Yo soy

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lunes, 28 de septiembre de 2015

El santo padre Francisco llegó a la cárcel Curran-Fromhold, la más grande de Filadelfia. Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades. Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados no asumiendo que su cansancio, su dolor y sus heridas, son también el cansancio y el dolor, las heridas, de una sociedad. Con estas palabras se dirigió el Santo Padre en su visita durante la cual se reunió con un centenar de presos.Texto completo del discurso del Papa en la cárcel de Filadelfia



"Vine aquí como pastor pero sobre todo como hermano, a compartir la situación de ustedes y hacerla también mía", les dijo el Papa. Foto: Reuters / Jonathan Ernst
El Papa critica cuando los sistemas penitenciarios no generan nuevas oportunidades
11:00 - Filadelfia: el Santo Padre ha visitado una cárcel y ha recordado a los presos que Jesús ‘nos quiere ayudar a recomponer nuestro andar’

Por Rocío Lancho García
Ciudad del Vaticano, 27 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
Procedente del seminario San Carlos Borroméo, donde el santo padre Francisco se dirigió a los obispos que participan en el Encuentro Mundial de las Familias y tuvo una audiencia con cinco víctimas de abusos por parte de personas de la Iglesia, llegó a la cárcel Curran-Fromhold, la más grande de Filadelfia.
Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades. Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados no asumiendo que su cansancio, su dolor y sus heridas, son también el cansancio y el dolor, las heridas, de una sociedad. Con estas palabras se dirigió el Santo Padre en su visita durante la cual se reunió con un centenar de presos.
El Papa aseguró que “el Señor nos lo muestra claro por medio de un gesto: lavar los pies para volver a la mesa. Una mesa en la que Él quiere que nadie quede fuera. Una mesa que ha sido tendida para todos y a la que todos somos invitados”.
Asimismo, Francisco indicó que Jesús “viene a nuestro encuentro para calzarnos de nuevo con la dignidad de los hijos de Dios. Nos quiere ayudar a recomponer nuestro andar, reemprender nuestro caminar, recuperar nuestra esperanza, restituirnos la fe y la confianza”. Quiere --añadió-- que volvamos a los caminos, a la vida, sintiendo que tenemos una misión; que este tiempo de reclusión no ha sido nunca un sinónimo de expulsión.
El Santo Padre reconoció que los presentes viven un momento doloroso “no solo para ustedes, sino para sus familias y para toda la sociedad”. Y advirtió que una sociedad, una familia que no sabe sufrir los dolores de sus hijos, es una sociedad que “está condenada a quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir”. Así, reconoció estar allí como pastor y como hermano para compartir su situación y hacerla también suya. “He venido a que podamos rezar juntos y presentarle a nuestro Dios lo que nos duele, también lo que nos anima y recibir de Él la fuerza de la Resurrección”, indicó.
Del mismo modo, aseguró que “por la fe sabemos que Jesús nos busca, quiere sanar nuestras heridas, curar nuestros pies de las llagas de un andar cargado de soledad, limpiarnos del polvo que se fue impregnando por los caminos que cada uno tuvo que transitar”.
No nos pregunta --añadió-- por dónde estuvimos andando, no nos interroga qué estuvimos haciendo. Es más, Jesús nos dice: “si no te lavo los pies, no podré darte la vida que el Padre siempre soñó, la vida para la cual te creó”. Por otro lado, el Pontífice indicó que “todos tenemos necesidad de ser purificados, de ser lavados. Todos somos buscados por este Maestro que nos quiere ayudar a reemprender el camino”.
El Papa aseguró a los presentes que este momento en su vida solo puede tener una finalidad: “tender la mano para volver al camino, tender la mano que ayude a la reinserción social”. Una reinserción --añadió-- de la que todos formamos parte, a la que todos estamos invitados a estimular, acompañar y generar.  
Por ello, el Santo Padre invitó a los presentes a tener esta actitud entre ellos, con todas las personas que de alguna manera forman parte de este instituto penitenciario. “Sean forjadores de oportunidades, sean forjadores de camino, de nuevos senderos”, exhortó Francisco.
“Todos tenemos algo de lo que ser limpiados, purificados. Que esa conciencia nos despierte a la solidaridad, a apoyarnos y buscar lo mejor para los demás”, pidió el Santo Padre al concluir su discurso. 
Al concluir saludó con visible afecto a muchos de los presos allí presentes y recibió algunos regalos por parte de los reclusos.


Texto completo del discurso del Papa en la cárcel de Filadelfia
El Santo Padre se ha dirigido a 100 presos a quienes recordó que reclusión nunca ha sido y nunca será sinónimo de expulsión
Por Redacción
Ciudad del Vaticano, 27 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
Publicamos a continuación el discurso completo del Santo Padre en la cárcel Curran-Fromhold de Filadelfia, en la que se dirigió a unos cien presos y a las autoridades y empleados de la estructura.
"Queridos hermanos y hermanas:
Gracias por recibirme y darme la oportunidad de estar aquí con ustedes compartiendo este momento. Un momento difícil, cargado de tensiones. Un momento que sé es doloroso no solo para ustedes, sino para sus familias y para toda la sociedad. Ya que una sociedad, una familia que no sabe sufrir los dolores de sus hijos, que no los toma con seriedad, que los naturaliza y los asume como normales y esperables, es una sociedad que está «condenada» a quedar presa de sí misma, presa de todo lo que la hace sufrir. Yo vine aquí como pastor pero sobre todo como hermano a compartir su situación y hacerla también mía; he venido a que podamos rezar juntos y presentarle a nuestro Dios lo que nos duele y también lo que nos anima y recibir de Él la fuerza de la Resurrección.
Recuerdo el Evangelio donde Jesús lava los pies a sus discípulos en la Última Cena. Una actitud que le costó mucho entender a los discípulos, inclusive Pedro reacciona y le dice: «Jamás permitiré que me laves los pies» (Jn 13,8).
En ese tiempo era habitual que, cuando uno llegaba a una casa, se le lavara los pies. Toda persona siempre era recibida así. No existían caminos asfaltados, eran caminos de polvo, con pedregullo que iba colándose en las sandalias. Todos transitaban los senderos que dejaban el polvo impregnado, lastimaban con alguna piedra o producían alguna herida. Ahí lo vemos a Jesús lavando los pies, nuestros pies, los de sus discípulos de ayer y de hoy.
Todos sabemos que vivir es caminar, vivir es andar por distintos caminos, distintos senderos que dejan su marca en nuestra vida.
Por la fe sabemos que Jesús nos busca, quiere sanar nuestras heridas, curar nuestros pies de las llagas de un andar cargado de soledad, limpiarnos del polvo que se fue impregnando por los caminos que cada uno tuvo que transitar. Jesús no nos pregunta por dónde anduvimos, no nos interroga qué estuvimos haciendo. Por el contrario, nos dice: «Si no te lavo los pies, no podrás ser de los míos» (Jn 13,9). Si no te lavo los pies, no podré darte la vida que el Padre siempre soñó, la vida para la cual te creó. Él viene a nuestro encuentro para calzarnos de nuevo con la dignidad de los hijos de Dios. Nos quiere ayudar a recomponer nuestro andar, reemprender nuestro caminar, recuperar nuestra esperanza, restituirnos en la fe y en la confianza. Quiere que volvamos a los caminos, a la vida, sintiendo que tenemos una misión; que este tiempo de reclusión nunca ha sido y nunca será sinónimo de expulsión.
Vivir supone ensuciarse los pies por los caminos polvorientos de la vida, de la historia. Todos tenemos necesidad de ser purificados, de ser lavados. Todos, yo el primero. Todos somos buscados por este Maestro que nos quiere ayudar a reemprender el camino. A todos nos busca el Señor para darnos su mano. Es penoso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades. Es doloroso constatar cuando se cree que solo algunos tienen necesidad de ser lavados, purificados no asumiendo que su cansancio y su dolor, sus heridas, son también el cansancio y el dolor, las heridas de toda una sociedad. El Señor nos lo muestra claro por medio de un gesto: lavar los pies y volver a la mesa. Una mesa en la que Él quiere que nadie quede fuera. Una mesa que ha sido tendida para todos y a la que todos somos invitados.
Este momento en la vida de ustedes solo puede tener una finalidad: tender la mano para volver al camino, tender la mano para que ayude a la reinserción social. Una reinserción de la que todos formamos parte, a la que todos estamos invitados a estimular, acompañar y generar. Una reinserción buscada y deseada por todos: reclusos, familias, funcionarios, políticas sociales y educativas. Una reinserción que beneficia y levanta la moral de toda la comunidad y la sociedad.                     
Quiero animarlos a tener esta actitud entre ustedes, con todas las personas que de alguna manera forman parte de este Instituto. Sean forjadores de oportunidades, sean forjadores de camino, de nuevos senderos.
Todos tenemos algo de lo que ser limpiados y purificados. Todos. Que esa conciencia nos despierte a la solidaridad con todos, a apoyarnos y buscar lo mejor para los demás.
Miremos a Jesús que nos lava los pies, Él es el «camino, la verdad y la vida», que viene a sacarnos de la mentira de creer que nadie puede cambiar, la mentira de creer que nadie puede cambiar. Jesús que nos ayuda a caminar por senderos de vida y de plenitud. Que la fuerza de su amor y de su Resurrección sea siempre camino de vida nueva.
Y así como estamos, cada uno en su sitio sentado, en silencio, pedimos al Señor que nos bendiga. Que el Señor los bendiga y los proteja, haga brillar su rostro sobre ustedes y les muestre su gracia, les descubra su rostro y les conceda la paz. Gracias".   

