domingo, abril 24, 2011
DE LAS PALABRAS - FERNANDO BELLIDO Y FEDERICO GARCÍA LORCA - ENTRE EL TISÚ DE TERNURA
En esta hora, tan menguada de ternura, tan adolorida de muerte tan ausente de porvenir, en la que ya hay mucho más que un millón de herreros forjando cadenas para los niños que han de venir, dos poetas granadinos, con décadas de diferencia pero con el mismo paisaje grabado en las pupilas, invocan la ternura e increpan, con un grito enastado en la garganta, que se cumpla la voluntad de la Tierra, esa que, entre adagios de arcoiris, siempre da frutos para todos. ¡Que así sea! ms
ENTRE EL TISÚ DE TERNURA
...aclamado por millones de moribundos; dirá: amor, amor, amor, entre el tisú estremecido de ternura; dirá: paz, paz, paz... |
Cuando ya nadie te espere
entre los gemidos de la aurora
con tu sonrisa de madreselvas
tejeré una almohada de nardos en la noche
para brincar contigo
universos entre las estrellas
dirás: amor, amor, amor
entre los adagios del arcoiris
cuando los ferrocarriles crucen los desiertos
y desafíen los acantilados
que siembran de sueños
las cúspides de todas las albadas
dirás: amor, amor, amor
entre el canto de los ruiseñores
cuando la desesperanza
descuartice el horizonte
y los oscuros remolinos del tiempo
siembren de sangre los océanos
dirás: paz, paz, paz
hasta que el alma se te abra como una rosa
y cuando ya todas las bombas hayan estallado
todas las minas mutilado
y todas las centrales nucleares
hayan esparcido
sus estambres de cianuro
sobre la cloaca de tus andamios
dirás: amor, amor, amor
hasta que los huesos
se te hagan de yeso.
F. Bellido/Abril-2011
GRITO HACIA ROMA
(DESDE LA TORRE DEL CHRYSLER BUILDING)
Manzanas levemente heridas
por los finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.
por los finos espadines de plata,
nubes rasgadas por una mano de coral
que lleva en el dorso una almendra de fuego,
peces de arsénico como tiburones,
tiburones como gotas de llanto para cegar una multitud,
rosas que hieren
y agujas instaladas en los caños de la sangre,
mundos enemigos y amores cubiertos de gusanos
caerán sobre ti. Caerán sobre la gran cúpula
que untan de aceite las lenguas militares
donde un hombre se orina en una deslumbrante paloma
y escupe carbón machacado
rodeado de miles de campanillas.
Porque ya no hay quien reparta el pan ni el vino,
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.
ni quien cultive hierbas en la boca del muerto,
ni quien abra los linos del reposo,
ni quien llore por las heridas de los elefantes.
No hay más que un millón de herreros
forjando cadenas para los niños que han de venir.
No hay más que un millón de carpinteros
que hacen ataúdes sin cruz.
No hay más que un gentío de lamentos
que se abren las ropas en espera de la bala.
El hombre que desprecia la paloma debía hablar,
debía gritar desnudo entre las columnas,
y ponerse una inyección para adquirir la lepra
y llorar un llanto tan terrible
que disolviera sus anillos y sus teléfonos de diamante.
Pero el hombre vestido de blanco
ignora el misterio de la espiga,
ignora el gemido de la parturienta,
ignora que Cristo puede dar agua todavía,
ignora que la moneda quema el beso de prodigio
y da la sangre del cordero al pico idiota del faisán.
Los maestros enseñan a los niños
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
una luz maravillosa que viene del monte;
pero lo que llega es una reunión de cloacas
donde gritan las oscuras ninfas del cólera.
Los maestros señalan con devoción las enormes cúpulas sahumadas;
pero debajo de las estatuas no hay amor,
no hay amor bajo los ojos de cristal definitivo.
El amor está en las carnes desgarradas por la sed,
en la choza diminuta que lucha con la inundación;
el amor está en los fosos donde luchan las sierpes del hambre,
en el triste mar que mece los cadáveres de las gaviotas
y en el oscurísimo beso punzante debajo de las almohadas.
