigos" desde la infancia, estos policías (Héctor Manrique e Iván Tamayo) enfrentarán una serie de situaciones que pondrán en juego la amistad, los valores, el sentido del honor y la lealtad. 

Manrique recuerda que leyó el texto a finales del año pasado y le pareció una obra "estremecedora y retadora desde el punto de vista dramatúrgico". Y es que estos personajes constantemente rompen lo que en teatro se denomina "la cuarta pared" y confrontan al público con sus historias. "Me recordó mucho aPetroleros suicidas de Ibsen Martínez, donde el espectador se convierte en un testigo modificador de la acción", comentó Manrique, quien actúa y dirige. 

Ya el Grupo Actoral 80 había abordado el tema de la amistad en piezas como Art(Yasmina Reza), Baraka (María Goos) y La revolución (Isaac Chocrón). En Una lluvia constante se muestra una amistad que tiene raíces en la infancia, pero no necesariamente fuertes. 

"En ellos se estableció la relación del fuerte y el débil. En el fondo, más allá de que se estiman, ya hay una enfermedad. No es justa, sino que es una amistad por conveniencia", comenta. 

Lo interesante viene cuando los roles comienzan a modificarse. "El fuerte, el recio, el violento, como en toda tragedia, se equivoca, cae la tormenta, la lluvia constante, el prepotente se debilita, y el otro -antes débil- se lo come vivo". 

Para Manrique la obra muestra a la amistad -para él, el mejor invento del hombre- mal entendida y descuidada. "Uno de los textos de Art decía: 'A los amigos hay que cuidarlos porque si no terminan escapándose', y lo maravilloso de este texto es que el autor muestra cómo la amistad comienza a convertirse en una sed de venganza". 

Y Héctor Manrique habla de otras de sus motivaciones para montar la obra: "Así como hablamos de la zona humana, de la amistad, hay algo que me llevó al tema del policía que debería ser el ejemplo, y por el contrario es el matraquero, el corrupto, y cómo esa corrupción va pudriendo todo a su alrededor, incluso, la amistad". 

En efecto, estos policías entienden la justicia como aquella que ellos van moldeando con un martillo, a partir de su propia conveniencia. "Es la ética como ellos la entienden y no como debería ser, entonces van justificándose". 

Es inevitable asociar esa situación teatral con la realidad venezolana y global. "Cuando ves nuestras cárceles, por ejemplo, y ves que los presos dirigen mafias que operan afuera, te preguntas '¿Cómo entran esas armas allí?' y te viene a la mente la ética tirada al piso, que convierte a la sociedad en un absoluto chiquero. Cuando ves a unos exmagistrados denunciar cómo está el sistema de justicia, te dices, 'Si así está la cabeza, cómo estará el cuerpo'. El autor muestra a una sociedad contaminada y coloca una lupa grandotota al público".

El teatro...ah el teatro


Dos payasas francesas hablan del amor por la lectura

"Todas las palabras del mundo" tendrá una función única mañana en Uneartes.

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El clown deja de ser mero entretenimiento en esta puesta CORTESÍA
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
sábado 26 de mayo de 2012  12:00 AM
"Los libros son seres humanos. Si respetamos demasiado los libros nunca los abrimos" ha dicho Muriel Henry, la directora de Tous les mots du monde (Todas las palabras del mundo), montaje que presenta la compañía francesa Arnika en Caracas, mañana a las 11:00 de la mañana, en la sala Anna Julia Rojas de la Universidad de las Artes. 

Dos payasas trabajan en una biblioteca y en su labor de recoger, clasificar y ordenar libros, los aman, los maltratan, hablan con ellos como si fueran personas, aprenden... Poesía de Rimbaud con vocales que viajan en el cuerpo, extractos de novelas de aventura, de amor o de ciencia-ficción... los personajes se divierten diciendo y comiendo las palabras con alegría, emoción y exuberancia... 

Céline Chatelain y Cécile Chauvin son las encargadas de conducir el viaje de niños y adultos por un mundo lleno de disparates, sonrisas y amor por los libros y la lectura. 

"La estrenamos en 2008 y ya tenemos 150 funciones tanto en Francia como en Suiza. Esta es la primera vez en Venezuela", contó una de las actrices. "Nos gusta que sea una obra familiar porque tienes las risas de los niños y las risas de los adultos, que enriquecen el espectáculo... Los niños se acercan a los payasos directamente; los adultos, al mensaje que hay detrás de esos payasos", agrega. 

Todas las palabras del mundo privilegia la acción sobre la palabra. Para los pocos textos, hay subtítulos en español. 

No hay en la obra una crítica a la forma o tipo de lectura de la gente, aclaran las artistas. "Nos gusta mucho leer y quisimos mezclar ese amor por los libros y la lectura, con los payasos, que nos parecen bonitos. Sabemos que leer está bien, pero no es algo didáctico que le diga a la gente lo bueno de leer". 

Arnika fue creada en 2003 y está situada en Franche-Comté, Francia. Su primer trabajo fue Las caras de la vida, un espectáculo de máscaras; y el otro, Los ojos del lobo, adaptación de la obra del autor Christian Bobin. Ahora prepara uno que se llamará, En este punto en particular, estoy de acuerdo contigo, sobre la comunicación. 

El filme "Fresa y Chocolate"del fallecido cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, testimonio de la homofobia de la Revolucón Cubana


Festival del Monólogo rinde homenaje a director de "Fresa y Chocolate"

El Festival congrega a compañías de teatro de Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, México, Puerto Rico, Uruguay y España, y honrará, además, a la afamada actriz española Victoria Abril con la proyección de una muestra de su filmografía.