En El baño del papa (2007, César Charlone y Enrique Fernández) se recrea algo que ha sucedido ya varias veces en países del sur de América.“La película narra cómo los habitantes del poblado uruguayo de Melo, a sesenta kilómetros de la frontera con Brasil reciben el anuncio de la llegada del papa Juan Pablo II y deciden que será una gran oportunidad para hacer un dinero dada la cantidad de gente que vendrá a verlo”

Nuestro amigo común: El baño del papa

Fotograma de El baño del papa / foto cortesía
Fotograma de El baño del papa / foto cortesía
“La película narra cómo los habitantes del poblado uruguayo de Melo, a sesenta kilómetros de la frontera con Brasil reciben el anuncio de la llegada del papa Juan Pablo II y deciden que será una gran oportunidad para hacer un dinero dada la cantidad de gente que vendrá a verlo”

En El baño del papa (2007, César Charlone y Enrique Fernández) se recrea algo que ha sucedido ya varias veces en países del sur de América. El anuncio de la llegada del papa a un pueblo brasilero o uruguayo, los ánimos de los pobladores caldeados, y el posterior drama cuando aquel cancele su visita. Visto de esta manera pareciese ser una historia como una buena mayoría de las que narra el cine uruguayo, aquellas que reúnen todo su humor en una frase de Mr. Kaplan (2014, Álvaro Brechner): “Gracias a Dios, [estamos] cada día peor”, en un país donde la seguridad y la economía son criticadas por sus ciudadanos como si estuviesen en la peor crisis jamás vista en la historia de este y otros planetas, cuando Uruguay es uno de los países más seguros de América Latina, tal vez el más seguro de América del Sur.
La película narra cómo los habitantes del poblado uruguayo de Melo, a sesenta kilómetros de la frontera con Brasil reciben el anuncio de la llegada del papa Juan Pablo II y deciden que será una gran oportunidad para hacer un dinero dada la cantidad de gente que vendrá a verlo: querrán comer, querrán beber, y para Beto (César Troncoso), querrán ir al baño, así que entre él y Carmen (Virginia Méndez), su mujer, se gastan lo que no tienen para construir un baño. Al más puro estilo neorrealista, muchos de los actores son habitantes del pueblo sin experiencia alguna con las cámaras, mientras que detrás de ellas sucede lo contrario: Charlone ha sido el director de fotografía para Fernando Meirelles en Ciudad de Dios (2002), El jardinero fiel (2005), yCeguera (2008), entre otras.
Beto es un contrabandista que en una bicicleta vieja que ya casi no da más recorre largas distancias hasta Brasil para comprar productos y revenderlos en su pueblo. Cuando decide que hará un baño para cuando venga el papa, debe hacerse con un retrete por el que pagarán con los ahorros para el futuro de su hija, todo muy responsablemente. Lo que sucede es lo que sucedió en realidad: el papa no fue. Desesperados los habitantes de Melo se quedan con kilos de comida preparada, chorizos, pan, pollo, bebidas refrescantes, dulces; y Beto con su nuevo baño, con los brazos cruzados y debiendo muchísimo dinero.
Otros milagros
Lo escatológico se encuentra en El baño del papa (nótese el nombre) en sus dos acepciones. El humor uruguayo decora el título con una baja: “Una historia de esperanza y otros milagros”. Si la esperanza tiene fuertes vínculos con el cristianismo en donde la espera será recompensada con la llegada de Dios en su majestuosidad y gloria, la escatología vincula con la resurrección. Beto y Carmen no están relacionados de ninguna forma espiritual con la llegada del sumo pontífice. No se trata de la llegada del papa como consuelo para el pobre en el abandonado pueblo uruguayo, ese pobre tan parecido al italiano neorrealista que se repite con frecuencia en el cine latinoamericano. No busca consuelo, ni Beto, ni su mujer, ni ninguno que haya levantado un puesto de fiambres para atender a los creyentes (una muestra del capitalismo que tanto insiste en criticar el papa Francisco y que se da salvaje en eso que llaman las bases, los pobres). Beto y el resto del pueblo han visto en la llegada del papa una oportunidad para hacer negocios, para hacer dinero, y nada más: el necesitado tiene una opción que no implique ruindad y bajeza, comprometer los valores, mezclar los tratados de ultratumba con los de las excrecencias. Los ciudadanos de Melo reciben una lección de la Iglesia. Por más pedagogo, socialista o populista que algún papa sea, la Iglesia no está para hacerte rico materialmente, sino en espíritu. Seguirá pasando, como sucedió en Guaratiba, Brasil, con el papa Francisco en 2013. Los ciudadanos salieron ante las cámaras en llanto desgarrador porque sus inversiones, ahora perdidas, habían alcanzado casi los treinta mil dólares americanos. La esperanza cristiana no puede ser esperar hacer unos reales: que alguien lo vocifere en nuestras esquinas, como vendiendo lotería. No aplacará la codicia pero al menos se habrá advertido.

Héctor González es el ganador del II Concurso Internacional de Escritura Creativa, mención novela breve, por su obra La vasta y necesaria muerte. El jurado estuvo conformado por José Tomás Angola, quien publicó recientemente su poemario Los legajos del Marqués, Violeta Rojo y Fedosy Santaella. La convocatoria reunió más de 180 novelas, no solo de Venezuela, sino de Argentina, España, Perú, Colombia, EE UU, México, Canadá e inclusive Grecia...González nació en Caracas, en 1989, y estudió Administración, mención Recursos Humanos. Ha publicado dos novelas: El encanto de los derrotados (2013) y Entre putas y culpables (2015), ambas bajo el sello editorial Negro sobre Blanco. También fue ganador del primer lugar del Concurso Nacional de Cuento "Arturo Croce", coordinado por la Gobernación de Táchira, por "La ciega" (2014).

