Yo soy

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miércoles, 22 de abril de 2015

El espectáculo acuático "Fous de bassin" reunió a 7.000 personas.

Las quimeras de Ilotopie navegaron en Los Próceres

El espectáculo acuático "Fous de bassin" reunió a 7.000 personas.

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La compañía francesa realiza creaciones artísticas desde 1979 (Fotos Indira Rojas)
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INDIRA ROJAS |  EL UNIVERSAL
martes 21 de abril de 2015  08:46 AM
La historia no es muy clara, sin embargo el realizador del espectáculo tampoco quiere que el público se concentre en descifrarla. Tal como lo advirtió el director Bruno Schnebelin, quien también actúa en el show acuático, Fous de bassinreúne varias historias y el espectador tiene la libertad de componer el relato que desee. 

La presentación, de la compañía francesa Ilotopie, está diseñada para conquistar a través de la fascinación y la sorpresa, sin la ayuda de diálogos o de una narración sobre los eventos espectaculares que tienen lugar sobre el agua. 

Miles de personas compartieron con Schnebelin, quien interpreta a un simpático anciano, su asombro y desconcierto durante su experiencia surrealista en un mundo que fusiona fantasía y realidad y al que, por momentos, le quedaba pequeño el espejo acuático del Paseo Los Próceres.

La aparición de un taxi amarillo flotando en el agua originó la primera oleada de aplausos en el lugar, donde las gradas instaladas no se dieron abasto para las aproximadamente 7.000 personas que asistieron al evento; estimado declarado por el presidente de Fundarte, Freddy Ñáñez.

La presencia de la pirotecnia, el humo falso de colores y las llamas sedujeron a los espectadores animados por el "¿qué irá a suceder?", mientras personajes cotidianos como un barrendero y una mujer embarazada se unían a la aparición de una cama gigante, dos seres mitológicos con cuernos, un rey y su bufón y una reina que ingresó a escena cantando sobre una enorme estructura que hace referencia a sus vestidos y a la vez a su poder.

Orlando Arocha presentó "El pie de la virgen" en el Festival de Teatro de Caracas.

Una virgen subversiva

Orlando Arocha presentó "El pie de la virgen" en el Festival de Teatro de Caracas.

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Eulalia Siso interpreta a Doña Ana, "a quienes los viejos llaman Libertad y la esclavizan"
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JOSÉ G. MÁRQUEZ |  EL UNIVERSAL
miércoles 22 de abril de 2015  08:52 AM
Desde la selva, en donde no hay adultos, un grupo de niños planea el rescate de la querida Doña Ana (Eulalia Siso), también conocida como Alegría, a quien "los viejos llaman Libertad y la esclavizan". 

El intrépido Cabeza azul (Aitor Aguirre) encabeza un plan junto a la colorida Burriquita para salvarla, pero antes de hacer el primer movimiento, es capturado por los Malucos, perros falderos del tirano Topón, a quien no le gustan los niños con cabezas azules. Ni la alegría. Ni la libertad.

Empieza una ofensiva violenta por parte de los Malucos. Vestidos de uniforme militar, reparten -sonrisa incluida- cascazos y gases lacrimógenos a los pequeños, quienes intentan alzar su voz mientras usan pizarras y pupitres de escudo.

Poco después, encadenado a una celda en donde siempre es de día, Cabeza azul intenta convencer a sus captores de que ellos no están llenos de maldad, sino de "ignorancia y miedo". Les asegura que los superiores que les obligan a hacer daño, son en realidad sus inferiores.

Allí, la risueña Cara de colmena (María Antonieta Hidalgo) se infiltra para liberar a su novio. Va sola, pero encomendada por la mismísima virgen que, aplastando una serpiente, le ha dado instrucciones precisas sobre cada paso que debe dar para conseguir el objetivo, aunque eso amerite el corte de su pie de madera.

El pie de la virgen fue escrita por el poeta Andrés Eloy Blanco en 1929, un año después de las protestas estudiantiles en contra de la dictadora de Juan Vicente Gómez. El montaje presentado por el director Orlando Arocha, este lunes y martes en el Festival de Teatro de Caracas, se revistió de vigencia. 

La obra fue descrita por su autor como un "prodigio en tres cuadros. Seguido de una burla en tres cuadros. Seguido de una comparsa en tres cuadros". Se le puede agregar -a riesgo de pecar de osadía por actualizarla con la historia reciente- como "un acto de subversión en pleno de centro de Caracas". Porque eso fueron ambas presentaciones.

Arocha (Maiquetía, 1954), confiado en la importancia de la generación de relevo, se juntó con un grupo de actores de no más de 25 años de edad para remontar el texto que ya había trabajado tiempo atrás. 

Con ayuda de su ingenio y del vestuario (Saiduby Toro), creó ese mundo lúdico en el que viven Cabeza azul y Cara de colmena con sus amigos Cunín, Granito de oro, Pelotica y Tumusa, que en el escenario transcurre como un vistazo veloz al último siglo de Venezuela.

Los "cabeza azul" como la generación del 28. Topón como un caricaturizado tirano "hijo de la ignorancia". Sus aduladores con uniforme y sus seguidores obligados a ondear banderas, mientras usan chalecos y carnets que los identifican como funcionarios públicos. Los jóvenes que buscan a Doña Ana como los protestantes de 2014. Las verdades como mentiras y las mentiras como verdades. Un reciclaje histórico, intencionalmente, o por descuido.

Y también están las representaciones de quienes padecen las peores de las calamidades, pero que carecen de fuerza para hacerse notar: los más pobres, que pueden estar tanto en el centro o en el oriente del país, o el llano y en los andes.

