Derrotado, mas no rendido (o Leer a Cadenas)
“¿Qué hay de lo que motivó al premio, sus poemas, sus escritos? Enfoquémonos en eso, pues de nada sirve vanagloriarse por aquello que no se conoce”
eL nACIONAL PAPEL LITERARIO 17 DE NOVIEMBRE 2015 - 12:01 AM
Sé
que si no llego a ser nadie
habré perdido mi vida.
R. C.
Lo sé, ya la noticia ha sido parte de la sección cultural de todos los medios del país: Rafael Cadenas ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Una maravilla, otro premio internacionalmente relevante otorgado a un cultor venezolano. No es improbable que hayan leído a más de una persona (pienso en ti, Willy McKey) arguyendo que este representa un peldaño más en el camino al Cervantes. Y tiene sentido: otro poeta esencial del continente, José Emilio Pacheco, obtuvo el García Lorca antes de ser considerando para el supuesto Nobel hispano. Tal vez el futuro depare suertes mayores para nuestra cultura –un tanto ofuscada por la política, dirían muchos.
Escrito esto, más allá de todas las glorias, creo que ha faltado algo en las menciones recientes del poeta. Sí, entendemos que el jurado dijo esta cosa sobre su obra; sí, que Cadenas compitió con tal o cual autor por no-sé-cuántos-dólares. Buenísimo todo, pero, ¿qué hay de lo que motivó al premio, sus poemas, sus escritos? Enfoquémonos en eso, pues de nada sirve vanagloriarse por aquello que no se conoce. Comprendamos por qué este premio está más que justificado.
Si bien considero que lo mejor del poeta se concentra en Memorial y Amante, hace falta comenzar por el comienzo (y me perdonan la perogrullada). Una isla nos muestra a un Cadenas recién regresado de su exilio en Trinidad, consciente de su afición literaria y de su aparente fijación por la frustración y la ironía. Quizás el escrito que más llama la atención del poemario –poema que, de alguna forma, prevé lo que sería la obra de Cadenas– es uno sin título, cercano al inicio, en el que se lee: “Si el poema no nace, pero es real tu vida, / eres su encarnación. / Habitas / en su sombra inconquistable. / Te acompaña / diamante incumplido.” Pareciera que tales líneas corresponden a un modelo de vida cuestionado, propio de una persona que, tras años de activismo político, prisión y exilio, decide cambiar el enfoque de su camino. Así aquella vida-obra aparentemente destinada a la lucha política queda desdeñada como la acompañante de una joya irresoluta. De igual modo, hemos de ver en su icónico poema Derrota, publicado mucho después, como la misma temática de la militancia política es burlada y tomada más como motivo de frustración que de orgullo. “Yo que no he tenido nunca un oficio”, “que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable”, “que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado”, son de los versos más sinceros que uno puede leer sobre la desilusión en cualquier lugar del mundo.
Insisto: ambos textos reaccionan a los tiempos en que el poeta pertenecía al grupo Tabla Redonda. Junto a referencias ineludibles de la izquierda y la cultura venezolanas, como Jacobo Borges, Manuel Caballero y Darío Lancini, se enfrentó a Pérez Jiménez y, digamos, sufrió las consecuencias. En alguna ocasión Cadenas me comentó que:
“En aquel tiempo apoyamos la revolución cubana. Esperábamos con regocijo el periódico Lunes de revolución. Después, como suele ocurrir, ese movimiento terminó convertido en una dictadura totalitaria. Luego vino el desengaño, que siempre es importante porque te mueve a cambiar”.
Y luego vino el sarcasmo, me imagino. Con estos antecedentes, no puedo sino concluir que pocas cosas pueden ser tomadas en serio…, menos el amor.
Amante es un poemario bastante engañoso. Una visión inocente del mismo podría resultar en pensar que apenas comprende odas para dedicar a las noviecitas. El poema más famoso del libro pareciera apoyar la idea: “Llegas / no a modo de visitación / ni a modo de promesa / ni a modo de fábula / sino / como firme corporeidad, como ardimiento, como inmediatez.” Sin embargo, un acercamiento a otras estrofas de Amante expone un lado más oscuro, indeseado de lo romántico. A la mitad del libro: “Ella lo alzó del suelo / cuando fue necesario, / para otra vez, al sentirlo fuerte / enseñarle / suelo”; por el final:
Has tenido que sacártela de ti como
de una asfixia,
has tenido que arrancártela
contra ti,
has tenido que comprarla
después de esperar
con paciencia
de cautivo
(sin saber que el rescate eras tú)
y aún no sale de tus labios
con seguridad.
