Artistas reclaman que el Estado no tiene interés por la cultura
Penitentes de Elio Palencia y Vuelta a casa, protagonizada por Francis Rueda, no llegaron a Cuba
El Nacional 5 DE NOVIEMBRE 2013 -
Para Teatrela la cancelación de su participación en el Festival Internacional de Teatro de La Habana se convirtió en una situación recurrente. Por cuarta vez a la compañía dirigida por Costa Palamides se les quedaron las maletas hechas para asistir al encuentro artístico en la isla, que comenzó el 25 de octubre y finalizó el domingo.
A escasos días de haberse iniciado el festival, que estuvo dedicado a Stanislavski por cumplirse 150 años de su natalicio, el Centro Nacional de Teatro informó a Teatrela que no podría asistir por "una situación existente con las líneas aéreas que viajan a la República de Cuba”. Pero también le comunicó otra decisión: “Se solicitó a la contraparte cubana la programación de la obra en el primer trimestre del año 2014 para cumplir con esa actividad del convenio”.
En 2011, Palamides hizo público el mismo reclamo. En ese entonces, al igual que ahora, el grupo iba a presentar Penitentes, una pieza estrenada en 2006 que obtuvo cinco premios municipales en el año 2008 y otros tres en 2013.
Pero más allá de estas fallas por parte del Estado, para el dramaturgo Elio Palencia la situación ratifica la desatención a las artes escénicas: “No hay comprensión de lo que significan los discursos estéticos y éticos de un teatro con vocación artística y no mercantilista que debe ser protegido. Además, hay un desequilibrio en cuanto a la dotación. Difícilmente le sucede esto a una orquesta o a los deportistas. Y no critico que se les dé apoyo, pero creo que con el teatro hay una deuda histórica. Este hecho circunstancial funciona para evidenciar un descontento en cuanto a lo que el sector merece”.
Preocupación artística. Pero no sólo fue el caso de Teatrela. Francis Rueda también se quedó sin su boleto aéreo. La actriz de 64 años de edad tenía previsto asistir al festival con Vuelta a casa, una producción del Centro Nacional de Teatro sobre poemas de Ramón Palomares que ella protagoniza con la dirección de Eduardo Gil.
Rueda, que trabaja en una telenovela de Televen, había pedido permiso al canal para ausentarse seis días. Pero todo fue en vano. “Esta es la primera vez que me invitan. En junio me participaron que asistiría. Y ellos no me dijeron que se había cancelado, yo los llamé. Me dolió mucho, me hubiera gustado ir. Hay un problema difícil de entender y es que no hay pasajes, pero si era un evento cultural han debido buscar un avión del Estado. Muchas veces con Rajatabla nos íbamos en un avión militar”, cuenta.
Afirma que esta desatención no es algo nuevo, sino un conflicto que también sucedía con gobiernos anteriores. “A ellos no les interesa la cultura, estoy convencidísima de eso. Tengo 50 años en esto, he vivido todos los procesos del teatro y siempre ha habido problemas con la gente que hace arte de verdad. Hemos peleado toda la vida. No defiendo a ningún gobierno. Estamos molestos y preocupados, porque uno quiere mostrar su trabajo fuera de las fronteras. Es tan difícil que se den estas cosas, tenemos las puertas cerradas. Antes había más posibilidades de asistir a festivales, pero eso se ha acabado”.
Para Teatrela la cancelación de su participación en el Festival Internacional de Teatro de La Habana se convirtió en una situación recurrente. Por cuarta vez a la compañía dirigida por Costa Palamides se les quedaron las maletas hechas para asistir al encuentro artístico en la isla, que comenzó el 25 de octubre y finalizó el domingo.
A escasos días de haberse iniciado el festival, que estuvo dedicado a Stanislavski por cumplirse 150 años de su natalicio, el Centro Nacional de Teatro informó a Teatrela que no podría asistir por "una situación existente con las líneas aéreas que viajan a la República de Cuba”. Pero también le comunicó otra decisión: “Se solicitó a la contraparte cubana la programación de la obra en el primer trimestre del año 2014 para cumplir con esa actividad del convenio”.
