Valencia, la de Venezuela, ciudad colonial.
La ciudad nace y crece en torno a su Iglesia Matriz, hoy Basílica Catedral Metropolitana de Nuestra Señora del Socorro de Valencia, esta estética arquitectural determinará lo que estaba por suceder en lo concerniente al hecho teatral en nuestra ciudad, entendiendo como “hecho teatral”, el desarrollo en escena de una determinada corriente estética.
Corroborando lo antes dicho, durante el siglo XVII, en 1634 se construyó otra Iglesia, la de San Francisco que con el Convento de San Buenaventura ocupaban toda una manzana a la vera del Camino Real. Será en el siglo XVIII cuando comienzan a aparecer residencias de cierta importancia como la casa de Don Ramón de Ibarrolaburu y Añorga, conocida hoy como “Casa de los Celis”: la casa de Don Carlos Tamayo y Pérez de la Fuente (sede de la Escuela de teatro “Ramón Zapata”’) y la de Miguel Peña. Comienza así mismo la vida militar en la ciudad con la construcción del Cuartel de Milicianos Blancos, cerrando con la emblemática construcción de la Iglesia de La Candelaria. Esto va a signar al teatro en Valencia, ya que los componentes que van a influir en él hasta más allá de la mitad del siglo XX van a ser: lo religioso, lo romántico y lo neoclásico. Estas raíces van a alimentar al tronco cultural de la ciudad colonial y republicana… Antes y después de la Independencia, el valenciano vio en la escena, una imagen de la vida en la que creyó o porque le fue impuesta o porque quería verla.
En el siglo XVIII, la actividad teatral estuvo orientada para que coincidiera con ceremonias sociales y representativas del Estado español.
La documentación disponible permite pensar que no hubo propósitos teatrales, artísticos ni estéticos en la promoción del teatro y en el cultivo de la teatralidad social; todo conduce a considerar que privó un utilitarismo social por parte del Estado, prueba de ello es que sólo en 1784, Venezuela tiene su primera sala de teatro, casi dos siglos después de México y Lima. Fue en la ciudad de Caracas por iniciativa del Capitán General Manuel González Torres de Navarra, y estuvo entre las esquinas “El Conde” y “Carmelitas”, en un solar propiedad de Fernando Ignacio Ascanio, Conde de La Granja. Los vecinos de las ciudades del interior del país, en realidad villorrios pobres y marginales, alimentaban su sentimiento de identidad nacional con las comedias, procesiones y exhibiciones del perdón real.
Al igual que en el Medioevo europeo, en el siglo XVIII venezolano hubo más teatralidad que teatro. Para cada ocasión oficial se echaba mano a calles y plazas para revestirlas con un esplendor que glorificaba el poder real. (Azparren Jiménez 1997: 23,32 y 33).
Hacemos notar que la “teatralidad” en Valencia a través de sus alardes neoclásicos y el drama romántico, así corno el lugar donde se desarrollaban las actividades (calles y plazas), sirvió para reafirmar la identidad del grupo, no para debatir criterios acerca de la belleza, ni problemas de hondo contenido existencial humano, de ahí la importancia de estas características, determinantes a la hora de escribir la historia.
LA CIUDAD REPUBLICANA.
En el siglo XIX comienza a modificarse el gusto de los valencianos a pesar de la falta de presupuesto por las guerras vividas después de la de Independencia, de tal manera que incorporan dentro de sus residencias, pequeños espacios dispuestos a la representación teatral familiar. La propia casa del General Presidente José Antonio Páez o la de González Guinán, son ejemplos de estas tendencias…Pero hubo un hecho tecnológico que aupó mucho más esta producción teatral casera: la inclusión del alumbrado público en 1836. Fue por los finales de dicho año cuando una comisión de vecinos, encabezada por Diego Escorihuela y Ramón Ravelo, quienes acordaron poner en vigencia lo que se llamó el alumbrado civil de la calle Real (hoy calle Colombia), e iniciaron una suscripción, que sumó 361 pesos (Bs.1,45, antes, Bs 1.444), gracias a la cual fueron construidos, por el artesano Sr. José Franquines: 23 faroles y 23 pescantes y por e! cerrajero Sr. Antonio Araujo. Para iniciar el alumbrado se compraron diez botellas de manteca de puerco a razón de dos reales c/u, y en la noche del 31 de Diciembre de ese mismo año, apareció la calle Colombia iluminada con los 23 faroles que se colocaron a una distancia de media cuadra (50 m). El contento del vecindario fue indescriptible. Poco a poco el alumbrado fue aumentando en la población, y para 1864 se contrató el alumbrado de kerosén. Para el año 1885 los faroles públicos habían aumentado en toda la ciudad hasta la cantidad de 628, cuyo mantenimiento costaba al Municipio Bs. 34,80 (antes, Bs. 34.800).