No hay espacio para la ironía en el amor. Puede ser muy fresa en ocasiones, pero en otras, puede ser más tortuoso que cualquier cárcel, que cualquier exilio.
Ahora bien, aunque muchos consideren obras como Los cuadernos del destierro y Falsas maniobras esenciales en el corpus de Cadenas, yo las desprecio un tanto. Bien pueden estas describir a manera de poesía en prosa los sufrimientos de la lejanía, la soledad y la perdición magistralmente. El final de Falsas maniobras es particularmente escalofriante con su “Quiero estar solo como un enigma”, “¿Acompañarás mi pobreza?” y la despedida literal del poema. No obstante, creo que la temática presente en ambos poemarios se concibe mejor en Memorial, una antología excesivamente minimalista en comparación. Poemas como Mal (“Detenido, no sé dónde, mas es un hecho que estoy, detenido / Llevo años en el mismo lugar, al fondo. ¿Vivo? Funciono, y ya es mucho”) y As if (“Es como si amáramos. Es como si sintiésemos. Es como si viviéramos. / Esto fatiga. Hasta se ansía un error. Puede que al equivocarse, los actores rocen la verdad”) son evidencia de que la carga emocional de toda una novela puede concentrarse en apenas un par de versos. Si todo autor posee una obra que connota la maestría de un arte, Memorial es la de Cadenas.
Es una lástima que no exista editorial nacional que haya compilado las obras completas del poeta. Es cierto que estas pueden conseguirse en ediciones del Fondo de Cultura Económica y de Pre-Textos, pero tal ausencia implica un hecho muy negativo. Este, que el sector cultural no escapa la polarización política que se vive en Venezuela. Con las editoriales independientes oprimidas por la falta de papel, las del Estado parecen las indicadas para encargarse de tal labor. Aun así… Al menos Bid&Co se ha encargado de re-editar y recopilar algunos de sus escritos. Quienes vivimos en el país: ¡aprovechémoslos! No hay mejor manera de honrar el García Lorca y de aprender unas cuantas cosas de nuestro presente que leyendo a Cadenas.
Sé
que si no llego a ser nadie
habré perdido mi vida.
R. C.
Lo sé, ya la noticia ha sido parte de la sección cultural de todos los medios del país: Rafael Cadenas ha sido galardonado con el Premio Internacional de Poesía Federico García Lorca. Una maravilla, otro premio internacionalmente relevante otorgado a un cultor venezolano. No es improbable que hayan leído a más de una persona (pienso en ti, Willy McKey) arguyendo que este representa un peldaño más en el camino al Cervantes. Y tiene sentido: otro poeta esencial del continente, José Emilio Pacheco, obtuvo el García Lorca antes de ser considerando para el supuesto Nobel hispano. Tal vez el futuro depare suertes mayores para nuestra cultura –un tanto ofuscada por la política, dirían muchos.
Escrito esto, más allá de todas las glorias, creo que ha faltado algo en las menciones recientes del poeta. Sí, entendemos que el jurado dijo esta cosa sobre su obra; sí, que Cadenas compitió con tal o cual autor por no-sé-cuántos-dólares. Buenísimo todo, pero, ¿qué hay de lo que motivó al premio, sus poemas, sus escritos? Enfoquémonos en eso, pues de nada sirve vanagloriarse por aquello que no se conoce. Comprendamos por qué este premio está más que justificado.
Si bien considero que lo mejor del poeta se concentra en Memorial y Amante, hace falta comenzar por el comienzo (y me perdonan la perogrullada). Una isla nos muestra a un Cadenas recién regresado de su exilio en Trinidad, consciente de su afición literaria y de su aparente fijación por la frustración y la ironía. Quizás el escrito que más llama la atención del poemario –poema que, de alguna forma, prevé lo que sería la obra de Cadenas– es uno sin título, cercano al inicio, en el que se lee: “Si el poema no nace, pero es real tu vida, / eres su encarnación. / Habitas / en su sombra inconquistable. / Te acompaña / diamante incumplido.” Pareciera que tales líneas corresponden a un modelo de vida cuestionado, propio de una persona que, tras años de activismo político, prisión y exilio, decide cambiar el enfoque de su camino. Así aquella vida-obra aparentemente destinada a la lucha política queda desdeñada como la acompañante de una joya irresoluta. De igual modo, hemos de ver en su icónico poema Derrota, publicado mucho después, como la misma temática de la militancia política es burlada y tomada más como motivo de frustración que de orgullo. “Yo que no he tenido nunca un oficio”, “que no soy de las FALN y me desespero por todas estas cosas y por otras cuya enumeración sería interminable”, “que me creí predestinado para algo fuera de lo común y nada he logrado”, son de los versos más sinceros que uno puede leer sobre la desilusión en cualquier lugar del mundo.