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El cineasta cubano Gutiérrez Alea fue homenajeado (Archivo)
EL UNIVERSAL
sábado 26 de mayo de 2012  10:30 AM
La Habana.- El Primer Festival del Monólogo Latinoamericano rindió un homenaje este viernes al fallecido cineasta cubano Tomás Gutiérrez Alea, 'Titón', conocido internacionalmente por el filme "Fresa y Chocolate", informó un medio local.

En el Festival, que tiene lugar en la ciudad de Cienfuegos, 250 kilómetros al sureste de La Habana, se exhibió el documental "Titón: de La Habana a Guantanamera", dirigido por su esposa, la actriz Mirtha Ibarra, como parte del homenaje.

"La actriz compartió con el público las ideas que la motivaron a la realización del audiovisual, el cual hace un recorrido por las más de cuatro décadas de carrera artística de quien fue nominado a los premios Oscar en 1993, por el filme 'Fresa y Chocolate'", dijo la Agencia de Información Nacional (AIN).

El documental presenta a 'Titón' (1928-1996) hablando de sus películas y a otras personas como el crítico de cine José Antonio Évora y el actor Reinaldo Miravalles, emigrados cubanos residentes en Estados Unidos.

Conocido en el exterior también por el filme "Guantanamera" (1995), para los cubanos 'Titón' es familiar en especial por el polémico filme "Memorias del subdesarrollo" (1968), sobre los primeros años de la revolución de Fidel Castro y las contradicciones sociales que generó su rumbo socialista.

En el Festival del Monólogo, que culminará el domingo, "se exhibirá igualmente una muestra del quehacer artístico del dramaturgo Carlos Padrón y el escritor y guionista de cine Senel Paz, ambos miembros del jurado del certamen", dijo AIN.

El Festival congrega a compañías de teatro de Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, México, Puerto Rico, Uruguay y España, y honrará, además, a la afamada actriz española Victoria Abril con la proyección de una muestra de su filmografía.

Abril "actuará en su doble faceta de cantante y presentadora" en la última noche del Festival, en el centenario teatro Tomás Terry de Cienfuegos.


La estética del mal cumple años


El conde Drácula más famoso: Christopher Lee cumple 90 años

El papel lo lanzó a la fama mundial en 1958, pero al mismo tiempo lo confinó al género de las películas de terror de clase B. Hasta iniciada la década de 1970, Lee personificó a Drácula.

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Christopher Lee no piensa retirarse de la actuación (Google)
EL UNVIERSAL
sábado 26 de mayo de 2012  10:51 AM
Londres.-  Cuando se levanta con su capa negra del ataúd en busca del delicado cuello de una mujer, interpretando al conde Drácula, sigue provocando hoy en día escalofríos en el espectador. Y es que ningún otro vampiro de la historia del cine logró su nobleza, su dignidad y su carácter amenazante. Mañana domingo, el actor británico Christopher Lee, el mimo más famoso entre los vampiros de la pantalla grande, cumple 90 años.

Christopher Frank Carandini Lee, nacido en Londres como hijo de un oficial inglés y una condesa italiana, nunca estudió actuación. Tras su participación en la Fuerzas Aérea británica durante la Segunda Guerra Mundial, comenzó directamente a trabajar en producciones cinematográficas británicas, con la ayuda de un primo.

Como conde Drácula celebró a fines de la década de 1950 su reconocimiento internacional en la película de Terence Fisher. Pero para el caballero entre los actores que interpretaron a vampiros, el papel supuso tanto una bendición como una condena.

Y es que el papel lo lanzó a la fama mundial en 1958, pero al mismo tiempo lo confinó al género de las películas de terror de clase B. Hasta iniciada la década de 1970, Lee personificó a Drácula.

Un período similar necesitó para deshacerse de su estereotipo de monstruo. Además de Drácula, Lee también interpretó a Frankenstein y a Fu Man Chu.

En la década de 1970 se mudó a Estados Unidos, muy probablemente para dar un giro a su carrera. Sin embargo, desde el principio también allí quedó encasillado en el papel de malvado, probablemente por su participación en la película de James Bond "The Man with the Golden Gun", donde hizo de villano del agente secreto británico.

Sin embargo, en su vida privada, Lee es totalmente diferente. Desde hace años ayuda al Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y por su compromiso con esta agencia de la ONU fue distinguido por la organización "Cinema for Peace" y nombrado en 2009 Caballero por la reina Isabel II de Inglaterra.

En el mundo mueren cada año millones de niños. Ante este hecho, uno simplemente se ve impulsado a ayudar, explicó sir Christopher en una entrevista.

Christopher Lee interpretó alrededor de 300 papeles, por lo que ingresó al Libro Guinness de los Récords como el actor que ha trabajado en la mayor cantidad de películas.

Sin embargo, necesitó paciencia hasta que recibió buenas ofertas. En 1999 fue llamado por el director Tim Burton para la película "Sleepy Hollow", a lo que siguió su interpretación del mago Saruman en la saga "The Lord of the Rings".

Con Burton y su socio Johnny Depp rodó en 2005 el éxito de taquilla "Charlie and the chocolate factory".

Pero Christopher Lee tiene además otros talentos: el cosmopolita actor habla con fluidez francés e italiano, pero también se puede hacer entender en alemán, español, sueco y danés.

Tras muchos años en el extranjero, Lee vive actualmente de nuevo en su país, Reino Unido. Con su esposa, la ex modelo danesa Birgit Kroencke, tiene una hija, Christina.

Y pese a sus 90 años, el actor no piensa en dejar su carrera: "Es sorprendente, cuando más años tengo, más ofertas de papeles recibo", dijo a la agencia dpa en una gala de UNICEF el año pasado.