La vasta y necesaria muerte desentraña la violencia citadina

La historia, escrita por Héctor González, fue galardonada con el premio de novela breve que otorga la Asociación Concurso Internacional de Escritura Creativa. Fedosy Santaella, que formó parte del jurado, destacó que hubo una cantidad de obras significativas infuenciadas por la novela negra

Héctor González es el ganador del II Concurso Internacional de Escritura Creativa, mención novela breve, por su obra La vasta y necesaria muerte. El jurado estuvo conformado por José Tomás Angola, quien publicó recientemente su poemario Los legajos del Marqués, Violeta Rojo y Fedosy Santaella. La convocatoria reunió más de 180 novelas, no solo de Venezuela, sino de Argentina, España, Perú, Colombia, EE UU, México, Canadá e inclusive Grecia. El ganador recibirá un premio en metálico y la edición de su obra por parte de Libros El Nacional. Esta será presentada el primer trimestre del año 2016.    
González nació en Caracas, en 1989, y estudió Administración, mención Recursos Humanos. Ha publicado dos novelas: El encanto de los derrotados (2013) y Entre putas y culpables (2015), ambas bajo el sello editorial Negro sobre Blanco. También fue ganador del primer lugar del Concurso Nacional de Cuento "Arturo Croce", coordinado por la Gobernación de Táchira, por "La ciega" (2014).
Comentó que siempre ha sido un lector asiduo, incluso tuvo que vender parte de su biblioteca porque no tenía espacio para más libros. Escribe desde los 15 años, aunque, hasta hace poco, no se había atrevido a sondear el sistema editorial del país. Destacó la influencia de autores clásicos como Dostoievski y otros más contemporáneos como el portugués António Lobo Antunes.
La vasta y necesaria muerte narra la historia de Vicente Rosario, protagonista de la novela, un joven venezolano que se muda de Caracas porque no soporta el frenetismo citadino y decide empezar una nueva vida en un pueblo de los Andes. La violencia es un tema paradójico en la trama: se aleja de ella, pero el verdadero foco está dentro de él. El narrador en primera persona se pasea por todos los delitos que ha cometido Rosario, quien a sus 35 años ya está cerca de la muerte.
González confesó que escribió la novela en dos meses. Añadió que juega con elementos de la novela negra, pero no quiere "encasillarla dentro de un género específico". También destacó la violencia característica de la capital: "Caracas es la capitalización del mal. Estamos viviendo una época sin garantía, todo funciona como una perfecta maquinaria de perversidad. Sobrevive el más fuerte, darwinismo social".
José Tomás Angola recalcó el trabajo psicológico de los personajes de la obra y destacó que el tópico de la violencia en la trama está presente no solo en la literatura venezolana, sino también en toda Latinoamérica. Los juicios de valor no forman parte de la historia, que el lector juzgue por sí mismo lo que plantean cada una de las situaciones.
Española logró mención honorífica
Flor de Lis Epifanio Navidad es una escritora española que ha llevado sus estudios de criminología a la literatura, a esto se suma su gusto por Dashiell Hamett, Jorge Luis Borges y, uno de sus libros de cabecera, El niño, de Jules Vallés.
Fue reconocida con la mención honorífica a la novela breve por Círculos concéntricos, que será publicada en la plataforma en línea Libros en un Click. "Siempre es una ilusión recibir una mención", expresó la autora, tras conocer su reconocimiento.
Epifanio Navidad explicó que la novela es acerca de Abelardo, personaje que trata de disfrutar de su vida porque es muy aburrida, pero entre los intentos por lograr su objetivo afecta una amistad.
Fedosy Santaella señaló que Círculos concéntricos le pareció interesante por girar en torno a la literatura negra que se enfoca en el criminal. Comentó que es una mezcla también del género negro con road movie. "Consideramos que podría mejorarse el inicio, pero lo que viene después resulta interesante", dijo. Mencionó que hubo una cantidad de textos significativos enmarcados dentro este estilo.
José Tomás Angola subrayó que se nota el oficio de la escritora. Indicó que es atractivo el hecho de que no se reinvente ningún género, sino que se trabaje desde la esencia. El poeta comentó que es necesario dar oportunidades a las personas que tienen serias intenciones de dedicarse a la literatura.
Ibéricos también figuraron en el teatro
En dramaturgia fue galardonado el español Miguel Ángel González González por El país de los cuerdos. Resalta "su maravilloso manejo dramatúrgico, su calidad estructural, su universalidad de contenido y la lograda unificación entre dos artes como el cine y el teatro", apunta el veredicto.
Además, se hicieron menciones especiales a El año que racing que quedó campeón, del argentino Carlos Alfredo Müller, y Menos cincuenta, de la venezolana María Fernanda Godoy.
El jurado estuvo conformado por Inés Muñoz Aguirre, Gerardo Blanco López, José Miguel Vivas, Daniel Dannery y Joaquín Ortega.
El Concurso Internacional de Escritura Creativa busca expandirse fuera de las fronteras de Venezuela; Panamá y España son algunos de los países que Olga Fuchs, coordinadora del evento, ha pensado para llevar la iniciativa al público extranjero. La próxima edición se realizará en el 2017 y buscará integrar otro tipo de géneros literarios y audiovisuales, hasta el momento han premiado novela breve, dramaturgia, cuento, ensayo y poesía. Fuchs señaló que este concurso promueve el idioma español en todo el mundo y, sobre todo, la escritura creativa, "base fundamental de todas las expresiones artísticas".

El imaginario teatral venezolano (VIII-I): “Hablar del nuevo teatro venezolano es hablar del momento en el que nace un lenguaje, progresa y se estanca. Es un período histórico que se recuerda con grandeza hoy día”

Didascalia: El imaginario teatral venezolano (VIII-I)

Primer elenco de Tric Trac de Isaac Chocrón / Foto Samuel Dembo
Primer elenco de Tric Trac de Isaac Chocrón / Foto Samuel Dembo
“Hablar del nuevo teatro venezolano es hablar del momento en el que nace un lenguaje, progresa y se estanca. Es un período histórico que se recuerda con grandeza hoy día”