En la sala del Teatro Municipal estaban quienes sonreían ante lo que veían y quienes cruzaban los brazos o se marchaban (no pocos) antes de que finalizara la obra. La acústica del lugar jugó en su contra. Y la realidad reflejada, también.

El pie de la virgen estrenará temporada en La Caja de Fósforos, ubicada en Bello Monte, el próximo 4 de mayo.

En el elenco también están Antonio Ruiz, Abel García, Evelia Di Gennaro, Moisés Berr, Carla Baratta, Antón Figuera, Edmundo Bianchi, Anthony Castillo, Pedro Borgo, y otros.

Festival de teatro de Caracas

Festival de teatro

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EL UNIVERSAL
miércoles 22 de abril de 2015  07:01 AM
Cuando el día viene mudo. Pablo y Sebastián son dos amigos que notan que han dejado de ser niños. La conciencia de la madurez los enfrenta a una nueva historia y los lleva a explorar otras formas de amar. Sala Doris Wells. Casa del Artista. 5:00 pm.

Reverón... el pintor de la luz . De lo real a lo maravilloso, así es el universo de Armando Reverón, una aventura quijotesca donde el lienzo es como un cuerpo y el pincel en la mano, la espada. Sala Anna Julia Rojas. Unearte. 6:00 pm.

Fotomatón. Obra que en nueve escenas aborda temas como la insensibilidad y la ausencia de solidaridad en las sociedades latinoamericanas. Teatro Alí Gómez García. 4:00 pm.

Otelo. De las obras más conocidas de Shakespeare, apela al retrato de las pasiones humanas en un contexto bélico, político y hasta poético. Sala Juana Sujo. Casa del Artista. 6:00 pm.

Cinthia interminable. La historia que se centra en escenas cotidianas de una familia tipo norteamericana, muy bien representada por los programas de televisión que llegaban a la Argentina, doblados al español, en la década del ochenta. Teatro Bolívar. Plaza Bolívar. 6:00 pm.

Aniversario 22 marcado por el teatro

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Luis Xavier Luján, Leonardo Azparren, Juan Carlos Escotet Rodríguez y la escritora Elisa Lerner FOTOS GABRIELA PULIDO
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MAYTE NAVARRO |  EL UNIVERSAL
miércoles 22 de abril de 2015  12:00 AM
Banesco Seguros celebró su aniversario 22 con la presentación de la publicaciónClásicos del teatro venezolano, libro que recoge 200 años de la historia de las artes escénicas en Venezuela a través de 44 autores y sus obras, consideradas capitales en la historia del teatro nacional. Presidió el acto Luis Xavier Luján, presidente de la junta directiva de Banesco Seguros, acompañado de directivos de la compañía aseguradora, junto a Juan Carlos Escotet Rodríguez, presidente de Banesco Internacional.

La velada se inició con el conversatorio que mantuvieron Leonardo Azparren Giménez, curador de la obra editorial, junto a Xiomara Moreno, Bernardo Infante Daboin y William Anselmi quienes destacaron la importancia de la edición patrocinada por Banesco Seguros y BID & Co, que se desarrolla cronológicamente desde 1817 hasta 2011.

De inmediato se dio inicio a la pieza teatral Pero tenemos Tania, homenaje a Tania Sarabia a través de las interpretaciones de personajes que ella ha caracterizado, esta vez encarnados por las actrices Gledys Ibarra, Caridad Canelón, Carlota Sosa y Mariángel Ruiz. 

Un coctel siguíó a los aplausos y dio pie a las felicitaciones para los anfitriones por este nuevo aniversario que será recordado gracias a esta iniciativa a favor de la cultura. 

jueves, 16 de abril de 2015

La obra “Afrodita y el juicio de Paris” del grupo catalán La Fura dels Baus tomó las calles del Paseo La Nacionalidad el domingo 12 de abril como invitada especial del Festival de Teatro de Caracas 2015

Encuentros entre líneas: La diosa entre los próceres

La Fura del Baus, desde el Paseo Los Próceres, Caracas | Foto cortesía Víctor Amaya
La Fura del Baus, desde el Paseo Los Próceres, Caracas | Foto cortesía Víctor Amaya
La obra “Afrodita y el juicio de Paris” del grupo catalán La Fura dels Baus tomó las calles del Paseo La Nacionalidad el domingo 12 de abril como invitada especial del Festival de Teatro de Caracas 2015

A las 6 de la tarde del domingo todavía el Paseo de Los Próceres en Caracas tiene su actividad normal: personas corriendo, familias paseando, perros jugando… Todavía circula el tráfico y es fácil conseguir estacionamiento. Pero algo pasa. La gente no se mueve como de costumbre. Cada vez más, se nota el caminar apurado de algunos que van hacia Los Monolitos. También nosotros caminamos con ellos.
Al final del Paseo, la tarima está dispuesta; la grúa, en su lugar. Los alrededores se llenan poco a poco con espectadores de todo tipo, ansiosos por que comience el espectáculo. Sobre todos y todo, una gran pantalla relata repetidamente la historia que estamos a punto de ver: Zeus pretende elegir a la más hermosa entre las diosas y ha nombrado al mortal Paris para que sea él quien tome la decisión. Así comienza Afrodita y el juicio de Paris.
Dirigido por Pera Tantiñá este “macroespectáculo” –como le llaman– es parte de la gira internacional del reconocido grupo catalán La Fura dels Baus. Invitados por el Festival de Teatro de Caracas, ofrecen un teatro de calle excepcional, lleno de ritmos, efectos especiales, bailes, acrobacias y fuegos artificiales.

