Didascalia: El imaginario teatral venezolano (IV)
Salto Atrás para entender el costumbrismo. “No se refiere a dictaduras, gobiernos o conflictos internacionales, sino que se circunscribe por completo a los hechos que transcurren en una casa de clase media-alta caraqueña”
Salto Atrás para entender el costumbrismo
“Toda antología lleva consigo una cuota mayor o menor de injusticia”, comenta el crítico teatral Leonardo Azparren Giménez sobre los criterios de elección de sus Clásicos del teatro venezolano, refiriéndose a esos casos de dramaturgos geniales que por motivos de temática o contexto nacional, terminaron siendo “olvidados” de la recopilación.
Es el caso de Leoncio “Leo” Martínez, autor costumbrista y con una vasta dramaturgia aderezada con sainetes que logran plasmar a cabalidad la idiosincrasia y mentalidad del venezolano a principios de siglo. Y uno de estos sainetes destacados es, por supuesto, el famosoSalto Atrás.
Salto Atrás, escrito en 1924, no se refiere a dictaduras, gobiernos o conflictos internacionales, sino que se circunscribe por completo a los hechos que transcurren en una casa de clase media-alta caraqueña.
Elena, la dueña de la casa, debe hacerle frente al infame hecho de que su nieto, producto del matrimonio de su hija Julieta con el alemán Von Genius, resultó ser de una tonalidad de piel muy, muy oscura para ser descendiente de blancos criollos y alemanes. Ella, en compañía de Belencita –vecina chismosa y amiga de la familia– debe hallar una manera de ocultar el hecho al padre de la creatura, que se encuentra en un viaje de negocios y decide regresar tan pronto se entera del nacimiento de su hijo. La comedia de enredos se ve complementada por personajes como Fulgencio, hermano de Elena, y Brígida, una torpe doméstica que no comprende nada de lo que ocurre en la casa con la familia a la que sirve y más que una ayuda se convierte en un estorbo para los planes de Elena
Leoncio Martínez logró, en una pieza con una duración estimada de 45 minutos, ensamblar varias de las características que definían –y siguen definiendo– a la sociedad venezolana, entre ellas la preferencia por los productos –o prospectos, en este caso– de origen extranjero y el racismo, ya que no debemos olvidar que para 1924, año en el que Martínez escribe su Salto Atrás, la esclavitud cumplía con tan sólo 70 años de haber sido abolida.
Sin quererlo Salto Atrás puso orden en las características de ese venezolano de principios de siglo, producto del mestizaje y sometido a la influencia de las principales corrientes ideológicas del siglo, comienza a responder a la pregunta: ¿quién soy yo?
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