Pensar en 1960
Hablar del trabajo escénico que se llevó a cabo en Venezuela durante la época del Nuevo teatro es hablar del momento en el que realmente nacimoscomo personajes, como familias con preocupaciones distintas a los Wingfield de Tennessee Williams. Compartimos, sin embargo, la superación frustrada de la clase media-baja, el desarraigo, la incapacidad de encajar en nuestro entorno social. El cuerpo amarrado a la patria y la mirada fija en el extranjero. Los sueños de María Eugenia Alonso en Ifigenia continúan vigentes.
Hablar del nuevo teatro venezolano es hablar del momento en el que nace un lenguaje, progresa y se estanca. Es un período histórico que se recuerda con grandeza hoy día. Porque nadie en la actualidad entiende y reseña la caraqueñidad como José Ignacio Cabrujas, ningún dramaturgo piensa en acrobacias actorales ni plantea textos que puedan ser leídos tanto por hombres como mujeres al estilo de Isaac Chocrón; nadie comprende las medidas retorcidas y desesperadas del obrero, el ladrón, la prostituta y todos los habitantes del mundo marginal que retrata Román Chalbaud. La Trinidad se convierte en referente constante para el quehacer teatral.
En 1967 se funda El Nuevo Grupo, cuya Junta directiva estaba conformada por nombres como Miriam Dembo, Elías Pérez Borjas, John Lange, Rafael Briceño y Samuel Dembo, además del llamadodivino trino teatral. Durante sus primeros años de funcionamiento ElGrupo editó seis números de su propia revista, que debió ser descontinuada por falta de recursos económicos. El siguiente artículo forma parte de uno de ellos, y refleja la situación precaria del arte teatral en la década.
Nosotros y el teatro, por Román Chalbaud.
Nosotros comenzamos por el final, pero estamos todavía en el principio.
Nosotros, los desdichados “clowns” de este arte de quienes todos se ríen piadosamente. Extienden la mano y nos dan cuatro centavos para poder reírse, para poder llorar con nosotros.
Nosotros, los desamparados de la fortuna, que se guarda en los bancos, se juega a los caballos y se derrocha en la muerte.
Nosotros, orgullosos de nuestras palabras dichas en las tablas, disfrazados de reyes poderosos, que tienen al público colgado en su garganta.
Nosotros, los santos pecadores, en el nombre de Shakespeare, en el nombre de Molière, en el nombre de Bernard Shaw.
Nosotros, inútiles… ¡pero allí en el corazón de la inconsciencia!
El telón es un largo sudario de muerte y de hambre,
El telón es una frivolidad asexual y un temblor frío de miedo a lo hondo y verdadero que pronto podemos significar.
Nosotros, en un pedazo de Latinoamérica, rodeados de contrastes, un contraste mismo, una flecha nos señala: “el mundo que nace” y nosotros nos sentimos morir por dentro como si también estuviéramos naciendo.
Nosotros y el público que no viene.
Nosotros y el talento que no hay.
Nosotros y la cultura que no se toma en serio.
Nosotros y la impotencia.
Nosotros con los bolsillos vacíos, llenos de proyectos, que nadie se atreve a patrocinar, ¡porque no hay una real seguridad de que el talento sea como el europeo o el norteamericano!
Nosotros y las risitas y los cocktailes y las marionetas de carne a quienes tenemos que darles las gracias.
Nosotros y las sonrisas falsas.
Nosotros y las lágrimas falsas.
Nosotros y la utilería ridícula y la escenografía ridícula y el texto que se queda sin aprender y el subtexto que se queda sin madurar.
Nosotros y la improvisación.
Nosotros y el trópico.
¿Pero para qué bloques de hielo y matemáticas?
Una mano se extiende de vez en cuando.
El telón se alza.
Nosotros aparecemos. Lástima o aplausos. Nada demasiado cálido, pero tampoco nada demasiado frío.
Dentro de la corteza cerebral de cada uno hay un telón, y detrás de ese maquillaje unas barbas postizas y detrás el ruido de una tramoya incesante que parece no terminar nunca.
Nos conocemos demasiado.
Nosotros somos demasiado conocidos, O nadie nos conoce. ¿Qué cosa es peor? ¡Ah, sí, fulanito!: hace teatro.
Y buscamos el respeto con las manos crispadas.
Y comprendemos que debemos comenzar por nuestro propio respeto. Todo se confunde entonces. Todo se achica. Y volvemos al comienzo.
Aunque quisiéramos estar en el final. “Si yo hubiera nacido allí mismo, en México” –me dice una muchacha que quiere ser actriz– “ya sería la primera figura, me contratarían, vendrían a buscarme, y no tendría que mendigar”.
Nosotros estamos mendigando. Vestidos de príncipes, mendigando.
Para poder entrar en el club lujoso, en la casa con pasado respetable.
A Molière lo contrataron.
Esta máscara de payaso puede aparecer en los avisos económicos. Es nuestra cara. Nosotros somos así. Con toda la dignidad.
El telón se seguirá alzando. Quieran o no quieran. Malo o bueno. Aquí estamos. Detrás del telón. Pero el telón se alza.

“Yo nací en una cárcel, y he vivido en ella durante 30 años”, confesó una vez José Antonio Ramos Sucre, pocos años antes de su muerte desesperada. El poeta “ahistórico, medievalista y grecolatino”, en realidad nunca fue prisionero de las modas literarias. Mientras sus compañeros de generación sucumbían aun ante los seductores barroquismos de las rimas modernistas, el poeta se nutría de lo más exquisito de la literatura universal, adelantándose a los simbolistas, creando una escritura cuya vigencia no parece desvanecerse en el tiempo. Su prisión fue el insomnio, su libertad la escritura

Apología de la soledad. Obras completas de José Antonio Ramos Sucre

José Antonio Ramos Sucre / foto www.entornointeligente.com
José Antonio Ramos Sucre / foto www.entornointeligente.com
“Yo nací en una cárcel, y he vivido en ella durante 30 años”, confesó una vez José Antonio Ramos Sucre, pocos años antes de su muerte desesperada. El poeta “ahistórico, medievalista y grecolatino”, en realidad nunca fue prisionero de las modas literarias. Mientras sus compañeros de generación sucumbían aun ante los seductores barroquismos de las rimas modernistas, el poeta se nutría de lo más exquisito de la literatura universal, adelantándose a los simbolistas, creando una escritura cuya vigencia no parece desvanecerse en el tiempo. Su prisión fue el insomnio, su libertad la escritura