"Voy a rodar películas todo el tiempo que viva", afirmó. Actualmente se le puede ver en el cine en la comedia de vampiros de Tim Burton "Dark Shadows", junto a Johnny Depp.

"Ninguno de sus libros (los del boom latinoamericano) han dejado algún aporte sustancial", ni tampoco "han sabido definir los géneros de cada una de sus obras".



Fernando Vallejo plasmará realidad sobre la vida y la muerte

El escritor colombiano adelantó lo que tratará en su próxima obra y que ha titulado "El desastre".

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Vallejo adelantó que trabaja en una obra aún sin género definido sobre la "terrible realidad" que enfrenta el ser humano (Efe)
EL UNIVERSAL
sábado 26 de mayo de 2012  10:09 AM
México.- El escritor colombiano Fernando Vallejo adelantó hoy que trabaja en una obra aún sin género definido sobre la "terrible realidad" que enfrenta el ser humano, ricos y pobres, ante la vida y la muerte, y que ha titulado "El desastre".

"La vida como la he vivido es sumamente compleja y lo que busco en esta obra es mostrar lo que es para uno, para todos; ricos o pobres, cultos e ignorantes, que sabemos que la vida es desgarradora e inmensamente dolorosa", explicó en una charla en Ciudad de México el Premio FIL de Literatura en Lenguas Romances 2011 y Premio Rómulo Gallegos 2003.

Vallejo (Medellín, Colombia 1942) asistió esta tarde al festejo del primer aniversario de la creación de la Escuela Mexicana de Escritores donde convivió con decenas de estudiantes y maestros por más de tres horas.

Ahí, confesó que "El desastre" será uno de sus mayores retos como escritor pues además de ser una obra "que aún no le encuentro género", busca "conmover, perturbar y emocionar a las personas" de tal forma que "les llegue al corazón".

El escritor colombiano recordó que anteriormente escribió "El don de la vida", una reflexión sobre la vejez y "una burla a muchas cosas, ante todo a la muerte".

Sin embargo, dijo que a diferencia de su obra pasada buscará dejar un "testamento literario" de los dos conceptos.

Vallejo, quién desde hace 42 años radica en México, compartió con los jóvenes algunas experiencias, gustos y disgustos literarios, musicales, y sin dejar de lado su desprecio por temas religiosos y políticos.

Con el buen humor, sarcasmo e ironía, que siempre lo caracterizan, señaló que en Hispanoamérica se emplea mal la gramática y la sintaxis por lo que recomendó aprender a utilizarlas para evitar errores, en particular la deformación del lenguaje verbal y escrito.

Un ejemplo de ello, dijo en tono de broma, son los comentarios de algunos aspirantes presidenciales de México.

El autor de "La virgen de los sicarios" y "La puta de Babilonia" lamentó que el idioma español "esté sufriendo cambios terroríficos" que lo "vuelven casi incomprensible", aunque aclaró que los modismos o palabras regionales o locales siempre han existido.

Ante una pregunta sobre si se están perdiendo los escritores que formaron parte del "boom latinoamericano", respondió que cada uno de ellos nace y "debe morir con sus obras" pues salvo algunas excepciones, "ninguno de sus libros han dejado algún aporte sustancial", ni tampoco "han sabido definir los géneros de cada una de sus obras".

Finalmente, lamentó que hoy en día se estén deteriorando otras artes tales como el cine y la música, que "actualmente no están aportando nada"

"El trabajo de un músico es poner al pueblo a bailar, a gozar... A quien quiera ser político, le deseo lo mejor"


Eddie Palmieri: "¿Salsa? Lo que tenemos hoy es una tragedia rítmica"

"El trabajo de un músico es poner al pueblo a bailar, a gozar... A quien quiera ser político, le deseo lo mejor", expresó el músico.

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El músico ofrecer un concierto gratis hoy (Nicola Rocco)
YOLIMER OBELMEJÍAS |  EL UNIVERSAL
sábado 26 de mayo de 2012  12:00 AM
Eddie Palmieri es una leyenda de la salsa. De la auténtica y única salsa que ha conocido la música latina, de aquella que se gestó en los 70, producto de la fusión de influencias cubanas con ritmos caribeños y jazz, sobre todo, jazz afrocubano. 

Por estos días, el músico celebra casi seis décadas de vida artística y está de visita en Venezuela para dar un concierto gratuito en conmemoración de los cinco años de la nacionalización de la Cantv, el cual se realizará hoy en la plaza Diego Ibarra de Caracas a las 4:00 p.m. 

-Con 55 años de trayectoria, ¿qué evaluación hace de la salsa actual en comparación con la que se tocaba cuando empezó? 

-Si comparamos la salsa que se hacía cuando yo comencé a lo que se hace ahora, puedo decir que esa palabra para mí no existe. Fue en Cuba donde se desarrolló el tambor madre y la rumba, de ahí sale el guanguacó y el danzón, etc. Y se puso bajo el nombre de salsa por una cuestión comercial. Lamentablemente, lo que tenemos hoy en día es una tragedia rítmica, porque no hay tensión ni resistencia en esas composiciones. Eso ya no existe. Lo que estamos oyendo ahora es música latina pop y no tiene nada que ver con lo que tocábamos antes. No hay nada positivo que pueda contestar y eso es un sufrimiento que cargo yo. 

-¿Hay una pérdida de polirritmia en la salsa de estos tiempos? 

-Para mí los patrones rítmicos son los más excitantes y en lo que suena ahora no hay solo de bajo, no hay solo de bongó, no hay solo de tambor y esos solos son vitales. Cuando suena todo lo que tiene que sonar, hay una energía y se da la tensión y resistencia que permite llegar al clímax musical. Yo no dudo que te voy a excitar con mi música. Eso no falla. Si la música tiene la estructura que es, no falla y ya hoy en día eso no se sabe. La salsa dura no existe. Con la salsa sensual, con la salsa erótica, vino lo dañiño y eso me lo llevo yo a la tumba. 

