Frankfurt comunicador
“Para la Escuela de Frankfurt, la modernidad ilustrada utiliza de manera instrumental la razón y la ciencia asociándose a diversos métodos como el empirismo, la crítica racional abstracta, el pensamiento hipotético-deductivo, incumpliendo con la promesa de edificar una sociedad libre de opresión y de explotación material y espiritual”
El Instituto de Investigaciones Sociales de Frankfurt se estrena en el mundo académico europeo en la década de los veinte del siglo pasado, con el auspicio económico de Felix Weil. La primera y segunda etapa del Instituto correspondió a la dirección de Carl Grünberg (1923-1928) y Max Horkheimer (1928-1933). Con Horkheimer se incorporarían otros pensadores relevantes: Leo Löwenthal, Herbert Marcuse, Otto Kirchheimer, Theodor Adorno, Franz Neumann, Erich Fromm. Luego se uniría el sociólogo y filósofo alemán Jürgen Habermas. Walter Benjamín no perteneció de manera oficial al Instituto, pero su vinculación con estos pensadores contribuyó a enriquecer el debate sobre la cultura y la sociedad de masas.
En 1933, el Instituto, mejor conocido como Escuela de Frankfurt, se clausuró en la dictadura de Adolf Hitler, que se impuso en Alemania entre 1925 y 1945. El régimen nazista organizó una campaña antisemítica que marcó el destino de los intelectuales judíos que formaban parte de este centro de investigación. Algunos de sus miembros lograron establecerse en la década de los treinta en los Estados Unidos, en la Universidad de Columbia, donde encuentran el espacio intelectual propicio para desarrollar su fecunda reflexión sobre la crisis política, económica y moral de la sociedad contemporánea.
Para la Escuela de Frankfurt, la modernidad ilustrada utiliza de manera instrumental la razón y la ciencia asociándose a diversos métodos como el empirismo, la crítica racional abstracta, el pensamiento hipotético-deductivo, incumpliendo con la promesa de edificar una sociedad libre de opresión y de explotación material y espiritual. Fromm hace un llamado de atención moral en el sentido de que el hombre debe utilizar la razón crítica con el fin de permanecer atentos ante cualquier tipo de aplicación práctica de la ciencia y de la tecnología que pudiera poner en peligro a la humanidad.
De igual forma, Marcuse coincide con el planteamiento de Fromm cuando asevera: “En la realidad social, a pesar de todos los cambios, la dominación del hombre por el hombre es todavía una continuidad histórica que vincula la Razón pre-tecnológica con la tecnológica. Sin embargo, la sociedad que proyecta y realiza la transformación tecnológica de la naturaleza, altera la base de la dominación, reemplazando gradualmente la dependencia personal por la dependencia al orden objetivo de las cosas (las leyes económicas, los mercados, etc.)”
La Escuela de Frankfurt entiende que la verdadera función de la filosofía crítica radica en reflexionar sobre las creencias, las conductas y las relaciones sociales de producción y reproducción dominante que se generan en una época determinada; siempre en la búsqueda por conocer los fundamentos que dieron origen a los acontecimientos históricos. Escribe Horkheimer: “La teoría crítica es un elemento esencial en el esfuerzo histórico dirigido a crear un mundo que satisfaga las necesidades y poderes de los hombres. Nunca busca simplemente un incremento del conocimiento como tal: su objetivo es la emancipación del hombre de la esclavitud.”
Los planteamientos del psicoanálisis de Sigmund Freud resultaron de gran utilidad para los pensadores frankfurtianos, ya que brindaban una lectura histórica y psicosocial muy detallada sobre los deseos, los instintos, la sumisión, la represión, la racionalización y los procesos de identificación y proyección, que se manifiestan a nivel inconsciente.