No hubo tregua. José Antonio Ramos Sucre había sido herido de muerte por el insomnio. Sus esperanzas de curación fueron mutiladas una tarde de enero de 1930, cuando los médicos del Instituto Tropical de Hamburgo le explicaron que el virus de la amibiasis nada tenía que ver con la sombra de su sueño. La infatigable enfermedad llevaba ocho años apropiándose poco a poco de todos los espacios de su cuerpo, dejando lugar solo para el dolor.
“Yo poseo el hábito del sufrimiento, pero estoy fatigado de la vida interior del asceta, del enfermo, del anormal” –escribió a su amigo Luis Yépez, cónsul general de Venezuela. “Puedo pasar horas continuas en la cama sin hacer movimiento y sin intentar dejarla”. Y es que los trasnochos fueron en principio voluntarios. Recuerdan sus compañeros de escuela que hasta altas horas de la noche la luz de su habitación no descansaba. La incansable pasión por la lectura y por los idiomas, que le hicieron un hombre de cultura excepcional, tuvo su precio.
Pero el principio de sus desórdenes nerviosos estuvo mucho antes. Cuando José Antonio Ramos Sucre cumplió diez años, en 1900, no se imaginaba que la experiencia de vivir tres años con su tío sacerdote le dejaría huellas imborrables. El padre Ramos lo llevó consigo de Cumaná con la idea de continuar y supervisar su educación en Carúpano. Empezaron una exigente rutina de estudios de latín. Los interminables encierros abonaron su carácter sumiso y solitario. “Yo pasaba días y días sin salir a la calle –escribió a su hermano Lorenzo en 1929– y me asaltaban entonces accesos de desesperación y permanecía horas llorando y riendo al mismo tiempo (...) La humanidad bestial no veía que el mal humor venía de la desesperación del encierro y de no tener a quién acudir”.
Poesía en prosa
La escritura de José Antonio Ramos Sucre nada tenía que ver con lo que estaba en el orden de lo actual, como era la poesía moderna, rica en ritmos evocativos y juegos cromáticos. Ausentes de descripciones detalladas, las alusiones visuales de sus textos en prosa pronto revelaron su contenido poético, siendo el primero en explorar esta forma de escritura en Venezuela. Ramos Sucre “carece del dominio de la rima y de esa forma tan moderna del arte que consiste en lo que pudiéramos llamar el gozo de ver”, escribió en 1930 Fernando Paz Castillo.
Eugenio Montejo desarrolla en su ensayo “Aproximación a Ramos Sucre” los antecedentes de la poesía en prosa. Señala sus orígenes más remotos en el siglo XV; sin embargo, la referencia literaria más reconocible es el texto Gaspard de la nuit, de Aloysius Bertrand (aparecido en edición póstuma cerca de 1842).
Para José Balza (El Nacional 30/8/70), Ramos Sucre fue capaz de “mirar su vida como la insuficiencia de un proyecto estético, el fracaso de saberse envuelto en ese estupor de un mal infinito”. Y es que la vida de José Antonio Ramos Sucre estuvo signada por incertidumbres inevitables: la de su tiempo –llena de zozobra por la dictadura gomecista– y la de su realidad –el incontrolable sufrimiento del insomnio. Lo cual se afirma con uno de los aforismos del poeta: “La incertidumbre es la ley del universo”. La riqueza de experiencias y emociones que le proporciona la incertidumbre, bien desarrollada por Armando Rojas Guardia en El principio de la incertidumbre (1997), puede presumirse como fuerza interior de esta escritura poética.
Poblada de recreaciones de imágenes medievales, bíblicas, mitológicas, renacentistas, de tiempos de guerra de Independencia, su escritura explora en lo más profundo el ámbito de la desolación, “es el proyecto de su muerte”, escribiría Víctor Bravo. Para Ramos Sucre, la imagen “siempre está cerca del símbolo o se confunde con él (...) cercana a la música y lejana de la escultura” (“Sobre la poesía elocuente”). De allí que se entienda lo próximo del ritmo de su forma poética a las formas musicales, relación evidenciada por primera vez por Juan Ángel Mogollón en 1958.
No se trata de una escritura abrupta ni agresiva. Es una poesía llena de desesperación, pero de una desesperación reposada, asumida, mil veces conocida, más terrible. “Lo que se escribe debe tener un solo adorno: el de la exactitud –escribió a su hermano Lorenzo–. (...) Nunca, en lo que se diga, haga o escriba, se debe llamar la atención. En este principio se fundan todas las virtudes sociales”.
Preocupaciones gramaticales
Cada poema es pleno por sí solo. Tienen cierta estructura de relato. Con frecuencia, el último verso sorprende, completa o modifica el significado de los personajes, de las acciones descritas. Francisco Pérez Perdomo ha llamado a esta acentuación “moraleja”, aunque más bien se trata del clímax del propio poema. De igual manera ocurre con los títulos de cada texto, cuyas palabras pocas veces repetidas en cada texto, son fundamentales para comprender el significado total. La omisión de algunas secuencias demanda la intuición del lector, aún cuando se ha entendido su escritura como cerebral. “Sus poemas en prosa, redondos, cerrados en sí mismos, de un simbolismo alto y cernido, tienen muchas veces valor de piedras preciosas”, escribió Carlos Augusto León en su texto “Las piedras mágicas”.
La mayoría de las oraciones comienzan con el sujeto “yo”. Mucho fue entendido esta repetición del sujeto como tendencia individualista, consecuencia de la influencia romántica francesa. Sin embargo, cada “yo” siempre refiere a un sujeto distinto. El personaje pocas veces puede identificarse con el escritor. Se trata de una manera de conseguir el enmascaramiento del verdadero “yo” a través multiplicidad de sujetos escondidos bajo esa forma, tal como lo desarrolla Guillermo Sucre.
La preocupación por la gramática se hace más evidente en sus dos últimos libros El cielo de esmalte y Las formas del fuego, donde el uso de la preposición “que” es completamente omitido. “El ‘que’ en el castellano como en todos los idiomas latinos, es algo biológico. Desterrarlo es artificioso...”, analiza Pío Baroja, citado por Félix Armando Núñez, quien a su vez entiende la exigencia del poeta cumanés como “un castigo del instinto que se ha convertido en satisfacción intelectual del freno y una repugnancia congénita hacia la vulgaridad y la negligencia del improvisador...”.
Las acciones nunca son narradas en tiempo presente, son parte del pasado. Augusto Mijares lo entiende como consecuencia de una relación no inmediata con la escritura, sino desde la memoria: “sus héroes ya han vivido copiosamente en su espíritu cuando se decide a presentárnoslos; dijérase que solo recurre a la expresión literaria cuando la tensión lírica se le hace insoportable”.
El tema de la muerte es recurrente en sus cartas y textos. El tormento del insomnio y de su soledad lo hace pensar con frecuencia en el suicidio. En su poema “El solterón” se detiene largamente en este tema: “Cuando descansa en la noche con la nostalgia de amorosa compañía, no le intimida el pensamiento de la tierra sobre su cadáver”. Luego escribe en su correspondencia: “Solo el miedo al suicidio me ha hecho sufrir con tanta paciencia”. “Leopardi es mi igual”. Víctor Bravo analiza en “Ramos sucre: la escritura como itinerario hacia la muerte”, que “No es gratuita tampoco la identificación con Leopardi, el poeta que recomendaba el suicidio: ‘La vida es un mal, la muerte un bien’ (...) El suicidio es la otra forma de eliminar la absurdidad, la primera es la esperanza, y ya sabemos que en Ramos Sucre la esperanza ya era una vía vedada. Ramos Sucre escribe para privarse de sí, para renunciar a la palabra en la vida”. Comprende el suicidio como un acto de evasión a la vida y al tiempo; pero también puede ser entendido como el único acto de libertad que permitía su realidad.
La figura de José Antonio Ramos Sucre ha estado vinculada al misterio. Su extrema soledad se entendió como misoginia y misantropía. “...Adviértele (a Pedro Sotillo) que equivoca al calificarme de misógino. Yo soy para cada mujer un hermano y ninguna puede acusarme de negligente en su servicio, mucho menos de cruel”, le escribió a José Nucete Sardi, desde Hamburgo. Más adelante, en medio de su desesperación, en la última carta que envió a su prima Dolores Emilia Madriz continuaba la preocupación de su integridad: “Te ruego que no permitas la leyenda de que soy antropófago y salvaje y enemigo de la humanidad y de la mujer. Esa leyenda es obra de mis enemigos”.
Pocos meses antes de esa carta, aquel día de enero de 1930, Ramos Sucre había perdido sus esperanzas. Regresó en febrero a su cargo de cónsul en Ginebra con la certeza de que el camino a la muerte era mucho más corto. Trató de quitarse la vida fallidamente dos meses después. La peor desgracia siempre estuvo en la amenaza a sus facultades mentales: “Yo no me resigno a pasar el resto de mi vida, ­¡quién sabe cuántos años!, en la decadencia mental –confesó a su prima Dolores Emilia– (...) Pasado mañana cumplo cuarenta años y hace dos que no escribo una línea”.
El 9 de junio, día de su cumpleaños, aquel hombre cuya “mirada era de fuego y abismo, de concentración y misterio”, según Félix Armando Núñez, dejó que la desesperación llenara su estómago de hipnóticos. “Yo quisiera estar entre vacías tinieblas, porque el mundo lastima cruelmente mis sentidos y la vida me aflige, impertinente amada que me cuenta amarguras. // Entonces me habrán abandonado los recuerdos...” había escrito en su poema “Preludio”. La agonía de sus cuatro décadas se resumió en cuatro días. José Antonio Ramos Sucre murió en Ginebra el 13 de junio de 1930.
Trizas de papel
Todo, o casi todo, se ha dicho sobre José Antonio Ramos Sucre. La recopilación hecha por José Ramón Medina en Ramos Sucre ante la crítica, de Monte Ávila Editores (1980), recoge 27 textos fundamentales para comprender cómo ha cambiado el entendimiento de la obra del poeta cumanés. Una sorprendente crónica de la agonía del poeta, recopilada en este libro, fue escrita por Tomás Eloy Martínez.
La obra de José Antonio Ramos Sucre está formada por poesía en prosa, ensayos, traducciones y correspondencia. Dejó publicados cinco libros. En el tercero, La torre de Timón (1925), recopila, junto a algunos textos nuevos, los dos libros anteriores Trizas de papel (1921) y el ensayo Sobre las huellas de Humboldt (1923). En 1929 publica en forma simultánea El cielo de esmalte y Las formas del fuego. Ambos libros, con parecida escritura, estructura y número de textos, son para Salvador Tenreiro, una repartición equitativa de lo que fue la producción del poeta en sus últimos años.
Después de su muerte, fueron recopiladas cartas –documentos reveladores para comprender la evolución de su enfermedad–, traducciones y algunos aforismos primero por Rafael Angel Insausti (en Los aires del presagio) y luego por Caupolicán Ovalles.
La edición más completa de su obra es la que hizo Biblioteca Ayacucho en 1980 (terminada de imprimir el mismo día de su nacimiento). Solo un detalle, descubierto por Anselmo Amado luego de revisar el Archivo Histórico de Miraflores –y publicado en El Nacional el 12/04/8–, no es conocido por esta cronología: el gobierno de Gómez hizo preso a Ramos Sucre en 1919 por considerar que no se expresaba bien de su gobierno, durante las clases de inglés que dictaba en la Escuela Militar.
Estuvo una semana en prisión, desde donde escribió el 12 de septiembre una sentida carta al presidente: “Yo no puedo ser enemigo de ninguna autoridad ni de ninguna persona. Deberes numerosos y pesados me atan de pies y manos. Tengo a mi cargo una familia necesitada que no cuenta sino con mi trabajo diario. No tengo ni el derecho de enfermarme... Los días de mi arresto bastaron a causar en mi casa pérdidas gravísimas, entre las cuales merece citarse la interrupción definitiva de los estudios de mi hermano menor (...) Me apresuro a escribirle para hacer constar su clemencia, y le ruego encarecidamente que se digne intervenir en mi favor garantizado mi libertad, que es la salud de mi familia”.