En 2011, Palamides hizo público el mismo reclamo. En ese entonces, al igual que ahora, el grupo iba a presentar Penitentes, una pieza estrenada en 2006 que obtuvo cinco premios municipales en el año 2008 y otros tres en 2013.
Pero más allá de estas fallas por parte del Estado, para el dramaturgo Elio Palencia la situación ratifica la desatención a las artes escénicas: “No hay comprensión de lo que significan los discursos estéticos y éticos de un teatro con vocación artística y no mercantilista que debe ser protegido. Además, hay un desequilibrio en cuanto a la dotación. Difícilmente le sucede esto a una orquesta o a los deportistas. Y no critico que se les dé apoyo, pero creo que con el teatro hay una deuda histórica. Este hecho circunstancial funciona para evidenciar un descontento en cuanto a lo que el sector merece”.
Preocupación artística. Pero no sólo fue el caso de Teatrela. Francis Rueda también se quedó sin su boleto aéreo. La actriz de 64 años de edad tenía previsto asistir al festival con Vuelta a casa, una producción del Centro Nacional de Teatro sobre poemas de Ramón Palomares que ella protagoniza con la dirección de Eduardo Gil.
Rueda, que trabaja en una telenovela de Televen, había pedido permiso al canal para ausentarse seis días. Pero todo fue en vano. “Esta es la primera vez que me invitan. En junio me participaron que asistiría. Y ellos no me dijeron que se había cancelado, yo los llamé. Me dolió mucho, me hubiera gustado ir. Hay un problema difícil de entender y es que no hay pasajes, pero si era un evento cultural han debido buscar un avión del Estado. Muchas veces con Rajatabla nos íbamos en un avión militar”, cuenta.
Afirma que esta desatención no es algo nuevo, sino un conflicto que también sucedía con gobiernos anteriores. “A ellos no les interesa la cultura, estoy convencidísima de eso. Tengo 50 años en esto, he vivido todos los procesos del teatro y siempre ha habido problemas con la gente que hace arte de verdad. Hemos peleado toda la vida. No defiendo a ningún gobierno. Estamos molestos y preocupados, porque uno quiere mostrar su trabajo fuera de las fronteras. Es tan difícil que se den estas cosas, tenemos las puertas cerradas. Antes había más posibilidades de asistir a festivales, pero eso se ha acabado”.
Jacques Broquet: "El artista está hecho para resistir"
"Ha habido períodos de crisis, pero el arte siempre ha sobrevivido (...), ha señalado el camino" "El artista de hoy tiene una función diferente al de antes, el de antes rompía cosas, y el de hoy tiene que construir", argumenta el bailarín y fundador de Danzahoy.
Las entradas para "Travesía" ya están a la venta (Gustavo Bandres)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ | EL UNIVERSAL
lunes 4 de noviembre de 2013
Jacques Broquet es francés, a los siete años su familia se radicó en México, estudió danza en Inglaterra y tiene más de 30 años en Venezuela, donde fundó junto con las venezolanas Adriana y Luz Urdaneta, Danzahoy. Recuerda que cuando Adriana quiso formalizar la compañía ante las autoridades de la cultura de su época, le dijeron cosas como: "¿Y tú por qué te regresaste de Inglaterra?", "¿No te dieron trabajo afuera? ¡Debe ser que no eres tan buena!", "¡Tú estás loca si intentas hacer una compañía de danza en Venezuela!".
Mucha de aquella desconfianza en el talento nacional y la falta de identidad aún persiste en la cultura venezolana. Para Broquet, es urgente superar esos defectos y entender que los éxitos colectivos dependen de los pequeños esfuerzos (¿batallas?) personales. "El que quiera hacer que lo haga y que nada justifique el que no lo haga", recomienda el bailarín y coreógrafo.
Broquet vuelve a bailar con Travesía, uno de los clásicos de la compañía que se presentará el 15, 16 y 17 de noviembre en el Teatro Chacao. La obra, que transcurre en un barco con siete tripulantes, es una metáfora de la vida, y la trayectoria de la compañía con todos sus altibajos se ve perfectamente reflejada en ese viaje en altamar.
-¿Parece que Danzahoy vive una nueva etapa al reencontrarse con sus clásicos?
