Orlando Arocha: "El teatro venezolano está aburguesado"
"No estoy diciendo que el teatro sea una porquería, sencillamente que no veo el riesgo. Si no eres "rojo rojito", no existes, y todo lo que has hecho no tiene sentido para el Gobierno", dice el teatrero.
Arocha prepara "Las amargas lágrimas de Petra von Kant" (Oswer Díaz)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
lunes 26 de marzo de 2012 12:00 AM
Semana del Festival Internacional de Teatro de Caracas (FITC). En otras ediciones, fue Orlando Arocha una de las caras visibles de la programación. Este año no es así. Por razones personales y profesionales, no participa con ningún montaje. Ni siquiera está al tanto de la programación.
Si bien prefiere reservarse las razones por las cuales no está en la organización del FITC, accede a comentar la trascendencia que tiene la cita internacional para la vida cultural de los caraqueños, sin dejar de hablar sobre la situación del teatro venezolano actual.
-No puedo sino decir que está muy bien. Que el público venezolano pueda reconectarse con lo internacional me parece extraordinario. Sobre todo, porque el país se ha convertido en una especie de aldea, donde pareciera que la aldea y lo interno es lo único importante, es como si viviéramos aislados. Y no es que no sea importante, sino que no nos podemos aislar. Creo que el festival no va a tener la magnitud de otros porque económicamente no puede, así de simple, pero me parece muy bien que se haga.
-¿Cree que el teatro venezolano está a la altura de un festival internacional, ya sea este u otro?
-El teatro venezolano está desgastado, y lo vengo diciendo desde hace tiempo. Yo no veo proposiciones; una que otra, pero son dos o tres que me parece que tienen un nivel. El resto, es de consumo nacional, si quieren competir en lo internacional, no lo van a poder hacer. Esto dolerá muchísimo a la gente, pero yo creo que hay que reconocerlo: no ganamos nada diciendo, "Somos poderosos", "Somos unos grandes hacedores de teatro", cuando sabemos muy bien lo que pasa: que el teatro venezolano pasa momentos difíciles.
-¿Y este desgaste obedece a factores económicos solamente, o hay falta de riesgo?
-Te voy a poner el ejemplo de Machete caníbal de Río Teatro Caribe. El montaje de ellos perfectamente encajaría en un festival internacional. Es un montaje que habla de lo nacional, de lo indígena, sin caer en ese indigenismo y nacionalismo, sino que plantea el problema en toda su magnitud, en todas sus contradicciones. Y me gustaría nombrar diez más, pero no sé si llegue a cuatro. En eso soy muy rudo. Yo no estoy diciendo que el teatro venezolano sea una porquería, sencillamente que no veo el riesgo, la conexión con el país.
-¿Y el factor económico no incide en ese desgaste?
-Sí. Yo lo asocio con un conjunto de cosas. Yo creo que el país está disminuido intelectualmente, hay una disminución económica, intelectual, el alma del teatro venezolano yo la veo disminuida. No veo riesgo, y no riesgo económico solamente, sino riesgo en lo artístico, de buscar cosas nuevas, de querer conectarse. Hay una actitud de "Ver cómo me instalo dentro de lo que hay e intentar hacer algo", y eso está siendo muy promovido incluso, desde el Gobierno, con aquello de "Te compro una función", "Tú me haces una funcioncita", "Tú me haces otra", y en eso consiste la relación con el Estado. Pero no es sólo culpa de este, es también culpa de los hacedores de teatro. Veo que el fuego ese de "Vamos a incendiar esto", no existe, hay una cosa calmada, yo diría incluso, "aburguesada"...
-¿Y "aburguesada" por qué? ¿Porque está de espaldas a las necesidades del "pueblo"?
