Yo soy

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domingo, 28 de junio de 2015

Desde la escuela nos enseñan que un buen ciudadano es alguien como Bolívar o Páez. Decía Augusto Mijares que nos hacía falta otro tipo de heroísmo. La idea es demostrar que sí se puede ganar la batalla de la paz, que hay un camino distinto a la historia bronceada.

Tomás Straka: “Dejando de ser niños superaremos la necesidad de tener un rey”

"Que en esta ocasión haya tanto interés en las parlamentarias demuestra el nivel de la crisis en la que estamos", dice el autor | Foto Alexandra Blanco
"Que en esta ocasión haya tanto interés en las parlamentarias demuestra el nivel de la crisis en la que estamos", dice el autor | Foto Alexandra Blanco
El autor analiza en el libro La República fragmentada las medidas que derivaron en un modelo insostenible con repercusiones políticas y sociales 

En La República fragmentada Tomás Straka recuerda cómo Mariano Picón Salas indagó en la relación de los venezolanos con la historia. “Le angustiaba un historicismo capaz de convertirse en opio y atontar sus fuerzas. El venezolano, argüía, suspiraba por un pasado ideal para refugiarse de una cotidianidad desoladora”, escribe el autor en la obra.
Explica cómo las promesas del pasado se convierten en esperanzas para el futuro en momentos de adversidades. Detalla, además, momentos claves de la historia del país, contrariedades políticas y económicas, decisiones revertidas y comportamientos sociales que definen a los venezolanos como grupo.
“No está dirigido a historiadores, sino a aquellas personas interesadas en el problema venezolano, que quieren entender el entorno para tomar decisiones”, dice sobre el libro que reúne los artículos que escribió para la revista Debates IESA.

El ensayista señala que Venezuela es un caso extraño en el que la historia vende más que la novela. “Sospecho que la situación política y penuria económica han hecho que el interés se expanda a otros sectores como la clase media, que se sentía segura de su posición en el mundo, producto de sesenta años de crecimiento económico. Pero todo se vino abajo”.
—A propósito de esa idea, en uno de los primeros artículos del libro habla sobre la posibilidad del fracaso como sociedad. ¿Eso ocurrió?—Yo no digo que la sociedad fracasa, pero sí puede. El libro da ideas para aquellos que toman decisiones. En ese ensayo me baso en el best seller Colapso: por qué unas sociedades perduran y otras desaparecen de Jared Diamond, que al estilo gringo hace una clasificación de las razones del colapso de las sociedades. Me pregunto si el proyecto de convertirnos en un país moderno se perdió. En gran medida pareciera que sí. Identifiqué actitudes que el autor ha encontrado en las sociedades que pasan por eso, decisiones que se tomaron en los setenta y ochenta. Algunas aún se siguen tomando.
—Habla de medidas gubernamentales que ocasionaron el despilfarro de la renta petrolera y la urbanización sin control de la ciudad, entre otros hechos que luego se hicieron insostenibles. ¿Qué pudo haber hecho la sociedad para evitarlo?—Ejercer la ciudadanía, especialmente aquellos llamados a ejercerla. La no ciudadanía es la infancia permanente ante el mundo, es como pedirle a un niño que reaccione ante las decisiones de sus padres, es muy poco lo que puede llevar a cabo. Un adolescente quizá puede ejercer algunas acciones, pero alguien de 30 años no puede estar llorando. La etapa más desastrosa fue la de la antipolítica en la clase media entre los ochenta y noventa. Esas medidas fueron aplaudidas por buena parte del país, aunque hubo voces agoreras sobre lo que podía ocurrir.
—¿Cuáles fueron esas voces?—Personas como Juan Pablo Pérez Alfonzo, Arturo Uslar Pietri, Asdrúbal Baptista, Domingo Maza Zavala, José Ignacio Cabrujas, Teodoro Petkoff. No oírlos era menos costoso emocionalmente.
—Da ciertas claves, ¿pero cómo sabremos si fracasamos?—Una de las limitantes de la historia, cuando se escribe, es que no sabes el desenlace. Uno ignora si está en el penúltimo capítulo o en el primero de otra etapa. En la próxima década veremos si pudimos retomar el camino que perdimos o asumimos otro. Hay que recordar los esfuerzos que hubo para crear e incluso mimar a la clase media, pero esta no estuvo en la condición de tomar las riendas de la sociedad. En este caso hablamos de fracaso en términos sociohistóricos.
—En uno de los ensayos recuerda cuando Mariano Picón Salas afirmó que Venezuela entró al siglo XX en el año 1935. ¿Estamos en el siglo XXI?—Es difícil responder. En esa época había un perfil claro de lo que era el siglo XX. Cualquiera que haya nacido durante los mismos años que el ensayista notaba en los sesenta hasta dónde habíamos llegado en tecnología, telecomunicaciones, educación y salud. Ahora no tengo claro lo que será este siglo. Sí puedo decir que el siglo XX sigue vivo en nuestra relación con el petróleo.
—¿Qué le respondería a un lector que identifica lo que está mal, pero quiere saber cuál es la solución?—Entre historiadores nos causa gracia y también angustia ese deseo. El objetivo de la historia es que la persona haga un proyecto a partir de la reflexión. No soy el hombre que diseña la sociedad. Si no lo puedes elaborar tú, organízate con otros para llevarlo a cabo.
—Menciona ese deseo de emigrar que tiene una parte de la población. ¿Cómo profesor no siente angustia de enseñar a un grupo de estudiantes que quieren irse del país?—Siempre la noticia de un joven que decide irse me genera tristeza. Demuestra que mucho del esfuerzo que hemos llevado adelante desde las aulas pareciera no tener perspectiva. Lo entiendo, pero no es una batalla que está perdida. No todos los que se van son los mejores.
—En La República fragmentada trata el vínculo del venezolano con el voto, especialmente como medio para elegir al salvador. ¿Cómo ve el ciudadano un proceso como el de las parlamentarias?—La respuesta la da el poco entusiasmo que suelen generar. Que en esta ocasión haya tanto interés demuestra el nivel de la crisis en la que estamos. Ojalá sea la prueba de un cambio en la cultura política y virtudes ciudadanas. Normalmente votaban en las legislativas de una forma poco entusiasta dentro de la lógica presidencialista. Si a algo se parece esto es a los parlamentos de Juan Vicente Gómez, no a los de la democracia.
—Lo que comenta hace alusión también a esa añoranza del rey, la conciencia monárquica a la que se refería Germán Carrera Damas. ¿Cómo se puede superar eso como sociedad?—Es difícil, hay naciones que siguen siendo tremendamente presidencialistas. Un ejemplo es el caos francés. Hay un montón de países europeos, democracias estables como las de Bélgica, Suecia e incluso Inglaterra, en las que aún necesitan de un rey, un jefe de Estado vestido con un uniforme de mariscal o almirante. Dejando de ser niños superararemos esa necesidad de rey, de ese padre bueno y fuerte del que hablaba José Gil Fortoul. Eso se logra a través de la educación y la independencia económica.
—Al final de libro hace alusión a logros individuales y grupales que han sido importantes para el país.—Desde la escuela nos enseñan que un buen ciudadano es alguien como Bolívar o Páez. Decía Augusto Mijares que nos hacía falta otro tipo de heroísmo. La idea es demostrar que sí se puede ganar la batalla de la paz, que hay un camino distinto a la historia bronceada.
—En el texto hace un recuento de medidas desacertadas hasta que en 1989 Carlos Andrés Pérez quiso seguir otro camino, pero al final no se concretaron. —Hubo años de felicidad ilusoria en los que la renta petrolera permitió financiar un estilo de vida que no se correspondía con lo que producíamos, pero se lograron conquistas sociales importantes como la creación de infraestructura, gente que se educó. El modelo se agotó. El ex presidente quiso dar un giro; sin embargo, fue traumático y lo abandonó. Pienso que la esencia de esas medidas iba por el camino correcto. En el resto de América Latina permitió equilibrar los presupuestos, acabar con la inflación y atraer inversiones. Sin esas medidas, llamadas por la prensa neoliberales, los gobiernos posteriores de izquierda democrática en Brasil, Chile, Uruguay y Ecuador no hubieran podido realizar los aparentes procesos de transformación social.

