La nuevas agrupaciones tienen madera para las tablas
Jóvenes creadores han tomado la iniciativa de fundar compañías en la búsqueda de un lenguaje propio. Sus propuestas han sido merecedoras de elogios
En La Caja de Fósforos se ha encendido la mecha del talento emergente. La chispa de los jóvenes creadores aumenta cada vez que entran a la sala experimental de Bello Monte, un espacio íntimo en el que veteranos como Orlando Arocha y Diana Volpe han sido testigos del nacimiento de nuevas agrupaciones teatrales.
Hebu Teatro y 4x4 Producciones son algunas de las compañías que han crecido allí. Deus Ex Machina es una de las más recientes. Rossana Hernández, Elvis Chaveinte y Gabriel Agüero se asociaron desde 2012 en su primer montaje, Saverio, el cruel. Los impulsaba la necesidad de encontrar un estilo.
“Bajo nuestro propio sello emprendemos una búsqueda personal. El grupo nos ofrece un lugar de revisión de nuestros proyectos y nos da esa plataforma para arriesgarnos. Además de que tres pares de ojos ven más que uno”, señala Hernández.
El Piquete, un encuentro en el que los creadores prueban material, fue otra de las iniciativas impulsadas en La Caja de Fósforos. Está organizado por 4x4 Producciones, una agrupación fundada hace año y medio en la que un cuarteto de mujeres rompe con estereotipos. “A veces nos ven y creen que no cargamos ni un cable, pero todo lo contrario. Somos actrices 4x4 porque, además de la actuación, nos ocupamos de cada detalle. Todo lo gestionamos, desde actuar hasta martillar un clavo”, afirma María Gabriela Díaz.
Héctor Manrique reconoce el trabajo de estas jóvenes. “De ellas he visto Las Mirabal y Te dejo la corona. Son excelentes, dejan una esperanza abierta cuando uno ve tantas cosas malas en la cartelera teatral”, expresa el actor, quien reconoce que no tiene tiempo de ver todos los montajes de la nueva generación, pero está al tanto de lo que sucede. “Cuando conversas con ellos te das cuenta de las inquietudes que tienen. Muy poca gente mira al país desde el teatro. Estos jóvenes se hacen preguntas profundas”.
La mayoría de los nuevos creadores tienen formación en Unearte, la UCV, las escuelas César Rengifo y Juana Sujo, además de los talleres de Rajatabla, Skena y el Grupo Actoral 80, compañías veteranas que han tendido un puente a las más jóvenes.
Karin Valecillos de Tumbarrancho (Jazmines en el Lídice) ha contado con el apoyo del GA 80. “Montamos Lo que Kurt Cobain se llevó en 2007 con buena parte de su escenografía. Héctor Manrique y otros grandes maestros están interesados en que se siga haciendo buen teatro y para eso hay que generar espacios”.
Valecillos indica que la dinámica de las viejas agrupaciones y las nuevas es distinta. “Los grupos recientes no tienen un espacio propio. Antes cada compañía contaba con una sede y la gente las relacionaba con el sitio. El Teatro Alberto de Paz y Mateos era el Theja, por ejemplo. Tener un lugar permitía la búsqueda de un estilo”.
De acuerdo con el crítico teatral Edgar Moreno Uribe no hay punto de comparación entre ambas generaciones. “Son agrupaciones nacidas en diferentes épocas y contextos. Las nuevas generaciones están más informadas y podrán capacitarse mucho más si aprovechan su juventud”.
Agrega que las rivalidades entre agrupaciones siempre existirán, pero que eso no puede considerarse algo malo. Manrique piensa que hace 30 o 40 años “la preferencia del público por unos u otros generaba la ilusión de un rivalidad que en realidad no existía”.
La situación del país ha hecho que los grupos emergentes no se den la espalda entre sí. Luis Villegas “Spinetta” de Scenik-arte (Nicomedes o el olvido) cree en las alianzas. “La gran mayoría de las nuevas compañías tienen las mismas carencias y necesidades, es imposible llevarnos mal. Todos en el fondo somos como una gran familia de creadores. El medio es muy pequeño”.
Esa crisis que los afecta como ciudadanos influencia sus montajes, que buscan generar la reflexión del público. Morris Merentes de Producciones K (El Quijote no existe) está en proceso de creación permanente. “En el país en el que vivimos es muy fácil nutrir nuestras propuestas, quizás con solo leer el cuerpo de economía o de sucesos de cualquier periódico. No estamos haciendo ‘teatro como espejo de la realidad, sino como martillo para darle forma’, citando a Bertolt Brecht”.
Merentes menciona algunos problemas básicos que afectan a las nuevas agrupaciones. “El presupuesto: debemos costear los honorarios de actores, diseñadores, productores, vestuario, escenografía y el material publicitario. No hay apoyo suficiente, ni público ni privado. Unos cuantos concursos de coproducciones no son suficientes para abarcar a todas las compañías. Finalmente, las salas de teatro están en manos de gerentes que quieren piezas solo dirigidas por ellos y sus amigos, u obras con un contenido burdo y sexual, que con cuatro groserías le arrancan una risa de ignorancia al espectador”.
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