-Yo creo que el pueblo lo ha "aburguesado". La gente quiere consumir ese teatro apoltronado, la sociedad venezolana está apoltronada, tranquila. A pesar de los conflictos que existen, no asume los riesgos de lo político, lo social y lo económico. Es una sociedad que está como estancada, desesperanzada, como quedada. Incluso, yo veo a la sociedad venezolana cada día más pacata. Tengo la esperanza que entre los jóvenes surjan cosas.
-¿Será que seguimos siendo lo que llamaba Cabrujas, la sociedad del disimulo?
-Exactamente, lo que queremos es nuestro acto cultural, y lo que faltan son actos anticulturales. El mismo Cabrujas, habría que reverlo, reinterpretarlo, pero parece que la gente no quiere sino ver lo mismo que vio. Hay un estancamiento de las miradas, hay dos puntos de vista y de allí no salimos. Muchos nos sentimos ensanduchados, y queremos mantenernos críticos.
Teatro para la propaganda
-Recientemente el Estado ha recuperado algunos teatros ¿Tiene sentido eso para usted?
-Bienvenidos los teatros. Es más, faltan más salas porque la gente se queja de que no hay suficientes. Muy bien hecho. ¡Aplausos! Lo que no puede ser es que eso se utilice para que entren sólo algunos, de acuerdo con su posición política. Si se van a abrir para hacer teatro de propaganda, es preferible que se los entreguen a los testigos de Jehová. Es preferible, porque eso nunca va a ser teatro sino propaganda política, y es lo que vienen haciendo, y de muy baja calidad, porque además no les gusta la crítica.
-Vienen presentando funciones por un fin de semana ¿Dónde queda el concepto de temporada?
-El concepto de grupo se deshace, el de temporada también. Hay un problema: pareciera que los hacedores de teatro hacen un producto comestible, digerible y ¡chao! No se entiende como un proceso artístico que necesita un acompañamiento y unas bases mucho más sólidas. No se ha entendido que hay que desarrollar más los grupos, que son como cooperativas, en realidad, y no "empresas privadas", como decía Farruco Sesto (ex ministro de la Cultura). Son grupos autónomos que se autodeterminan en lo que van a decir y eso parece que no gusta a este Gobierno. Parece que hay que decir un solo discurso.
-El teatro peligroso...
-Claro. El teatro siempre ha sido no peligroso, pero sí fastidioso, porque siempre está buscando y diciendo más; la música, por ejemplo, no habla. La música linda se oye y se acabó, pero tú pones una obra de teatro como Edipo Rey, y cualquiera que tenga dos dedos de frente dice, "Aquí hay un problema político"... Por eso el teatro siempre es menospreciado: fíjate la cantidad de dinero que hay para el teatro y lo que hay para la música. Además el teatro es asambleístico, reúne a mucha gente, y eso tiene un carácter político. No por nada, nace con los griegos, que tenían esa conciencia de lo político tan fuerte: el teatro como espacio para discutir lo que pasa en la sociedad. En lugar de eso, ¿qué hacemos aquí? Teatro evasivo o sencillamente teatro de propaganda (que no político). Uno, se mueve en la promoción de una idea política, y el otro, por la taquilla. Nos gustaría, obviamente, tener buena taquilla y manejar el elemento político, porque yo creo que el teatro es político y tiene un aspecto económico-financiero, pero no queremos morir ni en las finanzas ni en la ideología; queremos mantenernos libres de discutir y esa es una cosa que en este país parece muy difícil.
-El Ministerio de la Cultura de Colombia apoya su Festival de Teatro; acá se hace de la vista gorda ¿Qué opina al respecto?
-Aquí sencillamente si tú no eres "rojo rojito", no existes, y todo lo que tú has hecho o puedas hacer, no tiene sentido alguno para el Gobierno. Somos muchos los hacedores de teatro que hemos sufrido este "apartheid" del teatro. Incluso, algunos compañeros se hacen eco de ese tipo de cosas, hay execrados y hay roscas que se han armado de la forma más vil.
-¿Cuando Venezuela va al Festival de Bogotá con una sola obra es también por un tema de desgaste o hay otra razón?