Insisto: ambos textos reaccionan a los tiempos en que el poeta pertenecía al grupo Tabla Redonda. Junto a referencias ineludibles de la izquierda y la cultura venezolanas, como Jacobo Borges, Manuel Caballero y Darío Lancini, se enfrentó a Pérez Jiménez y, digamos, sufrió las consecuencias. En alguna ocasión Cadenas me comentó que:
“En aquel tiempo apoyamos la revolución cubana. Esperábamos con regocijo el periódico Lunes de revolución. Después, como suele ocurrir, ese movimiento terminó convertido en una dictadura totalitaria. Luego vino el desengaño, que siempre es importante porque te mueve a cambiar”.
Y luego vino el sarcasmo, me imagino. Con estos antecedentes, no puedo sino concluir que pocas cosas pueden ser tomadas en serio…, menos el amor.
Amante es un poemario bastante engañoso. Una visión inocente del mismo podría resultar en pensar que apenas comprende odas para dedicar a las noviecitas. El poema más famoso del libro pareciera apoyar la idea: “Llegas / no a modo de visitación / ni a modo de promesa / ni a modo de fábula / sino / como firme corporeidad, como ardimiento, como inmediatez.” Sin embargo, un acercamiento a otras estrofas de Amante expone un lado más oscuro, indeseado de lo romántico. A la mitad del libro: “Ella lo alzó del suelo / cuando fue necesario, / para otra vez, al sentirlo fuerte / enseñarle / suelo”; por el final:
Has tenido que sacártela de ti como
de una asfixia,
has tenido que arrancártela
contra ti,
has tenido que comprarla
después de esperar
con paciencia
de cautivo
(sin saber que el rescate eras tú)
y aún no sale de tus labios
con seguridad.
No hay espacio para la ironía en el amor. Puede ser muy fresa en ocasiones, pero en otras, puede ser más tortuoso que cualquier cárcel, que cualquier exilio.
Ahora bien, aunque muchos consideren obras como Los cuadernos del destierro y Falsas maniobras esenciales en el corpus de Cadenas, yo las desprecio un tanto. Bien pueden estas describir a manera de poesía en prosa los sufrimientos de la lejanía, la soledad y la perdición magistralmente. El final de Falsas maniobras es particularmente escalofriante con su “Quiero estar solo como un enigma”, “¿Acompañarás mi pobreza?” y la despedida literal del poema. No obstante, creo que la temática presente en ambos poemarios se concibe mejor en Memorial, una antología excesivamente minimalista en comparación. Poemas como Mal (“Detenido, no sé dónde, mas es un hecho que estoy, detenido / Llevo años en el mismo lugar, al fondo. ¿Vivo? Funciono, y ya es mucho”) y As if (“Es como si amáramos. Es como si sintiésemos. Es como si viviéramos. / Esto fatiga. Hasta se ansía un error. Puede que al equivocarse, los actores rocen la verdad”) son evidencia de que la carga emocional de toda una novela puede concentrarse en apenas un par de versos. Si todo autor posee una obra que connota la maestría de un arte, Memorial es la de Cadenas.
Es una lástima que no exista editorial nacional que haya compilado las obras completas del poeta. Es cierto que estas pueden conseguirse en ediciones del Fondo de Cultura Económica y de Pre-Textos, pero tal ausencia implica un hecho muy negativo. Este, que el sector cultural no escapa la polarización política que se vive en Venezuela. Con las editoriales independientes oprimidas por la falta de papel, las del Estado parecen las indicadas para encargarse de tal labor. Aun así… Al menos Bid&Co se ha encargado de re-editar y recopilar algunos de sus escritos. Quienes vivimos en el país: ¡aprovechémoslos! No hay mejor manera de honrar el García Lorca y de aprender unas cuantas cosas de nuestro presente que leyendo a Cadenas.
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