El malestar de la cultura de Sigmund Freud, publicado en 1930, presenta un análisis pormenorizado sobre la crisis de los valores morales y espirituales ante el afán de lucro y poder irracional, propiciado por la misma sociedad mercantilista. Habla Freud: “Uno no puede apartar de sí la impresión de que los seres humanos suelen aplicar falsos raseros; poder, éxito y riqueza es lo que pretenden para sí y lo que admiran en otros, menospreciando los verdaderos valores de la vida. Mas en un juicio universal de esa índole, uno corre el peligro de olvidar la variedad del mundo humano y de su vida anímica.”
La Escuela de Frankfurt insiste en el tema abordado por Freud respecto a la insatisfacción psicosocial del hombre ante la cultura de su tiempo, esta vez desde la perspectiva de la economía política marxista. Surge así el término Industria Cultural, desarrollado por los filósofos Theodor Adorno y Max Horkheimer entre los años 1944 y 1947. Industria Cultural significa, en lo esencial, que los medios masivos homogeneízan, serializan y banalizan la alta cultura y las Bellas Artes. Estos pensadores dirían en Dialéctica del Iluminismo: “La civilización actual concede un aire de semejanza. Films, radio y semanarios constituyen un sistema. Las manifestaciones estéticas, incluso de los opositores políticos, celebran del mismo modo el elogio del ritmo de acero.”
Sin embargo, los medios masivos no degradan necesariamente el arte. En La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica, Walter Benjamin advierte: “por primera vez en la historia universal, la reproductibilidad técnica emancipa a la obra artística de su existencia parasitaria en un ritual. La obra de arte reproducida se convierte, en medida siempre creciente, en reproducción de una obra artística dispuesta para ser reproducida”.
Si bien la reproducción técnica y audiovisual tiende a sacrificar el valor estético y la autenticidad temática y argumentativa de una obra determinada, no podemos soslayar el hecho de que los medios masivos internacionales se han esforzado por divulgar contenidos culturales, científicos y educativos que fortalezcan valores sociales en las audiencias. Esto lo podemos constatar sobre todo en programas transmitidos por la televisión por suscripción así como en Vale TV, canal cultural y educativo venezolano, fundado en 1998.
La importancia de la Escuela de Frankfurt en el campo de la comunicación y la cultura estriba en el hecho de que se ocuparon en estudiar las implicaciones económicas, políticas y psicológicas de la sociedad de consumo. Criticaron, desde la filosofía marxista, el positivismo, el funcionalismo norteamericano, el uso instrumental de la razón a favor de los aparatos ideológicos del Estado, el empleo irracional de la técnica en detrimento del hombre y de la naturaleza, así como la tergiversación del arte y de la espiritualidad en función de los intereses lucrativos de la industria del entretenimiento.
Los humanistas Erick Fromm y Herbert Marcuse, examinaron el concepto de ideología, entendida como falsa conciencia, con el propósito de develar un elenco de temas claves: el principio del placer y el consumismo, la psicología de las masas, la genuflexión de los pueblos ante los sistemas políticos dictatoriales y totalitarios, los procesos psíquicos como la fetichización, la idolatría y la idealización; la dicotomía entre Eros y el Thanatos, entre el placer de la creación y los impulsos primitivos que provocan aniquilación y muerte. ¿Tener o Ser? y El Hombre Unidimensional de Fromm y Marcuse, respectivamente, son obras fundamentales que abordan estos temas de orden cultural y psicosocial.
La Escuela de Frankfurt nos enseñó desde la ética de la comunicación que debemos ser consecuentes con el pensamiento crítico, humanístico y propositivo en aras de una sociedad equitativa y solidaria. Que el proceso de democratización de la comunicación y la cultura en Venezuela se ejercita en la práctica con diálogo, libertad y diversidad cultural. Que siempre existe la posibilidad de optimizar la calidad de los contenidos audiovisuales, estimulando el desarrollo de políticas públicas de comunicación y que la educación es un factor crucial para sintonizarnos con la sociedad del conocimiento, antídoto definitivo contra dogmatismos y totalitarismos.
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