No se habla aquí de los productos genéricos, llamados en Venezuela "tapa amarilla", sino de la antigua y legítima lucha de las mujeres por obtener en la sociedad el lugar que desde la antigüedad ha correspondido a los hombres.

La justicia genérica


No se habla aquí de los productos genéricos, llamados en Venezuela "tapa amarilla", sino de la antigua y legítima lucha de las mujeres por obtener en la sociedad el lugar que desde la antigüedad ha correspondido a los hombres.
¿Se puede estar contra una reivindicación tan justa y tan peleada a través del tiempo? ¿Se puede negar una gesta librada en todas las latitudes y mediante la cual se busca la equidad en las oportunidades de trabajo y desarrollo que ofrece la sociedad contemporánea? No, por supuesto, pero la utilización de su bandera para propósitos inconfesables merece duros reproches.
El tema es fundamental en una sociedad en cuyas decisiones ha predominado la voluntad de los varones. Desde el período colonial, la cátedra ortodoxa y las costumbres establecidas por ella provocaron el predominio del sexo masculino en las determinaciones de la vida pública y aún en el seno de los hogares. Confinadas a lo más privado de la vida privada, hasta bien entrado en siglo XX las mujeres venezolanas debieron soportar con resignación y apenas con rebeliones esporádicas, el imperio de sus señores. Pero la situación ha cambiado, no solo en lo correspondiente al marco legal sino también en la presencia cada vez más decisiva de la mujer en los negocios
públicos: partidos políticos, administración pública, negocios, empresa privada, etc. Fundamentalmente durante el período de la democracia representativa, la mujer conquistó espacios inimaginables en el pasado, que se deben sostener y profundizar sin ninguna duda.
Dicho esto sin cavilaciones, topamos con la intempestiva decisión del CNE sobre igualdad de géneros en las listas de candidatos para las elecciones parlamentarias, que pretende imponerse a las nominaciones adelantadas por la MUD. Como se sabe, bien por consenso o a través de elecciones primarias en algunos circuitos, los partidos de la oposición manejaron sus nominaciones con el conocimiento y aún con el apoyo del CNE, sin que se atisbara ninguna objeción de fondo en la preparación y en la ejecución del proceso. Por fin llegaron a una lista casi completa de candidatos, sin que la autoridad que debía velar por la transparencia del proceso levantara la voz, pero ahora esa misma autoridad levanta una polvareda porque hay pocas mujeres en el repertorio.
El CNE se escuda en la lucha indiscutible por el respaldo de los derechos de la mujer. Nadie en sano juicio se puede oponer a una regulación que se sostiene en una corriente generalmente aceptada. Es así, en principio, pero su decisión se convierte en una medida banderiza y arbitraria debido a la posterioridad de su fijación, a su carácter avasalladoramente anacrónico, a su explosión de sorpresa desagradable e injusta cuyo propósito no parece ser sino el entorpecimiento de la campaña electoral que debe iniciar la MUD para ganar la AN.
El CNE sabe que tiene material para hacer turbulencias que solo favorecen a las fuerzas del gobierno, y por eso agita el agua de la equidad de géneros.
Pero no cuenta con la perspicacia de la opinión pública, que ya está curada de espantos tan groseros. La mayoría sabe que está ante una deplorable e inadmisible medida "tapa amarilla". 

El teatro es la puerta a otros tiempos, a épocas de nombres como Petronila Herrera y presentaciones en sociedad con no menos de cuatro apellidos. Pero también es presente, es la ventana de la casa del vecino, del que sufre, del que se cuestiona, del que es feliz. Es el lugar para oír todas las voces, con el fin último de comprender la libertad.

La voz de los desamparados grita por la libertad

La obra fusiona una oficina gubernamental del siglo XXI con los cabildos de 1790 | FOTO MANUEL SARDÁ
La obra fusiona una oficina gubernamental del siglo XXI con los cabildos de 1790 | FOTO MANUEL SARDÁ
El montaje está basado en el libro La palabra ignorada de Inés Quintero y cuenta la historia de cinco mujeres esclavas en la época de la Colonia

El teatro es la puerta a otros tiempos, a épocas de nombres como Petronila Herrera y presentaciones en sociedad con no menos de cuatro apellidos. Pero también es presente, es la ventana de la casa del vecino, del que sufre, del que se cuestiona, del que es feliz. Es el lugar para oír todas las voces, con el fin último de comprender la libertad.
Con esta idea como premisa, en un tribunal contemporáneo –que bien puede ser un cabildo del año 1790– cinco mujeres anónimas defienden su derecho a ser dueñas de sí mismas. Testigos ocultos es el nuevo montaje que, dirigido por Orlando Arocha, se estrena en La Caja de Fósforos, en la Concha Acústica de Bello Monte.
Cinco sillas de oficina pública; papeles desordenados, amarillos, polvorientos; archivos, piso de loza; el cartel “Este es un ambiente 100% libre de humo de tabaco”; paredes que son verde y gris, y una procuradora con un particular secretario componen la primera visual del espectador. Luego, de uno en uno se presentan las querellas, las actas en las que se evidencia la eterna pugna entre el poder y el desamparado.

La pieza está basada en el libro La palabra ignorada, en el que la historiadora Inés Quintero plasma su investigación sobre la mujer en la Venezuela colonial a partir de expedientes civiles, documentos gubernamentales e informes eclesiásticos.
“Son historias necesarias”, indica Arocha. Para el creador es imprescindible realizar montajes que den luz sobre por qué la sociedad se encuentra donde está. “Este es un país de muchas injusticias, de gente a la que no se le ha permitido hablar. Mucho de ello tiene su origen en el fracaso de la justicia venezolana. Las historias de esclavos siempre son temas del pasado, no queremos reconocer en eso una vinculación con nuestro presente”.
Testigos ocultos presenta a Gracia María de Tovar, a quien le tomó cinco años de trabajo y seis meses de trámites conseguir la libertad de su hija. Ofrece el testimonio de la mulata María Ignacia, a quien no le alcanzaron los pesos. También menciona los casos de la parda María de la Soledad Prieto, del pueblo de La Victoria; de la esclava que intentó arreglar su libertad a costa del sometimiento de otros y el de aquella a la que la vida se le acaba.
La obra es protagonizada, entre otros, por Haydée Faverola, Antonieta Colón, Diana Peñalver, Carolina Torres, Eliú Ramos y Nakary Bazán.
“Hoy en día existen muchas formas de opresión que seguirán. Toda obra que hable por la libertad será un grito de exigencia”, afirma el director.

Testigos ocultosLa Caja de Fósforos, Concha Acústica de Bello Monte
Funciones: viernes y sábado, 8:00 pm; domingo, 6:00 pm
Entrada: 150 bolívares

En la mañana de este sábado 27 de junio, falleció el músico venezolano Alfredo del Mónaco, por complicaciones de salud, según informó un comunicado de la Sociedad Venezolana de Musicología.