Réquiem para un poder insomne
Por Jesús Sanoja Hernández
Poco después de abrirse la década de los 50 y poco antes de cerrarse salieron a la luz dos poemarios fundamentales, tanto por el rigor del lenguaje como por el temple de modernidad. Elena y los elementos, de Juan Sánchez Peláez, y Los cuadernos del destierro, de Rafael Cadenas, fueron filiados, acaso por distanciarse de los modos poéticos de entonces, en la genealogía de Ramos Sucre. Pero lo cierto es que Sánchez Peláez vería de sus experiencias chilenas y de su devoción por el surrealismo y Cadenas de una vasta reflexión sobre el oficio, voraz lector como el de La torre de Timón y que lo singular en ellos, como en este, consistía en que había saltado la valla.
Desde 1945 el poeta Carlos Augusto León, antiguo discípulo de Ramos Sucre, había destacado en su ensayo Las piedras mágicas la importancia de su obra y hasta Mario Briceño Iragorry, en la reedición de Lecturas venezolanas (un volumen con portada de libro primario de Mantilla y bastante conservador en su selección) había incluido “Geórgica”, definiendo la poesía de Ramos Sucre como excesivamente culta: “Se le ha calificado de nebuloso por la originalidad de su dicción y por los motivos de sus escrituras”.
La década de los 50 significó una revisión lenta, pero creciente, de la poética del cumanés, en momentos en que el poeta popular por excelencia era su coterráneo Andrés Eloy Blanco. Artículos de José Ramón Medina (quien a la postre prologaría su Obra completa, volumen 73 de la Biblioteca Ayacucho) y de los jóvenes Juan Calzadilla y José Angel Mogollón, conversaciones entusiastas de otros como Adriano González León y Rafael José Muñoz y, por último, la irrupción de Sardio, donde se le tuvo como maestro, y de críticos como Guillermo Sucre Balza y Eugenio Montejo un poco más tarde, consolidaron el prestigio de Ramos Sucre, al tiempo que el de Meneses y, más allá, de Julio Garmendia en la narrativa.
Hay la creencia, negada por los testimonios en los diarios de los años 20, de que Ramos Sucre no vivía encerrado en su torre. Pues lo cierto es que Trizas de papel fue publicado, poema tras poema, en un diario de la época, y lo mismo sucedió, aunque no íntegramente con La torre de Timón. En cuanto a “Granizada”, sucesivamente fue apareciendo en Élite. Ramos Sucre, asimismo, colaboró en la revista insignia de la generación del 28 (válvula) y, según referencia de Jóvito Villalba, era el centro de atracción en la Plaza Bolívar, al salir de su oficina de la cancillería, de los estudiantes que bebían de él conocimientos inalcanzables por otras vías. Contra lo que se cree, tuvo incluso algunos imitadores, no siempre felices en la aventura poética.
El mes de junio (también julio) de 1930 demostró que se le leía más de lo imaginado, aunque no todos calaron en el fondo de sus visiones, excepción hecha de Pedro Sotillo, Fernando Paz Castillo, el extraño Gabriel Espinoza y, desde luego, Enrique Bernardo Núñez, entonces en Panamá, de donde saldría la extraordinaria La galera de Tiberio. El suicidio del insomne, predecible por lo escrito en sus últimas cartas, lo reflejó al decir de Luis Beltrán Guerrero, el poeta de Viernes, Otto De Sola, en su “Oda a José Antonio Ramos Sucre”: “No fue malvado aquel revólver de Ginebra”.
Muy estudiada ha sido, a partir de los años 60, la poesía de Ramos Sucre. Autores como Francisco Pérez Perdomo, prologuista de una de sus ediciones, y Ángel Rama, caído en Venezuela en los años 70 y estudioso, además, de Rufino Blanco-Fombona, han analizado su mundo interior y exterior, así como José Ramón Medina y Fernando Paz Castillo, y Eugenio Montejo, Elena Vera, Pérez Huggins, Oswaldo Larrazábal, Gustavo Luis Carrera y Pedro Beroes.
Notable la visión de Tomás Eloy Martínez y de primera línea las incursiones analíticas de Salvador Tenreiro y, más recientemente, de Víctor Bravo, quien califica su obra “como poética del mal y el dolor”, remitiéndose a Leopardi y tomando pie en “el mal y la estética de la modernidad”, Baudelaire a la vanguardia.
Cuando sus restos llegaron a La Guaira, veía ya luz de este mundo. Paradoja existencial, que une mi condición de mortal puro y simple, con un muerto inmortal. Por desgracia, de aquel día no tengo memoria.

*Publicado el 6 de diciembre de 1998

jueves, 24 de septiembre de 2015

'Reclusión no es lo mismo que exclusión'¡No podemos dejar solos a nuestros hermanos presos!

