Profeta
El término profeta proviene del lenguaje religioso y se refiere a una persona que sirve como intermediario entre la humanidad y la divinidad. Estrictamente hablando, un profeta es alguien que sostiene haber tenido una experiencia personal con Dios o con seres sobrenaturales, recibiendo de él/ellos la misión de comunicar sus revelaciones, hablando en su nombre a los seres humanos. Posee cualidades de intercesor por el pueblo delante de Dios y de mensajero de su palabra. Su carisma de interpretar la historia desde la perspectiva de Dios recibe el nombre de don de profecía.También se utiliza el término profeta para designar a alguien que predice acontecimientos futuros, generalmente cuando lo hace interpretando señales o basado en una revelación sobrenatural.1
La palabra profeta deriva del griego προφήτης (profétes), cuyo significado etimológico es el de "mensajero", "portavoz" de otro. En la religión griega, los profetas eran sacerdotes adscriptos a los templos, en especial los oraculares, que se encargaban de interpretar la vaticinios divinos.
Esta palabra fue usada por los traductores de la Biblia al griego como equivalente del hebreo נְבִיא (nabi´); de este modo pasó a tener un uso restringido para referirse a los profetas del judaísmo anterior a Jesús y a quienes, posteriormente, cumplieron una función profética en la iglesia cristiana. A través de la Vulgata la palabra profeta pasó al latín como prophēta y de allí a las lenguas románicas y germánicas.
Nótese que para el Tanaj judío, también se considera como profetas a otros personajes, desde Moisés hasta David, que aún sin encontrarse en la sección de libros proféticos, se encuentran en la sección llamada profetas anteriores.
Para los cristianos, Juan el Bautista es considerado el último profeta anterior a Jesús de Nazaret, quien además de sus otros atributos (Mesías, Salvador, Rey de reyes, Hijo de Dios, etc.), también es considerado el mayor Profeta. A partir de él, todos los cristianos se supone tienen una misión profética en la historia, y de hecho a muchos de ellos se les considera verdaderos profetas.
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Etimológicamente, el término “profeta” alude al que «habla en nombre de» otro; es decir, la persona que anuncia un mensaje recibido por medios sobrenaturales. El profetismo ha existido en religiones no bíblicas, pero los profetas bíblicos superan a los restantes. Muchos de ellos consignaron sus mensajes por escrito, como los llamados profetas mayores: Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel; y los profetas menores: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Miqueas, Jonás, Nahúm, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías Libros proféticosLos Libros proféticos del Antiguo Testamento cristiano y del Tanaj hebreo forman un grupo de escritos bíblicos atribuidos a los profetas, es decir, a hombres inspirados por Dios para hablar en Su nombre y transmitir al pueblo sus enseñanzas.En el Cristianismo, se consideran proféticos a los libros comprendidos entre Isaías y Malaquías (último del Antiguo Testamento). El Tanaj hebreo llama a esta colección Nevi´im ("profetas"), aunque incluye varios libros considerados por los cristianos como históricos (Josué, Jueces, I Samuel, II Samuel, I Reyes y II Reyes), sin incluir al profeta Daniel. Profetas hebreos y "profetas paganos"En el Cercano Oriente así como en el ámbito del Mediterráneo el fenómeno del profetismo ha sido parte de las formas religiosas vigentes. Los testimonios acerca de profetas comienzan a finales del Tercer milenio a.C. y se mencionan revelaciones proféticas en los pueblos vecinos de Israel, como por ejemplo Mari y Biblos; la Biblia misma habla de los profetas del dios Baal.Origen del nombreLa palabra hebrea es nabí (de aquí su plural Neviím). Tanto el origen preciso de la palabra como su sentido exacto se nos escapan. Se han propuesto tres teorías para explicarlos:
La versión griega de los LXX nunca traduce nabu en el sentido de "éxtasis" o "extático". La traduce como profetes, es decir, "el que habla en lugar de otro", "el representante de un tercero", "el vocero". Es común el error de creer que la partícula griega pro ("delante") se refiere aquí a "el que anticipa", "el que dice las cosas con antelación" (en otras palabras, "el que ve el futuro"). La acepción correcta de "profeta", por tanto, según los LXX; no es "el vidente" sino "el portavoz", "el mensajero". Por el contrario, la Biblia hebrea se refiere a los nevi´im con otros tres términos que sí tienen una relación más cercana con el concepto popular de "profecía": roé ("el vidente"), jozé ("el que ve", "el que tiene vista") y jolém ("el soñador", "el que tiene un sueño"). Origen históricoEl uso de la palabra "profeta" es muy antigua en la Biblia. Ya se reputa profeta a Abraham en el Génesis (20:7), pero ese término ha sido introducido allí en fecha muy posterior a la composición del libro.También Moisés ha sido considerado así, pero es más bien un conductor y un legislador, un enviado de Dios y un libertador antes que un profeta. El único libro que lo llama de esta manera es el Deuteronomio (18:15). En los últimos tiempos de los jueces aparecen en Canaán ciertas organizaciones o grupos llamados "Hijos de los Profetas", que se parecen (al menos superficialmente) a los profetas cananeos. Es a estos hombres a los que los hebreos comienzan a denominar nabí, aunque los otros anteriormente apuntados ("visionario", "soñador", "vidente") se siguen utilizando más o menos indistintamente. Es importante destacar que nabí no solo se aplica a los que predican en nombre de Yahvéh sino también a todos los supuestos profetas paganos. La oferta de profetas era variada: desde los verdaderos profetas bíblicos que escribieron libros hasta los 450 profetas fenicios que la reina Jezabel llevó a Israel (1R. 18), pasando por los profetas cortesanos y los del tiempo de Yehu (2R. 10:19). Tanto Judá como Israel tenían plétoras de profetas que predicaban por doquier, y Zacarías nos dice que siguieron proliferando hasta desaparecer a fines del siglo IV a. C. Algunos son arribistas e intentan sacar ventaja aproximándose a los poderosos (1Reyes 22 y Jeremias 28); otros son funcionarios de carrera dispuestos a defender sus prebendas, y la Biblia los llama "profetas profesionales". Los anteriormente mencionados "Hijos de los Profetas" representan un grupo intermedio entre estos últimos y los verdaderos profetas de Yahvéh. Parece ser que los Hijos de los Profetas aparecen en tiempos de los Jueces (1S. 10:10 y 19:20), para hacerse muy numerosos en la época de Elías y Eliseo. Aparentan ser hombres probos y fervorosos, que se agrupan alrededor de los templos judíos para alertar a los fieles acerca de los peligros del paganismo. No sabemos si alguno de los profetas autores de los libros salió de uno de estos grupos, pero es incuestionable que al menos Samuel, Elías y particularmente Eliseo tuvieron estrechas relaciones con ellos. El pasaje a la palabra escritaLos variados aspectos del profetismo se hacen evidentes en los cambios que el vocabulario utilizado sufrió a través del tiempo. También los métodos de profetizar: los profetas primitivos hablaban solamente, mientras que los más modernos comenzaron a escribir libros.Así, la tradición oral de Moisés pasó a los ancianos; las enseñanzas de Elías fueron enseñadas a Eliseo; Isaías transmite la palabra a sus discípulos y Jeremías enseña a profetizar a Baruc. Pero pronto la transmisión verbal dejó de ser suficiente, y los conceptos proféticos cristalizaron en los libros que tenemos hoy. A partir del destierro, los libros proféticos que se fueron escribiendo instauraron en el pueblo judío una profecía retrospectiva, rescatando y conservando los dichos de los anteriores profetas orales ya desaparecidos, porque los que los siguieron consideraron