Falleció el músico venezolano Alfredo del Mónaco

Alfredo Del Mónaco | Archivo
Alfredo Del Mónaco | Archivo
El corazón de Del Mónaco funcionaba apenas un 20%

En la mañana de este sábado 27 de junio, falleció el músico venezolano Alfredo del Mónaco, por complicaciones de salud, según informó un comunicado de la Sociedad Venezolana de Musicología. 
Con 77 años, se encontraba recluído en terapia intensiva de la Clínica La Floresta.
Hace dos días el arpista y abogado Fernando Guerrero, declaró que el corazón de Del Mónaco funcionaba apenas un 20%. 

El arte de la escena no es solamente asombro. No es solo abrir la puerta en búsqueda de la reflexión a través del texto, el cuerpo, el público. Es también investigación, formación.A pesar de la creación de institutos y licenciaturas, la pedagogía teatral es víctima de los conflictos económicos del país

Las artes escénicas tienen altibajos en la formación

La pedagogía teatral es víctima de los conflictos económicos del país
La pedagogía teatral es víctima de los conflictos económicos del país
 A pesar de la creación de institutos y licenciaturas, la pedagogía teatral es víctima de los conflictos económicos del país

El arte de la escena no es solamente asombro.

No es solo abrir la puerta en búsqueda de la reflexión a través del texto, el cuerpo, el público. Es también investigación, formación. 

Hoy, que se celebra el Día Nacional de Teatro, una fecha establecida en homenaje a la primera solicitud de representar una pieza ante el Cabildo de Caracas en el siglo XVII, se hace necesario indagar en este aspecto fundamental de todo arte.

La formación que comenzó con escuelas e involucró la presencia de grandes personajes del extranjero, ahora cuenta con licenciaturas, talleres, cursos y lugares para el intercambio. Sin embargo, a pesar del talento emergente que ocupa las tablas en la actualidad, para algunos creadores la pedagogía teatral tiene carencias. Sumado a la falta de apoyo, obstáculos que los jóvenes deben sortear para no quedar a la deriva una vez recibido el diploma.


De los grandes maestros. Francis Rueda recuerda una época en la que la formación incluía importantes nombres.

Figuras que transformaron la escena con su innovación, su irreverencia.

"Yo estudié en la Escuela Juana Sujo. Era una formación bastante exigente. Daban muchas materias: Escenografía, Vestuario, Historia del Teatro, Voz y Dicción, Interpretación... Tuve a maestros como Gilberto Pinto, que después fue mi esposo; a Luis Páez Márquez, Rafael Briceño, Horacio Peterson; gente que venía de una formación en cine y teatro. Grishka Holg uin fue mi maestro de expresión corporal y biomecánica, que no ha habido otro. Venían profesores de España, Argentina, Chile. Se montó por primera vez un Strindberg, piezas de Ibsen. Uno viene de esa gente que transformó".

Al hacer una comparación con la actualidad, Rueda afirma que en instituciones como la Universidad de las Artes se forman buenos creadores. Pero no cree en los talleres. "La formación del actor es tan delicada que esos talleres de semanas o de 24 horas no son suficiente.

A mí me encanta la enseñanza. Pero el trabajo del actor es un estudio constante, académico. Cada vez se hace más científico. No creo en los talleres de meses, porque juegas con mucho: el cuerpo, la voz".

Una academia abatida. Además de la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo, cuya duración de estudios es de dos años, son varios los institutos de formación teatral.

Están la Escuela Municipal de Teatro Porfirio Rodríguez y el Laboratorio Teatral Anna Julia Rojas. Pero son Unearte y la Escuela de Artes de la UCV las que ofrecen licenciatura. Una con un perfil más práctico y la segunda, más teórico.

La Universidad de las Artes, creada a partir de la conjunción de cuatro institutos, ofrece Teatro, en sus menciones Actuación, Dirección Teatral, Diseño Teatral, Dramaturgia, Gerencia y Producción Teatral; además de las correspondientes a Técnico Superior.

El director Orlando Arocha es uno de los profesores de la UCV. Su perspectiva de la educación es pesimista. "Yo veo el ambiente muy mal. Las universidades han sido acosadas, hay problemas económicos graves que terminan influyendo en la formación. A veces me cuesta conseguir un simple video beam para dar una clase. Creo que en Venezuela se ha perdido la noción de importancia de la formación. El país les dice a los jóvenes que no hace falta eso. Es gravísimo. Hay una especie de abatimiento intelectual. Es terrible, porque el artista es un intelectual. Creo que hay lugares, pero carecen de una metodología y unidad en el pensamiento pedagógico en el teatro".

Los talleres y los jóvenes. Expresión corporal, dirección, dramaturgia, el cuerpo creador y actuación son algunos de los talleres que dictan agrupaciones como Skena, con Armando Álvarez; Grupo Actoral 80, con Héctor Manrique y Daniel Rodríguez; Rajatabla y el Taller Nacional de Teatro; o el Celarg, donde participan directores como Dairo Piñeres y Gregorio Magdaleno.

De estas iniciativas han salido jóvenes creadores que han dado pruebas de su talento.

Uno de ellos es Leonardo van Schermbeek, ganador del primer Festival de Jóvenes Directores del Trasnocho Cultural.

Inició su formación en las aulas del grupo El Chichón de la UCV, la continuó en el Teatro UCAB y la Fundación Medatia, y después realizó los talleres de Tumbarrancho Teatro con Karin Valecillos y Giovanni García.

"Uno tiene que ser muy incisivo y delicado con el taller que escoge y con la persona que lo dicte. El aprendizaje depende en 50% del profesor y la otra mitad de uno; de cómo se aprovechan las herramientas en la práctica".

El también actor agrega: "Yo conseguí mis espacios. Los talleres te ayudan porque la gente ve tu trabajo. Debes saber conectarte". 

Polémico y contundente, Juan Nuño supo siempre develar las aristas más agudas de la realidad hispanoamericana –especialmente de la venezolana– a través de sus artículos publicados en la prensa. Con una prosa clarísima, llena de ironía y humor, no se apartó de la fuerte vocación de postular la verdad sin pretender convertir su pensamiento en dogma. “La veneración de las astucias”, recopilación de sus ensayos más controversiales, revela el sentido crítico en torno a la moral de este tiempo de quien, según Victoria Camps, “sabía encontrar la filosofía en todas partes”

La veneración astuta de Juan el implacable

Juan Nuño | Foto cortesía
Juan Nuño | Foto cortesía
Polémico y contundente, Juan Nuño supo siempre develar las aristas más agudas de la realidad hispanoamericana –especialmente de la venezolana– a través de sus artículos publicados en la prensa. Con una prosa clarísima, llena de ironía y humor, no se apartó de la fuerte vocación de postular la verdad sin pretender convertir su pensamiento en dogma. “La veneración de las astucias”, recopilación de sus ensayos más controversiales, revela el sentido crítico en torno a la moral de este tiempo de quien, según Victoria Camps, “sabía encontrar la filosofía en todas partes”

