Virgilio Piñera, 100 años después
Hoy se cumple el centenario del natalicio del escritor cubano
El nativo de Cárdenas, que fue silenciado por el régimen de Castro en los años 60, siempre vivió en la miseria CORTESÍA
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DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
sábado 4 de agosto de 2012 12:00 AM
Virgilio Piñera (1912-1979) un día entró a una panadería con dos amigos homosexuales. Aquella mañana (era la época del régimen castrista en que reinaba la homofobia) un soldado que estaba en el local se llevó preso en el acto al escritor cubano por su actitud afeminada. La homosexualidad era una de las características del autor, que vivió los rigores de la exclusión en su propio país.
El isleño fue un marginado, que -luego de décadas de silenciamiento- ahora ocupa un sitio referencial en la literatura cubana contemporánea. A 100 años de su natalicio (el 4 de agosto), el nativo de Cárdenas se recuerda por su vanguardismo. Dramaturgo, poeta, narrador, traductor, Piñera hacía una literatura tan realista que la distorsionaba. Él mismo se definió como "absurdo y existencialista, pero a la cubana".
La obra de Piñera se recuerda hoy entre sus lectores. Que el paso del tiempo da directrices políticas. "Fue un dramaturgo de suma importancia para las vanguardias. Hizo teatro de la crueldad, de lo absurdo, con tintes surrealistas. Formó parte del grupo Orígenes, que también integraba José Lezama Lima. Fundó un par de revistas subversivas políticamente. Su diferencia es que buscaba la confrontación política", dijo el venezolano Gabriel Payares, que ha leído su obra.
El intelectual cubano fue un autor polifacético que siempre vivió en la extrema pobreza. Habitaba en modestos cuartos de huéspedes que luego figuraban en sus cuentos fantásticos. Estuvo más de 10 años en Buenos Aires antes de regresar a su país. Allá, en Argentina, también pasó frío y estuvo mal alimentado. Hacía pequeños trabajos para algunas revistas. "Los autores que no tienen apoyo del Estado lo tiene del mercado. Y Piñera no tenía apoyo de ninguno de los dos", agregó el ganador del Concurso de Cuentos El Nacional 2011.
La narrativa de Piñera era paradójica. Buscaba la irrealidad dentro de la realidad. "Y cómo no va a ser contradictoria si apostó toda su obra a un régimen que luego lo prohibió. La revolución, que al principio lo dignificaba, lo silenció al punto que lo dejó de publicar. Hasta allanaron su casa y se perdió parte de sus escritos", indicó el autor del libro de cuentos Cuando bajaron las aguas.
Los relatos del escritor, que murió de un infarto en 1979, tienen ciertos aires de Kafka. Absurdos, grotescos, sarcásticos. "Siempre se decía que había algo de autobiográfico en su obra. Una forma de reflexionar a partir de lo irónico. Por ejemplo, de su cuento La carne, en el que los personajes se comían a sí mismos, dijo explícitamente que se refería al razonamiento de alimentos en los años 50. Él logró convertir esa anécdota realista en una cosa profunda. Piñera mira la vida desde un ángulo agudo para reforzar ese paisaje", explicó el merideño Luis Moreno Villamediana, otro lector del caribeño.
La antropofagia está presente en la obra del autor cubano. La carne, la muerte, las mutilaciones. También las paradojas. El relato El que vino a salvarme habla de la muerte, o de la hora de la muerte, como la salvación del personaje. Hay otro, acotó Moreno, en el que el protagonista intenta aprender a nadar en tierra seca. Y esos movimientos lo que hacen es cavar su propia tumba. "Todo el tiempo muestra ese lado oscuro de la vida humana, de lo que nos toca vivir. Su interés principal era hacer de la literatura una experiencia profunda para enfrentar a los dramas terribles, sin apuntar a la literatura como cosa bella".
Ateo, homosexual, crítico de los ideologías políticas del siglo xx, Piñera fue la inconformidad intelectual hecha persona. Un poeta que podría ser antipoeta. Que escribió La isla en peso, un poema por el que se le suene reconocer. Transformaba lo banal y mundano en poesía. "Yo creo que fue mejor cuentista que poeta. Le servía de contrapeso a la poesía de Lezama Lima. Era una cosa mucho menos sublimada", dijo Moreno, autor del poemario Eme sin tilde.