Las luces se apagan. Se encienden los enormes focos. Tres bailarinas se balancean sobre el público. Como ángeles flotan sobre nosotros. Son Hera, Atenea y Afrodita que descienden del Olimpo. Bailan con gracia ante Zeus, ante los próceres. Desde arriba aparece Paris que vendrá a elegir entre ellas.
La Fura del Baus | 
Pronto las diosas ofrecen regalos al mortal –y al público asombrado–. Grandes estructuras se mueven de un lado a otro. Los fuegos artificiales retruenan, la rueda gigante avanza, los acróbatas vuelan por los cielos. Pero Paris los rechaza, no le interesan ni el Poder y la Inteligencia que aquellos representaban bajo orden de Hera y Atenea. Finalmente es Afrodita quien logra persuadirle. Ella le ofrece lo que “ningún hombre habría podido negar”: el amor de Helena.
Atrás se encienden nuevamente los focos y se levanta la enorme diosa ante nosotros. Una gigante de metal y cuerdas se aproxima a la tarima y se lleva a la bailarina a sus hombros. Ella hará posible el nacimiento de la hermosa Helena. De nuevo la grúa se levanta y vemos desde el cielo caer el agua de un útero blanco. Una mujer se asoma casi desnuda, moviendo sus brazos. Se escucha el llanto. Poco a poco se acerca a Paris, su amado, que la recibe con ropas blancas. Y otra vez con la mirada arriba, la pareja recibe al caballo blanco con el que partirán a la tierra –a Troya– donde continuarán una historia que ya muchos conocemos.
La Fura del Baus | Foto cortesía Lucía Jiménez
Los amantes se despiden a lo lejos y Afrodita gigante se levanta. Celebrará en grande que es ella la más hermosa. La enorme marioneta avanza rodeando al público. Se detiene y baila divertida. Todos reímos con ella.
La Fura tiene como costumbre en sus giras internacionales incorporar a su elenco los profesionales de esos países que visitan. Algunos meses antes abrieron la convocatoria para que bailarines y acróbatas venezolanos hicieran un casting para participar en Afrodira y el juicio de Paris. 100 de ellos estaban este domingo entre las cuerdas, entre las filas, bajo el cielo.
La Fura del Baus | Foto cortesía Víctor Amaya
Termina la diosa de dar la vuelta y una última vez se sienta frente a la tarima, viendo al infinito mientras se apagan las luces tras ella. Otras se encienden en el centro de aquel escenario al aire libre. Se levanta nuevamente la enorme grúa y de ella cuelgan cantidad de hombrecitos de blanco. La música marca sus movimientos. Cada vez bailan más alto. Ya lejos, parecen una enorme red de pececitos, nadando desesperados por un último salto. Es el momento del escape.
Ha llegado el final con un gran despliegue de fuegos artificiales. Por alguna razón seguimos mirando a los lados, esperando. Finalmente lo entendemos: ya no se encenderá otra luz. Pero no quedamos decepcionados; al contrario. Una presentación como esta de enorme calidad nos recuerda lo que verdaderamente es el deber ser de los festivales de teatro en las grandes ciudades del mundo. Es el lujo de la cultura al alcance de cualquiera que se acerque a verlos. Por 1 hora y 15 minutos fuimos testigos del teatro en su estado más puro. ¡Qué regalo el de estos dioses!
La Fura del Baus | Foto cortesía Lucía Jiménez

De la misma estirpe de historiadores que, junto a José Gil Fortoul asumieron las nuevas tendencias modernas del positivismo, Laureano Vallenilla Lanz sobresalió entre los intelectuales venezolanos de la época gomecista por su severidad en los análisis, por el estilo limpio, animado, elegante e incisivo de su escritura, y por la madura argumentación de sus planteamientos. Esa comunión de atributos solo puede equipararse, en el mundo, a historiadores de la talla de Sorel, Masson, Houssaye y Vandal

El Cesarismo Democrático de Laureano Vallenilla Lanz: Una historia sin mitos

Laureano Vallenilla Lanz
Laureano Vallenilla Lanz
De la misma estirpe de historiadores que, junto a José Gil Fortoul asumieron las nuevas tendencias modernas del positivismo, Laureano Vallenilla Lanz sobresalió entre los intelectuales venezolanos de la época gomecista por su severidad en los análisis, por el estilo limpio, animado, elegante e incisivo de su escritura, y por la madura argumentación de sus planteamientos. Esa comunión de atributos solo puede equipararse, en el mundo, a historiadores de la talla de Sorel, Masson, Houssaye y Vandal

La historia no siempre ha sido la principal pasión de las mejores plumas. Suelen dedicarse a ella los científicos más rigurosos que, precisamente en pos de la rigidez del método, sacrifican la belleza formal de sus discursos escritos. Del otro lado están los historiadores que rinden mayor pleitesía a las formas que a los fondos, aquéllos que no se detienen mucho a pensar sobre la veracidad de sus hipótesis o la certeza absoluta de sus datos, y se concentran más bien en ofrecer al público el placer de una buena lectura. Pero también, de vez en cuando, se advierte esa deseada unión entre la ciencia y el arte que da lugar a las historias bien contadas. El venezolano Laureano Vallenilla Lanz es un ejemplo notable de esa minoría de historiadores modernos: investigador de primer orden y escritor distinguidísimo.
El seguimiento minucioso a la evolución sociopolítica del país en el que se desarrolla (Venezuela), el análisis severo de la documentación que logró recopilar a lo largo de su vida, el estilo limpio, animado, elegante e incisivo, y la madura argumentación, son las principales virtudes de su producción bibliográfica. Esa comunión de atributos solo puede equipararse, en Venezuela, al genio de José Gil Fortoul; y en el mundo, a historiadores de la talla de Sorel, Masson, Houssaye y Vandal.
Vallenilla Lanz nació en Barcelona en 1870. Su familia había jugado un importante rol en la evolución del oriente venezolano desde la época colonial y esa condición, ligada al respaldo de algunos bienes de fortuna, le permitió formar parte de una elite desde su más temprana edad. Vivió en su juventud la Venezuela de finales del siglo XIX y su adultez coincidió con las más fuertes dictaduras que sometieron al país durante la vida republicana: los regímenes de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez.