Doscientos setenta y dos páginas sin incluir el índice: no hay una sola línea tranquila, un recodo de debilidad, una retirada injustificada o el cese momentáneo de hostilidades contra la imbecilidad humana. En La veneración de las astucias, libro paradigma de la pasión combativa de la inteligencia, Juan Nuño aparta toda esperanza de redención desde la primera página y crucifica sin amnistía alguna la moral de este tiempo, pasa a degüello a los espejismos políticos totalitarios y ajusta cuenta con la quincalla filosófica que algunos han pretendido vender entre oportunismos y oscuridades, en tanto huérfanos definitivos de su vergüenza de pensar.
Su horizonte no es el pesimismo ni tan siquiera la amargura dando pasos de sombras, o tal vez (¿por qué no?) un arrinconado cansancio en el absurdo de la vida: no es esa nada. Al contrario, es la ribera de enfrente desde la cual se dispara con paciencia, método y convicción. La gran columna que sostiene estas páginas es la pasión indoblegable de la crítica, no sólo cobijada en la audacia de presentirla y elaborarla en la paciencia de los días sino el valor de convertirla en una expresión permanente por encima de las circunstancias personales. Aunque hubiera rechazado rápidamente cualquier opinión favorable al respecto, en realidad esa pasión crítica expresaba un gusto profundo, intenso y secreto por la vida que sólo se apreciaba en su justa dimensión cuando la negaba, convirtiendo así la negación en contrario aliento y previsible sonrisa al cruzar la esquina. En verdad el reclamo era porque el hombre insistía en perderse en el bosque de sus estupideces y no asumía la audacia permanente de inquirir lo auténtico de las cosas ni el riesgo de contemplarlas abiertamente desnudas.
Los cuatro caminos

Tal vez cinco si se admite el prólogo como la llave que encaja perfectamente en esa cerradura desconocida. En este, como es natural, se aclaran a grandes trazos algunas reglas del juego y se fechan los ensayos y artículos entre 1982 y 1988, “buena parte” de ellos (según precisa) inéditos. Otros, anuncia, vieron luz en “diarios y revistas venezolanos”. Tres de los ensayos más largos se refugiaron en las páginas de la recién fallecida revista mexicana Vuelta, de Octavio Paz. Pero ¡­ay!, no se dice más... como no sea que la mayoría de ellos nacieron en la “vecindad de inmediatas circunstancias”. Ojalá hubiera sido más explícito en fechas y nombres de las publicaciones, para menor fatiga y alivio de quienes gustan de comparar la escritura primeriza, urgida en su publicación, con el procesamiento posterior para ser embalado en un libro, algo no menos riesgoso que lo primero.
Dos páginas bastan para revelar ciertos amores persistentes unos, ocasionales otros (Wittgenstein, Bertrand Russell, Unamuno, Sartre, Orwell y Borges), como también sirven como hábitat para un par de banderillas de fuego en el lomo de los cargadores de la inerte filosofía académica (“antenas parabólicas, multiplicadores sin imaginación de viejos mensajes” les arrestra) y hogar de un íngrimo elogio (le debe haber costado bastante escribirlo) para Ortega y Gasset, de quien dice que quizá su “única lección meritoria sea el haber exaltado la función periodística del pensador contemporáneo”. Pero inmediatamente agrega, para reponerse de su reprochable debilidad, que “no fue el único ni el mejor”. Y saca de su manga a Unamuno y a Russell.
Candidatos a la traición
El primer camino (“Los codos de la historia”) resguarda 17 escritos que el espacio hace imposible reseñar aquí. Ello apiada la arbitrariedad de mi escogencia y no otro criterio. Sin duda que “La traición a España” es a la vez un lúcido ajuste de cuentas con el pasado personal y un deslinde claro frente a la hojarasca de mentiras oficiales franquistas y la exaltación heroica que recubrió a la parte derrotada. Una y otra al repelerse se complementan para mostrar una visión deformada de la auténtica realidad de la gran tragedia española de este siglo.
Nuño advierte de entrada sobre lo signos trágicos de 1936: la desaparición de Valle Inclán, el asesinato de García Lorca, la muerte de Unamuno. La rebelión militar del 18 de julio tuvo así su anticipo y complemento de oscuridades. “Dan ganas –dice– de enunciar una suerte de ley: todo militar es un candidato natural a la traición democrática”. Basta que se le dé vida colectiva a determinadas “amenazas” (comunismo, masonería, judaísmo, etc) para que queden justificadas la rebeldía y la traición como una “imperiosa necesidad ética” y salvar así a la sociedad, con el auxilio de la madre Iglesia y el Gran Capital. Un pedazo de España se buscaba en el espejo deformante de Italia y Alemania.
A Franco lo descoloca sin más: apenas ineptitud y crueldad. Niega siquiera que alcanzara a ser fascista o monárquico. “Era un militar de la peor especie...: metódico, calculador, rutinario, aburrido”. Precisa que como militar colonialista “solo sabía hacer una cosa: quemar tierra ocupada y matar al mayor número de ocupantes”. De allí que la guerra se prolongara tanto pues era necesario retardar la caída y “aumentar el número de víctimas”. Hace dos mil años, recuerda Nuño, Jenófanes interrogaba a los griegos “¿qué hacías tú cuando llegaron los persas?”. Y luego repite la pregunta en tiempo español: “¿qué hacías tú antes de que un mediocre general se le ocurriera levantarse en armas?”. En verdad, tras esa inmensa y trágica crueldad, apenas quedó un antes y un después.
Trabajadores disciplinados
Con este antecedente, Nuño se despacha a placer contra el nazismo en dos artículos fundamentales: “De un nazismo al otro” y “La banalidad del mal”. En el primero advierte de entrada que el nazismo no fue “un suceso patológico” producto de la acción de unos cuantos “locos desatados” que toman el poder, tiranizan a un pueblo pacífico y se convierten en una amenaza mundial. Ojalá hubiera sido así, ironiza. La realidad era otra. Los nazis eran alemanes comunes, padres de familia, religiosos, trabadores y, eso sí, disciplinados. Demasiado, tal vez. Lo malo era que estaban armados con una ideología, en la cual creían con fervor, y un poderoso “programa que cumplir” al pie de la letra y, por supuesto, organizadamente. Luego de la terrible jornada de la Kristalinacht ocurrida (ordenaba por Goebbels) el 10 de noviembre de 1938, donde fueron quemadas sinagogas, destruidos comercios y agredida físicamente la comunidad judía) Hitler hizo saber su descontento con esos procedimientos tan vulgares: todo “debía resolverse científicamente”, con soluciones limpias y definitivas. No tardó en ponerlas en práctica.
Esa sinrazón burocrática que instala en la sociedad la ideología totalitaria, convierte cualquier acto en válido e inevitable en tanto se ordena y se debe cumplir sin ejercer crítica alguna, permitiendo que surjan aberraciones tales como la de pensar que rechazar “la limpieza de sangre mediante la eliminación de judíos sea tan insensato como oponerse al curación del cáncer”. De allí la esencia del segundo artículo inspirado en el conocido libro de Hannah Arendt. De entrada Nuño advierte claramente: “El mal no es banal porque sus ejecutantes lo fueran”, contrariando a algunos exégetas de la Arendt que, según él, han deformado y malentendido sus tesis. La trivilialidad a la que hace referencia la autora (señala Nuño) es la de la burocracia: “en este siglo ha sido posible institucionalizar administrativamente el mal porque existen sociedades altamente burocratizadas”. De manera que “la trivialidad no está en la gente sino en el sistema... cualquier acción puede ejecutarse con tal de organizarla debidamente a través de los canales administrativos rutinarios”. De ahí a la construcción de campos de concentración y cámaras de gas no hay sino un paso.
De una a otra paradoja
La segunda parte (“Ideas y pensadores”) retiene un artículo particularmente brillante: “El barbero y las pompas de jabón”. Nuño recorre con sencillez y habilidad narrativa los intrincados caminos de la lógica y les da luz a través de Bertrand Russell, el reverendo Charles Dodgson (Lewis Carroll) y Miguel de Cervantes. Ya en uno anterior del capítulo primero titulado “Segunda traición de Zinoviev” (un disidente soviético) introduce, en una explicación accesible al no iniciado, el complicado tema de la lógica polivalente (infinita, como se sabe, en sus posibilidades) frente a la estrecha lógica tradicional basada en los reducidos criterios de verdadero o falso.
En este nuevo artículo acude a la famosa paradoja de Bertrand Russell sobre el barbero de pueblo al que se le propone que afeite sólo a aquellos que no pueden afeitarse a sí mismos. Menudo problema. Pero hay más: cita luego, para complicar las cosas, la segunda parte de Don Quijote donde “un río dividía dos términos de un mismo señorío” (y la muerte y el libre tránsito dependía de quien jurare verdad o dijere mentira) y remata con Alicia en el país de las maravillas", desmontando el disparatado diálogo entre Alicia y el Caballero Blanco, cuando este le propone cantarle una canción. A partir de estos tres textos, recomienda Nuño, un buen profesor de lógica “podría dar tres cursos completos y bien repletos”. Pero haría falta que emprendiera la tarea con la fina ironía y el buen gusto literario de quien así recomienda. Lo importante, según dice, es celebrar que la lógica ha abandonado su antigua carga de reglas y silogismo que “ayudaban” al pensar correcto, para adentrarse en el mundo del asombro infinito.
De Unamuno a Ortega
No esconde el autor de La veneración de las astucias su inclinación por Unamuno como tampoco renuncia a darle su merecido rapapolvos a Ortega y Gasset. Del primero escribe sin titubeos que fue el perfecto intelectual de su época, inconforme y sumido en la soledad de sus angustia pero al corriente, como el que más, del pensamiento de su tiempo, que llegó a dominar doce idiomas (entre ellos el hebreo, el danés y el noruego), y que buscó como nadie la reforma de España reformando a Castilla y sus valores históricos, centro de “tantos errores, abusos e incomprensiones”. La figura de Unamuno es gigantesca, advierte, y su obra en el campo filosófico, histórico, literario y sociológico no lo es menos. No vacila en calificarlo como el “gran pensador y creador que en este siglo ha tenido no solo España, sino el ámbito todo de la cultura hispánica”. Más no se puede.
Pero otro cantar se oye cuando habla de Ortega, de quien recela el exceso de apasionamiento de sus seguidores. Se dice que tuvo mucho éxito pero ¿desde cuándo mide el éxito la calidad? se interroga. En Hispanoamérica aún conserva cierto encanto, reconoce, pero agrega de inmediato que “existe envuelto en naftalina” y se le saca del viejo baúl con motivo de cualquier efeméride. Le molesta en suma tanto éxito vacío (trató todos los temas imaginables pero siempre con prisa, casi por encima, de pasada, dice) y, en especial, su estilo literario. No le falta razón en este punto. La estocada final se la da con una cita de Borges: “Hubiera debido alquilar un escritor para que escribiera por él... porque él no sabía hacerlo. Qué raro que siendo tan inteligente no se dio cuenta de eso”.

