La música también fue un eco de la Segunda Guerra Mundial
Compositores e intérpretes, incluso de generaciones posteriores, aprovecharon su obra para que no pasara inadvertido el horror que vivió la humanidad entre los años 1939 y 1945, un período en el que murieron más de 40 millones de personas
En 1945 Kitty Kallen fue una de las voces del regreso. Fue ella quien cantó ese elogio al reencuentro llamado “It's Been a Long, Long Time”, una canción compuesta por Harry James alusiva a la espera del ser amado, combatiente al otro lado del océano durante la Segunda Guerra Mundial.
El viernes se cumplieron 70 años del fin del conflicto bélico en Europa, ocurrido con la rendición de la Alemania nazi. Fueron tiempos oscuros que registran todos los libros de historia, pero también acordes y melodías. Temas que en un momento buscaban alentar a militares y pueblos de ambos lados, que después tenían la intención de aliviar las penas, manifestar el terror vivido o simplemente expresar el añoro por lo perdido.
Fueron años en los que los decibeles de las alarmas que anunciaban bombardeos eran una señal inminente de muerte. La angustia y el miedo por la aniquilación marcaron no solo a una generación, sino a las siguientes que crecieron aun con los vestigios de un continente en ruinas que buscaba recuperarse del discurso envilecido que derivó en millones de desaparecidos.
La música no tuvo un papel ingenuo durante el enfrentamiento. En Alemania se exaltaron compositores como Richard Wagner por considerarlo cónsono con el ideario impulsado por Adolfo Hitler. Pero también hubo canciones prohibidas. En el este, los soviéticos tuvieron como banda sonora temas como “Dark Is The Night” compuesto por Nikita Bogoslovsky, “The Sacred War” con letra de Vasily Lebedev-Kumach y “Katyusha” de Matvei Blanter y Mikhail Isakovsky, que habla de las esperanzas que abriga una mujer de reencontrarse con su amor, que lucha en el frente.
La resistencia francesa halló inspiración en “Le Chant des Partisans” y los italianos encontraron valor ante el avance del fascismo en “Bella Ciao”. En Estados Unidos, la canción “In the Mood” de Glenn Miller –también militar– acompañó a las tropas en el campo de batalla.
Sin embargo, hubo una obra con la que soldados de ambos bandos se sintieron identificados: “Lili Marleen” del alemán Norbert Schultze. Habla del deseo de volver a ver a aquella persona añorada. La ensayista española Rosa Sala Rose considera que la pieza “fue tan solo un medio que les permitió reconectar con su individualidad y sus sentimientos en un entorno de masas brutalmente deshumanizado”, como indica en el prefacio de su libro Lili Marleen, canción de amor y muerte. Incluso, llegó a ser cantada en inglés y otros idiomas.
Juan Carlos Ballesta, periodista editor de la revista Ladosis, señala que el enfrentamiento bélico tuvo otras consecuencias para el mercado musical. “No solo marcó en lo emocional. Paradójicamente, durante el conflicto la industria del entretenimiento estadounidense se volvió dominante, así que la mayoría de la música que se empezó a escuchar provenía de ese país. Eso fue determinante en la cultura popular".
Después de la guerra. Manolo Bellon, escritor colombiano especializado en música, recuerda que la generación nacida durante o pocos años después del conflicto vivió además con el temor de que Estados Unidos o la Unión Soviética, las potencias vencedoras, fueran los responsables del lanzamiento de una bomba atómica. “Tenemos el estigma de ese fenómeno. Las generaciones anteriores no fueron tan fatalistas. Eso afectó la forma en la que se empezó a crear en el arte”, dice el escritor de 66 años de edad, autor de libro El ABC del rock.
Uno de los ejemplos más notorios en la música popular de la segunda mitad del siglo XX es Roger Waters, cuyo padre fue un soldado que murió en la guerra. El fundador de Pink Floyd compuso varios temas en los que es evidente la memoria de una Inglaterra afectada por el asedio nazi. En el disco The Wall, así como en la película basada en el álbum que se estrenó en 1982, se puede constatar en piezas como “Mother”, “Goodbye Blue Sky” y “Vera”. Esta última es incluso un homenaje a la inglesa Vera Lynn, intérprete de “We'll Meet Again”, una frase cargada de esperanza para quienes se separaban a causa del conflicto.
“Esta generación, llamada baby boomers, vivió muy de cerca la guerra, especialmente los británicos. Sabían lo que eran las alarmas, ir a un refugio antibombas y no tener plata para comprar alimento”, agrega el también locutor.
Los conflictos no cesaron, mucho menos la música
El escritor Manolo Bellon destaca el hecho de que pocos años después del fin de la Segunda Guerra Mundial comenzó la tensión por la Guerra Fría, con sus consecuencias en Corea y Vietnam. “Son hechos que tienen suma importancia para la música porque surge la canción pacifista”, dice.
Asegura que fue un momento en el que la música pop y rock se vio desprovista de los cánones tradicionales de la composición. "Los autores empiezan a entender que hay nuevas preocupaciones en la juventud, el temor de que esta vaina se iba a acabar por una bomba”.
Juan Carlos Ballesta menciona como primordial la influencia que tuvo la Segunda Guerra Mundial en agrupaciones como Pink Floyd, pero destaca también a compositores como Bob Dylan y John Lennon, especialmente en los años sesenta y setenta.
Dylan es autor del clásico “The Times They Are a-Changin” y también de “With God On Our Side”, una enumeración reflexiva de momentos bélicos importantes, su horror y la manipulación social. Es conocido también el activismo pacifista del Beatle. Una muestra: “Imagine”.
El dato
Fue el 8 de mayo de 1945 cuando los aliados que combatieron a la Alemania nazi celebraron la rendición del Tercer Reich. Más de 40 millones de personas murieron en los enfrentamientos en los que participaron países como Estados Unidos, Francia, Reino Unido, Polonia y la URSS. En Asia, Japón se rindió en agosto de ese año.
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