Yo soy

Yo soy

lunes, 16 de julio de 2012

Hay decepciones que me llevaron a una depresión (porque creí en la utopía comunista), pero ¡cuidado! Yo creo en el socialismo. Que no haya equivocaciones. Creo en el socialismo humano, incluyente, no donde se forman castas políticas que deciden todo y se enriquecen.


Néstor Caballero: "Uno es inconforme por naturaleza"

"El teatro es contrapoder cuando obliga a una sociedad a verse a sí misma y a reflexionar. A veces pareciese que tener talento, presencia y trascendencia, es peligroso", dice Caballero.

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Una revolución es repensarse constantemente, dice (Venancio Alcázares)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ , NÉSTOR CABALLERO , DRAMATURGO |  EL UNIVERSAL
lunes 16 de julio de 2012  12:00 AM
Néstor Caballero está en la cartelera caraqueña con su obra, Longanizo, que refleja a Simón Bolívar desde sus carencias y debilidades. El alienado pensaría: "Claro, como es chavista escribe sobre el personaje de moda desde hace 13 años". Pero nada más lejos de la verdad. Primero, la obra es de 1988 y luego, si bien simpatizó con el proyecto del actual presidente, ahora es un ferviente crítico. Pero, ¡cuidado!, se considera socialista y también cuestiona a la oposición... Además, Bolívar siempre será pertinente.

Y es que el dramaturgo se considera un inconforme y piensa que el teatro siempre es un contrapoder, por lo cual es y será siempre incómodo. 

-Tú país está feliz, que ha mencionado, cuestionaba al sistema de su época ¿Hay algo parecido en el teatro actual?

-Yo no lo he visto. El teatro no es una isla, estoy hablando específicamente de Caracas, para no hablar del interior, donde se hace otro tipo de teatro. El teatro es un contrapoder, siempre lo fue, desde los griegos. Es un enfrentamiento contra los dioses, el destino, los gobernantes, contra el hombre y su sociedad, eso siempre lo ha hecho incómodo a cualquier poder del mundo. En Trasnocho, específicamente, donde se trasladó toda la movida teatral de Caracas -no hay que olvidar que ese es un sitio privado, que busca ganancias- se le ha dado prioridad a los espectáculos de risa fácil, aunque ha habido otros... 

-¿Y ese tipo de teatro ya no es contrapoder?

-Deja de ser teatro, es un divertimento, como las corridas de toro, que son un espectáculo. El teatro es contrapoder cuando obliga a una sociedad a verse a sí misma y a reflexionar sobre ella y a molestarse con ella, sin dejar de ser arte. 

-¿Su teatro busca ser contrapoder?

-Siempre, porque uno es un inconforme por naturaleza, aunque tuviésemos el mejor Gobierno del mundo, la mejor religión, la mejor relación social, el teatro siempre seguiría buscando el por qué y el contrapoder, y seguiría buscando la imperfección. ¿Qué es lo que uno busca siempre? El conflicto. Uno siempre está peleado con su entorno, siempre busca la reflexión. 

-¿Cómo hacía para mantener ese espíritu siendo director de Cultura de Anzoátegui? 

-Fíjate que el espíritu es preponderante sobre la praxis de la política. Los políticos manejan hombres, hechos prácticos. Los artistas manejamos sueños. En Anzoátegui ocurrió que el Gobernador (Tarek William Saab) es poeta, me llamó, y se construyó toda una Política Cultural, en mayúscula, que no existía. 

-Usted salió de allí ¿Qué provocó la ruptura?

-Yo renuncié primero porque para dedicarte a la labor política o gerencial, no puedes hacer otra cosa, y el creador iba con la procesión por dentro. 

-¿Se sentía atado para cuestionar?

-Para crear. Tenía muchas obras por dentro, una novela, otra que ya terminé y eso no me lo permitía. Por otro lado, me enfermé y tuve que renunciar. Eso sí, me hice la promesa de que nunca más iba a estar en un cargo de gerencia cultural. 

-¿Entonces se desencantó de la administración pública mas no del chavismo?

-Yo incluso fui uno de los fundadores del Círculo Bolivariano de Artistas cuando se fundó. Era para aportar ideas más democráticas acerca del arte y la cultura. 

-¿Y eso funcionó? 