Kafka y Orwell
Es difícil no sin mencionar las dos últimas partes de este libro. La tercera anida propiamente en la literatura, la otra son artículos cortos a los cuales no me referiré. Los autores preferidos son Kafka y Orwell, a quienes les dedica un par de ensayos fascinantes. Al primero le aborda desde la óptica de la multiplicidad de las interpretaciones, y señala que el único remedio para no interpretar a Kafka es, sencillamente, no leerlo. Del resto siempre será un reto y, a la vez, un atrevimiento. Nuño lo hace hurgando por el lado judío, extrañado porque este jamás “etiqueta, menciona o hace referencias judaicas” directas: respeta cabalmente las fronteras literarias de su obra en ese sentido. Para eso están sus cartas y su Diario. La clave judía de los escritos de Kafka, dice, puede igual iluminar para revelar o para cegar: allí está el peligro. Ese mismo camino, años después (1992), fue trajinado por George Steiner en brillante prólogo para la edición de Everyman Library. Sobre Orwell se extendió muchísimo y con entusiasmo. Lo prefirió no por su detestable estilo literario ni por su chocante realismo ingenuo: su admiración viene por ser “el que mejor ha comprendido nuestra época y el que más certeramente la ha descrito”. Su recorrido por La Granja de los Animales y por 1994 es sencillamente magistral. Se nota la admiración, no exenta de cierta envidia, por la capacidad iconoclasta de Orwell. La verdad es que se parecen.

Un filósofo y sus afanes
Por Jesús Sanoja Hernández
En sus tiempos franceses, los de Sartre y Merleau Ponty, “el General Peste” y la guerra sucia en Indochina, Luis Aníbal Gómez hacía recuento del joven Nuño. Había caído en París, asimismo, Teresa García, de regreso de Venezuela, donde permanecía Muiño Loureda (El Diablo Cojuelo) con sus “pasos de duende”. Antonio Aparicio y Alejo Carpentier mantenían vivo, en El Nacional, el espíritu europeo, golpeado entonces por los vientos de la posguerra.
     A fines de los 50 Nuño ya era un filósofo que andaba por las zonas transparentes de la filosofía griega, estudiaba a Heidegger y empezaba a penetrar en el Sartre que había saltado al debate político-ideológico desde el trampolín del existencialismo. En la revista Cruz del Surprimero y luego, al reventar los años sesenta, en Crítica Contemporánea, Nuño intentó bajar poco a poco desde las alturas de la filosofía y lo especulativo a las tierras llanas de las polémicas, el ensayo actualizado, los temas cuestionables y cuestionados.
Alguien llamó a Crítica Contemporánea “revista de los marxistas de cátedra”, si bien la mayoría de sus integrantes no lo eran, pero en esa década no resultaba imaginable eludir la confrontación entre “los dos bloques” y el desafío del marxismo que, en su versión leninista y codificada, irradiaba desde Moscú y tenía canales de distribución numerosos e iracundos, más aun cuando en Cuba, desde abril de 1961, empezó a hablarse de “socialismo”. Lecturas obligadas eran entonces Luckacs, Fischer, Garaudy y Goldman, el mismo que, según creo recordar, provocó la división de aguas en Crítica Contemporánea y en el Consejo de la Facultad de Humanidades.
A las alturas de 1963 las contradicciones de los crítico-contemporáneos pasaron parcialmente a El Venezolano y La República, justo cuando a la primera generación de filósofos empezaban a sumarse otros, en escaso número es verdad, más interesados en estudiar al joven Marx que al Marx maduro. Ludovico, por ejemplo, se especializó en los Grundisse, no sin que en algunos de sus libros Nuño (Doble verdad y la nariz de Cleopatra) atribuyera a él y a los adoradores de los Manuscritos una filiación alejandrina: “escoliastas insomnes que fatigan los códices sacralizados para arrancarles algún reflejo inédito”.
La pasión por Sartre, que también acompañó en un tramo a Federico Riu, quedó fijada en estupendo estudio acerca de sus novelas y cuentos más que de su teatro porque, como en este fue donde el autor de Las moscas se mostró más creativo, pues no valía la pena examinarlo. Paradoja al fin, que Nuño supo resolver con citas y acercamientos al teatro sartriano en algunos trabajos suyos diferentes al publicado en los talleres de la UCV en 1971.
La filosofía de Borges constituyó otro avance en Nuño. Lejos en el tiempo, no sé si en los temas, de aquel Nuño absorbido por Platón. Faltaba algo más: los testimonios del espectador infatigable, que lo llevaron a escribir 200 horas en la oscuridad. Cine y libros se convirtieron en él en una obsesión, prueba de que los mundos imaginarios pesan tanto como aquel que consideramos real.
Pero el gran descubrimiento de Nuño, en los últimos veinte años de su vida, fue el periodismo. Con su prosa móvil, sus vastos conocimientos, su permanente actualización, su agudeza y la punzante claridad de estilo, Nuño se hizo columnista de varios diarios, en especial de El Nacional y en los finales, de Economía Hoy en su edición dominical, donde publicó páginas seductoras.
No fue hombre fácil: lo fácil para él era la palabra, escrita y hablada, temible en la controversia, adelantado en la difusión y crítica de autores y tendencias. Por lo mismo, polemizó en exceso: con Eduardo Vázquez, con Ludovico Silva y, para nombrar de último al último, con Emeterio Gómez. En fin: llevaba por dentro la carga dinamitera propia del español y el judío. Como español amó a Unamuno y desmontó a Ortega; como judío, en libros y ensayos, estudió sus raíces y sus dramas.

