Las cartas de un jesuita desde una prisión nazi recobran hoy su valor
Los últimos meses de vida del jesuita alemán Alferd Delp (1907-1945) transcurrieron entre rejas custodiadas por los nazis. Entre agosto de 1944 y enero 1945 esperó su condena a muerte por “alta traición y felonía contra su país” gobernado por el III Reich y el peso de seis delitos que mostraban su oposición frente al nacionalsocialismo reinante le condujeron a la muerte en la horca. Todo el tiempo de espera fue una dura oportunidad para reflexionar, meditar y ahondar en sí mismo y reflejarlo en unos escritos hábilmente camuflados por dos mujeres entre las ropas de lavandería. Sus meditaciones en prisión fueron publicadas por primera vez en 1947 en Alemania y pasaron 16 años para que vieran la primera edición en inglés de la mano de la editorial Herder and Herder bajo el título “Meditaciones desde la prisión del padre Alferd Delp”, con la introducción de Thomas Merton. La editorial de los jesuitas Sal Terrae rescata en lengua castellana este testimonio cristiano 67 años después de su muerte y reproduce la edición inglesa. “Escritos desde la prisión 1944-1945”, Alfred Delp sj de Sal Terrae recupera esas palabras escritas en un contexto de régimen totalitario y ateo, pero que siguen causando impresión hoy en día. Sus meditaciones invitan a reflexionar sobre la autenticidad y los valores del ser humano.
A través de sus escritos sobrecogedores se descubre a un hombre que se retrató como buen hijo y hermano, como un jesuita entregado a su vocación hasta el punto de que pronunció sus votos definitivos entre rejas ante el testimonio de un amigo. Fue concretamente en la fiesta de la Inmaculada Concepción cuando celebró la emotiva ceremonia cuya fórmula consiguió pronunciar “con la voz quebrada por la emoción”. Precisamente fue su pertenencia a la Compañía de Jesús la que le llevó, a su entender, a la muerte, según confesó en sus cartas posteriores a la condena: «La base real por la que se me juzga es porque soy jesuita y he decidido continuar siéndolo... El juicio se llevó a cabo en una atmósfera cargada de odio y enemistad. La tesis fundamental del juez era: un jesuita es a priori un enemigo y un opositor del Reich...Todo el juicio fue, por una parte, una farsa, aunque, por otra parte, se convirtió en el motivo definitorio de mi vida». Así lo reflejó en una carta de despedida dirigida a la Compañía de Jesús.
Delp se mostró como un alemán que consagró su vida a preparar un futuro mejor para su patria y para su Iglesia y en sus escritos se descubre ese compromiso con la historia y su precio: «Quien no tiene el coraje de hacer historia se convierte en objeto pasivo de esta última. Tengamos ese coraje».
¿Quién fue Alfred Delp? (Mannheim, 15 de septiembre de 1907 – Berlín, 2 de febrero de 1945) fue unjesuita alemán ejecutado por pertenecer a la Widerstand (resistencia al nazismo). Fue incluido en la nómina de Justos entre las Naciones.
Síntesis biográfica
De madre católica y padre protestante fue confirmado luterano en 1921. Posteriormente, desilusionado se ordenó católico, estudió en la Goetheschule de Dieburg, siendo un propulsor de las mejores relaciones entre ambas iglesias.
En 1926 se unió a la Sociedad de Jesús, enseñó deportes en la Stella Matutina deFeldkirch donde comprobó el advenimiento del nazismo2 Se reubicó en la Selva negra donde asistió a austríacos relocalizados allí
En 1935, Delp publicó Tragic Existence y criticó el existencialismo de Martin Heidegger. En 1937, se ordenó sacerdote católico en Múnich, fue rechazado por motivos políticos de la Universidad de Múnich donde quiso doctorarse en filosofía. Trabajó en el periódico de la orden y profesó en Bogenhausen5 mientras secretamente ayudaba a judíos a escapar aSuiza.
La oposición de jesuitas al régimen nazi les valió encarcelamientos y deportación a campos de concentración. El gobierno tomó posesión del "Klostersturm", y el periódico 'Stimmen der Zeit'. El padre Augustin Rösch lo introdujo al Círculo de Kreisau y al grupo clandestino de Helmuth James Graf von Moltke en el planeamiento de una estrategia para cuando terminara el régimen.
Después del fracaso del complot del 20 de julio, una comisión especial de la Gestapo interrogó a los miembros de la resistencia. Delp fue arrestado en Múnich el 28 de julio de 1944 y, aunque no directamente implicado, fue llevado a la prisión berlinesa de Tegel, donde secretamente celebró misa y predicó sermones.
El 11 de enero de 1945, fue juzgado junto con Helmuth James Graf von Moltke, Franz Sperr, y Eugen Gerstenmaier, por el Tribunal popular (Volksgerichtshof) presidido por el juez Roland Freisler, y condenado a la horca por alta traición. El tribunal no lo halló culpable de participación en el complot, pero su dedicación al Círculo de Kreisau, su trabajo como sacerdote jesuita, y su visión del mundo social-cristiana fueron elementos suficientes para condenarlo.
La Gestapo le ofreció conmutar la pena si dejaba los hábitos pero el rehusó, y fue ejecutado el 2 de febrero de 1945 en la prisión de Plötzensee. Roland Freisler, quien presidió el Tribunal popular que lo condenó, pereció en un bombardeo al día siguiente.
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