Dimensión ideológica Vs criminalidad
La política criminal debe ser racional, coherente e integral, atendiendo los distintos actores...
JUAN MARTÍN ECHEVERRÍA | EL UNIVERSAL
domingo 28 de agosto de 2011 12:00 AM
Cuesta entender lo que está ocurriendo en el país: no es fácil asimilar que, a pesar de la política de tierra arrasada aún sus seguidores creen en el régimen, más allá del incumplimiento de las promesas, la destrucción de empleo y la creciente violencia urbana; por ello habría que analizar la dimensión ideológica del régimen, que considera a la violencia como un instrumento para sus fines, estamos hablando de la violencia en todos sus géneros: ideológica, verbal, política, jurídica y personal. La consecuencia es que se ha reescrito nuestra historia Patria y los libros de texto, aunque falta la épica de la Revolución Francesa, rusa o cubana, pero se sustituye con la propaganda.
La dimensión ideológica influye en la subsistencia de los grupos armados, en el control de los barrios por los delincuentes, la impunidad, reincidencia, ocultamiento de las estadísticas delictivas y la imposibilidad de ejecutar una política criminal. Así, por ejemplo, cuando se habla del desarme están de acuerdo los dirigentes, población en general, especialistas y funcionarios, sin embargo su aplicación implicaría desarmar la guerrilla del Alto Apure, los subversivos de la frontera, los grupos del 23 de Enero y recuperar las armas de los presuntos defensores del socialismo del siglo XXI.
El control de los barrios ya no lo ejercen sus líderes naturales, que antes eran adecos, copeyanos y ahora podrían ser socialistas, sino gente armada, cuyo dominio del territorio se mide por su poder de fuego, capaces de ejercer autoridad y obviamente ello contribuye a la impunidad global, que está en un 91,7 de acuerdo al último informe presentado por la Fiscalía a la AN. Se agrega la reincidencia y el crecimiento desmesurado de los delitos violentos, la violencia está desatada, intimida y deja relativamente tranquilos a quienes tienen carros blindados, escoltas y ejercen autoridad, sin embargo abandona al ciudadano de a pie y al oficialista, ya que el delincuente a la hora de actuar no hace distinciones. Sin embargo si la base de los votantes del oficialismo está en los sectores D y E, cómo se explica que es allí donde la matanza semanal se afinca con especial crueldad.
La dimensión ideológica afecta de manera directa la capacidad de acción del Sistema Penal porque, si se hace una reflexión global sobre nuestra sociedad, carecemos de políticas de prevención y no se ejecutan las soluciones encaminadas a reducir el mal social del delito, mientras la pobreza en pleno proceso de aprendizaje del socialismo del siglo XXI, está sufriendo las estrategias que, en vez de ir dirigidas a la totalidad del conglomerado, solo favorecen a unos pocos, cuando es evidente que la violencia no es el medio más apropiado para resolver los conflictos, sean políticos, sociales, económicos o delictivos. Es imposible hacer prevención, represión, administración de justicia eficaz y reinserción social, si la persecución penal abarca en especial a los casos más notorios y a los enemigos del régimen, dejando relativamente incólume el tráfico de drogas, la corrupción y los delitos violentos: no se puede desplazar la curva de la criminalidad si no se enfrentan todos los delitos, todos los delincuentes y con todos los medios disponibles. Definitivamente no hay voluntad política.
La reducción de la criminalidad comprende la selección, capacitación y funcionamiento de la Policía, Fiscalía y Administración de Justicia, con campañas masivas para crear conciencia cívica en la sociedad y así asegurar el apoyo de las comunidades. Existen experiencias piloto que han sido exitosas en gobernaciones y alcaldías, que deberían extenderse en el país, pero la dimensión ideológica impide que se generalicen y el edificio entero debe cuidarse con la totalidad de los recursos, por lo que mal puede fortalecerse únicamente una pared, porque el resto se cuartea y el techo cae sobre la gobernabilidad: esa es la realidad y no se protegen los ciudadanos porque se antepone la dimensión ideológica.