*Publicado el 6 de septiembre de 1998.

“Hay quienes afirman, como es el caso de la profesora e investigadora Nancy Piñango y el crítico Rubén Monasterios que el teatro en Venezuela comenzó de forma arcaica con sus etnias indígenas, que a través de danzas y otras representaciones escénicas rendían culto a su mitología propia”

Didascalia: El imaginario teatral venezolano (II)

Didascalia: imaginario teatral venezolano II
Didascalia: imaginario teatral venezolano II
“Hay quienes afirman, como es el caso de la profesora e investigadora Nancy Piñango y el crítico Rubén Monasterios que el teatro en Venezuela comenzó de forma arcaica con sus etnias indígenas, que a través de danzas y otras representaciones escénicas rendían culto a su mitología propia”

Las primeras ideas
Tengo la amarga impresión de que a lo largo de nuestra historia como tierra virgen, colonia, Capitanía General y República hemos dejado a un lado la importancia de las manifestaciones artísticas –entre ellas el teatro, tema que nos atañe particularmente en Didascalia– porque simplemente, y según el parecer de tantos hombres y mujeres que forjaron nuestra historia, había cosas más importantes que hacer. De otro modo no es posible justificar la ausencia de un registro histórico que permita establecer quién fue el primer dramaturgo de Venezuela, y qué cosas pululaban en su cabeza con la suficiente
intensidad para ser manifestadas en una pieza teatral.
Existen posturas disidentes con respecto al teatro en la Venezuela precolombina. Hay quienes afirman, como es el caso de la profesora e investigadora Nancy Piñango y el crítico Rubén Monasterios que el teatro en Venezuela comenzó de forma arcaica con sus etnias indígenas, que a través de danzas y otras representaciones escénicas rendían culto a su mitología propia. Sin embargo para ambos investigadores estos inicios primitivos no revisten importancia alguna en el desarrollo teatral venezolano ni pueden ser considerados como piezas claves de su imaginario.
De la época colonial también existen muy pocos registros de la actividad teatral venezolana –en ciernes para aquel momento–. Según el crítico e investigador teatral Leonardo Azparren Giménez se sabe que durante esta época se escribieron alrededor de 300 piezas teatrales, cuyos textos lamentablemente no se conservan. Pero una logró sobrevivir al descalabro y es la que se considera la primera obra teatral escrita en el país: se trata del Auto Sacramental de José Cecilio de Ávila en 1766. Se trata de un homenaje a Nuestra Señora del Rosario donde, paradójicamente, el autor introduce elementos de la
mitología grecorromana como las diosas Venus, Juno y Palas, quienes cantan en versos elogios a la Reina de los Ángeles.  

Posteriormente ocurren dos hechos que marcan el punto de partida para un imaginario propio venezolano, apartado de la religión y los conceptos clásicos. Primero la Guerra de Independencia de los Estados Unidos en 1783, seguida por la Revolución Francesa en 1799. Además de eso los venezolanos que tienen oportunidad de viajar al extranjero y ser testigos de ambos acontecimientos –como en el caso de Francisco de Miranda– se oxigenan con las obras de pensadores como Rousseau, Diderot y Montesquieu.
Es así como, al llegar el siglo XIX y los sucesos ocurridos en 1810 y 1811, ya conceptos como república-libertad-independencia-rebelión están presentes en la vida intelectual venezolana. Comienza entonces a plantearse la lucha contra el despotismo y el poder absoluto y se manifiesta en el teatro valiéndose del diálogo en verso y tragedias romanas.Gaspar Marcano escribe El encuentro del español Pablo Cabrera con el patriota Francisco Machuca en las alturas de Matasiete en 1817. Se trata de un diálogo –un tanto jocoso y de corto aliento– entre el soldado realista Pablo Cabrera y el patriota Francisco Machuca sobre la derrota de los españoles e introduce de forma tímida el culto a la figura de Simón Bolívar en un momento en el que nada estaba decidido sobre la independencia de Venezuela del gobierno español.
Cuando Domingo Navas Spínola escribe Virginia ya estamos en el año 1824 y la independencia de Venezuela del gobierno español estaba en puertas. Para Piñango, Virginia marca el punto de partida de la dramaturgia venezolana moderna con una tragedia que “es una exaltación de la libertad, de la condición de ciudadano en una sociedad republicana de hombres libres, y un apasionado alegato contra la tiranía y el poder concentrado en un solo hombre”
Si bien la guerra independentista amenazó con el cese de la actividad teatral en el país –muchos cultores fueron llamados para servir en el frente de batalla– también marcó el punto de partida para un imaginario cuyos primeros componentes se los debemos a los franceses: Liberté, égalité, fraternité.

lunes, 22 de junio de 2015

El montaje circense, producción de la Compañía Nacional de Circo -adscrita al Centro Nacional de Teatro-, se presentará el sábado y el domingo para conmemorar el Día Nacional de Teatro que se celebra el 28 de junio. La fecha fue decretada por el presidente Carlos Andrés Pérez el 13 de junio de 1978, y corresponde al día en el que se registró la primera solicitud formal para escenificar una comedia teatral ante el Cabildo de Caracas, en el año 1600. Sin embargo, se sabe que en 1595 se estrenó en la capital la primera comedia de la que se tenga noticia, preparada por Melchor Machado.

"Travesía": un éxodo a la ciudad acompañado de acrobacias

El montaje circense se presentará para conmemorar el Día Nacional del Teatro

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La entrada tiene un costo de Bs.50 AVN
EL UNIVERSAL
lunes 22 de junio de 2015  12:00 AM
Acróbatas, malabaristas y trapecistas tomarán el escenario del Teatro Municipal de Caracas con la pieza Travesía, en la que el público será testigo de los riesgos y situaciones imprevistas que experimenta un hombre de campo en su viaje hacia la ciudad.

El montaje circense, producción de la Compañía Nacional de Circo -adscrita al Centro Nacional de Teatro-, se presentará el sábado y el domingo para conmemorar el Día Nacional de Teatro que se celebra el 28 de junio.

La fecha fue decretada por el presidente Carlos Andrés Pérez el 13 de junio de 1978, y corresponde al día en el que se registró la primera solicitud formal para escenificar una comedia teatral ante el Cabildo de Caracas, en el año 1600. Sin embargo, se sabe que en 1595 se estrenó en la capital la primera comedia de la que se tenga noticia, preparada por Melchor Machado. 

El director del Centro Nacional de Teatro, Alfredo Caldera, asegura que el espectáculo está dedicado especialmente al público venezolano, "a su historia contemporánea, a los embates provenientes de la cultura petrolera, a su lucha por nuestra nacionalidad e identidad como pueblo". Destacó que estos temas además forman parte del trabajo del artista y dramaturgo César Rengifo, "al que también homenajeamos en este año 2015", por el centenario de su nacimiento. 

Integran el montaje los malabaristas Jesús Rujano y Rubén Calderón, Alejandro Perales, equilibrista en rodillos oscilantes; el dúo acrobático de Javier Rujano y Richard Guerrero, Henry Cotte con el número de gimnasia aérea en cintas y Greysa Machillanda en gimnasia aérea en pirámide. Los siete artistas conformarán la representación de la ciudad, recorrida por el campesino protagonista de esta historia circense.

