Yo soy

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miércoles, 24 de agosto de 2011

Compañeros, me llevan. Yo me llevo el recuerdo de Ustedes tatuado en mi alma

Dias de prisión – El autor

Por Osvaldo Cesar Gasparini.

Este es el relato inédito de una pesadilla en las cárceles de la dictadura que habría de durar más de 8 años. La historia oscila entre el horror y el humor, rescatando lo positivo de la vida cotidiana donde se arriesgaba la vida en cada aventura.
De venta en: Editorial Dunken.
Osvaldo Cesar Gasparini
Osvaldo Cesar Gasparini
Poseedor de una excelente memoria, Gasparini también logra rescatar del olvido hechos sucedidos en otras cárceles de su país natal, que llegaron a su conocimiento a través de relatos de compañeros presos políticos que eran trasladados de otras unidades penitenciarias o centros de detención clandestinos y que personalmente le contaban las atrocidades allí ocurridas. Así, su pluma describe supuestas fugas y suicidios fraguadas por los militares en Córdoba, Devoto, Resistencia, Rawson y Coronda, para justificar asesinatos de compañeros (“masacres”, como bien las califica Gasparini), cuyos nombres son recordados y reivindicados en sus dos libros. Ya en el exilio, Osvaldo Gasparini comienza a escribir sus memorias con la intención de poder realizar algún día su sueño de hacer conocer su historia y la de muchos otros. Según las propias palabras del autor, cuando entraba a una librería se le erizaba la piel al pensar en la sensación que le causaría plasmar en un libro propio sus vivencias en la cárcel y así poder preservar ese trozo oscuro de la historia. El texto de Osvaldo César Gasparini se sostiene por sí solo dada la intensidad del contenido, permitiendo al lector aceptar el estilo libre del autor. El tono monocorde lo hace muy emotivo, cada momento se vive en profundidad. Sus libros vienen a cubrir un capítulo inédito de ese nefasto período de la historia Argentina y seguramente servirán como documento para las futuras generaciones.
Osvaldo César Gasparini. Estuvo más de 8 años detenido durante la dictadura a disposición del Poder Ejecutivo Nacional. Hoy vive en Suecia con su familia. Desde su llegada a Suecia, trabajó intensamente en distintos organismos a favor de la defensa de los derechos humanos en Latinoamérica , principalmente en Amnesty International. Entre otras cosas, protagonizó un video film sobre la vida en las cárceles en Argentina, dió entrevistas y conferencias para difundir este tema, auspició la visita de las Madres de Plaza de Mayo a Linköping y el intercambio cultural entre la Municipalidad de Azul y la de Linköping con la visita de un representante azuleño. Presentó un manuscrito en el concurso literario de la “Casa de las Américas” en la Habana, que luego sirvió de inspiración para este libro y la presentación de la Feria del Libro 2008.