Pero el viejo de las manos traslucidas
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.
dirá: amor, amor, amor,
aclamado por millones de moribundos;
dirá: amor, amor, amor,
entre el tisú estremecido de ternura;
dirá: paz, paz, paz,
entre el tirite de cuchillos y melones de dinamita;
dirá: amor, amor, amor,
hasta que se le pongan de plata los labios.
Mientras tanto, mientras tanto, ¡ay!, mientras tanto,
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.
los negros que sacan las escupideras,
los muchachos que tiemblan bajo el terror pálido de los directores,
las mujeres ahogadas en aceites minerales,
la muchedumbre de martillo, de violín o de nube,
ha de gritar aunque le estrellen los sesos en el muro,
ha de gritar frente a las cúpulas,
ha de gritar loca de fuego,
ha de gritar loca de nieve,
ha de gritar con la cabeza llena de excremento,
ha de gritar como todas las noches juntas,
ha de gritar con voz tan desgarrada
hasta que las ciudades tiemblen como niñas
y rompan las prisiones del aceite y la música,
porque queremos el pan nuestro de cada día,
flor de aliso y perenne ternura desgranada,
porque queremos que se cumpla la voluntad de la Tierra
que da sus frutos para todos.
FEDERICO GARCIA LORCA
De Poeta en Nueva York
Leer mas! lunes, agosto 23, 2010
SIN NINGÚN AMÉN - A FEDERICO GARCÍA LORCA
bajo un olivo
junto al barranco de viznar
Federico
un año después
de todos los años
que le queden
a la vida te seguiré
preguntando por
los fuegos de la
miseria que andan
por el mundo
señalando que
cumplieron a
cabalidad con la orden
que le trazó la
furia falangista
para llenar por siempre
tu cuerpo de balas
y lo lograron pero
nunca supieron que
ese día hicieron nacer
el poema de mayor
enardecimiento y el
grito de un júpiter
de las astromelias de
amor que los sueños
bautizaron más allá
de las armas que
cercenaron tu garganta
y tus dedos como
federico de los garcía
quien sigue expandiendo
lágrimas por cada una
de las lorcas donde
algún día reaparecerá
tu guitarra lanzando
por el viento tu voz
y tu risa para un tiempo
y un combate sin
ningún amén
abm / 2010 Leer mas!
sábado, agosto 21, 2010
FEDERICO GARCÍA LORCA - A 74 AÑOS DE AQUEL DISPARO
Leopoldo Flores / Retrato de Federico García Lorca
A LOS SETENTA AÑOS DE TU CANTO
05 de junio de 1898 - 19 de agosto de 1936
Federico
todavía veo en tus manos
el canto de heridas
que inunda los escapularios
de todas las brisas que
van quedando en los vagones
que transportan los sahumerios
de las tragedias del mundo
y mientras te miro en tu risa
de arcángel sembrador de vidas
te sigo recordando en tu inmenso
andar detrás de los aspavientos
de las rosas que cosechabas
para el regalo de los dioses
que te esperaban en el fandango
de la definitiva adoración
por eso hoy permanezco en tu afán
de espera de golosina incendiada
para seguir escuchando los disparos
vertidos sobre tu frente de azahar
y verte acometer el sacrilegio
de decirle a los asesinos de tus ojos
que tu canto se entenderá con los
pájaros de los cielos de los ríos
por mientras haya siglos de cielos
y amén de amor.
Luigi Bocherini / Introducción y fandango
abm / ofrenda musical
lunes, junio 08, 2009
FEDERICO GARCÍA LORCA - EMBUSTERÍAS DE GUITARRA
LAS SEIS CUERDAS
La guitarra,
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera.
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas,
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera.
FEDERICO GARCÍA LORCA
Francesc Tárrega
Recuerdos del Alambra / Interpreta Andrés Segovia
sábado, junio 06, 2009
FEDERICO GARCÍA LORCA EN OTRO JUNIO
CASIDA DE LA MANO IMPOSIBLE
Yo no quiero más que una mano;
una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano
aunque pase mil noches sin lecho.
Sería un pálido lirio de cal.
Sería una paloma amarrada a mi corazón.
Sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.
Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.
Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.
FGL
Leer mas! una mano herida, si es posible.
Yo no quiero más que una mano
aunque pase mil noches sin lecho.