-Sí, hay una nueva etapa. Poder montar de nuevo Travesía es para nosotros valorar el trabajo que hicimos antes. No estamos haciendo algo nuevo, pero sí estamos mostrando que lo que hicimos ayer es válido hoy, de hecho, por eso se llama Danzahoy. Y Travesía sigue vigente, como Oto, el pirata, que no ha envejecido.
-¿En sus primeros tiempos tuvieron el apoyo decidido del Estado?
-Relativamente. Siempre tuvimos nuestras dificultades normales y más siendo danza.
-¿Cree que ha cambiado la relación del Estado con los grupos de danza?
-Es muy distinto, por la forma del Gobierno de hoy con el de entonces. A la vez, no es un problema de gobiernos, sino de hombres, depende de quién está y en dónde. En todos los gobiernos hay gente buena y gente que no hace su trabajo.
-¿El problema es estructural, de Estado?
-No sé, porque fíjate tú, hoy en día gracias a que existe un lugar como Unearte (Universidad de las Artes) de alguna manera se está formando gente, pero es como todo, tiene que haber una visión artística, tienes que ver hacia dónde van los bailarines, tú puedes formar bailarines pero si éstos no tienen visión para hacer y crear...
-¿Qué hacen los egresados si no hay compañías?
-Yo creo que todo eso toma tiempo, pero no es sólo una decisión de un gobierno, sino de la gente. Ha habido períodos de crisis, pero el arte siempre ha sobrevivido, es el que se ha impuesto y ha señalado el camino, o sea que también el artista tiene que tomar su posición ante cualquier gobierno o cualquier circunstancia.
-¿Y el arte actual está señalando el camino?
-Está buscándolo, eso es parte de la travesía, pero yo no te puedo decir que la crisis de antes era menor que la de hoy.
-¿Cree que la falta de fe en nosotros mismos persiste?
-Sí y no, es un problema humano, de identidad, un problema de querer hacer las cosas, de amar lo que tienes y no de estar quejándote siempre, creyendo que algo te falta cuando en realidad no te falta nada.
-¿No le falta nada al país?
-Venezuela es bendita por todos sus rincones, es una cosa increíble. De alguna manera ama Dios a Venezuela que tiene tantas cosas y bendiciones. Ahora el punto es cómo valorar eso, cómo agradecerlo.
-¿Y en la danza no falta nada tampoco?
-Falta mucho, falta tomar una posición, que de alguna manera haya un despertar. Nosotros no podemos dejar que la situación nos arrastre. El artista está hecho para resistir, es como un salmón, nosotros no vamos con la corriente, sino contra la corriente.
Practicidad vs espiritualidad
-Si mi objetivo como bailarín no es levantar el pie y dar tres vueltas, si mi objetivo no es enseñar lo habilidoso que es mi cuerpo, entonces cuál es el objetivo y cuál es mi trabajo, esa es la pregunta. Mi papá que también es artista, me preguntaba: "¿Para qué servimos?".
-¿Y para qué sirven los artistas?
-Servimos para nutrir el alma y para manifestar el amor en las relaciones. El artista de hoy tiene una función diferente al de antes: el de antes rompía cosas y el de hoy tiene que construir. Si antes rompió valores que había en la sociedad, en el alma del ser humano, valores rígidos, religiosos, que juzgaban, donde había juicios sobre la gente todo el tiempo, esa represión que tenía que ver con la religión, pero donde también había esclavitud; hoy entonces estamos despertando y queremos tener una sociedad diferente, los artistas somos los primeros que tenemos que señalar hacia dónde está ese camino, para eso estamos. Ahora no lo hacemos con un discurso político, sino con un discurso espiritual, que toca tu espíritu y tu alma. En Oto, el pirata no hay armas, no hay buenos ni malos; en Travesía, tú no identificas buenos y malos, sino que todos queremos amar, que todos llevamos cosas en una maleta... La historia sigue siendo que el amor prevalezca, que la justicia se manifieste, y todo está en contra de eso.
-Otra vez el artista como salmón...
-Y la humanidad como salmón. Tú quieres que el país eche pa' lante, que tus hijos tengan un mejor país, y así ha sido siempre. Entonces, ¿por qué voy a apostar? Por amar y por cambiar, pero el primero que debe cambiar soy yo, como artista, como director. Como artistas nos toca enseñar eso y no con el dedito didáctico; es algo que está en mi espíritu y yo te transmito, de corazón a corazón. Cuando bailamos no es el cuerpo el que se mueve, sino el espíritu.