PABELLÓN DE LA MUERTE. LA PLATA UNIDAD 9

A Dardo Cabo y Roberto Rufino Pirles, “el Palometa”, los sacaron a un trámite judicial engañados. Hasta esa fecha el 6 de enero de 1977, no había pasado nada raro. Se dejaron llevar sin resistencia, hasta que fue demasiado tarde y les pusieron las esposas. Fueron ejecutados en Coronel Brandsen. Tenían 40 disparos de FAL por la espalda. Así fue a reconocer el padre de Emiliano Costa, que era comodoro. Horacio Rappaport, a cuyos familiares les informaron que había muerto por suicidio o en intento de fuga; Ángel Alberto Georgiadis. En relación a Carlos Deghi Borelli fue asesinado el 20 de marzo de 1978, cuando fue puesto en libertad, apareció a las 48 horas en el kilómetro 20 de la ruta 36, después de haber sido secuestrado a 200 metros de la Unidad 9. Tenía un balazo en la cabeza y otro en el pecho. Y la desaparición de Juan Pettigiani. Hasta la del “Almirante” Julio Urien, que lo salvó in extremis su madre tramitando un traslado a Sierra Chica con Albano Harguindeguy. A los gritos lo sacaron del Pabellón de la Muerte de La Plata. El 12 de febrero de 1978 volvieron aplicar la ley de fugas: liberaron a Miguel Domínguez, del pabellón 1, y a Gonzalo Abel Carranza y Guillermo Segalli, del pabellón 2. Y también Juan Barrientos. Los peronistas en el pabellón 1 y los del PRT en el 2.
Pese a que los familiares pedían que los liberaran de día, salen del penal a la 1 de la mañana. Los tres desaparecen en la puerta. También por tortura muere Marcos Ibáñez: fue desnucado y muere el 10 de septiembre de 1977. A Alberto Pinto-el 15 de noviembre de 1978- cordobés, que por ser judío y epiléptico no lo trataron, con quien los penitenciarios lo liberaron internándolo en el Hospital San Juan de Dios con el bazo y el hígado destrozado por las palizas falleció el 5 de marzo de 1979 como consecuencia de las torturas. También, Rafael La Sala. Los compañeros del Pabellón de la Muerte, el N.º 1, comienzan a protestar y denunciar semejante masacre. Como cuando Rappaport pide hablar con el oficial de turno y le plantea, le pide una respuesta. El oficial reacciona y lo manda a las celdas de castigo. Entonces, al surgir que a Urien le salvan la vida en un traslado a Sierra Chica, supuestamente a cambio de él lo sacan a Rappaport porque lo tenían justo castigado en las celdas de aislamiento. No se sabe si esto fue el motivo. Pero era el comentario que nos llegó a Sierra. La resistencia creció. Como el Barba Gutiérrez era el “fajina”, la limpieza, ya él estaba alerta por si venían a levantar a alguien. La resistencia consistía en no dejarse sacar. Si los milicos los querían matar, debían hacerlo ahí mismo. Los cumpas estaban prevenidos con calentadores o cualquier cosa contundente para resistir y provocarían un gran escándalo a los gritos para que se supiera en todo el penal…
También había otro compañero que es muy llamativo su caso: José Roberto García lo sacaron supuestamente para tribunales y no volvió más. El Juez Marquardt le “ordenó” la libertad y no se supo mas nada. El Juez que tenía 29 años en aquel entonces, era reconocido por su militancia Nazi. Estaba relacionado con el coronel Ramón Camps y Suárez Masson. Solía recorrer los pabellones de los presos políticos y se sabe que firmo las libertades de varios de ellos para que los grupos de tareas pudieran secuestrarlos y que desaparecieran. “Roberto García” hubiera podido presentar un recurso de amparo reconociendo su verdadera identidad: Juan Pettigiani. Quizás hubiera sido mejor, pero el “galleguito” de 24 años pensó que no funcionaría y lo descartó ya que por un hecho estuvo obligado a cambiarse de nombre. Decía que si los milicos lo saben y se quieren cobrar lo van a hacer lo mismo, así que deschavarse no tiene sentido, le comentaba al cumpa de celda. El percibió que lo venían a buscar para fusilar. Era como Juan Pettigiani, porque fue soldado en el Arsenal de explosivos de Villa María cuando el ERP lo copo en agosto del 74. Había franqueado la entrada de sus compañeros. Un mes antes, el mismo juez, fue cómplice en la desaparición de “Gonzalo Carranza”. El galleguito lo enfrentó con mucha hidalguía. Gritó:
Compañeros, me llevan. Yo me llevo el recuerdo de Ustedes. ¡Hasta la victoria siempre compañeros!
También con los familiares o cartas camufladas presentaron recursos de amparo. Los guardias le sacaron una carta del Barba dirigida a distintos jueces. También estaban en las primeras celdas del Pabellón de la Muerte: Jorge Enrique Taiana, ministro de Relaciones Exteriores, que también impulsó las denuncias a los magistrados. Un juez lo viene a entrevistar al Barba. Como estaba en juego la vida, denunció a los militares, las muertes de los compañeros. Luego de esa demanda, lo mandan a los chanchos al Barba, a la madrugada lo sacaron y él creía que iba a la boleta lo meten en una oficina donde lo estaba esperando un oficial de penales de jerarquía, pero nunca supo el nombre. Éste le dijo que estaba para “el traslado”, pero que él se oponía, que él era un profesional. Estuvieron hablando como tres horas de política; salieron como “chanchos”. Fue un momento crucial en la vida de Francisco, su existencia pendía de un hilo.