Es injustificable que sectores cercanos al oficialismo tengan que quedarse callados ante la procesión de familiares que van cayendo por la violencia criminal, ya que si reclaman pueden arriesgar los beneficios que el régimen les ofrece bajo la condición del silencio. La política criminal debe ser racional, coherente e integral, atendiendo los distintos actores del drama criminal, con énfasis en las víctimas, ya que las mejores intenciones están condenadas al fracaso si no tienen el sostén de los organismos que componen el Sistema Penal y de la opinión pública.
juanmartin@cantv.net
La dimensión ideológica influye en la subsistencia de los grupos armados, en el control de los barrios por los delincuentes, la impunidad, reincidencia, ocultamiento de las estadísticas delictivas y la imposibilidad de ejecutar una política criminal. Así, por ejemplo, cuando se habla del desarme están de acuerdo los dirigentes, población en general, especialistas y funcionarios, sin embargo su aplicación implicaría desarmar la guerrilla del Alto Apure, los subversivos de la frontera, los grupos del 23 de Enero y recuperar las armas de los presuntos defensores del socialismo del siglo XXI.
El control de los barrios ya no lo ejercen sus líderes naturales, que antes eran adecos, copeyanos y ahora podrían ser socialistas, sino gente armada, cuyo dominio del territorio se mide por su poder de fuego, capaces de ejercer autoridad y obviamente ello contribuye a la impunidad global, que está en un 91,7 de acuerdo al último informe presentado por la Fiscalía a la AN. Se agrega la reincidencia y el crecimiento desmesurado de los delitos violentos, la violencia está desatada, intimida y deja relativamente tranquilos a quienes tienen carros blindados, escoltas y ejercen autoridad, sin embargo abandona al ciudadano de a pie y al oficialista, ya que el delincuente a la hora de actuar no hace distinciones. Sin embargo si la base de los votantes del oficialismo está en los sectores D y E, cómo se explica que es allí donde la matanza semanal se afinca con especial crueldad.
La dimensión ideológica afecta de manera directa la capacidad de acción del Sistema Penal porque, si se hace una reflexión global sobre nuestra sociedad, carecemos de políticas de prevención y no se ejecutan las soluciones encaminadas a reducir el mal social del delito, mientras la pobreza en pleno proceso de aprendizaje del socialismo del siglo XXI, está sufriendo las estrategias que, en vez de ir dirigidas a la totalidad del conglomerado, solo favorecen a unos pocos, cuando es evidente que la violencia no es el medio más apropiado para resolver los conflictos, sean políticos, sociales, económicos o delictivos. Es imposible hacer prevención, represión, administración de justicia eficaz y reinserción social, si la persecución penal abarca en especial a los casos más notorios y a los enemigos del régimen, dejando relativamente incólume el tráfico de drogas, la corrupción y los delitos violentos: no se puede desplazar la curva de la criminalidad si no se enfrentan todos los delitos, todos los delincuentes y con todos los medios disponibles. Definitivamente no hay voluntad política.
La reducción de la criminalidad comprende la selección, capacitación y funcionamiento de la Policía, Fiscalía y Administración de Justicia, con campañas masivas para crear conciencia cívica en la sociedad y así asegurar el apoyo de las comunidades. Existen experiencias piloto que han sido exitosas en gobernaciones y alcaldías, que deberían extenderse en el país, pero la dimensión ideológica impide que se generalicen y el edificio entero debe cuidarse con la totalidad de los recursos, por lo que mal puede fortalecerse únicamente una pared, porque el resto se cuartea y el techo cae sobre la gobernabilidad: esa es la realidad y no se protegen los ciudadanos porque se antepone la dimensión ideológica.
Es injustificable que sectores cercanos al oficialismo tengan que quedarse callados ante la procesión de familiares que van cayendo por la violencia criminal, ya que si reclaman pueden arriesgar los beneficios que el régimen les ofrece bajo la condición del silencio. La política criminal debe ser racional, coherente e integral, atendiendo los distintos actores del drama criminal, con énfasis en las víctimas, ya que las mejores intenciones están condenadas al fracaso si no tienen el sostén de los organismos que componen el Sistema Penal y de la opinión pública.
juanmartin@cantv.net
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