Vallenilla no se dedicó a combatirlos, ni mucho menos. Participó activamente en ambos gobiernos y pudo acceder al poder político a través de ellos. Pero sí se dedicó a explicar el por qué de esos hitos políticos y de la aparición de esos "gendarmes necesarios". Muchos de sus textos dan testimonio de su temor a la "tiranía de las masas", con lo cual se aproxima a uno de los padres del liberalismo doctrinario, John Stuart Mill, y, al mismo tiempo, a uno de los escritores más incisivos de la literatura española, el aristócrata José Ortega y Gasset.
Debate permanente
El libro Cesarismo Democrático ha sido objeto de fuertes polémicas desde el mismísimo día de su publicación hasta la actualidad. La permanencia del debate es razón de sobra para creer en la vigencia de sus planteamientos y en la genialidad de su fondo. El texto trasciende las coyunturas históricas y ha sido fuente de inspiración y reflexión de todo el que se precie de libre pensador en Venezuela.
Se le ha querido mostrar muchas veces como una "justificación a la dictadura" y, en los últimos cincuenta años, eso ha multiplicado el número de personas que se declaran abiertamente enemigas de las ideas expuestas por Vallenilla. Pero lo cierto es que ningún demócrata, solo por el hecho de ser tal, puede o debe negarse a estudiar los argumentos de este historiador y mucho menos descartar o declarar caducos sus conclusiones.
Cesarismo Democrático, apartando todo juicio de valor, es una obra monumental de referencia histórica. Está cargada de datos inteligentemente encadenados que permiten entender el desarrollo de la historia patria desde una perspectiva profundamente sociológica. Por otro lado, la historia escrita por Vallenilla es una historia desmitificadora que intenta, una y otra vez, destruir las falsas imágenes que muchos de sus colegas historiadores han construido. Vallenilla hizo caso omiso de los pedestales y de las marchas triunfales.
El determinista
Manuel Caballero opina que esa ha sido otra razón de disgusto para los críticos de su obra. "A los hombres les subleva que les destruyan sus dioses, que los echen a andar a la calle, entre nosotros. Porque es mejor que los dioses nos gobiernen, que decidan sobre nosotros y nos dejen permanentemente en la incertidumbre, a que, reducidos a nuestra propia escala, nos obliguen a tomar decisiones y enfrentar responsabilidades (...) Vallenilla no solamente se empeña en traer los libertadores del cielo a la tierra, sino que además, sumando blasfemia a la blasfemia, los llena de debilidades. Porque esos hombres que guerrearon hace siglo y medio ni siquiera eran dueños de su propia voluntad: Vallenilla es determinista", apuntó en el prólogo de una de las ediciones más recientes de Cesarismo Democrático.
Vallenilla realizó una reflexión larga y densa sobre las formas de gobierno que rigieron los destinos del país desde la colonia hasta el siglo XX. Escarbó en las bases sociales que sostienen nuestra cultura hasta dar con las raíces de los sistemas de castas, desmontar la estructura de la colonia y describir las consecuencias de la mezcla étnica. Se preguntó decenas de veces si fue oportuno o no imponer el ideal democrático y conferir a todos por igual el rimbombante título de "ciudadano", aquel día en que las elites, inspiradas por los aires de la ilustración y del liberalismo europeo, "decretaron" la independencia y con ella el nacimiento (¿prematuro?) de esta República.
El aristócrata
Todas esas preguntas dieron excusa a Vallenilla para explicar realidades políticas de la Venezuela contemporánea. Y, aunque las respuestas de este historiador hayan sido dadas hace más de ochenta años, muchos de sus argumentos permanecen vigentes y periódicamente aparecen en la escena de la vida política nacional. O acaso usted no se ha preguntado últimamente sobre la coherencia histórica de esos "gendarmes necesarios".
Detrás de los argumentos de Cesarismo Democrático, por mucho que el autor intentó apelar a la objetividad científica, no puede ocultarse el espíritu aristocrático que inspiró su pensamiento. Primero, porque de su texto se desprende cierto "desprecio por el pueblo, desconfianza en sus capacidades creadoras y en la posibilidad de su elevación intelectual y moral", como razona Manuel Caballero. Y segundo, porque sus conclusiones lo llevan a un peligroso reduccionismo; su concepción de la historia social, sentencia Caballero, "no es dinámica (...) se desarrolla en un círculo cerrado: en el binomino caos oclocrático-tiranía unipersonal pretende resolver la historia humana y venezolana".