-Se deshizo el grupo, cada quien tomó su rumbo... La gran pregunta es cuál de las dos opciones (oposición y chavismo) tiene la razón. Es muy difícil que algún creador esté satisfecho con cualquiera de las dos opciones. Te voy a hablar por encima de la política cultural nacional. Aquí existía el Conac, que era algo centralista. Cuando se hace un Ministerio de la Cultura a mí me parece importante porque ya la cultura como institución, para generar políticas de estado, va a tener presencia en todo el país. Surgen los gabinetes regionales... 

-Pero la gran pregunta ha sido ¿De qué sirve que el Ministerio llegue a todo el país si excluye por razones políticas?

-Ahí voy: ¿Qué pasa cuando se crean esos gabinetes regionales? Una gran contradicción. Porque en lugar de hacer políticas conjuntas, los que nombran en los gabinetes son excluyentes y no te excluyen solamente a los que no apoyan al presidente Chávez, sino que te excluyen a las mismas direcciones de Cultura de los estados, siendo estados con Gobernadores chavistas... Y comienza de nuevo el amiguismo. Yo viví esa contradicción... Uno no puede implantarle a un país "Esta es la cultura que va a tener", uno tiene que aprender humildemente que la cultura es la que va a ser la dirección política de la gestión. 

-¿Entonces también tiene sus reservas con el chavismo?

-Hay bemoles allí. Es innegable el apoyo que ha recibido el cine nacional, lo vemos en las carteleras. La gran política hacia la publicación, a través de la editorial El perro y la rana, Monte Ávila, con los que antes no podían publicar. Esa es una verdad, la Villa del Cine es una verdad, está allí. Entonces es bastante extraño -aunque explicable- el apartheid que han tenido con el teatro. Primero, a mí me pareció mal que se excluyera a gente de teatro a través de una planilla infame, casi como lacras sociales, porque opinaban diferente a ese proyecto político. ¿Cómo un director de teatro puede tumbar una revolución cuando es una revolución? ¡Eso es absurdo! Yo no puedo estar de acuerdo con esa política de la exclusión. Pero la entiendo porque el teatro siempre va a ser contestatario. 

-¿El proyecto NAVE (Niños Actores de Venezuela), del cual formó parte, desaparece por ser incómodo? Para muchos, estaba llamado a ser el equivalente al Sistema de Orquestas.

-Lo destruyeron. Ese es uno de los proyectos más hermosos que ha existido porque eso se hacía con los muchachos de los barrios. Había un grupo multidisciplinario, psicólogos, directores de teatro, trabajadores sociales, escenógrafos, que estaba pendientes de esos niños. Eso tuvo total apoyo de Antonio Ledezma, le dieron autobuses, uniformes, becas... Cuando ganó el presidente Chávez, la señora Marisabel de Chávez ya lo había visto y lo agarró como un proyecto insignia, hizo funciones en el Ateneo, invitó a las esposas de los Gobernadores, pero Freddy Bernal, asesorado por Oscar Acosta, de Fundarte, le quitó los autobuses y eso fue la muerte. 

-¿Cómo hacer para que la obra de arte trascienda el momento histórico puntual?

-Cuando te persigue. El arte es importante cuando te persigue más allá de la sala. Soy un autor que se ha ocupado de la historia de este país, como lo hizo Gilberto Pinto en Los fantasmas de Tulemón que es una obra sobre la dictadura, él fue uno de mis maestros, como César Rengifo... A veces pareciese que tener talento, presencia y trascedencia, es como una manifestación burguesa peligrosa, es como un apartheid. Yo me aparté. 

-Dice que ninguna de las dos opciones tiene la razón ¿Qué cuestiona de la oposición?

-Que no hay verdad en su discurso, una verdad concreta, dicen, "Vamos a hacer esto", pero no dicen cómo. Y a veces es un discurso hippie, "Vamos a ser felices", pero no dicen cómo, yo estoy cansado de eso, llevamos más de 40 años hasta hoy, diciendo que "Vamos a la utopía, a la felicidad". No está el cómo y el cómo en política es lo más importante. Hay decepciones que me llevaron a una depresión porque creí, pero ¡cuidado! Yo creo en el socialismo. Que no haya equivocaciones. Creo en el socialismo humano, incluyente, no donde se forman castas políticas que deciden todo y se enriquecen. 

-¿Seguimos a la espera de la revolución entonces?

-No hay. Lo que ha habido es reformismo, que es otra cosa.

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