Sería un pálido lirio de cal.
Sería una paloma amarrada a mi corazón.
Sería el guardián que en la noche de mi tránsito
prohibiera en absoluto la entrada a la luna.
Yo no quiero más que esa mano
para los diarios aceites y la sábana blanca de mi agonía.
Yo no quiero más que esa mano
para tener un ala de mi muerte.
Lo demás todo pasa.
Rubor sin nombre ya. Astro perpetuo.
Lo demás es lo otro; viento triste,
mientras las hojas huyen en bandadas.
FGL
OTROS ENLACES
martes, agosto 19, 2008
FEDERICO GARCÍA LORCA - GACELA DE LA MUERTE OSCURA
Quiero dormir el sueño de las manzanas
alejarme del tumulto de los cementerios.
Quiero dormir el sueño de aquel niño
que quería cortarse el corazón en alta mar.
No quiero que me repitan que los muertos no pierden la sangre;
que la boca podrida sigue pidiendo agua.
No quiero enterarme de los martirios que da la hierba,
ni de la luna con boca de serpiente
que trabaja antes del amanecer.
Quiero dormir un rato,
un rato, un minuto, un siglo;
pero que todos sepan que no he muerto;
que haya un establo de oro en mis labios;
que soy un pequeño amigo del viento Oeste;
que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.
Cúbreme por la aurora con un velo,
porque me arrojará puñados de hormigas,
y moja con agua dura mis zapatos
para que resbale la pinza de su alacrán.
Porque quiero dormir el sueño de las manzanas
para aprender un llanto que me limpie de tierra;
porque quiero vivir con aquel niño oscuro
que quería cortarse el corazón en alta mar.
DIVÁN DEL TAMARIT / FEDERICO GARCÍA LORCA
Joaquín Rodrigo /Adagio / Concierto de Aranjuez
FEDERICO Y LUIS MARIANO: JACINTOS DE UN MISMO OLIVAR
Hoy 19 de agosto se juntan dos fechas con una misma honda significación: el nacimiento de Luis Mariano Rivera (19-08-1906), el cantor y poeta de Canchunchú Florido y el asesinato de Federico García Lorca (19-08-1936).
Hurgar en sus espacios es como navegar en el bajel de la vida sobre ríos de jacintos, nubes de hierbabuena, nostalgias de albahaca. Es como cabalgar en el piquito de los tucusitos y prenderse de la última florecita del camino para reinventar con su simiente un bosque de suspiros, un almacén de risas de niños, un campo minado de azahares batallando por volver a ser enredadera y rocío.
En estos tiempos copados por la muerte ajena y la propia, atrapados entre sequías y devastaciones, hundidos en el oropel de los sinsentidos, el ruido sordo de un viento inmóvil y en desasosiego, hay que ir a en busca de la palabra que aún no se ha pronunciado.
La que intuía Luis Mariano mientras observaba con tesón de hormiga el vuelo detenido de los picaflores y el dolor a cenizas de las guacaritas.
La palabra que desanudó Federico entre olivares y juncos para regalársela a los niños. Una canción de cuna que perdurará por la noche de sus días.
Un verso melodía que desató la brisa contenida entre las vides, exploró el amor en el dintel de las cuerdas de una guitarra rota, para ofrecerlo como un manjar servido a las orillas de un río de besos en tiempo de alegría.
En este día, tan parecido a los otros, vale la pena abrir el corazón a los paisajes del alma, a los bosques de pinos que anidan en el interior de las pupilas de los niños, al cauce que dibuja el rayito de sol sobre las hojas, al candor que emerge de las golosinas que tienen sabor a caricias y a verdes hierbas de un herbolario que aún no hemos sembrado.
Tal vez si cada verso-canción de estos poetas pudiésemos asirlo como una guirnalda, empuñarlo como un pañuelo violeta, prenderlo del cinto como un centinela de la vida, tal vez podamos comenzar a ahuyentar la muerte, a detener a los asesinos, a quebrarle el muro a los lamentos que no cesan y a la pena de pozos que se sigue extendiendo como si se hubiese apagado el último cocuyo dejándonos con el solo resplandor de las metrallas.