Producción bibliográfica
La obra bibliográfica de Vallenilla Lanz no es numéricamente importante. Durante sus 66 años de vida escribió cinco libros, dos de los cuales son solo una recopilación de sus trabajos periodísticos enEl Nuevo Diario, siete folletines y decenas de discursos le fueron publicados. El tamaño de su genio literario guarda pues relación directamente proporcional con la calidad de su obra y no con su cuantía.
Cesarismo Democrático (1919) fue el primer hijo de su análisis de la historia patria, pero su interés por rastrear minuciosamente la evolución sociopolítica venezolana lo llevan a publicar Críticas de Sinceridad y Exactitud (1929), los dos tomos de La Rehabilitación de Venezuela (1926 y 1928) y, como otro de sus grandes aportes a la cultura nacional, Disgregación e Integración (1930), un ensayo sobre la formación de la nacionalidad venezolana.
Destaca también el polémico ensayo presentado el 9 de octubre de 1911 ante la Academia Nacional de Bellas Artes, en el cual sostuvo que "la Guerra de Independencia fue una Guerra Civil", argumento que luego se convirtió en el primer capítulo de su opera prima.
Desde una perspectiva profundamente sociológica, logró producir análisis históricos tan lúcidos y científicamente irrefutables como El Sentido Americano de la Democracia (1929).
Sus estudios de crítica suelen citarse como modelos de erudición y de juicio penetrante y certero: El Libertador juzgado por los miopes(1914), por ejemplo. O Refutación a un libro argentino (1917), el cual, como bien señaló el colombiano Antonio Gómez Restrepo, combatió la tendencia que tienen ciertos escritores sureños de hacer ver a "las provincias del Río de la Plata en el centro principal del movimiento emancipador y a José de San Martín como el Gran libertador de América". Vallenilla "aplaude el intento de avivar la nacionalidad, pero argumenta lo equívoco que es llegar a ese objetivo fundando el orgullo patrio en el falseamiento de la verdad histórica".
Una huella
1870: Nació en Barcelona el 11 de Octubre. Su ascendencia había jugado un rol protagónico en la historia del oriente venezolano desde la época de la colonia.
1886-1888: Inició sus estudios de ingeniería en la Universidad Central de Venezuela, pero pronto abandonó la carrera y completó su formación de forma autodidacta. Más adelante inició sus actividades periodísticas
1890: Se instala en Puerto La Cruz y es nombrado interventor de aduanas. Ingresa a la Logia Masónica de Barcelona y sigue cultivándose como articulista; escribió para más de veinte periódicos venezolanos durante su vida.
1892-1897: Desempeña varios cargos gubernamentales y milita en el partido liberal unificado que apoyó la candidatura de Ignacio Andrade.
1898: Se muda definitivamente a Caracas, donde se desempeñó como presidente de la Cámara de Diputados, ministro y asesor del gabinete de Andrade.
1899: Cipriano Castro asume el poder.
1903: Empezó a reunir notas sobre la evolución política y social de Venezuela. Un trabajo publicado en El Pregonero le mereció la simpatía de Cipriano Castro y un cargo consular en Europa.
1905-1907: Cursó estudios en La Sorbona de Paris y en el College de France. Vivió en Amsterdan y en España, donde ingresó a la Real Academia Española de la Historia.
1908: Juan Vicente Gómez derrocó a Castro.
1910: Volvió a Caracas y reinició sus actividades periodísticas. En 1911 publicó en El Cojo Ilustrado una primera versión del polémico capítulo de Cesarismo Democrático titulado "El Gendarme Necesario".
1912: Fue elegido Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia y, más tarde, director del Archivo Nacional.
1915: Asumió la dirección del periódico El Nuevo Diario y meses después fue designado senador. Se desempeñó en el ejercicio parlamentario hasta 1926 y ocupó cargos importantes en la dictadura gomecista.
1919: Fue publicada la primera edición de Cesarismo Democrático.
1924: Fue elegido director de la Academia Nacional de la Historia y se mantuvo en el cargo hasta 1927. En 1925 fue honrado también como Individuo de Número en la Academia de Ciencias Políticas y Sociales.
1927: Cristalizó la oposición al régimen de Gómez y se fortaleció una nueva generación política. Vallenilla se convirtió en el blanco de violentos ataques.
1931: Elegido como presidente de la Cámara del Senado, se hizo propietario de El Nuevo Diario y publicó su segunda gran obraDisgregación e Integración.
En mayo fue enviado a Paris como diplomático.
1935: Al morir Gómez, renunció a su cargo pero permaneció en Paris. Y allí murió el 16 de noviembre de 1936.