Por tanto era la oportunidad para que la “teatralidad” valenciana se expusiera como belleza escenográfica, como belleza luminotécnica pero sin ningún contenido material para quienes pretendían erigir la estética, a lo mejor no eran sus intenciones pero sí sus realizaciones. Sucede que para la sociedad culta de la época, el teatro es escenificar, ese es el concepto, que incluso todavía, se tiene de “La Puesta en Escena”, eso es lo que todavía algunos Directores “serios” llaman “El Hecho Teatral”. Así pues que el teatro, en Valencia, con la aparición del alumbrado público, pasó de “Velada familiar” a un “teatro de sombrero de pajilla”… sigue siendo una distracción de vecindario.
Por tanto era la oportunidad para que la “teatralidad” valenciana se expusiera como belleza escenográfica, como belleza luminotécnica pero sin ningún contenido material para quienes pretendían erigir la estética, a lo mejor no eran sus intenciones pero sí sus realizaciones. Sucede que para la sociedad culta de la época, el teatro es escenificar, ese es el concepto, que incluso todavía, se tiene de “La Puesta en Escena”, eso es lo que todavía algunos Directores “serios” llaman “El Hecho Teatral”. Así pues que el teatro, en Valencia, con la aparición del alumbrado público, pasó de “Velada familiar” a un “teatro de sombrero de pajilla”… sigue siendo una distracción de vecindario.
CASA DE LOS HERNÁNDEZ DE MONAGAS (Sede de la Escuela de teatro “Ramón Zapata”).
Hermosa construcción existente en la Calle Colombia, antiguo “Camino Real”, frente a la Plaza Sucre. Fue construida por Don Carlos Tamayo y Pérez de La Fuente comenzando en el siglo XVIII. Este personaje fue el antepasado de Carlos y Juan Antonio Hernández de Monagas, quienes heredaron la casa.
Vale la pena relatar un suceso histórico que se encuentra todavía entre las sombras de la historia y que causó mucho revuelo… Ocurrió en la plaza Miguel Peña de frente al templo de la Candelaria. Cuando los trabajos del templo iban bastante adelantados sucedió un acontecimiento sangriento que conmovió dolorosamente a la sociedad valenciana…
Una tarde del año 1808. Habiendo salido, ya al oscurecer, de la casa de los curas de Candelaria el presbítero Dr. Carlos Hernández Monagas quien visitaba el templo para inspeccionar las obras, un hombre desconocido, al parecer lo vigilaba desde la calle Carabobo… le dio por la espalda un lanzazo que le dejó instantáneamente muerto…
Según los historiadores de la época, el presbítero Carlos Hernández de Monagas era Juez Inquisidor y seguía un juicio a un vecino muy principal de Valencia. El enjuiciado compró al asesino, el cual vivía en uno de los pueblos de occidente, quien después de dejar amarrada en el matadero la res que había de beneficiar, regresó al lugar de su residencia al amanecer del día siguiente, todo lo cual fue hecho para estar en capacidad de establecer la coartada… pero poco después cayó en cama en el pueblo de Tinaco, y antes de morir confesó su crimen públicamente, como señal de arrepentimiento.
A estos presbíteros (Carlos y Juan Antonio Hernández de Monagas) se les debe además: el Beaterío de las Carmelitas en la hoy sede del Capitolio y el agua entubada hacia la ciudad.
Esta hermosa casa, el Presidente Antonio Guzmán Blanco la destinó para establecer el Colegio Nacional de Niñas en Carabobo. Luego se instaló allí la Escuela “Fernando Peñalver” hasta que fue sustituida por la Escuela de Teatro “Ramón Zapata”.