Ya se ha dicho antes que hay obras y autores que tienen un destino patético. El narrador cubano quizás sea uno de ellos, que no se divulgan lo suficiente. "Hay un reconocimiento algo silencioso. Al hacer una mirada retrospectiva, es necesario convenir que es un autor importante de la literatura latinoamericana", concluyó Moreno Villamediana. La literatura de Piñera es un viaje por el absurdo de la realidad.
dfermin@eluniversal.com
El isleño fue un marginado, que -luego de décadas de silenciamiento- ahora ocupa un sitio referencial en la literatura cubana contemporánea. A 100 años de su natalicio (el 4 de agosto), el nativo de Cárdenas se recuerda por su vanguardismo. Dramaturgo, poeta, narrador, traductor, Piñera hacía una literatura tan realista que la distorsionaba. Él mismo se definió como "absurdo y existencialista, pero a la cubana".
La obra de Piñera se recuerda hoy entre sus lectores. Que el paso del tiempo da directrices políticas. "Fue un dramaturgo de suma importancia para las vanguardias. Hizo teatro de la crueldad, de lo absurdo, con tintes surrealistas. Formó parte del grupo Orígenes, que también integraba José Lezama Lima. Fundó un par de revistas subversivas políticamente. Su diferencia es que buscaba la confrontación política", dijo el venezolano Gabriel Payares, que ha leído su obra.
El intelectual cubano fue un autor polifacético que siempre vivió en la extrema pobreza. Habitaba en modestos cuartos de huéspedes que luego figuraban en sus cuentos fantásticos. Estuvo más de 10 años en Buenos Aires antes de regresar a su país. Allá, en Argentina, también pasó frío y estuvo mal alimentado. Hacía pequeños trabajos para algunas revistas. "Los autores que no tienen apoyo del Estado lo tiene del mercado. Y Piñera no tenía apoyo de ninguno de los dos", agregó el ganador del Concurso de Cuentos El Nacional 2011.
La narrativa de Piñera era paradójica. Buscaba la irrealidad dentro de la realidad. "Y cómo no va a ser contradictoria si apostó toda su obra a un régimen que luego lo prohibió. La revolución, que al principio lo dignificaba, lo silenció al punto que lo dejó de publicar. Hasta allanaron su casa y se perdió parte de sus escritos", indicó el autor del libro de cuentos Cuando bajaron las aguas.
Los relatos del escritor, que murió de un infarto en 1979, tienen ciertos aires de Kafka. Absurdos, grotescos, sarcásticos. "Siempre se decía que había algo de autobiográfico en su obra. Una forma de reflexionar a partir de lo irónico. Por ejemplo, de su cuento La carne, en el que los personajes se comían a sí mismos, dijo explícitamente que se refería al razonamiento de alimentos en los años 50. Él logró convertir esa anécdota realista en una cosa profunda. Piñera mira la vida desde un ángulo agudo para reforzar ese paisaje", explicó el merideño Luis Moreno Villamediana, otro lector del caribeño.
La antropofagia está presente en la obra del autor cubano. La carne, la muerte, las mutilaciones. También las paradojas. El relato El que vino a salvarme habla de la muerte, o de la hora de la muerte, como la salvación del personaje. Hay otro, acotó Moreno, en el que el protagonista intenta aprender a nadar en tierra seca. Y esos movimientos lo que hacen es cavar su propia tumba. "Todo el tiempo muestra ese lado oscuro de la vida humana, de lo que nos toca vivir. Su interés principal era hacer de la literatura una experiencia profunda para enfrentar a los dramas terribles, sin apuntar a la literatura como cosa bella".
Ateo, homosexual, crítico de los ideologías políticas del siglo xx, Piñera fue la inconformidad intelectual hecha persona. Un poeta que podría ser antipoeta. Que escribió La isla en peso, un poema por el que se le suene reconocer. Transformaba lo banal y mundano en poesía. "Yo creo que fue mejor cuentista que poeta. Le servía de contrapeso a la poesía de Lezama Lima. Era una cosa mucho menos sublimada", dijo Moreno, autor del poemario Eme sin tilde.
Ya se ha dicho antes que hay obras y autores que tienen un destino patético. El narrador cubano quizás sea uno de ellos, que no se divulgan lo suficiente. "Hay un reconocimiento algo silencioso. Al hacer una mirada retrospectiva, es necesario convenir que es un autor importante de la literatura latinoamericana", concluyó Moreno Villamediana. La literatura de Piñera es un viaje por el absurdo de la realidad.
dfermin@eluniversal.com
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