Código Genético y herencia ideológica
Por Jesús Sanoja Hernández
Como Gil Fortoul, más allá de su complicidad con el régimen de Gómez, Laureano Vallenilla Lanz ha sido revisado por historiadores y ensayistas contemporáneos entre quienes destacan Brito Figueroa, Carrera Damas, Arturo Sosa, Manuel Caballero y Nikita Harwich Vallenilla, este dentro de la línea familiar y además provisto de excelente información y capacidad analítica. Atrás parecen haber quedado las execraciones, a veces impregnadas de sustancias panfletarias, de las que fue blanco fácil en los tiempos de la tiranía. Desde Pocaterra y Blanco Fombona hasta Betancourt, pasando por los caudillos sacados de escena por el gendarme necesario, los ataques a los positivistas de la Gomezuela (como la llamaba Arvelo Larriva) fueron inclementes, sin matices. Y el que mayormente los recibió fue Vallenilla, acaso porque además de sus obras teóricas desató a través de El Nuevo Diario sus célebre "campañas políticas".
Al frente de ese vocero gomecista estuvo Vallenilla desde 1915 hasta 1931, cuando viajó a Francia como ministro plenipotenciario. Desde París, apelando al género epistolar al que eran tan aficionados, como al elogio desmesurado, cónsules y diplomáticos al servicio directo del Gran Caudillo, informaba a este de los acontecimientos mundiales, habilidosamente aprovechados para exaltarlo.
El 8 de agosto de 1931 le comunicó al Señor General: "Ya usted sabrá de la crisis porque atraviesan estos países, debatiéndose entre la miseria y el comunismo. Solo se salvarán aquellos que tienen al frente del frente del Gobierno un Hombre Superior, a la manera del General Gómez". Dos años más tarde, el 5 de abril, precisó mejor sus preferencias: "Mussolini, que vino al poder muchos años después de usted con un programa semejante al suyo, ha convertido a Italia, de un país de segundo orden en una gran potencia, el árbitro supremo de la Paz universal (...) La política del mundo marcha hoy por otros rumbos y lo que sucedió ayer con Mussolini en Italia, y ahora con Hitler en Alemania y con Roosevelt en Estados Unidos, tendrá que suceder de un momento a otro en este país". Mezclaba Vallenilla allí, maliciosamente, principios de autoridad opuestos: aquel propio del nazismo y el fascismo con el de "la democracia occidental", renovado por los procesos electorales en los que él, como Arcaya, no creía.
Por lo mismo, ambos abominaban tanto a los partidos como al Congreso electo popularmente. En entrevista concedida a La Estrella de Panamá, en 1926, Vallenilla no dejó dudas al respecto, si es que alguien las tuviera después de su intensa labor periodística y crítica: "En Venezuela además no hay política: el general Gómez ha acabado con esta rémora de nuestras democracias y los partidos políticos no existen". Y párrafos más abajo: "El parlamentarismo es la rémora de las democracias... ­¡Por algo defiendo yo el cesarismo democrático! Nuestros pueblos, sobre todo Venezuela, necesitan manos fuertes para el progreso.
Por uno de esos azares históricos, o tal vez siguiendo esa línea determinista muy del gusto del positivismo, el hijo del autor de libros tan importantes como Cesarismo democrático, mentado como él y con hurto del segundo apellido que debió ser Planchart, fue el ministro del Interior y el ideólogo de la dictadura de Pérez Jiménez, cuyo cadáver viviente anda dando lecciones de moral desde España. Laureanito, siguiendo cierto código genético e ideológico, proclamó desde El Heraldo lo que el padre había proclamado desde El Nuevo Diario, exaltó al hombre fuerte de turno y vio en el Nuevo Ideal Nacional una versión modernizada de la Causa Rehabilitadora.

*Publicado el 21 de junio de 1998

El estado de la literatura venezolana: una conversación con el crítico Carlos Pacheco, entrevista realizada por JOSÉ CASTRO URIOSTE

El estado de la literatura venezolana: una conversación con el crítico Carlos Pacheco

Carlos Pacheco | Foto: Yanny Montilla (Archivo El Nacional)
Carlos Pacheco | Foto: Yanny Montilla (Archivo El Nacional)

Carlos Pacheco es uno de los intelectuales venezolanos más destacados de su generación.
Ha sido Catedrático Titular en la Universidad Simón Bolívar –donde fue Coordinador del Postgrado en Literatura– e investigador del Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos”. Sus estudios en el campo de la literatura recibieron reconocimientos como el Premio de Investigación “Andrés Bello” y el Premio de Crítica “Rafael Barret”. En 1997 fue miembro del jurado del Premio Internacional de Novela “Rómulo Gallegos”.  Durante un período de dos meses, Pacheco fue invitado por la Universidad de Cincinnati para desarrollar sus investigaciones. Esta conversación la tuvimos precisamente allí, en Cincinnati, en noviembre de 2008. Abordamos temas como el rol de la crítica y del escritor, y el estado de la literatura venezolana.

1.- Hoy en día, en parte debido a los nuevos avances tecnológicos, se lee menos. ¿En este contexto cuál considera que es el rol de la crítica literaria?
A mí me parece cierto que el desarrollo de los medios tecnológicos ha modificado los hábitos de lectura. En esta época, los niños crecen con el Internet que les proporciona píldoras de conocimiento. Es una búsqueda de conocimiento de manera utilitaria: en el sentido de que surge la necesidad de saber algo, se encuentra en el Internet y me lo apropio. Aquí, claro, no hay ningún concepto de autoría. Todo esto ha afectado a la lectura. Ya que un texto más elaborado, más exigente, sea de poesía o de narrativa, para ese público se transforma en una actividad más difícil.
Ahora bien, respondiendo específicamente a tu pregunta creo que el crítico tiene que hacer varias cosas. Una de ellas es predigerir en su apreciación y comprensión las obras literarias, y devolverlas a la sociedad de manera valorativa para que encuentren el público adecuado. Es decir, que una labor del crítico puede ser producir la conexión, entre quien escribe y quien lee. Esto por supuesto, no sustituye su trabajo como un estudioso que realiza investigaciones que son dirigidas a sus colegas y sus pares.

2.- En los años sesenta el rol del escritor latinoamericano era hasta demasiado claro. En estos años tenemos un nuevo mapa político. ¿Cuál podría ser el rol del escritor en este nuevo contexto?
Siempre he pensado que el escritor es también un ciudadano. Sin embargo, no me parece que esas dos dimensiones deban confundirse en su acto de escritura. Creo que el escritor debe realizar su obra como tal de acuerdo a los recursos, las temáticas, las elaboraciones estéticas, la complejidad o sencillez, la claridad o el hermetismo que corresponde a esas elaboraciones estéticas. Toda esto, a fin de cuentas, es personal, ni siquiera se elige.
Pero al mismo tiempo el escritor, como cualquier otra persona que tenga una figuración pública –como puede ser un empresario, o un deportista– termina teniendo una responsabilidad con su sociedad. Y por lo tanto, podría tener la responsabilidad como ciudadano de expresar una opinión, de participar en un movimiento político, según su inclinación ética. Pero aquí creo que hay otro punto que merece ser destacado: me parece que el concepto de compromiso que se manejaba en otra época era muy rígido, muy inflexible, era forzar a todo intelectual a tomar partido por una posición específica.