Despojado de sus tierras, el hombre emprende un viaje a la metrópoli, durante el cual vive encuentros afortunados y otras veces abrumadores, que plasman la realidad de las urbes en la actualidad. Las funciones de Travesía serán a las 5:00 pm, y el costo de la entrada es de Bs. 50.

domingo, 21 de junio de 2015

“Capitán Bolívar ofrece servicios de masajistas de cualquier modelo que se le diga”. Está registrado y anotado en los libros la visita de modelos y actrices. Les regala comidas exquisitas y teléfonos caros a los custodios. El capitán anda por toda la cárcel, en las oficinas y hasta sale al banco. Lo que tiene en Ramo Verde no es una celda, son dos suites, en las que recibe modelos y artistas. “Traigo a la que quieran, así sea Diosa Canales”, ofrece. Las fiestas son con whisky 18 años.

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10 claves sobre el “Capitán Bolívar”: el 

presunto asesino de Adriana Urquiola

La periodista Jenny Oropeza del diario 2001, hizo un trabajo de investigación sobre los sucesos alrededor de Jhonny Eduardo Bolívar, el presunto asesino de la interprete de señas de Venevisión, Adriana Urquiola. Aquí les mostramos clave por clave:
1- Jhonny Eduardo Bolívar Jiménez, de 37 años, nació y se crió en el sector El Cerrito Blanco, al Oeste de Barquisimeto, estado Lara. Para 1996 empezó su vida delictiva, presuntamente, al lado del narcotraficante Fernando Bemúdez -quien ejercía mucha influencia sobre varios magistrados a quienes tenía comprados- para ese tiempo utilizaba Curazao como puente para llevar droga hacia Estados Unidos, México y Europa.
2- En el 2002 fue detenido –aunque no por primera vez- en el Centro de Barquisimeto a bordo de una Gran Cherokee en donde tenía gran cantidad de uniformes militares, poseía insignias, los uniformes con el apellido Bolívar. Aunque era conocido como “Capitán Bolívar”, el militar que lo detuvo le dio el apodo de “Lex Luthor” -haciendo referencia al villano de la película de Superman que azotaba la Metrópolis- por su inteligencia y facilidad para engañar.
3- La fuente indicó que se le elaboró un expediente que fue remitido a Fiscalía Militar. Para la fecha sigue sin conocer las razones de su liberación.
4- Para ese tiempo, el “Capitán Bolívar” ya había sido señalado por lavado de dinero y tráfico de drogas. Estuvo involucrado, con otras seis personas, en el decomiso de 110 kilos de cocaína de alta pureza en el puerto marítimo de Felixstowe, Inglaterra.
5- Bolívar se hizo pasar por hijo del general Oswaldo Bolívar Massó para obtener pasaporte diplomático, dos de estos fueron hallados durante un allanamiento a su vivienda así como tres armas de fuego.
6- En el año 2003 participó en el plagio del economista Amado Pastor Gudiño, de 68 años, a quien contactó para supuestamente comprarle una finca en la zona haciéndose pasar por un capitán de la Aviación venezolana. Lo mantuvo 65 días en cautiverio dentro del baño de una humilde vivienda.
7- Fue capturado por el Cicpc y el Gaes y condenado a 23 años, 7 meses y 5 días de presidio por el Tribunal 4º de Primera Instancia en función de Juicio del estado Lara en 2003, pero la defensa del acusado apeló logrando bajar la condena a 22 años y 25 días.
8- Fue sentenciado por los delitos de secuestro, usurpación de título militar, ocultamiento ilícito de arma de fuego, aprovechamiento de acto falso y obtención de pasaporte con falsedad ideológica.
9- Fue enviado a la cárcel de Uribana, Barquisimeto, en donde obtuvo el liderazgo comandando una de las masacres más grandes en donde hubo líderes decapitados. A raíz de esta acción fue ordenado su traslado hacia la cárcel de El Dorado.
10- Bolívar aún debería estar preso por la sentencia dictada en el 2003, pero habría quedado en libertad por una medida de gracia del Ministerio de Servicios Penitenciarios.
2001

La vida pública del asesino de Adriana Urquiola

Otra de las actrices que se retrató con Yonny Eduardo Bolívar fue Susej Vera
Otra de las actrices que se retrató con Yonny Eduardo Bolívar fue Susej Vera
Yonny Bolívar, homicida de la intérprete de señas de Venevisión, se relacionó con actrices, exhibía propiedades y se presentaba como comisionado de la Policía Nacional 
Yonny Eduardo Bolívar Jiménez, homicida de Adriana Urquiola, intérprete de señas de Venevisión, no solo tiene una hoja extensa de antecedentes penales que lo han llevado a entrar a prisión sino también una trayectoria de decisiones judiciales favorables que le han permitido salir de ella. Mientras ha estado en libertad, nada le ha impedido aparecer en actos públicos como ocurrió cuando participó en la caravana fúnebre que siguió el traslado de los cuerpos de Mónica Spears y de su exesposo, Thomas Henry Berry, asesinados el 6 de enero desde Valencia hasta Caracas. 
Iba en la misma camioneta negra Toyota 4Runner, placa AD44-2FD (fotografiada el 7 de enero por la prensa), que condujo el 23 de marzo, cuando disparó a Urquiola. Horas antes de emprender el recorrido fúnebre para trasladar los cuerpos de Spear y Berry a Caracas, Bolívar se había presentando en la medicatura forense de Valencia. Había llegado en el vehículo, mostrando una credencial que lo identificaba como comisionado de la Policía Nacional Bolivariana y se presentó como personal de confianza de la ministra para Asuntos Penitenciarios, Iris Valera, según recuerdan testigos.
Señales


