ENTREVISTA HÉCTOR TORRES, ESCRITOR
"No quiero dar lecciones de vida"
"Todos somos victimarios. Sólo que no nos damos cuenta. El venezolano tiene la cultura de la viveza"
El narrador venezolano presentó, en la pasada feria del libro, su última obra: "Caracas muerde" ENIO PERDOMO
DANIEL FERMÍN , HÉCTOR TORRES , ESCRITOR | EL UNIVERSAL
sábado 19 de mayo de 2012 12:00 AM
Héctor Torres (Caracas, 1978) hizo literatura de la realidad. El escritor venezolano tomó historias verdaderas para realizar crónicas ficticias que reunió en Caracas muerde, un libro de 30 relatos que reflejan la cotidianidad de la ciudad: la muerte, el miedo, la anarquía, la esperanza, la redención. Todo con un enfoque humano. Sólo faltó algún texto en el que haya un tiroteo en el Metro.
El autor de La huella del bisonte dejó de lado el amarillismo. Que para eso están los periódicos, que no tienen espacio para cubrir los sucesos de un país que ya naturalizó la violencia. "Mi intención no fue tratar la crónica roja. Yo quise retratar la historia pequeña, la cotidiana. La idea es que la gente vea qué hay detrás de esas historias. Que hay dolor, personas que sufren, familias de luto. No verlos como estadísticas sino como humanos", dijo el narrador, que presentó su obra en el Festival de la Lectura.
-Si uno lee Caracas muerde en el Metro, o en una camionetica, tiene el escenario montado. Podría hasta pensar que el protagonista está al lado. ¿Quiso reflejarnos a nosotros mismos?
-Ese es el punto. Cuando salimos a la calle, en una ciudad como Caracas, vamos predispuestos a que el otro es el enemigo. La polarización política, el miedo en el que vive el venezolano por la violencia, nos ha llevado a ver al otro como enemigo, cuando la ciudad es la casa y el otro somos nosotros. Con las crónicas quiero que la gente sienta que eso que le pasa a esas personas también les pasa a todos. Son sus vecinos.
-El libro también es una especie de anecdotario de sucesos. Uno puede ir marcándolos: esto me pasó, esto aún no. Al final, tras terminarlo, uno no sabe si ver la ciudad con más miedo o no...
-Yo quisiera que la vieran con más compasión. Esa es la búsqueda. Yo le puse un orden de forma tal que la gente sintiera que ofrece un poco de redención. Estamos en una olla llena de miedo. Si bajáramos un poquito la guardia, y nos evocáramos al encuentro con la ciudad, podríamos tener una Caracas menos agresiva. La ciudad la hacemos todos.
-Lo cito: "Ante el dolor toda palabra resulta un gesto inútil". ¿A aquellas personas que han sido víctimas de la tragedia de vivir en una ciudad como esta, cómo deben tomar Caracas muerde?
-Es difícil. Yo no quiero tampoco que se sienta que yo vengo a dar fórmulas ni lecciones de vida. Esta es la ciudad que yo veo en mi pateo diario por la calle. He entendido como conclusión que esta es la ciudad que tenemos. La intención es ver con indulgencia la ciudad, ver que todos somos protagonistas de esa locura, que podríamos tratar de mejorarla.
-Las listas de las notas más leídas de los diarios están llenas de sucesos.Caracas muerde también entró en los más vendidos. ¿Al venezolano le gusta la violencia?
-Aquí a nadie le gusta la violencia. O puede ser que cree que no le gusta. Pero, en el fondo, tiene que desmontarse un chip que vino de fábrica. De forma racional, ni a ti ni a mí nos gusta la violencia, pero nos amamantaron con el tetero de los grandes héroes, de los hombres de acción, del hombre batalla. Aquí apologizamos al duro, al guerrero. Tenemos que desmontarnos ese mito de que todo se resuelve con firmeza, con armas, no con reflexión (...) Cuatro millones de personas no pueden vivir matándose.