-Los grupos venezolanos están muy diminuidos para hacer cosas, para viajar, para conseguir unos pasajes. Por otro lado, el Estado no está promocionando su cultura.... Yo me pregunto ¿No será que el peor teatro que se hace en Venezuela es el oficial porque pierde toda capacidad artística?
Si bien prefiere reservarse las razones por las cuales no está en la organización del FITC, accede a comentar la trascendencia que tiene la cita internacional para la vida cultural de los caraqueños, sin dejar de hablar sobre la situación del teatro venezolano actual.
-No puedo sino decir que está muy bien. Que el público venezolano pueda reconectarse con lo internacional me parece extraordinario. Sobre todo, porque el país se ha convertido en una especie de aldea, donde pareciera que la aldea y lo interno es lo único importante, es como si viviéramos aislados. Y no es que no sea importante, sino que no nos podemos aislar. Creo que el festival no va a tener la magnitud de otros porque económicamente no puede, así de simple, pero me parece muy bien que se haga.
-¿Cree que el teatro venezolano está a la altura de un festival internacional, ya sea este u otro?
-El teatro venezolano está desgastado, y lo vengo diciendo desde hace tiempo. Yo no veo proposiciones; una que otra, pero son dos o tres que me parece que tienen un nivel. El resto, es de consumo nacional, si quieren competir en lo internacional, no lo van a poder hacer. Esto dolerá muchísimo a la gente, pero yo creo que hay que reconocerlo: no ganamos nada diciendo, "Somos poderosos", "Somos unos grandes hacedores de teatro", cuando sabemos muy bien lo que pasa: que el teatro venezolano pasa momentos difíciles.
-¿Y este desgaste obedece a factores económicos solamente, o hay falta de riesgo?
-Te voy a poner el ejemplo de Machete caníbal de Río Teatro Caribe. El montaje de ellos perfectamente encajaría en un festival internacional. Es un montaje que habla de lo nacional, de lo indígena, sin caer en ese indigenismo y nacionalismo, sino que plantea el problema en toda su magnitud, en todas sus contradicciones. Y me gustaría nombrar diez más, pero no sé si llegue a cuatro. En eso soy muy rudo. Yo no estoy diciendo que el teatro venezolano sea una porquería, sencillamente que no veo el riesgo, la conexión con el país.
-¿Y el factor económico no incide en ese desgaste?
-Sí. Yo lo asocio con un conjunto de cosas. Yo creo que el país está disminuido intelectualmente, hay una disminución económica, intelectual, el alma del teatro venezolano yo la veo disminuida. No veo riesgo, y no riesgo económico solamente, sino riesgo en lo artístico, de buscar cosas nuevas, de querer conectarse. Hay una actitud de "Ver cómo me instalo dentro de lo que hay e intentar hacer algo", y eso está siendo muy promovido incluso, desde el Gobierno, con aquello de "Te compro una función", "Tú me haces una funcioncita", "Tú me haces otra", y en eso consiste la relación con el Estado. Pero no es sólo culpa de este, es también culpa de los hacedores de teatro. Veo que el fuego ese de "Vamos a incendiar esto", no existe, hay una cosa calmada, yo diría incluso, "aburguesada"...
-¿Y "aburguesada" por qué? ¿Porque está de espaldas a las necesidades del "pueblo"?
-Yo creo que el pueblo lo ha "aburguesado". La gente quiere consumir ese teatro apoltronado, la sociedad venezolana está apoltronada, tranquila. A pesar de los conflictos que existen, no asume los riesgos de lo político, lo social y lo económico. Es una sociedad que está como estancada, desesperanzada, como quedada. Incluso, yo veo a la sociedad venezolana cada día más pacata. Tengo la esperanza que entre los jóvenes surjan cosas.
-¿Será que seguimos siendo lo que llamaba Cabrujas, la sociedad del disimulo?