La camioneta negra y la credencial de la PNB  de Bolívar se convirtieron dos meses después en datos claves en las pesquisas sobre el crimen de Urquiola.
La intérprete, con embarazo de cinco meses, fue asesinada el 23 de marzo en la noche, en una barricada en los Nuevos Teques, estado Miranda, por un hombre que conducía un vehículo del mismo color, marca, modelo y placas del que fue fotografiado en la caravana.
Pese a que el crimen fue adjudicado originalmente a un supuesto trabajador de Corpoelec, luego se conoció que el responsable fue Bolívar. La camioneta fue encontrada en un allanamiento del Cicpc realizado el 25 de marzo en el garaje de su casa, ubicada en el sector El Picacho de San Antonio de Los Altos.
Bolívar, que se fugó antes de ser capturado, admitió en una entrevista a El Nacional, publicada el 30 de marzo, que había disparado contra Urquiola, pero no de manera intencional. “Yo venía de Valencia, eran más de las 8:00 pm, y luego de salir por Las Tejerías, cuando estaba en la semicurva de Los Nuevos Teques, había una barricada. Se veía el fuego y había encapuchados que comenzaron a lanzar piedras y botellas. Varios vinieron hacia mi carro, se escuchaban gritos y oí tres tiros. Fue un gran error, me bajé, desenfundé mi pistola (Beretta 9 milímetros) y lancé unos tiros al aire como en 50 grados. En la planimetría del Cicpc se ve que una de las balas pegó en el poste, rebotó y le segó la vida a Adriana Urquiola”, dijo.
Indicó que la camioneta que conducía no le pertenecía y se negó a identificar al propietario. En el registro en línea del Instituto Nacional de Transporte Terrestre se confirma que el vehículo no está a nombre de Bolívar. 
Sobre su cargo como comisionado de la PNB solo hay negativas. Valera refutó esta versión a un diario nacional: “Andan diciendo que ese tipo es escolta mío. No, no, ningún escolta mío”. El Cicpc ha prestado especial atención a indagar cómo la prensa obtuvo datos sobre Bolívar, pero se ha denunciado que no hizo el mismo énfasis para prevenir su fuga. El diputado Ricardo Sánchez recriminó a las autoridades por no incluirlo en la lista roja de Interpol. Luisa Ortega Díaz, fiscal general de la República, dijo que sí había notificado.
Prontuario
Las rejas no han sido obstáculo para Bolívar. Hace algo más de 10 años fue apodado “Capitán Bolívar” por usurpar un título de la aviación y hacerse pasar por piloto de la Fuerza Aérea.
El 15 de marzo de 2004 fue condenado por el Tribunal Tercero de Lara por cometer el secuestro de un comerciante, ocultamiento de armas de fuego y de guerra, y la usurpación de título militar a 22 años de prisión en Uribana, y ordenó la confiscación de sus propiedades, incluyendo una lancha y dos vehículos.
Bolívar fue señalado en las celdas de ser uno de los autores de la masacre ocurrida el 22 de septiembre en ese centro penitenciario. Pero el 29 de abril de 2005 la jueza  Menfis Álvarez Núñez, a cargo en ese momento del Juzgado Quinto de Primera Instancia de Lara, decidió otorgarle libertad y la devolución de propiedades.
Una suspensión fue impuesta ese año a la jueza que, en 2009, sería destituida de su cargo por el Tribunal Supremo de Justicia por dictar una medida a favor de Bolívar.
Pero las decisiones dictadas a favor de Bolívar fueron anuladas por tribunales en mayo de 2005. Estuvo recluido en Tocorón y Vista Hermosa. En una entrevista para un semanario, publicada hace dos años, en que se identificó como “Capitán Bolívar”, admitió mantener el control de negocios de armas, licor y prostitutas. Su paso por la cárcel duraría entre finales de 2012 y principios del año pasado, cuando logró salir en libertad.  
Conexiones en red
En Twitter utiliza el usuario @The_lord_jedi y solo se identifica como Eduardo Bolívar C. Hasta el jueves en la tarde contaba con 361 seguidores y colgaba fotografías en que se exhibía abrazado con personajes públicos como las actrices Susej Vera, Myriam Abreu (conocida como “La Barbie”) y el expelotero Ugueth Urbina, entre otras figuras.
Abreu le dedicó dos mensajes en la red social el 21 de marzo de 2012: “Un feliz cumpleaños a uno de mis mejores amigos @the_lord_jedi tqm BFF”. Él le agradece la felicitación y ella vuelve a responderle: “Te re Adoro mejor amigo!!! "@the_lord_jedi: @BarbieAbreu gracias mi reina dios te bendiga y gracias por estar pendiente".   
El Nacional intentó entrevistar a la actriz Abreu. Aunque aseguró conceder la entrevista el viernes, luego fue imposible contactarla.
La actriz Jimena Araya, conocida como “Rosita” y señalada por la justicia venezolana por haber contribuido en la fuga del pran “el Niño Guerrero” de la cárcel de Tocorón en 2012, también escribió a Bolívar el pasado 2 de noviembre en Twitter: “¡Dios te bendiga hoy y siempre, por ser un tan humilde y ayudar a las personas que te necesitan! Saludos Eduardo B.”.
En sus últimos twits en la red social responde a una usuaria que está equivocada al mostrar una fotografía de él y señalarlo de ser el asesino de Urquiola: “Le agradecería mucho que sí usted no está segura de que esa persona no es Yonny Bolívar  (en referencia a la foto) no la perjudique, ya que esa persona soy yo y nada tengo que ver con ese tipo”. Minutos antes de responderle bloqueó el acceso a las fotografías de su cuenta de Twitter y sustituyó la de su perfil, en la que aparecía en un avión, por la de la fachada de una casa.

Las oscuras historias de Ramo Verde

CENAPROMIL. Es el Centro Nacional de Procesados Militares de Ramo Verde. 
Está en Los Teques, estado Miranda. Depende de la Tercera División del Ejército 
y de la Zona Operativa de Defensa Integral (Zodi) capital. Allí debería haber sólo 
militares, pero hay bastantes civiles. Por ello se paga mucho dinero. Estar 
allí es mejor que estar en un centro penitenciario cualquiera. Todo lo que 
quiera se puede conseguir, incluyendo todo tipo de drogas, licor, armas, 
prostitutas. Hay 80 presos y casi todos pagan su comida. Para tener acceso 
a privilegios, el contacto es un falso capitán, condenado a 23 años de prisión 
por: secuestro con agravante genérica, usurpación de Título Militar, 
ocultamiento ilícito de arma de fuego, aprovechamiento de acto falso y obtención 
de pasaporte con falsedad ideológica. Alias capitán Bolívar se hacía pasar por 
oficial militar. En la 13 Brigada de Infantería del Ejército denunciaron que 
el individuo estaría estafando a comercios con cheques que poseían el membrete 
del Plan Bolívar 2000. Presentaba falsas órdenes de compra, entregaba el 
cheque y exigía se le entregara el monto de la factura en efectivo con el descuento 
del IVA y un 10% por parte del proveedor, pero esos cheques no tenían fondos. 
El colmo fue cuando Capitán Bolívar se hizo pasar como hijo de un general 
de la Guardia Nacional y adquirió uniformes de la GN con condecoraciones, 
uniformes de campaña y bastones de mando de general de brigada. Aunque 
en Ramo Verde está prohibido tener armas, capitán Bolívar porta una pistola 
calibre 45, con 5 teléfonos blackberry. Allí todo se negocia, incluyendo la 
entrada de mujeres sean prepagos o no. “Capitán Bolívar ofrece servicios 
de masajistas de cualquier modelo que se le diga”. Está registrado y anotado 
en los libros la visita de modelos y actrices. Les regala comidas exquisitas y 
teléfonos caros a los custodios. El capitán anda por toda la cárcel, en las 
oficinas y hasta sale al banco. Lo que tiene en Ramo Verde no es una celda, 
son dos suites, en las que recibe modelos y artistas. “Traigo a la que quieran, 
así sea Diosa Canales”, ofrece. Las fiestas son con whisky 18 años.


“El Capitán Bolívar” y su vida de magnate en 

Colombia



yonny_bolivar_casa_barranquilla_11jun2015 









ND / 12 jun 2015.- “Se hacía pasar por piloto. Vivía en una zona exclusiva. Tenía varias 
dentificaciones y tarjetas de crédito falsas”. Asì comienza la nota que trae este viernes Versión 
Final y escrito por la periodista Fabiana Delgado M. sobre la vida del presunto asesino de Adriana Urquiola, Yonny Eduardo Bolívar Jiménez (38) quien ayer fue detenido por funcionarios de Interpol 
en Barranquilla, Colombia.viernes Versión Final y escrito por la periodista Fabiana Delgado M. 
sobre la vida del presunto asesino de Adriana Urquiola, Yonny Eduardo Bolívar Jiménez (38) 
quien ayer fue detenido por funcionarios de Interpol en Barranquilla, Colombia.
“El hombre, quien es conocido como el “Capitán Bolívar”, estaba residenciado en una zona 
exclusiva de Barranquilla”. “Allì, según las autoridades colombianas, se movía en vehículos 
de lujo y además, usaba una flota especial que prestaba servicio de lujo”.
“Ademàs, explicaron los funcionarios que “Capitán Bolívar” recurría a los ritos religiosos de 
la santería para evitar que fuese capturado”.
Explica Delgado M. que el apodo de “Capitán Bolívar obecede a una usuarpación de un 
título de la aviación con el cual se hacía pasar por piloto de la Fuerza Aérea Venezolana”.