Tal vez. Vale la pena intentarlo, en este día y en los otros, los que están y sobrevienen con su carga de odios.
Tal vez con ese frugal equipaje de versos podamos hacer desistir a los fusiladores de entonces y ahora, a los carceleros de la ilusión y del hombre libertario, de su acción depredadora.
Y a cambio encender el cáliz de un clavel púrpura, amotinar sobre las colinas el acidito de amor de los cerezos y refundar en el propio corazón y el del otro, que es nuestro hermano, la perfecta simetría del interior de los naranjos.
Hurgar en sus espacios es como navegar en el bajel de la vida sobre ríos de jacintos, nubes de hierbabuena, nostalgias de albahaca. Es como cabalgar en el piquito de los tucusitos y prenderse de la última florecita del camino para reinventar con su simiente un bosque de suspiros, un almacén de risas de niños, un campo minado de azahares batallando por volver a ser enredadera y rocío.
En estos tiempos copados por la muerte ajena y la propia, atrapados entre sequías y devastaciones, hundidos en el oropel de los sinsentidos, el ruido sordo de un viento inmóvil y en desasosiego, hay que ir a en busca de la palabra que aún no se ha pronunciado.
La que intuía Luis Mariano mientras observaba con tesón de hormiga el vuelo detenido de los picaflores y el dolor a cenizas de las guacaritas.
La palabra que desanudó Federico entre olivares y juncos para regalársela a los niños. Una canción de cuna que perdurará por la noche de sus días.
Un verso melodía que desató la brisa contenida entre las vides, exploró el amor en el dintel de las cuerdas de una guitarra rota, para ofrecerlo como un manjar servido a las orillas de un río de besos en tiempo de alegría.
En este día, tan parecido a los otros, vale la pena abrir el corazón a los paisajes del alma, a los bosques de pinos que anidan en el interior de las pupilas de los niños, al cauce que dibuja el rayito de sol sobre las hojas, al candor que emerge de las golosinas que tienen sabor a caricias y a verdes hierbas de un herbolario que aún no hemos sembrado.
Tal vez si cada verso-canción de estos poetas pudiésemos asirlo como una guirnalda, empuñarlo como un pañuelo violeta, prenderlo del cinto como un centinela de la vida, tal vez podamos comenzar a ahuyentar la muerte, a detener a los asesinos, a quebrarle el muro a los lamentos que no cesan y a la pena de pozos que se sigue extendiendo como si se hubiese apagado el último cocuyo dejándonos con el solo resplandor de las metrallas.
Tal vez. Vale la pena intentarlo, en este día y en los otros, los que están y sobrevienen con su carga de odios.
Tal vez con ese frugal equipaje de versos podamos hacer desistir a los fusiladores de entonces y ahora, a los carceleros de la ilusión y del hombre libertario, de su acción depredadora.
Y a cambio encender el cáliz de un clavel púrpura, amotinar sobre las colinas el acidito de amor de los cerezos y refundar en el propio corazón y el del otro, que es nuestro hermano, la perfecta simetría del interior de los naranjos.
mery sananes
Leer mas! sábado, agosto 19, 2006
EMBUSTERIAS DE FEDERICO GARCIA LORCA
Leopoldo Flores / Retrato de Federico García Lorca
A LOS SETENTA AÑOS DE TU CANTO
05 de junio de 1898 - 19 de agosto de 1936
Federico
todavía veo en tus manos
el canto de heridas
que inunda los escapularios
de todas las brisas que
van quedando en los vagones
que transportan los sahumerios
de las tragedias del mundo
y mientras te miro en tu risa
de arcángel sembrador de vidas
te sigo recordando en tu inmenso
andar detrás de los aspavientos
de las rosas que cosechabas
para el regalo de los dioses
que te esperaban en el fandango
de la definitiva adoración
por eso hoy permanezco en tu afán
de espera de golosina incendiada
para seguir escuchando los disparos
vertidos sobre tu frente de azahar
y verte acometer el sacrilegio
de decirle a los asesinos de tus ojos
que tu canto se entenderá con los
pájaros de los cielos de los ríos
por mientras haya siglos de cielos
y amén de amor.
Luigi Bocherini / Introducción y fandango
abm / ofrenda musical
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