que también habían estado inspirados por Dios y que sus palabras merecían preservarse para siempre. El profetaEl profeta es un hombre llamado por Dios para que transmita Su palabra a los demás. Por definición, el profeta no obtendrá ningún beneficio de su misión excepto servir a Jehová Dios: de hecho, muchas veces iba a dar con sus huesos a la cárcel.Se conjugan en el profeta tres elementos muy claros: la elección de Dios, la vocación del profeta mismo y una orden que amalgama ambas cosas. Es raro encontrar uno de ellos separado de los otros dos. La elección se describe en Jer. 1:5; la vocación en Am. 7:15 y en Is. 6:8. La elección y la vocación dan como resultado una misión (Ez. 2:3 o Jer. 12:1), y a menudo se presentan como una llamada a la que el profeta es incapaz de resistir (Is. 6).jeronimo El mensaje que el profeta ha recibido rara vez es para una sola persona: casi siempre debe ser transmitido a la comunidad en su conjunto, y se trata de una comunicación que tendrá efecto aquí y ahora pero también lejos y en el futuro. Dicho de otro modo, se trata de una verdad intemporal y universal. El profeta es enviado a hablar con sus contemporáneos, pero desde el momento en que lo que dice está inspirado por Dios, el mensaje se vuelve eterno e imperecedero. Una de las características salientes del profeta es que tiene clara conciencia de su misión. Este saber de dónde viene su enseñanza le autoriza a utilizar la consabida fórmula "Así habla el Señor Yahvéh", que a los ojos del lego puede parecer soberbia, pero que implica en realidad que la verdad de su experiencia profética demuestra que el que habla es en verdad Dios a través de la boca del profeta. El mensajeEl mensaje divino llega al profeta de muy distintos modos: puede ser en una visión, como en Ezequiel; a través de voces (Jer. 1:11) o en sueños (Dan. 7:1).El concepto de "visión" debe ser entendido como "percepción sensible", y no implica necesariamente una "imagen visual". Lo que determina el método de recepción del mensaje parece depender del profeta y no de Dios: tal vez sus cualidades naturales o su temperamento personal. Así como el modo de recibir el mensaje es variado, también son muy distintas las formas en que el profeta lo expresa a los demás. Suele acompañarse de gestos y posturas especiales (acaso de significados místicos), y puede transmitirse verbalmente o por escrito. Aunque la mayoría de los profetas fueron predicadores callejeros antes que escritores, muchos pusieron por escrito sus textos luego de gritarlos al pueblo durante años, seguramente pensando en preservarlos en caso de que nadie los recogiera luego de sus cadaveres. Hoy no disponemos de las predicaciones íntegras de cada profeta: lamentablemente, nos consta que los textos de sus libros son solamente resúmenes. Estas lagunas de contenido y a veces faltas de contexto tornan a veces muy difícil la interpretación del sentido íntegro de ciertos pasajes. Naturaleza de la profecíaLa profecía es un proceso sumamente complejo que puede resultar muy difícil de entender para el hombre moderno. Es por ello que los teólogos han elaborado un listado de sus características más importantes para definir y aclarar exactamente cómo es y cómo opera.Los rasgos distintivos de la profecía son cinco:
ResultadosLos resultados obtenidos por los profetas no fueron, en general, halagüeños. Su fracaso tenía su origen en el punto 4 arriba citado y comúnmente les hacía enfrentar la indiferencia, la incomprensión, la persecución, a menudo el presidio e incluso, a veces, el martirio y la muerte.Sin embargo, cierto tiempo después, la realidad demostró con hechos la verdad que había en sus prédicas. En este punto, todo Israel abrazó la doctrina de los profetas y el prestigio que adquirieron entonces superó las fronteras del país. Enseñanza religiosaLa influencia que los profetas han tenido en el desarrollo religioso de Israel y el judaísmo fue crucial. Su importancia se evidencia al enumerar sus seis logros principales:
ClasificaciónLos libros proféticos pueden clasificarse según varios criterios diferentes, que se exponen a continuación.Según sus métodosProfetas oradoresLo más antiguos, que no escribían libros sino solamente declamaban ante el pueblo sus verdades reveladas. Se cuentan entre ellos Débora y Samuel, que también eran Jueces, Natán y Gad en tiempos del rey David, Ajías de Siló durante Salomón, Semelas bajo Roboam, Miqueas ben Yimlá en época de Ajab y Elías y Eliseo en el siglo IX a. C.Profetas escritoresA partir del siglo VIII a. C. comienzan a aparecer quienes ponen sus profecías por escrito. Así tenemos a Amós y Oseas en Israel y a Isaías, Miqueas, Nahum, Sofonías, Jeremías y Habacuc en el de Judá. Durante el Exilio profetizó Ezequiel al igual que Daniel y al regreso del mismo Ageo, Zacarías, Malaquías y Joel.Según su tiempoEl Tanaj los divide en:Primeros profetasAbraham, Moisés, Josué y Samuel todos ellos pertenecientes a los libros del antiguo testamento.Últimos profetasIsaías, Jeremías y Ezequiel.Según la extensión del libroEl cristianismo dividió a los profetas en mayores y menores, clasificación que no se basa en la importancia relativa de sus profecías sino sencillamente en la mayor o menor longitud de los textos.Profetas mayoresIsaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel.Profetas menoresLos profetas menores son Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y Malaquías. A los tres últimos se los agrupa, a su vez, bajo el nombre de "Profetas postexílicos".CanonicidadTodos los libros proféticos citados son considerados canónicos e inspirados para la Iglesia Católica. Los judíos y protestantes, sin embargo, consideran apócrifos a Baruc, y a partes de Daniel (3:24-90, capítulos 13 y 14), por lo que no los incluyen en sus Biblias. Esto se debe a que fueron incluidos (en griego) en la Septuaginta y no disponemos de sus originales hebreos. En el caso de Baruc esto es cierto, pero Daniel sólo tiene algunas adiciones griegas, lo que no obsta para que el judaísmo rechace el libro entero. Los protestantes sólo incluyen las partes no escritas en griego, considerando el resto apócrifo, mientras que los Católicos aceptan ambos textos, denominándolos deuterocanónicos.Véase también
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Profetas en el Islam
- Adam (adán)
- Idris (Enoch)
- Nuh (Noé)
- Hud (Eber)
- Saleh (Salih)
- Ibrahim (Abraham)
- Lut (Lot)
- Ism'ail (Ismael)
- Ishaq (Isaac)
- Yaqub (Jacob)
- Yusuf (José)
- Ayub (Job)
- Shoaib (Jethro)
- Musa (Moisés)
- Harūn (Aarón)
- Dhul-Kifl (Ezequiel)
- Dawood (David)
- Sulaiman (Salomón)
- Ilyas (Elías)
- Alyassa (Eliseo)
- Yunus (Jonás)
- Zakariya (Zacarías)
- Yahya (Juan el Bautista)
- Mousa (Moisés)(considerado como un profeta por el Islam)
- 'Isa (Jesús de Nazaret, considerado como un profeta por el Islam)
- Muhammad صلّى الله عليه وسلّم = Mahoma
Véase también
Referencias y notas
Falso profeta
Falso profeta es el apelativo que se da a una persona u organización que ilegítimamente se proclama poseedora de determinados dones recibidos de la divinidad, sin poseerlos. Se usa de modo especial en el ámbito del Antiguo Testamento y del judaísmo. También se usa en el Nuevo Testamento que configura el cristianismo, y en el lenguaje coloquial.Tal apelativo puede aplicarse tanto al que se proclama poseedor de un falso don de carácter profético o de un falso carisma, como al que hace uso del mismo para fines demagógicos, demoníacos, políticos, o según otros intereses personales y ocultos.
El más famoso de los falsos profetas del Nuevo Testamento es el "Falso Profeta" del libro de Apocalipsis, cuyo nombre es repetido por tres veces. Este falso profeta sería un aliado del Anticristo y de Satanás. La figura del Falso Profeta es uno de los mayores misterios de la Escatología.
- ↑ DRAE s. v.
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