¡No podemos dejar solos a nuestros hermanos presos!
Carta pastoral del arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, con motivo de la celebración de la Virgen de la Merced. 'Reclusión no es lo mismo que exclusión'
Por Mons. Carlos Osoro
Madrid, 23 de septiembre de 2015 (ZENIT.org)
El arzobispo de Madrid, Mons. Carlos Osoro Sierra, ha hecho pública una carta con motivo de la celebración de la Virgen de la Merced este jueves, 24 de septiembre, en la que recuerda que “no podemos dejar solos a nuestros hermanos presos”. A continuación publicamos el texto íntegro de la misma:
En la antesala del Año Santo, el Papa Francisco nos convoca a una de las obras de misericordia: «visitar a los encarcelados». La solicitud hacia las personas privadas de libertad ha tenido siempre tanta importancia para la Iglesia que el autor de la Carta a los Hebreos llega a pedirnos: «Acordaos de los presos como si estuvierais presos con ellos» (Hb 13,3). Así lo ha venido haciendo ininterrumpidamente la Iglesia en la Historia. En la actualidad, la Pastoral Penitenciaria, con callada abnegación y probada generosidad, continúa con este bendito ministerio.
Con motivo de la Fiesta de Ntra. Sra. de la Merced, quiero que mis primeras palabras se dirijan a todas las personas privadas de libertad. ¡Cuánto me gustaría poder abrazarlas a todas y, con mi gesto, llevarles la paz y el cariño que solo regala el Señor Jesús a sus predilectos! Con mi abrazo quisiera transmitirles el de la Iglesia que es Madre de misericordia y que, como su Señor, quiere que no se pierda ninguno de los que le han sido confiados (cfr. Jn 6, 39). Dios es el único dueño del tiempo y el único juez infalible. Por eso, el tiempo de reclusión, por paradójico que resulte, puede y debe ser tiempo para el encuentro fructuoso con Él, para reconducir la propia vida, asumir los errores cometidos y procurar reparar el mal causado. También debiera serlo para capacitar para la inserción social y, en no pocos casos, compensar déficits y solucionar problemas personales y sociales que estaban en la base del delito cometido. Con rotundidad lo afirmaba recientemente el Papa Francisco en la cárcel de Santa Cruz-Palmasola en Bolivia: «Reclusión no es lo mismo que exclusión, porque la reclusión forma parte de un proceso de reinserción en la sociedad». En otro caso, tornaríamos la privación de libertad en mera exclusión social, haciéndola sumamente odiosa (Cfr. san Juan Pablo II, Mensaje Jubilar para las prisiones del año 2000 - MJ 1b, 5b, 4b).
Por eso, ¡no podemos dejar solos a nuestros hermanos y hermanas presos! La mano larga de Dios y su ternura atraviesan los muros de los centros penitenciarios a través de la labor diligente y eficaz de la Pastoral Penitenciaria que constituye para la Iglesia –también en Madrid– un gozoso servicio. Este ministerio, prestado por las capellanías, parte de la convicción profunda de que «el Evangelio responde a las necesidades más profundas de las personas, porque todos hemos sido creados para lo que el Evangelio nos propone: la amistad con Jesús y el amor fraterno» (EG 265). A los capellanes y al voluntariado de esta Pastoral debemos el mayor reconocimiento.
Quisiera destacar también que la preocupación por las personas presas debe ser objeto de la solicitud pastoral de toda la Iglesia en Madrid. «Acordaos de los presos como...». Sin este concurso de toda la vida diocesana, la Pastoral Penitenciaria quedaría reducida a una tarea benemérita, pero aislada de la diócesis. No puede ser así. Llamo al compromiso de todos, especialmente de las parroquias, para que se preocupen por los encarcelados y sus familiares y procuren coordinarse con la Capellanía para la visita y la atención de sus necesidades. La exhortación postsinodal Sacramentum Caritatis nos apremiaba para que los presos pudiesen «sentir la cercanía de la comunidad eclesial»(SC 59). Las personas más vulnerables en prisión experimentan de manera más apremiante esa necesidad de proximidad: enfermos mentales y físicos, ancianos, discapacitados, mujeres con hijos, extranjeros sin papeles abocados a la expulsión... Tenemos que ser capaces de generar respuestas alternativas y responsabilizadoras más humanas.
Más aún, asumamos el compromiso en la prevención social del delito mediante la promoción de una sociedad más justa, de una cultura con valores y condiciones de vida dignas para todos. Procuremos, asimismo, que el dolor provocado por el encarcelamiento dure el mínimo tiempo posible y que nadie tenga que volver a ingresar en prisión por falta de oportunidades. Todo ello es la traducción del no a la cultura de la exclusión y del descarte, a la que reiteradamente nos convoca el Papa. Sé que algunos aspectos pueden resultar difíciles de comprender cuando todos rechazamos el delito. Ciertamente, el delito es expresión del mal y nos atemoriza y quiebra la convivencia. Pero no podemos olvidarnos de la vieja máxima: «aborrece el delito pero compadécete del delincuente». En ese sentido, no debemos olvidar las cuatro etapas del peregrinaje de la misericordia: no juzgar, no condenar, perdonar y dar (cfr. MV 14b). Estas etapas son expresión de la misericordia «como viga maestra que sostiene la vida de la Iglesia. La misericordia y el perdón, van más allá de la justicia y nos hace revestirnos de ternura» (cfr. MV 10). «Aunque el sistema penal cumple sus fines, la justicia sola no basta y la experiencia demuestra que apelando solo a ella se corre el peligro de destruirla» (cfr. MV 21b).
Os invito a toda la comunidad diocesana a «descubrir el rostro de Cristo en cada detenido» (cfr. M 25, 36) y a ser sensibles ante quien se queja y retrocede. La Iglesia es refugio de pecadores y casa de las segundas oportunidades. Para la Iglesia nadie hay definitivamente perdido. Dios regala una oportunidad a cada ser humano para abrir su corazón a un amor siempre más grande que su pecado. Sabemos bien que la dignidad de la persona presa y su perfectibilidad es siempre mayor que su culpa y su delito.
En esta fiesta tan señalada, no quiero ni puedo olvidarme de los hombres y mujeres que trabajan en los centros penitenciarios. Sin su tarea, sacrificada y no siempre reconocida, el ideal de la reinserción social estaría todavía mucho más lejos. Pido por todos ellos, para que el Señor les dé paciencia, fortaleza y humanidad para no renunciar jamás, por muchas que sean las dificultades, a su vocación educativa y reinsertadora.
Recuerdo también con afecto, a otras confesiones religiosas y ONG que se preocupan de atender las necesidades de los encarcelados y de defender sus derechos.
Quiero que tengamos muy presentes a las víctimas de los delitos, especialmente a aquellas que han sufrido los zarpazos y el dolor de delitos irreparables. Por paradójico que pudiera resultar, nuestra ocupación y preocupación por quienes han delinquido, no nos quita un ápice de solicitud exquisita por las víctimas. La Iglesia apuesta decididamente por la «justicia reconciliadora» (Cf. CDSI 403) que surge desde la atención a las necesidades de las víctimas, pero sin enfrentarla, sino todo contrario, a la rehabilitación del infractor. Con todo, es preciso redoblar nuestra atención hacia las víctimas y sería deseable regular la universalización de la atención hacia todas ellas, especialmente las que quedan en situación de mayor vulnerabilidad.
Ojalá que juntos hagamos realidad lo que formulamos en la plegaria de la Eucaristía: «que el amor venza al odio y la indulgencia a la venganza». En los albores del Año Santo de la Misericordia, empeñémonos en usar «la medicina de la misericordia y no empuñar las armas de la severidad» (MV 4b). Damos gracias a Dios porque, con independencia de nuestra culpas, «en la naturaleza humana nunca desaparece la capacidad de superar el error y de buscar el camino de la verdad» (PT 158).
Os presento a todos ante nuestro más señalado Cautivo y Víctima inocente, crucificado, muerto y felizmente resucitado, y os pongo en las manos entrañables de su Madre, Ntra. Sra. de la Merced. Así lo quiso el Señor, en Juan estábamos todos nosotros cuando le dijo desde la Cruz, «Ahí tienes a tu Madre».
Con gran afecto y mi bendición,
+ Carlos, Arzobispo de Madrid

Bella Oración a Nuestra Señora de La Merced – Patrona de los presos

VRM32 - Virgen de La Merced
VRM32 – Virgen de La Merced
:: NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED (Mercè), patrona de Barcelona, España y de la Orden de los Mercedarios, que se dedicaba a liberar cristianos esclavizados por los musulmanes.
El significado del título “Merced” es ante todo “misericordia”. La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús misericordioso. Es la patrona de los presos. ::

:: ORACIÓN ::
“MARÍA, NUESTRA SEÑORA DE LA MERCED”

Hoy imploramos tu misericordia para con nosotros.
Tú que eres madre de los privados de libertad,
enséñanos a recuperar y mantener
la libertad interior de los hijos de Dios.
Haz que nadie nos impida
amar y ser amado,
perdonar y ser perdonado
y creer en la fuerza del bien en nosotros
y en nuestros hermanos.
Danos fuerza por la cruz de tu hijo
para que no nos dejemos vencer
por las circunstancias adversas.
Aliéntanos para que no nos cansemos
en la lucha por la justicia.
Ayúdanos a mirar a nuestros hermanos
con ojos misericordiosos,
a los simpáticos
y mas aún a los que no lo son,
porque tú nos quieres a todos.
Sé tú nuestro consuelo
en las horas de tristeza y aflicción
e infúndenos ánimo para seguir adelante.
María, lleva nuestra oración a Jesús
para que llegue por él al Padre
que nos ama como sus hijos,
hoy y siempre.
Amén

La Virgen de La Merced, patrona de los presos. Es una advocación mariana venerada por los católicos de la Bienaventurada Virgen María. Es equivalente también el nombre de Virgen de la Misericordia. Su fiesta se celebra el día 24 de septiembre.