Vale la pena relatar un suceso histórico que se encuentra todavía entre las sombras de la historia y que causó mucho revuelo… Ocurrió en la plaza Miguel Peña de frente al templo de la Candelaria. Cuando los trabajos del templo iban bastante adelantados sucedió un acontecimiento sangriento que conmovió dolorosamente a la sociedad valenciana…
Una tarde del año 1808. Habiendo salido, ya al oscurecer, de la casa de los curas de Candelaria el presbítero Dr. Carlos Hernández Monagas quien visitaba el templo para inspeccionar las obras, un hombre desconocido, al parecer lo vigilaba desde la calle Carabobo… le dio por la espalda un lanzazo que le dejó instantáneamente muerto…
Según los historiadores de la época, el presbítero Carlos Hernández de Monagas era Juez Inquisidor y seguía un juicio a un vecino muy principal de Valencia. El enjuiciado compró al asesino, el cual vivía en uno de los pueblos de occidente, quien después de dejar amarrada en el matadero la res que había de beneficiar, regresó al lugar de su residencia al amanecer del día siguiente, todo lo cual fue hecho para estar en capacidad de establecer la coartada… pero poco después cayó en cama en el pueblo de Tinaco, y antes de morir confesó su crimen públicamente, como señal de arrepentimiento.
A estos presbíteros (Carlos y Juan Antonio Hernández de Monagas) se les debe además: el Beaterío de las Carmelitas en la hoy sede del Capitolio y el agua entubada hacia la ciudad.
Esta hermosa casa, el Presidente Antonio Guzmán Blanco la destinó para establecer el Colegio Nacional de Niñas en Carabobo. Luego se instaló allí la Escuela “Fernando Peñalver” hasta que fue sustituida por la Escuela de Teatro “Ramón Zapata”.
EL TEATRO EN VALENCIA. SU ORIGEN SOCIAL.
Desde el año 1808, el teatro fue noticia cotidiana en la prensa venezolana y la imprenta hizo posible la edición de las obras, estímulo que lo transformó en la actividad cultural y social pública más activa, sólo afectada por la Guerra de Independencia (1810-1821). (Azparren Jiménez, 1997: 75)
En 1829 se da, por así decirlo, el primer evento de teatro en Valencia con la representación de la tragedia “Otelo” o “El moro de Venecia” de Wiliiam Shakespeare por el General José Antonio Páez haciendo el papel de Otelo, en su casa de habitación situada en la esquina donde se cortan la Av.”Boyacá” con la calle “Páez” (hoy conocida como Casa Páez). Esta fiesta teatral despertó extraordinario entusiasmo entre los valencianos, y algunos lanzaron la idea de construir un teatro por suscripción entre las “personas pudientes”, contando con la importante ayuda del propio General Páez.
Vivía en la ciudad el Coronel Pedro Celis, y su casa (hoy conocida como Casa de los Celis) era un centro de reunión muy bien presidido por él y su galante esposa, Doña María Isabel Plaza, hermana del célebre Ambrosio Plaza, héroe y mártir de la Batalla de Carabobo en 1821. Fue pues, el Coronel Celis el escogido para realizar la construcción de dicho teatro, y al cabo de dos años (1831), el edificio fue levantado en la esquina noroeste, donde se cortan las calles de la “Libertad” y de la “Paz”. Los valencianos por amor a la justicia, a la verdad y al agradecimiento lo denominaron el “teatro del Coronel Celis”.
En 1829 se da, por así decirlo, el primer evento de teatro en Valencia con la representación de la tragedia “Otelo” o “El moro de Venecia” de Wiliiam Shakespeare por el General José Antonio Páez haciendo el papel de Otelo, en su casa de habitación situada en la esquina donde se cortan la Av.”Boyacá” con la calle “Páez” (hoy conocida como Casa Páez). Esta fiesta teatral despertó extraordinario entusiasmo entre los valencianos, y algunos lanzaron la idea de construir un teatro por suscripción entre las “personas pudientes”, contando con la importante ayuda del propio General Páez.
Vivía en la ciudad el Coronel Pedro Celis, y su casa (hoy conocida como Casa de los Celis) era un centro de reunión muy bien presidido por él y su galante esposa, Doña María Isabel Plaza, hermana del célebre Ambrosio Plaza, héroe y mártir de la Batalla de Carabobo en 1821. Fue pues, el Coronel Celis el escogido para realizar la construcción de dicho teatro, y al cabo de dos años (1831), el edificio fue levantado en la esquina noroeste, donde se cortan las calles de la “Libertad” y de la “Paz”. Los valencianos por amor a la justicia, a la verdad y al agradecimiento lo denominaron el “teatro del Coronel Celis”.
Lo expuesto hasta ahora, permite colegir el linaje esclarecido y a la vez pintoresco del teatro vernáculo post colonial, parece que emergiera de pasatiempos culturizadores y travesuras artísticas de los padres de la nacionalidad, sin ninguna formación técnica ni artística en la materia…De hecho surgió en 1842 una “Sociedad Dramática de Aficionados” , cuyos socios protectores estuvieron presididos por los Generales José Antonio Páez, Carlos Soublette, Rafael Urdaneta y José María Ponce.
