Yo soy

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domingo, 18 de octubre de 2015

"¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué se suicida la gente en este centro?", pregunta la investigadora Sofía Cuevas al empresario Carlos Fresno, en cuya compañía se han quitado la vida tres empleados en los últimos meses."La punta del iceberg" habla de la vida, no de la muerte La obra del español Antonio Tabares se presenta en el Trasnocho Cultural.

"La punta del iceberg" habla de la vida, no de la muerte

La obra del español Antonio Tabares se presenta en el Trasnocho Cultural.

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Las actrices Julie Restifo y Josette Vidal (Fotos Adolfo Acosta)
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INDIRA ROJAS |  EL UNIVERSAL
sábado 17 de octubre de 2015  08:46 AM
"¿Qué es lo que está pasando? ¿Por qué se suicida la gente en este centro?", pregunta la investigadora Sofía Cuevas al empresario Carlos Fresno, en cuya compañía se han quitado la vida tres empleados en los últimos meses.

Sofía sospecha que estos son más que eventos aislados, y ha viajado desde Madrid para aclarar la situación. En el proceso se encuentra con un viejo amigo y también con un viejo amante.

Sin recurrir a tragedias exageradas, esta historia concentrada en la obra La punta del iceberg se convierte en un mecanismo para cuestionar la frialdad del mundo empresarial, la normalización del estrés y la falta de comunicación en el trabajo.

"Esto puede pasar en cualquier parte del mundo (... ). Hay que resaltar que está inspirada en una historia real, de tres suicidios que ocurrieron con empleados de una misma empresa", manifiesta Julie Restifo con el ceño fruncido en señal de rechazo ante tales eventos. La actriz protagoniza esta pieza del dramaturgo español Antonio Tabares, en una puesta en escena realizada bajo la dirección de Javier Vidal.

El montaje se estrenó ayer en el Trasnocho Cultural, y estará hasta el 13 de diciembre en cartelera. En él participan Josette Vidal (Gabriela Benassar), Jan Vidal (Jaime Salas), Juan Carlos Gardié (Alejandro García), Gerardo Soto (Carlos Fresno) y Gonzalo Velutini (Carmelo Luis).

De la realidad a la escena 

La pieza no es una reproducción genuina de los hechos, que ocurrieron en Francia, y Tabares ni siquiera usa los nombres reales de las víctimas. En un principio tenía intenciones de hacer teatro documental, pero viajar a Francia era demasiado (tiene tres hijos y un trabajo en comunicaciones corporativas). Así que, documentado con notas y entrevistas, juntó los sucesos con la ficción.

Entre los últimos meses de 2006 y comienzos de 2007, un ingeniero de la fábrica Renault en París se quitó la vida en la planta, luego un técnico de 44 años hizo lo mismo, y un tercero, que iba a ser ascendido a un cargo directivo, se suicidó en su casa. Las fechas de cada suceso y las fichas de cada víctima son citadas en la obra, y son algunos de los elementos auténticos que Tabares conservó en el texto. "Cuando vi la noticia surgió casi inmediatamente la idea de la obra", confiesa.

El suicidio es un tema que le mueve, y no es la primera vez que se cuela en su dramaturgia. "Me hace cuestionarme como persona que alguien quiera quitarse la vida", afirma el autor, cuyas preferencias teatrales se inclinan por aquellas piezas que le "producen ansiedad" y lo desestabilizan.

Sin embargo, La punta del iceberg no intenta ser pesimista. "Habla de la vida, no de la muerte (...). El suicidio es el desencadenante, pero no es realmente el tema de la obra".

"Aunque es una forma clásica de teatro, el tema es atractivo. Habla de la dialéctica del amor y de la vida", agrega el director Javier Vidal.

"La obra es grande por la calidad de lo que dice justo en un momento en el que en Venezuela los conflictos laborales y sociales son tal que la muerte pulula", lo secunda Gardié, quien interpreta a un sindicalsita de personalidad "guapachosa", acentuada por esa entrada en escena en la que canta una frase de un bolero de Felipe Pirela (guiño agregado por el equipo venezolano). El elenco concuerda en que "la empresa que ahora nos ocupa es el país".

Zapatero a su zapato 

Cuando el dramaturgo, de 42 años, comenzó a escribir la pieza en su casa en la pequeña isla de La Palma no imaginó que con ella ganaría el Premio Tirso de Molina 2011. Mucho menos que se presentaría al otro lado del Atlántico. "Me siento muy honrado de que mi primer estreno internacional sea en Venezuela", expresa. "Mi propio padre fue inmigrante en este país y no hay en Canarias nadie que no haya tenido un familiar aquí o que no haya escuchado sobre Venezuela".

En el país el autor espera encontrar "posibilidades de trabajo en común", así como "conocer el estado de la dramaturgia venezolana". Considera que el intercambio cultural, específicamente el que se refiere al arte escénico, entre Canarias y Venezuela, "se ha perdido un poco", y anhela recuperarlo.

Sus próximos proyectos están vinculados a la puesta en escena de libretos que desarrolló en su juventud, mientras prefiere mantenerse alejado de la película que se realiza de La punta del iceberg y que, según medios españoles, estará en Venezuela en 2016. "No he querido tener nada que ver. El cine es otro lenguaje y es muy diferente. Zapatero a su zapato".

irojas@eluniversal.com

"El silencio de las moscas" es premiada en España y Reino Unido

Con estos reconocimientos, la cinta ha recibido hasta el presente 16 premios y participado en más de 50 festivales internacionales.

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La película se exhibe en el interior del país (Cortesía)
EL UNIVERSAL
sábado 17 de octubre de 2015  08:50 AM
La película venezolana El silencio de las moscas, dirigida por Eliezer Arias, fue garlardonada en la II Muestra de Antropología Audiovisual de Madrid con el Segundo premio al Mejor Largometraje Documental y en el Reino Unido en Scottish Mental Health Arts and Film Festival como Mejor Documental.

Con estos reconocimientos El silencio de las moscas ha recibido hasta el presente 16 premios y participado en más de 50 festivales internacionales.

El filme cuenta la historia de Marcelina y Mercedes, dos mujeres que viven en pueblos vecinos de comunidades agrícolas en los andes venezolanos y comparten la misma historia trágica: sus hijas adolescentes han cometido suicidio, al igual que muchas otras personas en esa zona rural durante los últimos años. A través del recuerdo de sus pérdidas, el filme muestra un mundo de dolor tangible en el cual el silencio se ha convertido en un rasgo significativo de este idílico, visualmente poderoso, pero muy violento escenario natural.

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