-¿Qué hacer cuando se quiere que todo tenga un color político?
-Es como una marca, puede contratar un "tigre" y también la gente lo hace. En el caso de hacer algo para una marca o un partido, el artista tiene que ser íntegro en lo que dice y en su proceso de trabajo, porque su proceso es encontrar una verdad dentro de sí para poder transmitírsela al otro, para poder acercarlo, así como hay otros que transmiten mentiras. Mi trabajo sigue siendo el de un artista que debe pagar un precio para encontrar una verdad y poder transmitirla.
-Se infiere en sus palabras que siente un acierto en la creación de Unearte.
-Es un acierto que exista y tiene que seguir existiendo. Podemos tener muchos discursos políticos, pero si no hay el ejemplo, no hay nada. Todo el mundo puede hablar de los corruptos, pero cuando yo te ponga un maletín de dólares al frente quiero ver tu reacción. En la acción está el resultado.
-Es esperanzador escucharlo hablar de un país con todas las de ganar...
- Esta nación está llena de personas que dicen "sí vamos a hacer", "vamos a poder", porque justamente esto es parte del ejemplo que tiene que dar Venezuela al continente. Fíjate el ejemplo que damos en cuanto a democracia, la gente se asombra con lo que está pasando aquí, cómo dentro de todo un ámbito político están ocurriendo cosas y el venezolano que tiene esa capacidad para adaptarse y sobrevivir, está saliendo adelante. Yo soy totalmente optimista sobre Venezuela.
Mucha de aquella desconfianza en el talento nacional y la falta de identidad aún persiste en la cultura venezolana. Para Broquet, es urgente superar esos defectos y entender que los éxitos colectivos dependen de los pequeños esfuerzos (¿batallas?) personales. "El que quiera hacer que lo haga y que nada justifique el que no lo haga", recomienda el bailarín y coreógrafo.
Broquet vuelve a bailar con Travesía, uno de los clásicos de la compañía que se presentará el 15, 16 y 17 de noviembre en el Teatro Chacao. La obra, que transcurre en un barco con siete tripulantes, es una metáfora de la vida, y la trayectoria de la compañía con todos sus altibajos se ve perfectamente reflejada en ese viaje en altamar.
-¿Parece que Danzahoy vive una nueva etapa al reencontrarse con sus clásicos?
-Sí, hay una nueva etapa. Poder montar de nuevo Travesía es para nosotros valorar el trabajo que hicimos antes. No estamos haciendo algo nuevo, pero sí estamos mostrando que lo que hicimos ayer es válido hoy, de hecho, por eso se llama Danzahoy. Y Travesía sigue vigente, como Oto, el pirata, que no ha envejecido.
-¿En sus primeros tiempos tuvieron el apoyo decidido del Estado?
-Relativamente. Siempre tuvimos nuestras dificultades normales y más siendo danza.
-¿Cree que ha cambiado la relación del Estado con los grupos de danza?
-Es muy distinto, por la forma del Gobierno de hoy con el de entonces. A la vez, no es un problema de gobiernos, sino de hombres, depende de quién está y en dónde. En todos los gobiernos hay gente buena y gente que no hace su trabajo.
-¿El problema es estructural, de Estado?
-No sé, porque fíjate tú, hoy en día gracias a que existe un lugar como Unearte (Universidad de las Artes) de alguna manera se está formando gente, pero es como todo, tiene que haber una visión artística, tienes que ver hacia dónde van los bailarines, tú puedes formar bailarines pero si éstos no tienen visión para hacer y crear...
-¿Qué hacen los egresados si no hay compañías?
-Yo creo que todo eso toma tiempo, pero no es sólo una decisión de un gobierno, sino de la gente. Ha habido períodos de crisis, pero el arte siempre ha sobrevivido, es el que se ha impuesto y ha señalado el camino, o sea que también el artista tiene que tomar su posición ante cualquier gobierno o cualquier circunstancia.
-¿Y el arte actual está señalando el camino?
-Está buscándolo, eso es parte de la travesía, pero yo no te puedo decir que la crisis de antes era menor que la de hoy.
