Notitarde 25-08-12
De chequeras e invasiones
- Gladys Valentiner
El amor platónico no es la única utopía que nos legó el anciano filósofo griego de la antigüedad. Ejercer eficientemente un cargo público sin estar preparado para ello es también una inmensa utopía. Es por eso que predicamos la necesidad de educar a las personas para el ejercicio del poder y que en nuestros funcionarios públicos reinen los valores democráticos. La ética impone abrazarse a valores inculcados a la hora de optar un cargo público. Por ética, deberíamos ejercer nuestro derecho a aspirar a dirigir, solo si nos hemos capacitado; así construiremos un liderazgo, sin descalificar a nuestros adversarios y sin olvidar el juramento prestado.
Decían mis abuelas: la familia y el honor, dos tesoritos que debemos cuidar. La familia, lo primero, y la mejor herencia: nuestro honor.
Hablando de honor, de prestigio, de reputación, ¿Será que el gobierno revolucionario impone a sus funcionarios echar a un lado estos principios? Lo que sucede en la Alcaldía de Valencia, nos conduce a esa conclusión.
Cuando denuncié el extravío de las chequeras, lo hice motivada por la intención manifiesta de las autoridades municipales de silenciar este asunto. Denuncié “Responsabilidad administrativa del Alcalde” por no resguardar los bienes del Municipio, por permitir que la clave de la bóveda la conocieran siete personas, porque las cámaras estaban dañadas; pedí cuenta de la supuesta póliza de seguro. Sostuve y ratifico mi denuncia, porque como lo comentó en días pasados un columnista: “Gladys no está jugando carrito”.
Al final sucedió lo que tenía que suceder: “indudablemente tenemos que reconocerlo, si hubiéramos tenido medidas más exigentes desde el punto de vista de seguridad, hubiera sido más difícil, por no decir imposible, que sucediera esto”. Así lo declaró el Alcalde, y añadió: “Ahora se instalarán cámaras y la clave de la caja fuerte, la tienen solo el Director de Administración y la Jefa de la Dirección de Tesorería, y no las 4 ó 5 personas que la tenían antes”. Como dice el dicho popular: “Después de ojo afuera, no vale Santa Lucía”.
El caso no ha concluido, pues el daño no ha sido reparado, y la responsabilidad administrativa quedó comprobada, “A confesión de partes, relevo de pruebas”.
En la Alcaldía de Valencia la realidad puede llegar a superar la ficción. Veamos este caso: Un Concejal de Valencia y el Síndico Procurador Municipal, ambos militantes del Psuv, denunciaron que: “Funcionarios de la Alcaldía, incluso algunos directores y presidentes de institutos, están involucrados en invasión de tres propiedades privadas”. El Alcalde respondió: “El Municipio no puede hacer nada, los trabajadores de la Alcaldía asumen sus responsabilidades personales, individuales, más allá de las que tienen con el Municipio”. Lo insólito, el mismo día el flamante presidente de la Fundación para la Cultura declaró: “Producto del estado de abandono en que estaba el edificio, fue tomado por 15 familias, donde me incluyo yo con la mía, para transformarlo en soluciones habitacionales” ¡Ave María purísima! Dirían mis abuelas.
Como me gustaría que el ciudadano Contralor Municipal rompiera su silencio y se pronunciara sobre estos hechos; pero pareciera que nada de lo que sucede en esos predios es de su incumbencia.
Falta poco para que un nuevo alcalde entre el Palacio Municipal, un alcalde a quien le corresponderá recoger los platos rotos y poner orden en la casa. No será tarea fácil, ni podrá hacerla solo. Afortunadamente, en nuestra Valencia del Rey existe un puñado de hombres y mujeres formados y formándose para el ejercicio del poder, intelectualmente capaces, con principios y valores, con ganas de echarle pichón y por encima de todo, comprometidos con nuestra ciudad. Le corresponderá a nuestro futuro alcalde escoger a los mejores. Solo así la difícil y larga tarea de reconstrucción se hará fácil y corta, y transformaremos este presente en la Valencia del futuro que todos queremos.
gladysvalentiner@gmail.com
Decían mis abuelas: la familia y el honor, dos tesoritos que debemos cuidar. La familia, lo primero, y la mejor herencia: nuestro honor.
Hablando de honor, de prestigio, de reputación, ¿Será que el gobierno revolucionario impone a sus funcionarios echar a un lado estos principios? Lo que sucede en la Alcaldía de Valencia, nos conduce a esa conclusión.
Cuando denuncié el extravío de las chequeras, lo hice motivada por la intención manifiesta de las autoridades municipales de silenciar este asunto. Denuncié “Responsabilidad administrativa del Alcalde” por no resguardar los bienes del Municipio, por permitir que la clave de la bóveda la conocieran siete personas, porque las cámaras estaban dañadas; pedí cuenta de la supuesta póliza de seguro. Sostuve y ratifico mi denuncia, porque como lo comentó en días pasados un columnista: “Gladys no está jugando carrito”.
Al final sucedió lo que tenía que suceder: “indudablemente tenemos que reconocerlo, si hubiéramos tenido medidas más exigentes desde el punto de vista de seguridad, hubiera sido más difícil, por no decir imposible, que sucediera esto”. Así lo declaró el Alcalde, y añadió: “Ahora se instalarán cámaras y la clave de la caja fuerte, la tienen solo el Director de Administración y la Jefa de la Dirección de Tesorería, y no las 4 ó 5 personas que la tenían antes”. Como dice el dicho popular: “Después de ojo afuera, no vale Santa Lucía”.
El caso no ha concluido, pues el daño no ha sido reparado, y la responsabilidad administrativa quedó comprobada, “A confesión de partes, relevo de pruebas”.
En la Alcaldía de Valencia la realidad puede llegar a superar la ficción. Veamos este caso: Un Concejal de Valencia y el Síndico Procurador Municipal, ambos militantes del Psuv, denunciaron que: “Funcionarios de la Alcaldía, incluso algunos directores y presidentes de institutos, están involucrados en invasión de tres propiedades privadas”. El Alcalde respondió: “El Municipio no puede hacer nada, los trabajadores de la Alcaldía asumen sus responsabilidades personales, individuales, más allá de las que tienen con el Municipio”. Lo insólito, el mismo día el flamante presidente de la Fundación para la Cultura declaró: “Producto del estado de abandono en que estaba el edificio, fue tomado por 15 familias, donde me incluyo yo con la mía, para transformarlo en soluciones habitacionales” ¡Ave María purísima! Dirían mis abuelas.
Como me gustaría que el ciudadano Contralor Municipal rompiera su silencio y se pronunciara sobre estos hechos; pero pareciera que nada de lo que sucede en esos predios es de su incumbencia.
Falta poco para que un nuevo alcalde entre el Palacio Municipal, un alcalde a quien le corresponderá recoger los platos rotos y poner orden en la casa. No será tarea fácil, ni podrá hacerla solo. Afortunadamente, en nuestra Valencia del Rey existe un puñado de hombres y mujeres formados y formándose para el ejercicio del poder, intelectualmente capaces, con principios y valores, con ganas de echarle pichón y por encima de todo, comprometidos con nuestra ciudad. Le corresponderá a nuestro futuro alcalde escoger a los mejores. Solo así la difícil y larga tarea de reconstrucción se hará fácil y corta, y transformaremos este presente en la Valencia del futuro que todos queremos.
gladysvalentiner@gmail.com
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