3.- Usted ha realizado varias investigaciones sobre la oralidad. ¿Por qué considera que estudiar la oralidad tiene importancia para la crítica literaria latinoamericana?
En aquel momento –y creo que sigue siendo válido– estudiar la oralidad en nuestra literatura me pareció indispensable. Esa razón se explica en relación a las propuestas de nuestro amigo ya fallecido Antonio Cornejo Polar. Cuando Cornejo habla de la heterogeneidad en la literatura, justamente está tocando con el dedo en la llaga, la razón de ser de la oralidad. Porque en buena parte de esta literatura heterogénea el objeto que se representa es una sociedad en que la escritura no tiene un peso específico; puede que exista, puede no esté ausente, pero no tiene el valor que podría poseer en otras culturas.
En mi tesis trabajaba autores como Rulfo, Arguedas, Roa Bastos, Guimaraes Rosas, un panorama que abarca varias partes del continente. Esos autores se interesan por sociedades que son básicamente orales, aunque exista en ellas la escritura. Y por eso en sus obras, como en la de otros escritores latinoamericanos, hay procedimientos muy diversos para expresar ese universo donde la oralidad es el vehículo de comunicación predominante. Estas obras han absorbido los recursos de la cultura oral, una cultura que tiene una específica manera de reflexionar, de preservar el conocimiento, de ver el mundo, de relacionarse entre sí. Eso es lo que me parece llamativo y que sigue siendo indispensable de la oralidad en la literatura latinoamericana.

4.- También uno de los temas que ha estudiado es la cuestión de la nación. Y aquí tomo una de las preguntas que le hicieron anteriormente y usted recoge en su libro La patria y el parricidio: en una época de globalización, de ruptura de las fronteras, ¿por qué es importante abordar la cuestión la nación en los estudios literarios y culturales?
Tal vez sea una paradoja. Es cierto que las fronteras se han ido desdibujando en varios sentidos. El hecho que haya globalización, que exista la supranacionalidad, el hecho que exista el Internet y el correo electrónico, y que existan asociaciones que van más allá de lo nacional, ha producido fenómenos completamente nuevos y el mundo ya no es como era ni siquiera hace veinte años. Sin embargo, no estoy de acuerdo con aquellos que piensan tajantemente que esta novedad elimina la marca de lo nacional. Nosotros sabemos hoy en día que la nación es una construcción. Es decir, que lo nacional es una ficción de alguna manera creada por las leyes, por los periódicos, por los escritores, por el cine. Eso no la hace inoperante, ni existente. En cuanto a la literatura específicamente, uno sigue leyendo los textos como textos en primer lugar, pero también como textos que proviene de un escritor argentino, colombiano, español, porque sigue habiendo una conexión influyente (aunque el texto no tenga nada que ver) con la realidad de lo nacional.

5.- En determinado momento el crítico uruguayo Hugo Achugar mencionó que la literatura venezolana tiene un carácter insular dentro del contexto latinoamericano. ¿A qué se refiere Achugar con ello?
 Es un fenómeno al que se le ha tratado de dar varias explicaciones pero ninguna resulta satisfactoria. Lo cierto es que Venezuela tiene una literatura bastante vigorosa, con valores importantes. Sin embargo, esa literatura no tiene el reconocimiento, el impacto, la lectoría que se merece fuera de Venezuela. ¿Qué razones se han dado? Se ha dicho que no ha tenido el suficiente estímulo oficial. Yo creo que no es cierto. Se ha dicho, en cuanto a su repercusión en Europa y Estados Unidos, que como los venezolanos no hemos migrado, eso ha hecho que nuestros libros no sean leídos, o ni se hagan congresos sobre literatura venezolana en el extranjero. Eso es solo parcialmente cierto. Es un lugar común en nuestra vida cultural el preguntarnos qué pasa con la literatura venezolana que no tiene impacto fuera de Venezuela. Por ejemplo, en los últimos ocho o diez años hay un desarrollo bastante vigoroso del cuento y novela venezolana. En las generaciones jóvenes hay premios importantes como el de Alberto Barrera que obtuvo el premio Herralde, y ha habido algunas publicaciones en el exterior, aunque todavía de una manera tímida. Podría nombrar diez narradores venezolanos que están escribiendo hoy en día que son de primera línea. Sin embargo, sigue siendo todavía una literatura de poco reconocimiento internacional, teniendo en cuenta la obra que han hecho esos escritores. En esa lista mencionaría a narradores como Ana Teresa Torres, Ednodio Quintero, Antonio López Ortega, Alberto Barrera, Miguel Gómes, Victoria de Stefano. Pero parece que sus obras se chocan en una especie de vacío cuando se llega al exterior.
Tal vez una última razón es que a diferencia de México, de Cuba, de Perú, de Argentina, de Chile, ante el mundo exterior, Venezuela es nacionalmente una realidad difícil de identificar culturalmente. Ello se debe a que no tiene un trasfondo tan denso de pasado indígena, o a que no ha tenido –hasta hace muy poco– una identidad como proceso político claro, en contraste con Cuba o Colombia. Entonces, ¿qué significa Venezuela para alguien del exterior? Tal vez solo significa petróleo. Ahora, desde hace unos años, significa Chávez, con toda la ambigüedad que eso pueda poseer. Pero culturalmente qué significa Venezuela para alguien del exterior. Y a pesar que hemos tenido a Andrés Bello, a Simón Rodríguez, a Rómulo Gallegos, no encuentro que haya un peso justo, un reconocimiento apropiado a lo que nuestra literatura contemporánea puede ofrecer.