-¿Y para qué sirve la literatura en una ciudad así?
-La literatura, en una sociedad como esta, en un tiempo tan rápido como este, te permite el sosiego. La segunda vista sobre las cosas. Todo pasa tan rápido que la gente se permite una sola mirada. La literatura ofrece un punto de vista alterno para permitirte la reflexión sobre la vida que vivimos.
dfermin@eluniversal.com
El autor de La huella del bisonte dejó de lado el amarillismo. Que para eso están los periódicos, que no tienen espacio para cubrir los sucesos de un país que ya naturalizó la violencia. "Mi intención no fue tratar la crónica roja. Yo quise retratar la historia pequeña, la cotidiana. La idea es que la gente vea qué hay detrás de esas historias. Que hay dolor, personas que sufren, familias de luto. No verlos como estadísticas sino como humanos", dijo el narrador, que presentó su obra en el Festival de la Lectura.
-Si uno lee Caracas muerde en el Metro, o en una camionetica, tiene el escenario montado. Podría hasta pensar que el protagonista está al lado. ¿Quiso reflejarnos a nosotros mismos?
-Ese es el punto. Cuando salimos a la calle, en una ciudad como Caracas, vamos predispuestos a que el otro es el enemigo. La polarización política, el miedo en el que vive el venezolano por la violencia, nos ha llevado a ver al otro como enemigo, cuando la ciudad es la casa y el otro somos nosotros. Con las crónicas quiero que la gente sienta que eso que le pasa a esas personas también les pasa a todos. Son sus vecinos.
-El libro también es una especie de anecdotario de sucesos. Uno puede ir marcándolos: esto me pasó, esto aún no. Al final, tras terminarlo, uno no sabe si ver la ciudad con más miedo o no...
-Yo quisiera que la vieran con más compasión. Esa es la búsqueda. Yo le puse un orden de forma tal que la gente sintiera que ofrece un poco de redención. Estamos en una olla llena de miedo. Si bajáramos un poquito la guardia, y nos evocáramos al encuentro con la ciudad, podríamos tener una Caracas menos agresiva. La ciudad la hacemos todos.
-Lo cito: "Ante el dolor toda palabra resulta un gesto inútil". ¿A aquellas personas que han sido víctimas de la tragedia de vivir en una ciudad como esta, cómo deben tomar Caracas muerde?
-Es difícil. Yo no quiero tampoco que se sienta que yo vengo a dar fórmulas ni lecciones de vida. Esta es la ciudad que yo veo en mi pateo diario por la calle. He entendido como conclusión que esta es la ciudad que tenemos. La intención es ver con indulgencia la ciudad, ver que todos somos protagonistas de esa locura, que podríamos tratar de mejorarla.
-Las listas de las notas más leídas de los diarios están llenas de sucesos.Caracas muerde también entró en los más vendidos. ¿Al venezolano le gusta la violencia?
-Aquí a nadie le gusta la violencia. O puede ser que cree que no le gusta. Pero, en el fondo, tiene que desmontarse un chip que vino de fábrica. De forma racional, ni a ti ni a mí nos gusta la violencia, pero nos amamantaron con el tetero de los grandes héroes, de los hombres de acción, del hombre batalla. Aquí apologizamos al duro, al guerrero. Tenemos que desmontarnos ese mito de que todo se resuelve con firmeza, con armas, no con reflexión (...) Cuatro millones de personas no pueden vivir matándose.
-¿Y para qué sirve la literatura en una ciudad así?
-La literatura, en una sociedad como esta, en un tiempo tan rápido como este, te permite el sosiego. La segunda vista sobre las cosas. Todo pasa tan rápido que la gente se permite una sola mirada. La literatura ofrece un punto de vista alterno para permitirte la reflexión sobre la vida que vivimos.
dfermin@eluniversal.com
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