El teatro considerado mejor opción frente a los pasatiempos caseros: jugar a las cartas, tocar piano, violín o arpa, recibía cierto apoyo en las actividades vespertinas y hasta ya anocheciendo. La pequeña sociedad valenciana se reunía con el propósito de disfrutar esa noche de una pequeña velada entre amigos, familiares y conocidos…La ciudad se abría poco a poco al siglo XX…
El teatro considerado mejor opción frente a los pasatiempos caseros: jugar a las cartas, tocar piano, violín o arpa, recibía cierto apoyo en las actividades vespertinas y hasta ya anocheciendo. La pequeña sociedad valenciana se reunía con el propósito de disfrutar esa noche de una pequeña velada entre amigos, familiares y conocidos…La ciudad se abría poco a poco al siglo XX…
La Revolución Industrial, el triunfo de la Revolución Bolchevique y el inicio de la Primera Guerra Mundial traen a la capital carabobeña inmigrantes, que aunque transformaron la economía de la ciudad no alteraron su estructura social, pues las familias valencianas, descendientes de los viejos próceres, poseedoras de tierras mas no de fortunas, habían sido severamente golpeadas por la dictadura gomecista, ya que el General Juan Vicente Gómez era poco afecto a Valencia…Las “niñas” de las tradicionales familias valencianas unieron sus vidas a las de los emprendedores extranjeros, quienes a su vez asimilaron las costumbres tradicionales valencianas, mimetizándose en la llamada “valencianidad”. El teatro, a pesar de estar en Europa a la vanguardia del pensamiento en esos momentos, aquí se continúan las veladas y las obras presentadas en actos de beneficencias de damas de la sociedad, como la memorable fecha del 12 de septiembre de 1932 en que se presentó en el Teatro Municipal de Valencia, el poema de Andrés Eloy Blanco “El Cristo de las Violetas”, (reproducido en entrega aparecida anteriormente en este blog), el cual fue registrado en el diario “La Nación” como; “La magna fiesta artístico-social, evidenció el cristianismo y la cultura indiscutible de Valencia.”
Por su parte la Sra.Melanie de Branger con la ayuda inmediata de Carmen Iturriza Iribarren, trataban de reproducir las tertulias y reuniones que se daban en Francia y en otras ciudades cosmopolitas donde se discutían las ideas vanguardistas, tan en boga en esos años. De allí surgirá a raíz de la muerte del General Gómez, el definitivo Ateneo de Valencia, tomando en cuenta que María Luisa Escobar, nacida en Valencia, había sido una de las fundadoras del Ateneo de Caracas, y la presencia de mujeres emprendedoras de la talla de María Clemencia Camarán…
Las damas valencianas abrían las puertas de sus casas a sus amigos, manteniendo las ideas renovadoras del pensamiento dentro de los límites morales y religiosos que signan su tradicional y conservadora sociedad. Todo estaba controlado a conveniencia por la “viajada, leída y culta” clase dirigente. Hay que hacer notar que Valencia no fue una ciudad que nació y creció en torno a algún sitio donde se pudiera “liberar pasiones”, sino al contrario, en torno a un lugar donde las pasiones, en cuestión, eran “controladas” por una mentalidad cristiana que temía exageradamente al pecado y a perder las apariencia de culta y conservadora de los buenos principios morales.
VALENCIA, “CIUDAD INDUSTRIAL DE VENEZUELA”.
El inicio y formación de la ciudad industrial es meramente un fenómeno económico, mas no profundo fermento de ideas ni de audaces confrontaciones intelectuales, pues a pesar del arribo de diferentes grupos sociales y de distintos países, la ciudad se mantenía dentro de los cánones establecidos conservadoramente desde la Colonia, por tanto, el teatro en Valencia seguirá siendo “presentaciones” de los “hijos atrevidos” de las familias valencianas tradicionales o programas traídos por promotores de espectáculos más contentivos del juguete cómico o cualquier otra pieza frívola, de fácil interpretación…Hasta una “Entrada a Jerusalén” es repuesta parcialmente el Sábado de Gloria de 1933
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Este tipo de teatro superficial y frívolo, asociado más al espectáculo y entretenimiento familiar o los actos caseros impiden un proceso de creación que refleje de verdad, la situación que se vive en la región. La preocupación es demostrar progreso y bienestar, mantener apariencias de ciudad preocupada por el arte, pero sin entrar en los grandes problemas y preguntas del hombre.