En general, los prisioneros eran dejados en libertad y asesinados a la salida de la cárcel con el fin que su salida de esa unidad quedara asentada formalmente, sin dejar pistas que pasó luego de la liberación. Además, las torturas sufridas por los compañeros, en total deberán rendir cuentas ante el Tribunal Oral Federal 1 La Plata, integrado por Carlos Rozanski, Roberto Falcone, Mario Portella y Norberto Ferrando, al fin luego de pasar tiempo y negativas serán juzgados el 12 abril de 2010, en la sede de AMIA de la ciudad de La Plata. Es la primera vez que enjuician a los penintenciarios, por las causas evidentes de lesa humanidad. Mataron alrededor de 30 compañeros junto a familiares. La causa N 2901/09 caratulada: Dupuy, Abel David y otros/homicidios, tormentos, privación ilegal de la libertad. Por un total de 124 privaciones ilegales de la libertad, tormentos, 5 homicidios , 7 casos de tortura y más de 80 casos de tortura. Serán 240 testigos, entre ellos Francisco Gutiérrez , intendente de Quilmes, Guillermo Villanueva ex rector de la Universidad de Buenos Aires, Julio César Urien ex marino se sublevo de la ESMA y se negó a integrar los grupos de tarea, Eduardo Jozami periodista reconocido, Perez Ezquivel premio nobel de la Paz entre muchos otros que declararan durante cuatro meses. Se trata del primer juicio a integrantes del Servicio Penitenciario Bonaerense. Los imputados estuvieron presentes en la audiencia y la lectura de sus nombres generó silbatina y gritos de “asesinos” por parte de los familiares de las víctimas y integrantes de organismos de derechos humanos. La unidad 9 de La Plata, como también Sierra Chica fue una de las cárceles que recibió más presos políticos durante la última dictadura. El 13 de diciembre de 1976 Dupuy asumio la conducción y con el se impuso, un “régimen de terror y exterminio”. Esa madrugada, los detenidos de todo el penal fueron obligados a salir de sus celdas, con las cabezas gachas y las manos atrás y ubicarse ente dos filas de guardias armados. Los presos fueron obligados a desnudarse y a continuación se les aplico una feroz golpiza con palos, puntapiés, trompadas y golpes de armas largas en todo el cuerpo. Los compañeros debieron correr entre esa fila de guardias mientras eran golpeados y los oficiales del penal miraban esa golpiza infernal. No se saldo nadie de la requisa, que los guardias decían que se hacía con el fin de sacar libros subversivos,. A partir de ese día cambio todo. Dupuy eliminó los beneficios de los que gozaban los presos, como visita de contacto y acceso a literatura, y reestructuro los pabellones. Los peronistas en el pabellón 1 y los de izquierda en el 2. Alojaban a los mas responsables pero no siempre fue así, ya que yo por ser hermano de Juan Gasparini siempre estuve con los jefes de las organizaciones de la tendencia revolucionaria.
También queda implicado e imputados Ramón “Manchado” Fernández, ex jefe de inteligencia de SPB, durante la gobernación de Felipe Sola, el jefe del Servicio Penitenciario, Elvio Omar Cosso, Director del penal Abel David Dupuy. El juez federal Manuel Blanco elevo a juicio oral y público un primer paso de la causa contra catorce represores. La lista de imputados la encabeza Elvio Cosso, segundo jefe, luego del interventor, coronel Aníbal Guillen, que murió impune. El subjefe Isabelino Vega, el jefe de seguridad Victor Rios, penitenciarios Raúl Anibal “Nazi” Rebaynera, Catalino Morel, Jorge Luis Peratta, Valentin Romero, Héctor Raúl Acuña, Segundo Andrés Basualdo y los civiles médicos Enrique Leandro Corci, Luis Favole y Carlos Domingo Jurio. La mitad de los catorce represores están en la cárcel de Marcos Paz Cordoba, Cosso, Vega, Romero y Fernández gozan de arresto domiciliario y los médicos fueron excarcelados. El manchado es un sobrenombre, sufre de “vitíligo” Fernández a quien conocí en la Unidad 9 fue imputado de las desapariciones de los tres últimos nombrados: Carranza, Segalli y Domínguez y las torturas contra Morgodoy. En conclusión, los penitenciarios que están detenidos, con todos los beneficios, tomando mate a lo loco como en las tumbas
Osvaldo César Gasparini
Ex preso político. Autor de “Días de prisión, memorias de sierra chica, caseros, la plata U9”.
ISBN 978-9870229995
2943 días de prisión. Relatos de la guerra sucia-1975-1983. Argentina
ISBN 978-91-633-5430-6


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July 6, 2010

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