Nuestra Señora de las Mercedes
MercedesSFdo.jpg
Virgen Redentora
Venerada enIglesia Católica
TemploBasílica de la Merced
Festividad24 de septiembre

Devoción

Azulejo con la Virgen de la Merced enJerez de la Frontera.
Virgen de la Merced Comendadora, en elMuseo de Bellas Artes de Sevilla.
Altar de la Virgen de la Merced en laBasílica de YarumalAntioquia.
La devoción a la Virgen de la Merced se difundió muy pronto por Cataluña y de ahí al resto de España, por Francia y por Italia, a partir del siglo XIII con la labor de redención de estos religiosos y sus cofrades. Con la Evangelización de América, en la que la Orden de la Merced participó desde sus mismos inicios, la devoción se extendió y arraigó profundamente en todo el territorio americano.
La llegada de la orden religiosa de los mercedarios a América, un poco relacionada con el antiguo espíritu de los caballeros que fueron a las Cruzadas a Tierra Santa y juntamente con el culto de la Virgen Compasiva, coincide con el poblamiento de las principales ciudades andinas cercanas a la línea ecuatorial como son: CuzcoLimaQuitoPaita(donde se conserva la imagen original de la virgen siendo la más antigua del mundo) y la Villaviciosa de la Concepción o San Juan de Pasto no obstante que esta última tenía como patrona religiosa a la Pura y Limpia Concepción como su nombre lo indica. El Convento Mercedario primeramente se funda en Santiago de Calihacia 1536 y en Pasto hacia 1545 y la iglesia anexa desde 1550, volviéndose muy famoso el ornato de este templo con una puerta labrada con leones dorados en su parte superior, imitando a los que fueron concedidos, junto con el título de ciudad y el sobrenombre de San Juan Bautista, a la Villa de Pasto, es conocida popularmente en San Juan de Pasto como la Michita Linda.
Es en el siglo XVIII, de acuerdo al minucioso relato de José Rafael Sañudo, cuando la Virgen de las Mercedes aparece como protectora del Cabildo y pueblo de San Juan de Pasto respecto de erupciones y terremotos y otros eventos naturales dañinos, de hecho empieza a figurar la graciosa imagen como si fuera la que tiene el mando o el gobierno de Pasto. Son la fuerza de la tradición oral así sustentada y, en parte, el sincretismo o mestizaje religioso que la acompaña, los factores por los cuales se puede considerar a la Virgen de las Mercedes como Gobernadora de la Ciudad y no porque alguna autoridad civil en el siglo XX lo haya establecido por decreto. En 1612 se completó el templo de la Merced en Pasto y el trabajo en madera ocupó a los artesanos y escultores Lázaro de Vergara (las dos puertas talladas, tirantes para los alfarjes de tipo mudéjar en la nave y el presbiterio), Rodrigo de Chaves (cantería de la portada y esculturas), el batihoja y doradores Juan de Echeverri, Francisco Gallardo y Francisco Benítez más el tabernáculo de tres cuerpos realizado por Gómez de Rojas en 1660.
Perú es actualmente el país que reúne a la mayor cantidad de fieles de toda América y que cada 24 de septiembre celebran esta fiesta en honor a la Bienaventurada Virgen María en especial en la Peregrinación Nacional e Internacional hacia el puerto de Paita.
La devoción a la Virgen de la Merced se difundió en Bolivia, en el departamento de La Paz, donde hoy se le rinde veneración, al año se le cambia 3 veces sus vestiduras, la primera vez que se le cambia es la fecha del 3 de agosto recordando la primera vez que derramó lágrimas, la segunda vez el 24 de septiembre recordando su fiesta y la tercera y última vez en Navidad como regalo a su devoción. El 24 de septiembre en la Iglesia de la Merced se celebra una eucaristía de fiesta, nueve días antes se le reza la novena y al finalizar existe una gran procesión en su honor. En Potosí, se celebra una solemne y lucida fiesta organizada por la Archicofradía de Nuestra Señora de La Merced, institución fundada en 1730 y que llegó a cobijar en el siglo XVIII a 10.000 cofrades.

Iconografía

Virgen de la Merced

La iconografía usada para representar a la Virgen de la Merced queda definida a partir del siglo XVI, consistiendo fundamentalmente en el hábito mercedario: túnica, escapulario y capa, todo en color blanco, con en el escudo mercedario en el pecho. Otros elementos recurrentes son las cadenas y el grillete, símbolos también del cautiverio. Normalmente, además del escapulario del hábito, lleva otro pequeño en la mano que ofrece a los fieles.
Suele aparecer tocada con corona de reina, y también con el cetro en la mano derecha. En muchas ocasiones sostiene en la izquierda al Niño Jesús, que también puede llevar un escapulario en las manos. Otro modelo iconográfico es el de la Virgen Comendadora, sedente en el coro, sin niño ni cetro, con las constituciones de la Orden en una mano.

Virgen Misericordiosa

El modelo más extendido en la historia del arte (desarrollado desde elDuecento y el Trecento (pintura gótica italiana de los siglos XIII y XIV) es el de la Virgen que cobija bajo su manto a un grupo, que puede ser de presos cautivos (rescatarlos es la función de la orden mercedaria); pero que muy habitualmente es el de los donantes o comitentes que se hacen retratar de esa manera, que pueden ser tanto nobles como clérigos o gremios de cualquier actividad. Si se trata de santos, es entonces una modalidad concreta del género sacra conversazione.

La Virgen de La Merced, patrona de los presos

La Virgen de La Merced, patrona de los presos
RCL les invita a leer a Mercedes Montero.-
“Según la tradición , la Virgen María se apareció en 1218 a san Pedro Nolasco, comerciante
Provenzal para pedirle la fundación de la Orden de la Merced , destinada a la redención de
cristianos cautivos en tierras infieles . De ahí su nombre , pues la palabra “merced” tiene aquí
su sentido antiguo de “perdón, misericordia”.

El tiempo en el que vivimos pareciera estar signado por la falta de misericordia, algo que puede
ser revertido cuando al revisar en la Historia Mariana encontramos la advocación de la
Virgen de la Merced,   cuya devoción es una guía para aprender a considerar a la merced no solo
en su sentido antiguo de perdón , misericordia, sino  con justicia, representada por jueces, que al
juzgar colocan en la balanza los atenuantes (considerar con bondad) y agravantes  (considerar la
intencionalidad) que conllevan al perdón y arreglo en paz entre las partes en conflicto, contrario a
la impunidad que al solo dejar dolor, hace difícil la reconciliación.
La Virgen de la Merced cuya imagen sostiene en su mano izquierda los grilletes con los que se sella
la pérdida de la libertad para aquellos seres humanos que caen presos, muchos por de veras haber
cometido algún delito y , en otros casos lamentablemente cada vez más frecuentes, por el simple
hecho de pensar distinto, profesar una fe diferente  u oponerse a un gobierno dictatorial, representa
la esperanza de la redención, lograda a través de la verdadera justicia.

Esa Virgen hermosa con el Santo Niño en sus brazos le da fuerzas a un preso para continuar viendo
la luz que las paredes del calabozo ocultan. Ver como un aprendizaje el tiempo transcurrido tras las
rejas; reclamar para conservar la esperanza y porque es su derecho  tener un juicio justo en caso
de ser culpable o, la absolución por su inocencia. Convencerse que una vez cumplida su condena
volverá a ser libre y, tendrá la oportunidad de rehacer su vida para no volver a caer en faltas.

Para aquellos seres que pagan con cárcel su disenso, la devoción en la Virgen de la Merced  representa
la convicción  que la esperanza y la verdad son posibles. Es la fuerza que les permitirá ver la luz en
tiempo de oscuridad. Es ver que cada humillación recibida se  transforma en una lección de lo que
jamás le hará al prójimo, porque quienes humillan se envilecen.
Esa Virgen es la presencia que engrandece el alma, es la reafirmación de los principios, es consuelo
en momentos de tristeza o angustia.
Hoy, mis  oraciones están dedicadas a aquellos que están presos, así como también mi pedido a la
Virgen de la Merced para que los cubra con su manto.
………….
Fuente de información: Historia de la Virgen de Las Mercedes, por Fernando Mósig Pérez


Mercedes Montero