La improvisada creatividad sustituye la preparación y el estudio, y la espontaneidad y gracia al verdadero actor. No ha sido creada aún en Carabobo una escuela de teatro.
El trabajo teatral o en otras actividades como las artes plásticas, la locución, las novelas por radio y la recién nacida televisión venezolana, de connotadas figuras en los años de
Este tipo de teatro superficial y frívolo, asociado más al espectáculo y entretenimiento familiar o los actos caseros impiden un proceso de creación que refleje de verdad, la situación que se vive en la región. La preocupación es demostrar progreso y bienestar, mantener apariencias de ciudad preocupada por el arte, pero sin entrar en los grandes problemas y preguntas del hombre.
La improvisada creatividad sustituye la preparación y el estudio, y la espontaneidad y gracia al verdadero actor. No ha sido creada aún en Carabobo una escuela de teatro.
El trabajo teatral o en otras actividades como las artes plásticas, la locución, las novelas por radio y la recién nacida televisión venezolana, de connotadas figuras en los años de
la dictadura del General Marcos Evangelista Pérez Jiménez (1952-1958) queda ratificada en la entrevista registrada más adelante en este blog a Gilberto Pinto por el crítico Moreno Uribe y el mural de “Amalivaca”, mito indígena nuestro sobre la creación del mundo, realizado para el Centro “Simón Bolívar” por César Rengifo para resaltar la belleza de nuestras leyendas indígenas, según el espíritu nacionalista del Nuevo Ideal Nacional del régimen, en los sótanos (pasajes) de las hoy llamadas Torres de “El Silencio” (salvado por el crítico Rafael Pineda de la picota destructora democrática que abria paso a la Plaza Diego Ibarra hoy Plaza Caracas), y su labor de artista plástico fue reconocida con el “Premio del Salón Arturo Michelena” del Ateneo de Valencia, año 1954 con su obra “Cena en el éxodo”. Al año siguiente le será adjudicado el mismo Premio a Régulo Pérez. De más está decir que en ese Salón valenciano en la década de 1950 existía el Premio Popular que era adjudicado por el público asistente, sin distinción de clases sociales ni económicas,
incluso en la gran Exposición Internacional del Cuatricentenario (1955), cuando le fue adjudicado a Héctor Poleo con un “retrato” figurativo contra el criterio abstraccionista del jurado. (Muñoz de Chacín, Vitalia: Razón de una memoria, 1990)
En diciembre de 1955, con motivo de las actividades culturales realizadas para celebrar el Cuatricentenario de la fundación de Valencia, el ambiente se activa, y se registra una reflexión en toda la vida cultural de la ciudad, que se manifiesta también en el teatro. Se reseña en la prensa regional la inquietud de los creadores y vinculados al arte escénico ante las siguientes preguntas:
-¿Qué escuela se sigue en nuestras agrupaciones teatrales?.
-¿Qué técnicas se exigen en nuestros actores?.
-¿Estaremos al tanto de los últimos acontecimientos teatrales en el mundo?.
Las respuestas a estas y otras interrogantes originan la inclusión en la programación del Cuatricentenario elaborada por el Ateneo de Valencia,presidido por Frida Añez y un grupo integrado y unido encabezado por Luis Eduardo Chávez, Braulio Salazar y el Ing. Ferrero Tamayo y la secretaría de Mery Schwarzemberg, de un Primer Festival de Teatro en la ciudad, el cual nunca se realizó. Paralelo a ésto, Luis Augusto Núñez -en compañía del gran animador Alfredo Hernández- , fundan el 2 de Diciembre de 1944 la Sociedad “Amigos del Teatro” (S.A.T). Más tarde Frida Añez, Luis Eduardo Chávez, Alejandro Ercoli, Rafael Pérez, Ernesto Jerez Valero, Cayetano Ramírez, Dr. J. A. Hernández, Luis Martínez Mainardi, y Antonio Morales Rutmann crean la A.C.A.T, (Asociación Carabobeña de Arte Teatral) el 2 de Junio de 1956, según nos fue narrado por la artista Carmen Ricart, testigo de excepción de esos años. (Ver recortes anexo 1 y 2).