-¿Qué le parece la salsa que hace Marc Anthony? 

-Marc tiene tremendo talento y le está yendo muy bien en estos momentos, pero Marc lo que canta es música latin pop. Él no está considerado como un sonero mayor. Le tengo respeto y le deseo lo mejor, pero él no canta salsa. 

-Tendrá un encuentro con los niños de las orquestas Latino Caribeña y Jazz Big Band del Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles Fundamusical Bolívar. ¿Qué opinión le merece este trabajo que se realiza en el país? 

-Voy a tener el honor de hablar con los estudiantes y enseñarle los complementarios que hace muchos años estaban de moda en Cuba. Va a ser interesante y un honor para mí hablar con ellos, que tienen esa preparación musical. El trabajo que hacen ustedes aquí es increíble. Felicito a Venezuela por eso. 

-¿Un artista debe participar en política? 

-¡Próxima pregunta! (risas). Eso es bien delicado... Quien quiera estar en política, que lo haga. A quien Dios se lo dio, que San Pedro se lo bendiga. El trabajo de un músico es poner el pueblo a bailar, es poner al pueblo a gozar... A quien quiera ser político y no músico... Le deseo lo mejor. 

Twitter: @Yolimer

martes, 22 de mayo de 2012

Batman declarado persona non grata en China por ir al encuentro de Chen Guangcheng ...¿Estaremos ante un Nelson Mandela asiático o una Aung San Suu Kyi la presidenta de Birmania (Myanmar)?


La huida hacia adelante de Chen Guangcheng
08:09 am 20-May de 2012|José Reinoso/Pekín, El País/Servicio exclusivo de El Nacional
La persecución del Gobierno chino al abogado de derechos humanos finalizó gracias a un acuerdo con Estados Unidos. Después de huir de un violento arresto, espera en un hospital de Pekín su exilio a Nueva York. El activista denuncia una "campaña de ataques" a su familia
La huida hacia adelante de Chen Guangcheng , abogado de Derechos HumanosLa huida hacia adelante de Chen Guangcheng , abogado de Derechos Humanos | Archivo




Batman al rescate.

Christian Bale, el actor estadounidense que interpretó a Batman en la más
reciente película de Hollywood, intentó su propio acto de acción de 
SUPERHEROE a favor de Chen Guangcheng. Cuando el activista invidente
chino salió de prisión en el año 2010, pasó a arresto domiciliario. Durante
el tiempo que estuvo preso en su propia casa, él y su familiafueron objeto
de contínuos abusos y palizas brutales, y quienes intentaban visitarle eran
expulsados y golpeados por los guardias. Pero Bale lo intentó.
De acuerdo con CNN, el actor se enteró de la situación de Chen a través
de los noticieros mientras estaba filmando en China "The Flowers of War"
En diciembre del 2011, cuando supo que tenía que volver al país asiático
a promocionar el film, decidió viajar hasta la aldea donde estaba Chen
para visitarlo. Al acercarse a la casa, unos guardias le impidieron pasar.
"Por qué no puedo visitar a esta persona libre?", preguntó Bale antes de
que golpearan su cámara fotográfica. Finalmente no pudo verlo. "Lo que
realmente quería era conocerlo, estrechar su mano y decirle que es una
fuente de inspiración" dijo el hombre que fue Batman.



Chen Guangcheng "el llamado "abogado descalzo" de los 
más débiles: discapacitados, campesinos ignorantes y mujeres embarazadas.


ha mostrado a los 1.350 millones de chinos que el dios-partido que les gobierna también 
es vulnerable

Su muerte parece la materialización de la ironía que destilaban sus presentaciones y letras de sus reflexiones filosóficas disfrazadas de ¿canciones?



La leyenda de Facundo 

Cabral, por Leila Guerriero

Hoy fue asesinado el cantautor argentino Facundo Cabral. 
Publicamos este perfil de Cabral realizado por la gran 
periodista Leila Guerriero.