-Exactamente, lo que queremos es nuestro acto cultural, y lo que faltan son actos anticulturales. El mismo Cabrujas, habría que reverlo, reinterpretarlo, pero parece que la gente no quiere sino ver lo mismo que vio. Hay un estancamiento de las miradas, hay dos puntos de vista y de allí no salimos. Muchos nos sentimos ensanduchados, y queremos mantenernos críticos.
Teatro para la propaganda
-Recientemente el Estado ha recuperado algunos teatros ¿Tiene sentido eso para usted?
-Bienvenidos los teatros. Es más, faltan más salas porque la gente se queja de que no hay suficientes. Muy bien hecho. ¡Aplausos! Lo que no puede ser es que eso se utilice para que entren sólo algunos, de acuerdo con su posición política. Si se van a abrir para hacer teatro de propaganda, es preferible que se los entreguen a los testigos de Jehová. Es preferible, porque eso nunca va a ser teatro sino propaganda política, y es lo que vienen haciendo, y de muy baja calidad, porque además no les gusta la crítica.
-Vienen presentando funciones por un fin de semana ¿Dónde queda el concepto de temporada?
-El concepto de grupo se deshace, el de temporada también. Hay un problema: pareciera que los hacedores de teatro hacen un producto comestible, digerible y ¡chao! No se entiende como un proceso artístico que necesita un acompañamiento y unas bases mucho más sólidas. No se ha entendido que hay que desarrollar más los grupos, que son como cooperativas, en realidad, y no "empresas privadas", como decía Farruco Sesto (ex ministro de la Cultura). Son grupos autónomos que se autodeterminan en lo que van a decir y eso parece que no gusta a este Gobierno. Parece que hay que decir un solo discurso.
-El teatro peligroso...
-Claro. El teatro siempre ha sido no peligroso, pero sí fastidioso, porque siempre está buscando y diciendo más; la música, por ejemplo, no habla. La música linda se oye y se acabó, pero tú pones una obra de teatro como Edipo Rey, y cualquiera que tenga dos dedos de frente dice, "Aquí hay un problema político"... Por eso el teatro siempre es menospreciado: fíjate la cantidad de dinero que hay para el teatro y lo que hay para la música. Además el teatro es asambleístico, reúne a mucha gente, y eso tiene un carácter político. No por nada, nace con los griegos, que tenían esa conciencia de lo político tan fuerte: el teatro como espacio para discutir lo que pasa en la sociedad. En lugar de eso, ¿qué hacemos aquí? Teatro evasivo o sencillamente teatro de propaganda (que no político). Uno, se mueve en la promoción de una idea política, y el otro, por la taquilla. Nos gustaría, obviamente, tener buena taquilla y manejar el elemento político, porque yo creo que el teatro es político y tiene un aspecto económico-financiero, pero no queremos morir ni en las finanzas ni en la ideología; queremos mantenernos libres de discutir y esa es una cosa que en este país parece muy difícil.
-El Ministerio de la Cultura de Colombia apoya su Festival de Teatro; acá se hace de la vista gorda ¿Qué opina al respecto?
-Aquí sencillamente si tú no eres "rojo rojito", no existes, y todo lo que tú has hecho o puedas hacer, no tiene sentido alguno para el Gobierno. Somos muchos los hacedores de teatro que hemos sufrido este "apartheid" del teatro. Incluso, algunos compañeros se hacen eco de ese tipo de cosas, hay execrados y hay roscas que se han armado de la forma más vil.
-¿Cuando Venezuela va al Festival de Bogotá con una sola obra es también por un tema de desgaste o hay otra razón?
-Los grupos venezolanos están muy diminuidos para hacer cosas, para viajar, para conseguir unos pasajes. Por otro lado, el Estado no está promocionando su cultura.... Yo me pregunto ¿No será que el peor teatro que se hace en Venezuela es el oficial porque pierde toda capacidad artística?
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