Propicio es el ambiente no sólo por el momento político ininteligible en estos años por la dinámica y unidad que tenían los venezolanos, la cual se vivía a la caída del gobierno del General Marcos Pérez Jiménez, sino por la reapertura de la Universidad de Carabobo dentro de un clima de amplitud y receptividad que unió a las 4 universidades nacionales: Central, Carabobo, Los Andes y Oriente, y la Universidad Católica “Andrés Bello” para organizar unos programas en pro del arte y cultura nacional, quedando a la cabeza del equipo, el secretario de cultura de la Universidad de Los Andes, el dramaturgo César Rengifo. La existencia de una Dirección de Cultura en la Universidad de Carabobo, dirigida en su fundación por el Dr. Manuel Feo La Cruz y luego por Angel Ramos Giugni, quienes convocaron a todos los artistas a colaborar en la estructuración de ese “ideal” tanto tiempo esperado, y que además era compartido a escala nacional pues César Rengifo convocará a foros y reuniones, lo cual impulsará el desarrollo del movimiento teatral universitario. De esta manera, convergen en Valencia figuras e inquietudes que irán estructurando el entramado que sostendrá y promoverá los estudios y desarrollo del movimiento teatral valenciano hasta el presente.
BIBLIOGRAFIA CONSULTADA
FUENTES PRIMARIAS:
Archivos personales de: Frida Añez de Magasrevy , Cristina Araujo y del autor.
FUENTES HEMEROGRAFIGAS:
Colección privada de la Revista “IN-FORMATE”.
Hemeroteca de la Biblioteca Pública Central “Dr. Manuel Feo La Cruz”. (Valencia) desde la organización de la Sala Estadal y de toda la Biblioteca según programa del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional (1977) para el rescate de la memoria biblio-hemerográfica del país en la antigua sede de la Calle Soublette consultada y trabajada por el autor cuando formaba parte del personal de la misma e iniciaba esta investigación y su archivo y notas personales a partir de 1978 hasta consultas en el presente.
Fernán (seud)
“Celosía Valenciana” por Fernán En: “El Carabobeño” Valencia, Miércoles. Marzo, 1957
“Celosía Valenciana” por Fernán En: “El Carabobeño” Valencia, Miércoles. Marzo, 1957
NUÑEZ, Luis Augusto
“Estreno del coro de danzas de la Universidad”. IN: “El Carabobeño, marzo 1960, pág,4. (”De Norte a Sur”)
“Estreno del coro de danzas de la Universidad”. IN: “El Carabobeño, marzo 1960, pág,4. (”De Norte a Sur”)
FUENTES ORALES:
Entrevistas a Carmen Ricart, Frída Añez, Elio Arangú Conde, Nina Nikanarova y Cristina Araujo.
FUENTES BIBLIOGRAFICAS:
Alcaldía de Valencia.
“Estudio especial del Centro Histórico de Valencia. Inventario de los inmuebles de valor”, 1998.
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AZPARREN GIMÉNEZ, Leonardo.
El teatro Venezolano. Caracas, Cromotip Ediciones, 1967.
53 p.
(Colección INCIBA) teatro/1
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(Colección INCIBA) teatro/1
“El teatro en Venezuela”. Caracas, Alfadil Ediciones, 1997.
290 p.
(Colección “Gente de teatro”)
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GONZALEZ GUINÁN, Francisco
“Tradiciones de Mi pueblo” Caracas, Editorial Ragón, 1954.
217 p.
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ITURRIZA GUILLEN,Carlos.
Algunas familias valencianas. Caracas, Tipografía Londres s/f.
285 p.
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MANZO NUÑEZ, Torcuato
Historia del Estado Carabobo. Caracas, Ediciones de la Presidencia de la República, 1981.
222 p.
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MARTINEZ, Armando Luis/ DE CASTRO ZUMETA, María
“La región valenciana. Un estudio histórico-social. Valencia, Universidad de Carabobo, Dirección de Medios y Publicaciones, 2000.
395 p.
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MUÑOZ DE CHACIN, Vitalia
Razón de una memoria.Ateneo de Valencia. Valencia, El Viaje del pez, 1998.
232 p.
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NUÑEZ, Luis Augusto
“Génesis y evolución de la cultura en Carabobo”. Valencia, Ediciones del Ejecutivo del Estado Carabobo, 1967. II tomos.
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SATURNO GUERRA, Rafael.
“Recado histórico sobre Valencia”. Valencia, Publicaciones del Concejo Municipal del Distrito Valencia, 3a.edición. 1988.
185 p.
“Recado histórico sobre Valencia”. Valencia, Publicaciones del Concejo Municipal del Distrito Valencia, 3a.edición. 1988.
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