La voz —un insecto enhebrado en los párpados de la estática—
 llega a través del teléfono.
—Yo… ocho idiomas… después… shock… 1978… mi hija…  
mi mujer… avión… me olvidé de hablar.
En algún lugar, al sur de la provincia de Buenos Aires, un 
auto atraviesa la ruta y un hombre masculla —la voz sedosa, 
monocorde— lo que ha dicho tantas veces, con el tono de quien 
lo dice por primera vez: quien lo revela.
—Perdí…. vista… sillón de ruedas… dos años.
La voz, pulverizada entre los dedos de la interferencia, dice 
llamame, dice viernes, dice Buenos Aires.
—Llamame… viernes… Buenos Aires.
Alguien —el conductor: alguien— advierte «Se va a cortar,
 Facundo».
Y, efectivamente, la comunicación se corta.
***
Viernes. Buenos Aires. El hombre —camisa de jean, saco azul, 
gafas marrones, bastón de madera— tiene 70 años y manos cálidas, 
jóvenes.
—Decime si hay algún pozo. Yo sólo puedo mirar hacia adelante. 
No puedo ver hacia abajo o hacia arriba.
El bastón de madera palpa las baldosas de la Plaza San Martín, 
una de las zonas más elegantes de la ciudad.
—¿Me acompañás a pagar el teléfono?
El teléfono. El hombre, que vive a tres cuadras de esta plaza, en 
un cuarto de hotel que compró veinte años atrás, sólo puede llamarse 
dueño de alguna ropa, de algunos libros, de este teléfono.
—No me gusta tener cosas que cuidar. Soy muy egoísta. Por 
eso vivo en un hotel. Tengo veinticuatro horas para mí.
—Disculpe, ¿usted es de Tandil? –pregunta una mujer que pasa.
El hombre dice sí.
—Sí
***
Facundo Cabral era un feto fornido, formidable, y llevaba nueve 
meses en el vientre de su madre, Sara, cuando su padre, Rodolfo, 
decidió dejarlo todo —hogar en la ciudad de La Plata, provincia de 
Buenos Aires, seis hijos y otro en camino— e irse sin dar explicaciones. 
A Cabral le gusta decir que llevaba un día de nacido cuando 
su madre (que lo bautizó Rodolfo Enrique aunque lo llamó Facundo, 
toda la vida) se marchó, sola y su prole, hacia donde no pudieran 
verla o preguntarle nada. Emprendió la ruta del sur hasta Ushuaia 
y, cuando llegaron, cuatro hijos habían muerto en el camino.
—No tengo recuerdos de esa época. No me interesaba nada. Sólo 
quería dormir y morir durmiendo. No quería vivir. Despertarme era 
una tortura. Me parecía que la vida iba a ser así siempre.
Pero la vida fue otra cosa.
***
—¿Usted es Facundo Cabral? —pregunta la mujer—. Usted vivió en 
Tandil, ¿no? Yo soy de Tandil.
—Entonces usted conoció a mi madre.
—Claro. Vivía a tres cuadras de mi casa. Y usted tenía una 
noviecita a la vuelta. En la calle Chacabuco.
—Cómo me voy a olvidar si empecé a saber lo que era una mujer 
por ella. Mirna se llamaba.
—Sí, señor. La hija del zapatero. Qué tal –dice la mujer, orgullosa, 
y sigue su camino.
—Mirna —dice Facundo Cabral, y mira al cielo como si lo viera—. 
Yo tenía trece años, y ella veintiuno. Un pedazo de mujer. Yo la seguía 
siempre y un día se paró y me dijo: «Pibe, vos me estás siguiendo». 
Y le dije: «Estoy enamorado de usted. Me imagino que le hago el amor». 
Y me dice: «Se te está yendo la mano, sos un nene». Y le dije: 
«¿Le puedo pedir un favor? ¿Podemos hacer el amor?». Y se quedó 
mirándome extrañada. Para llegar a la casa había que pasar por un pasillo.
 Era una tarde de verano y ella empezó dándome una clase, medio 
en broma. «A ver, hacé esto, hacé lo otro». Terminamos haciendo 
el amor todos los días, a lo bestia. Ella se recostaba sobre un sillón 
verde, gastado, y yo la miraba con una vela.
La desmesura. La pompa y la sentencia.
El signo que, a veces, mejor dibuja.
***
En galpones, en baños públicos, en la calle: en esos sitios vivieron 
en Ushuaia. Los vecinos cambiaban de vereda cuando veían a esa 
familia de rotos, de pobres descosidos, y Facundo alimentaba 
su odio con desesperación y alevosía.
—Una madre sola o abandonada era peor que una leprosa. En un 
momento alguien dijo que Perón, que era presidente, daba trabajo, y 
yo me fui a Buenos Aires. Tenía nueve años y tardé tres meses en llegar. 
Cuando llegué, me dijeron que Perón iba a estar en la catedral de La Plata. 
Fui, y cuando pasaba el auto me escabullí y le grité: «¿Hay trabajo?». 
Le llamó la atención a Eva, que me dijo: «Por fin alguien que pide trabajo 
y no limosna. Sí que hay trabajo, mi amor, siempre hay trabajo».
Dos días más tarde regresaba a Tierra del Fuego, en avión y con oferta
de trabajo para su madre como celadora en un colegio de Tandil,
sur de la provincia de Buenos Aires. Así, Facundo empezó a vivir
en una ciudad donde, cuatro años después y a la luz de una vela,
empezaría a vislumbrar el sexo de la mano de Mirna, la hija del
zapatero, sobre las telas gastadas de un sofá muy verde.
O eso —y así— le gusta contar.
***
En la oficina de pagos de la empresa de celulares, Facundo Cabral
espera en la fila frente a una de las ventanillas.
—Adelante –dice una mujer, y Cabral avanza.
—Hola. ¿Cómo es tu nombre, mi amor?
—Ivana.
—Ivana, eres la luz de mi ventana, para mí la vida sin Ivana no es
nada. ¿Cuánto es, Ivana?
—Ciento once pesos, señor.
—Ivana, Dios te perdone por cobrarme.
Ivana sonríe, chequea algo en su computadora y pregunta:
—¿Usted es Cabral, Rodolfo Enrique?
