| ENTREVISTA MIGUEL MARCOTRIGIANO, ESCRITOR
"El poeta suicida deja rastros de su muerte en su obra"
"Cuando uno sabe que el poeta es suicida, ya el acercamiento a sus libros es un prejuicio"
El escritor venezolano publicó "Poesía y suicidio en Venezuela: El caso de Martha Kornblith" (Fundación Celarg) VENANCIO ALCÁZARES
DANIEL FERMÍN , MIGUEL MARCOTRIGIANO , ESCRITOR | EL UNIVERSAL
viernes 5 de abril de 2013 12:00 AM
Miguel Marcotrigiano (Caracas, 1963) leyó hace más de 20 años una antología de poetas suicidas en la que aparecía José Antonio Ramos Sucre. Aquella lectura fue el punto de partida de la investigación Poesía y suicidio en Venezuela: El caso de Martha Kornblith, un libro que, más que un acercamiento a la autora fallecida por voluntad propia en 1997, es un repaso por los bardos venezolanos que pusieron fin a su vida en el siglo pasado.
La nueva publicación del caraqueño explora la obra de Kornblith para establecer una relación entre poesía y suicidio. "Martha Kornblith es una poeta que siento que aborda el tema de una manera honesta, sincera, tanto así que afirmo que ella ensaya su muerte en el poema antes de llevarla a cabo", dijo el autor, que mañana (3:00 pm) estará en un conversatorio en la Librería Kalathos.
El vínculo escritura-suicidio tiene una lista extensa de autores en la literatura universal. Ernest Heminway, Horacio Quiroga, Paul Celan, Virginia Woolf, Alejandra Pizarnik. Escritores que, quizás, anunciaron su acto en sus páginas. "Esa es la teoría que manejo. Los suicidas casi siempre dejan una nota de despedida o explicativa sobre el porqué toman la decisión de acabar su vida. En los escritores, la obra literaria funciona de esa manera. El autor deja rastros, a lo largo de su obra, de esas mismas notas suicidas en clave poética", agregó Marcotrigiano, que conoció a Kornblith en un taller de poesía en los años 90.
La propia Martha Kornblith llegó a decir que en una entrevista que la poesía no salva. A la autora, que estuvo un tiempo recluida en una clínica psiquiátrica por esquizofrenia, el poder de la palabra le sirvió de exorcismo y de destrucción. "En el caso de Martha, creo que la poesía la entrampó. Cuando ella se dedica a cultivar el poema, aparentemente lo hace con fines terapéuticos para sanar. Empieza a leer mucha poesía, pero leyó fue a Silvia Plath, a Anne Aexton, a Alejandra Pizarnik, todas poetas suicidas. Empezó a ser obsesiva con un tema que la fue envolviendo. Sus lecturas no eran celebratorios tipo Walt Whitman".
Marcotrigiano cree que no se puede ir a la obra de un autor suicida sin estar condicionado, sin buscar en los poemas signos que interpreten su muerte. "Cuando uno sabe que el poeta es suicida, ya el acercamiento a sus libros es un prejuicio. Lo mismo que cuando uno sabe que el poeta es judío o ateo. Cuando uno lee a Martha, sus poemas tan estremecedores, es inevitable no dejarse arrastrar por ese vórtice que hay", explicó el también poeta, que incluyó datos biográficos de la autora objeto de estudio.
Hay quienes dicen que para comprender la obra de un autor suicida es necesario conocer algo de su intimidad. Me declaro culpable de que estudio la obra a partir de las vicisitudes biográficas de un autor, pero es que en el caso de los suicidas en importante. El libro finaliza con la pregunta de que si la obra de Martha es una autobiografía poética. Es difícil deslindar la voz literaria de la voz "de la autora", concluyó Marcotrigiano. Leer a un poeta suicida es iniciar por el final: la muerte.
La nueva publicación del caraqueño explora la obra de Kornblith para establecer una relación entre poesía y suicidio. "Martha Kornblith es una poeta que siento que aborda el tema de una manera honesta, sincera, tanto así que afirmo que ella ensaya su muerte en el poema antes de llevarla a cabo", dijo el autor, que mañana (3:00 pm) estará en un conversatorio en la Librería Kalathos.
El vínculo escritura-suicidio tiene una lista extensa de autores en la literatura universal. Ernest Heminway, Horacio Quiroga, Paul Celan, Virginia Woolf, Alejandra Pizarnik. Escritores que, quizás, anunciaron su acto en sus páginas. "Esa es la teoría que manejo. Los suicidas casi siempre dejan una nota de despedida o explicativa sobre el porqué toman la decisión de acabar su vida. En los escritores, la obra literaria funciona de esa manera. El autor deja rastros, a lo largo de su obra, de esas mismas notas suicidas en clave poética", agregó Marcotrigiano, que conoció a Kornblith en un taller de poesía en los años 90.
La propia Martha Kornblith llegó a decir que en una entrevista que la poesía no salva. A la autora, que estuvo un tiempo recluida en una clínica psiquiátrica por esquizofrenia, el poder de la palabra le sirvió de exorcismo y de destrucción. "En el caso de Martha, creo que la poesía la entrampó. Cuando ella se dedica a cultivar el poema, aparentemente lo hace con fines terapéuticos para sanar. Empieza a leer mucha poesía, pero leyó fue a Silvia Plath, a Anne Aexton, a Alejandra Pizarnik, todas poetas suicidas. Empezó a ser obsesiva con un tema que la fue envolviendo. Sus lecturas no eran celebratorios tipo Walt Whitman".
Marcotrigiano cree que no se puede ir a la obra de un autor suicida sin estar condicionado, sin buscar en los poemas signos que interpreten su muerte. "Cuando uno sabe que el poeta es suicida, ya el acercamiento a sus libros es un prejuicio. Lo mismo que cuando uno sabe que el poeta es judío o ateo. Cuando uno lee a Martha, sus poemas tan estremecedores, es inevitable no dejarse arrastrar por ese vórtice que hay", explicó el también poeta, que incluyó datos biográficos de la autora objeto de estudio.
Hay quienes dicen que para comprender la obra de un autor suicida es necesario conocer algo de su intimidad. Me declaro culpable de que estudio la obra a partir de las vicisitudes biográficas de un autor, pero es que en el caso de los suicidas en importante. El libro finaliza con la pregunta de que si la obra de Martha es una autobiografía poética. Es difícil deslindar la voz literaria de la voz "de la autora", concluyó Marcotrigiano. Leer a un poeta suicida es iniciar por el final: la muerte.
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