Yo soy

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viernes, 29 de noviembre de 2013

Interesante el camino que comienza a trazarse el Centro de Investigación Artística Nueva Escena (Ciane) en la búsqueda de integrar a su teatro físico, a su "danza de altura", la densidad de un texto como Hamlet. Aún queda mucho por recorrer en este sentido. Muchos riesgos que tomar.

MEMORIA EMOTIVA. El "Hamlet" de Ciane

Ciane traslada los códigos y piruetas de su teatro físico al texto de "Hamlet".

JUAN A. GONZÁLEZ |  EL UNIVERSAL
jueves 28 de noviembre de 2013  09:47 AM
Relectura al borde del riesgo
Los clásicos están para interpretarlos y reinterpretarlos. Fieles o infieles al texto original, lo importante es que en las adaptaciones el espíritu de esas piezas cuyas páginas se resisten a ponerse amarillentas, esté allí, en el montaje más fidedigno o en el más osado, para no usar el término "vanguardia".

Hamlet de William Shakespeare ha sido montada infinidad de veces. Imposible contabilizarlas, pero lo cierto es que la tragedia del Príncipe de Dinamarca ha tenido múltiples rostros y también maneras de contar su historia de traiciones, apariciones fantasmales, venganzas y muerte. Y como la idea aquí no es hacer inventarios, las líneas que siguen estarán dedicadas a la propuesta que presenta en la Sala Rajatabla el Centro de Investigación Artística Nueva Escena (Ciane).

Más de 20 actores en escena, una escenografía que dominan dos dispositivos móviles de metal y andamios, además de todos los recursos de utilería a los que están acostumbrados los integrantes de este colectivo creado por Peggy Bruzual y Soraya Orta, quien aquí ejerce funciones de directora, diseñadora de la escenografía y responsable de la preparación física de los intérpretes y del montaje de la lucha escénica.

Hablamos, pues, de una puesta que se sostiene en el desempeño físico, acrobático, casi gimnástico, de los actores, quienes se valen de su corporeidad y de su habilidad para trepar, brincar y correr alrededor de los andamios y los dispositivos escenográficos móviles con la decidida voluntad de expresar a través de su herramienta básica de trabajo -el cuerpo- lo escrito por Shakespeare.

El resultado de tal interpretación es un Hamlet físico, coreográfico, arrebatado. Pirotécnico y circense justo donde debe serlo; es decir, en la escena en que un grupo de histriones contratados por el Príncipe de Dinamarca representa, desde la farsa, la traición de la que ha sido objeto su padre -el rey- por parte de su madre Gertrudis y de su tío Claudio.

Lo anterior entraña aportes y riesgos. Entre los primeros: un estilo visual subyugante, con momentos de verdadera poesía; entre los segundos: la permanente angustia, en el espectador, de un movimiento mal calculado, de un resbalón y hasta de una caída aparatosa que pueda poner en riesgo la integridad de público y actores. No es que los movimientos de los integrantes de Ciane no estén calculados, pero ante el vigor de éstos, el azar siempre aparece para hacer sus "pequeñas" jugadas.

Lo que se extraña en este Hamlet es la interioridad, el proceso íntimo de cada personaje, su psicología. La "fisicalidad" del montaje minimiza en demasía el texto de Shakespeare. Se rescata, eso sí, el trabajo interpretativo de Scarlett Jaimes, quien da forma y contenido a una Ofelia conmovedora.

Interesante el camino que comienza a trazarse Ciane en la búsqueda de integrar a su teatro físico, a su "danza de altura", la densidad de un texto como Hamlet. Aún queda mucho por recorrer en este sentido. Muchos riesgos que tomar.

jgonzalez@eluniversal.com

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