—Sí. Pero llamame táiguer. Yo supe ser el sex symbol de este barrio.
—Señor, mire, acá dice que esa factura ya está paga.
—Ah. Bueno. ¿Entonces no tengo que pagar nada?
—No.
—Bueno. Chau, querida. Gracias.
Desanda el camino y susurra, a quienes todavía esperan:
—Si le cantás, la cajera no te cobra.
***
Cuando llegaron a Tandil, Facundo Cabral era analfabeto, ladrón, 
violento: un infierno con rulos dispuesto a acabar con el mundo.
—Nunca había ido al colegio, vivía peleándome. Odiaba a mi padre. 
Quería matarlo por habernos abandonado.
—¿Y sus hermanos?
—No aportaban nada. Unos pobres tipos. Ahora no sé si sobrevive uno.
 Creo que no. Casi no los conozco. Cosa que agradezco. Para mí nunca 
fue una buena idea la familia. Para mí, mi familia es la humanidad. Yo 
siempre fui raro. Y para mis hermanos debo haber resultado un descastado. 
Sin embargo, vivieron siempre de mí. Materialmente, que parece que 
es lo que importa, fui el que aportó.
—¿Eso le produce rencor?
—No. Nada. O tal vez lo disimulé. Debo ser buen actor. Me dolía llevar 
libros a mi casa, que no leían. Libros escritos por mí. Hay un dolor en 
eso. Pero hay una frase de Macedonio Fernández: «¿Quién cree 
que es esa entrometida, la realidad, para arruinarme la vida?». A mí 
la realidad no me va a arruinar la vida.
Aprendió a leer a los 14 y a los 17 caminaba por las calles de 
Tandil cuando un mendigo le gritó: «¡Príncipe!». A él, que sólo aspiraba 
a despertarse muerto.
—Pensé que me estaba tomando el pelo. Le dije: «Viejo, a usted 
lo salva la edad». Y me dijo: «¡Príncipe! ¿O cómo llamás al hijo 
del rey del universo?». Simón se llamaba ese viejo. Y me dijo: 
«Hace muchos años pasó por aquí nuestro hermano mayor, Jesús, 
y trajo la gran noticia». «¿Y cuál es esa noticia?». «Que uno solo 
es el Padre». Al viejo Simón le debo la gran noticia de que yo no 
era huérfano, de que yo tenía un Padre grandioso.
La epifanía. La vida sin transiciones. De momentos terribles a momentos 
perfectos. De momentos perfectos a momentos terribles.
***
El local es apretado, gélido. Venden bolsos, y Facundo Cabral 
busca un bolso: un bolso con un cierre solo.
—Entremos acá. Perdí un bolso y necesito un bolso con un solo 
cierre. Buenas, ¿se puede mirar sin comprar?
Un hombre dice sí, claro, qué está buscando.
—Un bolso con un solo cierre, porque tengo mucho pleito con la vista 
y si tiene muchos cierres meto las cosas en cualquier lado y no 
las encuentro. ¿Sabés cuáles usaba yo? Unos de marca Rosenthal. 
Me dicen que ya no se hacen.
—Sí, se hacen, pero la calidad ya no es lo que era.
—Nada es lo que era. Ni yo soy lo que era, flaco. ¿Vamos a comer?
Renguea hasta la esquina. Levanta el bastón y un taxi se detiene. 
Sube con dificultad, primero el cuerpo, después las piernas. Los 
problemas de su pierna derecha tienen diversos orígenes: en los años 80, 
se debían a un accidente automovilístico; en los 90, a una debilidad 
congénita. Ahora, a dos balazos, gentileza de un marido despechado 
en Santo Domingo.
—Nunca llegues a esta edad, flaco —le dice al taxista—. Yo daba miedo. 
Ahora doy lástima.
***
La furia, allá en Tandil, no se detuvo. Cabral consiguió una guitarra, 
empezó a componer canciones y a trabajar como cosechero.
—Me echaban de todas partes. Bebía mucho. Pero leía, y quería ser 
historietista como Hugo Pratt, el autor del Corto Maltés. Siempre dibujé.
 Y quería hacer la revolución. Leía a Proudhon, a  Malatesta. Pero 
quería ser Hugo Pratt.
Y para ser Hugo Pratt no encontró mejor camino que viajar a Buenos 
Aires e inscribirse en la Escuela Panamericana de Arte; donde 
daban clases los mejores ilustradores e historietistas de la época. 
Era junio de 1960.
—Pero una cuadra antes de llegar a la escuela vi un cartel de la 
discográfica Odeón. Crucé la calle. Había una chica en la recepción 
y le dije: «Buenas, vengo a grabar un long play». Y me dijo: 
«Pero usted no es artista de la compañía». Y le dije: «No, elegí este 
sello por tus senos». Se armó un escándalo, y en ese momento entran 
tres tipos, uno de ellos el director del sello. Le digo: «Vengo a grabar un 
disco y no me dejan pasar». Y el tipo me dice: «Ah, no me diga que 
nos eligió, maestro». Y los mira a los otros dos como diciéndoles: 
«Síganle la corriente al loquito». Y dice: «¿Cómo es su nombre, 
maestro?». «Cabral». «Ah, qué bueno, pase por acá. ¿Cuándo podemos 
empezar a grabar?». Le digo: «Ahora». Y me ponen una silla y 
un micrófono, y se disponen a matarse de risa del loquito. Y yo 
canto “Vuele bajo”, que la había compuesto en esa época.”Vuele bajo 
porque abajo está la verdad, eso es algo que los hombres…”. 
Bajó volando el tipo y me dijo: «¿Cuántas tenés?» «¿Cuántas querés?». 
Me quedé una hora y grabé un long play. Al mes era el número uno 
en ventas en la Argentina.
Entre 1960 y 1965 Facundo Cabral fue, bajo el seudónimo del Indio 
Gasparino, un éxito de ventas. Le compró casa a su madre y creyó 
que esa vida era todo lo que quería hasta el fin de los días.
—Pero eran los 60 y me acordé que quería hacer la revolución. 
Así que dejé todo y me fui a recorrer el mundo. En jeep, en moto, 
en avión. Me fui por curioso.