6.- ¿Cuáles podrían ser unas tendencias dentro de la narrativa última venezolana?
Bueno, tenemos una gran variedad. Creo que hay una narrativa que ha vuelto a las historias bien contadas. Después de una época de experimentalismo, muchos de nuestros escritores están buscando que el lector se divierta y disfrute de una historia bien contada.
Dentro de eso hay un interés por lo histórico. Por ejemplo, una de las novelas más vendidas es Falke de Federico Vegas. Falke es el nombre de un barco polaco, que en tiempos de la época de Gómez vino a liberar Venezuela de la dictadura. Los expedicionarios eran estudiantes e intelectuales, convertidos de una manera ingenua en militares y salvadores de la patria. Al llegar al país, sin embargo, fueron derrotados. Falke cuenta la historia desde el punto de vista de uno de los expedicionarios que era un joven que estudiaba medicina en París. Este joven, tiempo después, y con influencia de Rómulo Gallegos quien también aparece en la novela, llegó a ser en un destacado médico psiquiatra y funcionario del ministerio de educación. La historia de Falke se cuenta por medio de las cartas y del diario de este joven expedicionario. Esa sería, en todo caso, una tendencia en la narrativa venezolana última.
También creo que hay una tendencia en la que se presta atención a los hechos de la vida cotidiana: esas preguntas sobre la enfermedad y cómo ella cambia la vida de algunas personas cuando padecen la potencialidad de la muerte. Y veo una tercera tendencia en  el ejercicio del género policial. Sin embargo, en Venezuela se está haciendo novela policial sin separarse del hecho político, o del hecho social, o de la vida cotidiana. Por ejemplo, la novela La última vez, narra la historia de un padre que desaparece. Aquí el hijo se convierte en una especie de detective para saber qué pasó con su padre, y la novela se convierte en una manera de explorar la situación política venezolana actual que, como bien sabemos, tiene grande polaridades.

7.- ¿Qué rol tienen los jóvenes hoy en día en la literatura venezolana?
Hay mucho movimiento entre los jóvenes. Los concursos para autores inéditos, los premios para universitarios, son muy concurridos. Hemos tenido muy agradables sorpresas de encontrar muy buenos talentos que hacen su primer aporte en cuento o poesía. En algunos casos han tenido mucho que ver con el Premio Nacional Universitario. Hay talleres, hay grupos de lectura y discusión, hay revistas que dirigen esos muchachos y ellos tienen la iniciativa de organizar actividades y de promover su formación.

8.- En las tendencias que ha mencionado, ¿habría algún uso de la oralidad, o habría un retorno hacia la escrituralidad?
Yo diría que se mantienen ambos intereses. Tal vez haya un predominio de la escritura. Una escritura que es muy consciente de sí misma, que se representa a sí misma. No son poco frecuentes las obras que se refieren a la propia construcción. Por ejemplo, esta novela Falke lo hace así. En los cuentos de Miguel Gómez esa veta está muy bien lograda. Hay un narrador de cuentos que no logra contarlos, y el cuento se trata de esa dificultad precisamente. En tal sentido, se podría decir que hay una vuelta a la “naturalidad” de escribir y cómo la novela es el hacerse de ella misma.

9.- Uno de los temas que ha estudiado en sus investigaciones es la representación del campo. ¿Cómo sería esa representación después del proceso de urbanización de mitad siglo XX?
Por supuesto, a mitad de siglo en Venezuela se da un giro hacia la novela predominante urbana. Sería el caso de Salvador Garmendia. Y claro, empezaba a ser un poco extraño escribir desde otro lugar que no fuera la ciudad. Sin embargo, hay excepciones muy notables, como por ejemplo la narrativa de Ednodio Quintero. En su obra lo andino venezolano, es más que una geografía, es un acto ficcional. Y también en sus personajes hay un traslado a la ciudad, y un regreso de ésta al campo. También entre los escritores de la segunda mitad del siglo XX habría que mencionar el caso Alfredo Armas Alfonso que está dentro de la línea de los transculturadores, como Rulfo y Arguedas. El hace una literatura de escritura moderna y reflexiva, pero sus personajes tienen rasgos de los pueblos de su infancia en el Oriente de Venezuela. Son construcciones muy llamativas como logro artístico, dentro del mundo campesino. Pero para la mayoría de los autores contemporáneos la ciudad, y sobre todo Caracas, es su escenario predominante. Y a veces ese escenario es tan obvio que no es visible. Sin embargo, en muchas ocasiones se trata de la Caracas convulsionada, con una modernidad tardía, apresurada, e ingenua. Digo esto porque en las décadas que hubo mucho dinero como en los cincuenta, sesenta y setenta, Caracas creció demasiado rápido, sin ninguna planificación y hubo una serie de conflictos urbanos. ¿Quién es el habitante de Caracas? ¿Cómo vive atribulado en una ciudad con demasiados carros y autopistas? Son algunos de los temas que aparecen en la literatura venezolana. Y por supuesto, la vida política está en la ciudad con toda la polarización entre partidarios chavistas y antichavistas.

* Purdue University at Calumet, Indiana, USA