Un preso infiel ganó el concurso Cartas de amor
Albio Vivas obtuvo el primer lugar por su misiva titulada "Confesión".
El ingeniero informático se llevó el máximo galardón GABRIELA PULIDO
DANIEL FERMÍN | EL UNIVERSAL
jueves 10 de mayo de 2012 12:00 AM
Querido lector:
Esto no es una carta de amor. Me dirijo a usted a través de la presente para reseñarle el concurso epistolar que organizó Mont Blanc. Permítame decirle que el certamen lo ganó un preso. Sí, un infiel que escribió su Confesión desde la celda.
Ernesto, se llama el personaje, que terminó en la cárcel por matar a su compadre. La historia de una muchachita (¡Qué muchachita, vale!), que destruyó un matrimonio al enamorarse de un padre de familia, cautivó al jurado presidido por el escritor Leonardo Padrón.
Albio Vivas fue el autor de la carta galardonada. Un ingeniero informático que, dice, aprende a programar con el algoritmo de las palabras. Que escribió su apócrifa misiva justo el día de cierre de la convocatoria. Y que, dijo ya después de haber triunfado, nunca pensó que llegaría hasta donde llegó.
Déjeme copiarle, estimado receptor, algunas declaraciones textuales del ganador. No vaya usted a creer que todo esto lo he inventado: "Quise escribir una carta con un toque de humor para romper con ese dolor que abunda en el amor. También quería dejar algún mensaje, mostrar -con algo de ironía- cómo la infidelidad puede acabar nuestras vidas".
Y, así, Vivas descartó la idea de escribirle a su hermano fallecido para inventar el relato de esa muchachita (¡Qué muchachita, vale!) que separó a Ernesto de su mujer, que se quedó con la casa, el carro, el apartamento de playa, la familia y su abogado (su compadre).
Lector, debo aclararle también que el concepto de Vivas predominó en la ceremonia, que se realizó la noche del martes en el Teatro de Chacao. La mayoría de los 10 finalistas hizo uso de personajes ficticios para contar sus historias. Hubo más risas que llantos.
Carolina Espada, por ejemplo, escribió la epístola de renuncia de una ayudante de la secretaria del asistente personal de un licenciado. Una muchacha de vestido marrón que intenta dejar su trabajo ante la imposibilidad de que su amado jefe, al menos, la mire. Sin preaviso se quedó con el premio al tercer lugar del evento. Como ella, más: Marianne Amelinckx fue la autora de No es que no sepa, es que no puedo decírtelo, acerca de una muda incapaz de gritarle al mundo lo mucho que quiere a un chico.
También hubo testimonios reales. No piense que todo fue un chiste (eso los provocó César Miguel Rondón). Susana González escribió Carta a mi tumor, que obtuvo el segundo lugar. Además, Cynthia Campos vino desde Lima a leer Carta de tu ausencia, dedicada a su hijo neonato que falleció apenas hace tres meses. Que quede algo claro: cada quien expresa su amor como quiere.
Sin más que agregar, se despide, preso en la redacción:
@Daniel_Fermin
Esto no es una carta de amor. Me dirijo a usted a través de la presente para reseñarle el concurso epistolar que organizó Mont Blanc. Permítame decirle que el certamen lo ganó un preso. Sí, un infiel que escribió su Confesión desde la celda.
Ernesto, se llama el personaje, que terminó en la cárcel por matar a su compadre. La historia de una muchachita (¡Qué muchachita, vale!), que destruyó un matrimonio al enamorarse de un padre de familia, cautivó al jurado presidido por el escritor Leonardo Padrón.
Albio Vivas fue el autor de la carta galardonada. Un ingeniero informático que, dice, aprende a programar con el algoritmo de las palabras. Que escribió su apócrifa misiva justo el día de cierre de la convocatoria. Y que, dijo ya después de haber triunfado, nunca pensó que llegaría hasta donde llegó.
Déjeme copiarle, estimado receptor, algunas declaraciones textuales del ganador. No vaya usted a creer que todo esto lo he inventado: "Quise escribir una carta con un toque de humor para romper con ese dolor que abunda en el amor. También quería dejar algún mensaje, mostrar -con algo de ironía- cómo la infidelidad puede acabar nuestras vidas".
Y, así, Vivas descartó la idea de escribirle a su hermano fallecido para inventar el relato de esa muchachita (¡Qué muchachita, vale!) que separó a Ernesto de su mujer, que se quedó con la casa, el carro, el apartamento de playa, la familia y su abogado (su compadre).
Lector, debo aclararle también que el concepto de Vivas predominó en la ceremonia, que se realizó la noche del martes en el Teatro de Chacao. La mayoría de los 10 finalistas hizo uso de personajes ficticios para contar sus historias. Hubo más risas que llantos.
Carolina Espada, por ejemplo, escribió la epístola de renuncia de una ayudante de la secretaria del asistente personal de un licenciado. Una muchacha de vestido marrón que intenta dejar su trabajo ante la imposibilidad de que su amado jefe, al menos, la mire. Sin preaviso se quedó con el premio al tercer lugar del evento. Como ella, más: Marianne Amelinckx fue la autora de No es que no sepa, es que no puedo decírtelo, acerca de una muda incapaz de gritarle al mundo lo mucho que quiere a un chico.
También hubo testimonios reales. No piense que todo fue un chiste (eso los provocó César Miguel Rondón). Susana González escribió Carta a mi tumor, que obtuvo el segundo lugar. Además, Cynthia Campos vino desde Lima a leer Carta de tu ausencia, dedicada a su hijo neonato que falleció apenas hace tres meses. Que quede algo claro: cada quien expresa su amor como quiere.
Sin más que agregar, se despide, preso en la redacción:
@Daniel_Fermin
No hay comentarios:
Publicar un comentario