Cien años de Jorge Amado
RUBEN LOZA AGUERREBERE
Se cumplen cien años del nacimiento del escritor Jorge Amado, rey de Bahía, y de cuyo adiós se cumplieron once años, este lunes. A los 89 años alzó el vuelo, llorado por sus lectores, que son legión.
Por estar tan enraizado a un universo muy particular, es que alcanzó, con sus libros, la gloria literaria. Por ser un escritor tan particular llegó a ser universal. Una vasta galería de personajes coloridos habita sus obras, que tienen además una vena satírica, color humano, y los más variados elementos del folklore de su país.
El escritor brasileño, entre los años 1940 y 1942, estuvo exiliado en Uruguay; por un tiempo vivió, incluso, en Minas y, aún más, se hospedó en casa del escritor Santiago Dossetti, quien sería vicepresidente de la Academia de Letras. El escritor minuano, años después, me comentó estas cosas que yo ignoraba, y, acto seguido, me sugirió que le enviara un ejemplar de mi primer libro de relatos a Jorge Amado, porque sus historias se ambientaban en Minas. Naturalmente, le envié un ejemplar.
Guiado por una melancólica curiosidad, antes de escribir esta crónica, volví a mi biblioteca y en uno de los varios libros que Amado me enviara estaban sus cartas, las que me hizo llegar a lo largo de años. Porque gracias a aquel libro inicial, tuvimos después una cordial relación epistolar. Dentro del ejemplar de "Tenda dos milagros", encontré las misivas del escritor, que releí con emoción. Como quizá lo había imaginado Dossetti, nada me impide pensar que acaso aquellos cuentos ambientados en Minas hubieran estimulado su memoria.
Pero vamos a su correspondencia, que es más interesante. Hay una carta donde habla de aquellos tiempos en que fue expulsado del Brasil; me cuenta que ocurrió precisamente cuando acababa de editar la novela "Uniforme, casaca, camisón", cuya acción se ubicaba esta vez lejos de Bahía, en el sertón y la región del cacao. Refiere que la centró en la vida de un pequeño sector de la intelectualidad metropolitana, y que se trataba de una novela de contenido político, ambientada en 1940, en Río de Janeiro, relatando la lucha de esos intelectuales brasileños contra el fascismo, la dictadura y el militarismo. Que fue su lucha.
Pero, de manera esencial, el mundo de Amado fue Bahía. Situó en sus calles a hombres e inolvidables mujeres, como las hermosas protagonistas de "Gabriela, clavo y canela" y "Doña Flor y sus dos maridos". Sus novelas no cesan de circular por el mundo. Se han vendido treinta millones de libros, en cuarenta idiomas.
¿Dónde radica el secreto de su éxito? Creo que la respuesta está en otra de estas cartas, donde me dice estas palabras: "Mi creación novelesca deriva de la intimidad, de la complicidad con el pueblo. Aprendí del pueblo y de la vida; soy un escritor, no un literato".
Con las redes de su lenguaje, Jorge Amado fue tejiendo sus aventuras con el pueblo entero hormigueando en sus páginas, dibujando de esta manera un mundo literario pintado con sensibilidad, sensaciones y recuerdos. Orgulloso de su pluma, seducido por el pueblo que lo rodeaba, Jorge Amado fue un escritor impar. Quien visita sus libros, regresa a ellos.
En este centenario se están reeditando, en todas las lenguas, ediciones de sus variadas novelas; muchas ya están a la mano de nuestros lectores. Bastará con abrir uno de sus ejemplares para escuchar su voz, que nos siga hablando.
El País Digital
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