Uruguay, Chile, Perú, Bolivia, Ecuador, México. En 1969 llegó a Estados 
Unidos, en 1970 a Europa, y su vida devino lo que es: una iconografía 
extravagante en la que convergen Eva Perón y George Brassens; 
Rainiero y la viuda de Pancho Villa; Krishnamurti, a quien conoció en 
un parque de San Francisco; la madre Teresa, que lo llamó durante 
un programa de televisión en México invitándolo a orar con ella al 
día siguiente, y, claro, Borges.
—Yo había grabado un disco en Roma y se lo dediqué a Borges. 
Vuelvo a la Argentina, voy caminando por la calle y me para alguien y 
me dice: «Señor Cabral, soy Carlos Frías, editor de Borges. Lo acompañé 
al maestro a Inglaterra y un crítico italiano le regaló un long play suyo 
que está dedicado a él, y él está encantado y me dijo: “Si un día lo 
encuentra a este señor, por favor déle las gracias e invítelo a casa”». 
Yo me quedé paralizado. Frías lo llamó desde un teléfono público y le 
dijo: «Maestro, estoy aquí con el señor Cabral». Y fui a la casa y me 
fui a las tres de la mañana. Él decía que yo era un optimista a priori. 
Un día me dijo: «Señor Cabral, me conmueve su inocencia. Yo conozco 
su forma de vivir. Usted no es un artista popular, usted adhiere a lo 
popular. Usted, camino a la cancha de Boca, se detiene en la Biblioteca 
Nacional». Y es verdad. Uno sabe que no es eso, pero adhiere.
***
El restaurante, en plena Recoleta, está casi vacío, pero hay, todavía, 
una mesa con mexicanos que piden saludarlo. Cabral se acerca y 
se escuchan risas eufóricas, celebraciones. Cuando regresa dice:
—¿Viste qué hermosa la mujer que está con los mexicanos?
La mujer es una de esas bellezas artificiosas, el pelo alzado, el 
maquillaje, cejas sibilinas: una telenovela de las cuatro de la tarde.
—Le dije que si yo era presidente de México, no la dejaba salir del país.
Comerá bife jugoso, helado de vainilla, vino rosado. En un rato, cuando 
la mexicana pase junto a la mesa —porte de reina con carroza— 
él mirará con descaro y un hiato de admiración.
—Los Cabral somos todos medio sexópatas. Yo siempre creí que 
por mis venas corre semen, no sangre. ¿Vos usás tanga?
—¿Tanga?
—Tanga. Esa cosa finita. ¿Querés helado? ¿Vamos a tomar un café por ahí?
***
Barbra es, de todas las mujeres, la única a la que llama suya.
 Ella tenía 18 cuando él 40.
—La vi en un restaurante. Estaba almorzando con los padres.
Me acerqué y les dije: «Miren, esta mujer se tiene que ir conmigo
porque es mi mujer». Y ella vino.
Princesa en el concurso Miss America, tapa de Playboy, póster
desplegable: era linda. Viajaron por el mundo —dice que vieron ballenas
con Jacques Cousteau, que estuvieron en Vietnam los últimos meses
de la guerra invitados por un comediante de la BBS, que fueron de
misión con la Cruz Roja— y se correspondieron con un amor
enfebrecido y una infidelidad muy mutua, consentida.
—Ella me dijo: «Sospecho que te voy a amar mucho, pero quiero que
sepas que yo no soy fiel». Y yo le iba a decir lo mismo. Los dos tuvimos
otras historias, pero nada nos divertía tanto como estar juntos.
«¿Podemos salir el martes, en vez del miércoles? Porque conocí a
un alemán». Nunca conocí a un ser tan libre, tan sano. Un día me dijo:
«¿Arreglaste lo del concierto de esta noche?». Y le dije: «Sí, el
empresario siempre tiene un lugar para vos, mi amor». Y me dijo:
«No, pero ahora somos dos». Estaba embarazada. Me pareció la cosa
más increíble del mundo. ¿Yo, padre? Inconcebible. Y después vino
el accidente. Ella tenía que tomar un avión en Chicago, y yo no llegaba
pero le dije: «Andá, mi amor, que yo voy más tarde, en otro vuelo».
Era 1978. Mi hija tenía un año.
Cayó el avión, cayeron Barbra y la niña, y todo fue borrado por una
furia majestuosa que venía del mismo sitio del que vendría, dirá después,
 toda belleza.
—Yo hablaba ocho idiomas, pero me los olvidé todos. Bajé treinta kilos,
perdí la vista. Estuve dos años así. Un día fui a ver a Krishnamurti.
Le conté lo que me había pasado y me dijo: «Te envidio». Te envidio,
me dijo. «Siempre te quita lo que más amás. ¡Cómo te envidio! Qué tarea debe tener pensada para vos. Toda pérdida es una liberación. La vida no te quita cosas. Te libera de cosas». Mi madre murió hace veintiún años. Y no tuve dolor. Sentí liviandad. Era tan grande el amor que sentía por mi madre, que era una cadena. Cuando uno siente tanto amor por alguien, llega un momento en que dice bueno, ya está bien.
Cuando la democracia volvió a la Argentina, en 1983, Cabral regresó al país y presentó un espectáculo llamado Ferrocabral. Estructurado en diversas estaciones —la estación de la Partida, la de la Ignorancia, la de la Verdad, la de la Naturaleza—, con su tono elegíaco y sus aires de pastor hereje, decía cosas como: «Este es el viaje más extraordinario/. Vean qué espectáculo/: a la derecha los reaccionarios/, a la izquierda los revolucionarios/. En el medio, los hombres/,  los que deciden su propia vida/, es decir, tres o cuatro». Y cerraba con una canción que había compuesto en Uruguay, en 1968, y que se transformó en su sello de fábrica, su marca en el orillo: “No soy de aquí ni soy de allá”. Hizo varias funciones en un teatro de la avenida Corrientes, llamado Astral, y allí, cuarenta y seis años después de no haberlo visto nunca, encontró a Rodolfo Cabral: su padre.