-¿Cree que la falta de fe en nosotros mismos persiste?
-Sí y no, es un problema humano, de identidad, un problema de querer hacer las cosas, de amar lo que tienes y no de estar quejándote siempre, creyendo que algo te falta cuando en realidad no te falta nada.
-¿No le falta nada al país?
-Venezuela es bendita por todos sus rincones, es una cosa increíble. De alguna manera ama Dios a Venezuela que tiene tantas cosas y bendiciones. Ahora el punto es cómo valorar eso, cómo agradecerlo.
-¿Y en la danza no falta nada tampoco?
-Falta mucho, falta tomar una posición, que de alguna manera haya un despertar. Nosotros no podemos dejar que la situación nos arrastre. El artista está hecho para resistir, es como un salmón, nosotros no vamos con la corriente, sino contra la corriente.
Practicidad vs espiritualidad
-Si mi objetivo como bailarín no es levantar el pie y dar tres vueltas, si mi objetivo no es enseñar lo habilidoso que es mi cuerpo, entonces cuál es el objetivo y cuál es mi trabajo, esa es la pregunta. Mi papá que también es artista, me preguntaba: "¿Para qué servimos?".
-¿Y para qué sirven los artistas?
-Servimos para nutrir el alma y para manifestar el amor en las relaciones. El artista de hoy tiene una función diferente al de antes: el de antes rompía cosas y el de hoy tiene que construir. Si antes rompió valores que había en la sociedad, en el alma del ser humano, valores rígidos, religiosos, que juzgaban, donde había juicios sobre la gente todo el tiempo, esa represión que tenía que ver con la religión, pero donde también había esclavitud; hoy entonces estamos despertando y queremos tener una sociedad diferente, los artistas somos los primeros que tenemos que señalar hacia dónde está ese camino, para eso estamos. Ahora no lo hacemos con un discurso político, sino con un discurso espiritual, que toca tu espíritu y tu alma. En Oto, el pirata no hay armas, no hay buenos ni malos; en Travesía, tú no identificas buenos y malos, sino que todos queremos amar, que todos llevamos cosas en una maleta... La historia sigue siendo que el amor prevalezca, que la justicia se manifieste, y todo está en contra de eso.
-Otra vez el artista como salmón...
-Y la humanidad como salmón. Tú quieres que el país eche pa' lante, que tus hijos tengan un mejor país, y así ha sido siempre. Entonces, ¿por qué voy a apostar? Por amar y por cambiar, pero el primero que debe cambiar soy yo, como artista, como director. Como artistas nos toca enseñar eso y no con el dedito didáctico; es algo que está en mi espíritu y yo te transmito, de corazón a corazón. Cuando bailamos no es el cuerpo el que se mueve, sino el espíritu.
-¿Qué hacer cuando se quiere que todo tenga un color político?
-Es como una marca, puede contratar un "tigre" y también la gente lo hace. En el caso de hacer algo para una marca o un partido, el artista tiene que ser íntegro en lo que dice y en su proceso de trabajo, porque su proceso es encontrar una verdad dentro de sí para poder transmitírsela al otro, para poder acercarlo, así como hay otros que transmiten mentiras. Mi trabajo sigue siendo el de un artista que debe pagar un precio para encontrar una verdad y poder transmitirla.
-Se infiere en sus palabras que siente un acierto en la creación de Unearte.
-Es un acierto que exista y tiene que seguir existiendo. Podemos tener muchos discursos políticos, pero si no hay el ejemplo, no hay nada. Todo el mundo puede hablar de los corruptos, pero cuando yo te ponga un maletín de dólares al frente quiero ver tu reacción. En la acción está el resultado.
-Es esperanzador escucharlo hablar de un país con todas las de ganar...
- Esta nación está llena de personas que dicen "sí vamos a hacer", "vamos a poder", porque justamente esto es parte del ejemplo que tiene que dar Venezuela al continente. Fíjate el ejemplo que damos en cuanto a democracia, la gente se asombra con lo que está pasando aquí, cómo dentro de todo un ámbito político están ocurriendo cosas y el venezolano que tiene esa capacidad para adaptarse y sobrevivir, está saliendo adelante. Yo soy totalmente optimista sobre Venezuela.
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