—Me fue a ver y yo lo reconocí enseguida. Mi madre me había dicho: «Vos, que caminás mucho, algún día te lo vas a cruzar». Nos dimos un gran abrazo, me invitó a su casa. Lloré en su biblioteca. En un momento me dejó solo y vi que él leía lo que yo había leído. Nunca le pregunté nada, ni a qué se dedicaba ni por qué nos había dejado Nunca hablamos nada porque no es de caballeros. Mi madre me había dicho: «Cuando lo encuentres, no cometas el error de juzgarlo. Ese hombre es el hombre que más amó, más ama y más amará tu madre. Dale un abrazo y las gracias porque por él estás en este mundo». Y así fue. Él tenía mujer, hijos. Una alemana deliciosa. Hacía treinta años que vivía con ella. Mi padre murió en 1993. Tuve una amistad de diez años con él.
—¿Y cómo se explica usted que él se haya ido sin explicar nada?
—No sé. La vida es así. Otra frase de Krishnamurti: la vida no es como debería ser, la vida es como es.
Pasados los ´90, con decenas de discos grabados —Cabralgando, Pateando tachos, Entre Dios y el Diablo, Ferrocabral—, una gira exitosa con Alberto Cortez —Lo Cortez No Quita Lo Cabral— y varios libros escritos —Ayer soñé que podía y hoy puedo, No estás deprimido, estás distraído—, Cabral volvió a un segundo plano discreto y a una carrera que, todavía hoy, lo lleva por toda Latinoamérica: Chile, Uruguay, Perú, Ecuador, Colombia, México y un etcétera abrumador para alguien que tuvo cáncer, problemas glandulares, óseos, dos desprendimientos de retina y una pierna que no funciona.
—Yo no tendría que trabajar más. Pero emocionalmente no puedo. Económicamente sí, podría. Un tipo que a los 70 años no tiene solucionado lo económico es bastante estúpido. Estoy becado. Subo al escenario y me dan un café, dulce de leche, spaghettis, una botella de vino, un hotel, un avión. Vivo fenómeno. Pero mi salud es más que endeble, aunque soy de la clase de gente que no se queja. Me parece una vulgaridad quejarse. Para mí la muerte nunca fue un tema serio. Más bien es excitante la idea de la gran hembra, la muerte. Yo me imagino que el paso final debe ser como el silencio en el teatro, antes de que se encienda la luz. El paso al otro lado debe ser así. Ese silencio.
***
En el shopping hay las marcas —Max Mara, Lacroix— y señoras y señores que las compran. Allí Facundo Cabral va cada día, o cuando puede, a mirar librerías, a tomar café, a deleitarse mirando gente bien vestida.
—Amo a la gente que se viste bien. La gente cree que yo soy un hippie, pero a mí me gusta el refinamiento. Beber y comer bien, vestir bien. Me gusta la gente refinada. Yo pensé que a mi edad iba a viajar con un valet que me iba a llevar las valijas con los trajes. Mirá, ¡ahí hay bolsos!
—Son de mujer, Facundo.
—Ah.
Afuera cae la noche.
—Vení, sentémonos ahí. ¿Querés café? ¿Tenés papel y lápiz?
Papel, lápiz.
—Hace años yo escribí un libro en el que especulaba dónde me encontraría la muerte. Ahora es muy fácil saber dónde va a ser el final, porque queda muy cerca. No sé si son tres, cinco años más, pero si no es acá en Buenos Aires…
Traza un círculo sobre el papel blanco.
—… será acá, en Quito.
Otro círculo.
—… o acá, en Chicago.
Otro más.
—… o puede ser Mar del plata. Pero es por acá. Y seguramente en
un hotel frecuentado, conocido por mí, o en una clínica de alguna
de esas ciudades. No me preocupa, pero pensé que a los 70 años iba
a tener una casa en el sur de la provincia de Buenos Aires, y a esta
hora iba a estar tomando mi primera copa de vino frente a un hogar, leños
ardiendo y un montón de niños jugando por ahí. Y yo contando historias.
Nunca lo tuve ni lo tendré. Tampoco hice nada para eso. Pero creí que,
naturalmente, se terminaba así. Que la soledad y el vagabundeo eran
un juego hasta llegar a ese final. Una vez fui a Medellín. Todos los
verdes del mundo y curvas, curvas. En la ladera de una montaña
había una casita y dos viejitos de la mano, tomando sol. Destrozaron
toda mi idea del mundo. Pensé «Qué imbécil, yo creí que sabía qué
era la felicidad. Y tengo razón, pero si sacan a estos dos de acá». A esa
edad debe ser lindo ir a una casa en la montaña, tomar una copa de
vino, hablar tonterías. «¿Viste qué humedad?». «Escuché en la radio
que mañana va a haber menos humedad».
Las palabras, separadas por hilos de respiración, caen como ácido
sobre el velo frágil del lugar común.
—«Ah. ¿Llamó mi ahijado?». «Sí, dice que lo llames, que va a estar en
la casa de la madre». «Ah». «Conseguí ese pan que te gusta». «No
me digas». «Sí. Don Fermín lo trae de nuevo». «Me parece que me
voy a ir a acostar». Vivir así. Es una posibilidad, ¿no?
Cruza las manos sobre la empuñadura del bastón.
Después suspira y dice:
—No.
*******
Texto publicado originalmente en la revista Sábado de el Diario El 
Mercurio y republicado en Prodavinci por cortesía de la autora.

Facundo Cabral en vivo, A veces yo me pregunto 1/2, 1973 - YouTube

www.youtube.com/watch?v=yHa6EOzluIM26 Jun 2009 - 8 min - Subido por jjpino222
Facundo Cabral en vivo, A veces yo me pregunto 1/2, 1973, palacio de Bellas Artes, México, Video 5 del .