Yo soy

Yo soy

domingo, 28 de septiembre de 2014

Antes de caer preso ya había comprendido que el mundo que tanto quería, el cultural al que me entregué en cuerpo y alma era una mierda dirigida por ignorantes que no respetaban nuestros criterios ni valores como seres humanos creadores...Y veo que todo sigue igual...La misma esperanza de los cultores y el mismo perfil de los dirigentes asignados a cargos importantes en el sector, tanto en la IV como en la V República. Como ejemplo de la IV República reproduzco la patética entrevista que le hicieron a Sofía Imber, exitosa periodista y promotora de arte, homenajeada en la FIA 2014, a quien vi despedir desde un Alo Presidente cuando se produjo la Revolución Cultural en el año 2000, siendo Ministro de la Cultura, el pupilo, el protegido y promovido extensamente con todo el poder que en ese entonces tenía la sra. Imber, el artista plástico Manuel Espinoza (San José de Guaribe, estado Guárico, en 1937)...Grotesco final de una página terrible en nuestra historia de la cultura en Venezuela

El cultor ansía su seguridad social

Publicado el septiembre 28, 2014 3:38 pm por 



UN| Fabiana Ortega F.- Aunque desde hace casi tres semanas se promulgó en Gaceta Oficial N° 40.491 la nueva Ley de Protección al Trabajador Cultural, algunos bailarines, escritores y artistas plásticos confiesan no estar al tanto de esta normativa. Sin embargo, aplauden la iniciativa al tiempo que manifiestan sus inquietudes al respecto.

La experta en danzas nacionalistas Yolanda Moreno señala que ruega a Dios se cumpla esta ley que, entre otras cosas establece la incorporación del artista al seguro social, pues resalta que “ese deber del Estado ya está estipulado en la Constitución, y no se cumple”. En tal sentido, el artículo 100 de la carta magna vigente desde 2000 dicta que “el Estado garantizará a los trabajadores culturales su incorporación al sistema de seguridad social que les permita una vida digna, reconociendo las particularidades del quehacer cultural, de conformidad con la ley”.

El escultor Abigail Valera, con más de 45 años de trayectoria artística, dice que aunque ha tenido que sortear una serie de trabajos para lograr cierta estabilidad económica, confiesa que en la actualidad “hay muchos artistas que están luchando por sobrevivir”, por lo que le interesa saber cómo se hará para que el artista cotice si no hay una figura en el gremio de un empleador.

El pintor Ramón Maldonado Díaz dice que más allá del tema de la seguridad social, a él le gustaría que se le diera más apoyo al creador en la difusión de su arte.

“La única forma de hacer viable una ley de cultura es que el gobierno catalogue a los artistas y los haga figurar en libros. Hay muchos que no conocen el arte naif en Venezuela, por ejemplo. Hoy día mucha gente ve que el ser artista plástico no es un trabajo, por más que uno se queme las pestañas pintando y haciendo mil peripecias para poder poner tu obra en el mercado y esperar 40 años para que te reconozcan”, dice Maldonado al tiempo que se cuestiona si esta ley lo ampara en la gestión que tiene que hacer el artista para ofrecer sus creaciones: el pago de la galería, los catálogos, el transporte.

En el caso de la danza, Moreno resalta que el bailarín, al igual que el artista plástico, está desprotegido.

“Los bailarines no tienen ninguna protección. Todos somos verdaderamente muy pobres. Siempre el bailarín, que después de cierta edad o de alguna lesión no puede seguir bailando, termina ayudado por los familiares”.
Por su parte, el escritor Roberto Hernández Montoya, presidente de la Fundación Celarg, asegura que está de acuerdo con la nueva normativa, pues “el trabajo del artista merece respeto y todas las prestaciones sociales que ello exige”.

Moreno agrega: “No sólo se trata de que se cumpla, sino de que la conozcamos todos para poder defenderla”.

El pasado miércoles, el Sindicato de trabajadores de radio, teatro, cine, tv y afines realizó una rueda de prensa para manifestar su contento con la normativa.
El secretario de Disciplina y Asistencia Social, Henry Stephen, señaló que ya tienen el seguro que los respaldará, por lo que esperan que los artistas se acerquen a la sede para inscribirse.

Sin embargo, el secretario general, Rafael García explicó que ayudarán a quienes lo merezcan y no a quienes intenten aprovecharse de la normativa. “Tenemos que hacer que el esfuerzo para no convertirnos en el sindicato de desempleados. Vamos a trabajar con los profesionales”, dijo.

Por su parte, la secretaria de Organización y Estadísticas, María Laya, señaló que ya está abierta la convocatoria para que los artistas, de todas las disciplinas, con más de 50 años de trayectoria se postulen al premio “Glorias Artísticas de Venezuela” a realizarse, tentativamente, en diciembre.

fortega@grupo-un.com


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El mérito de la ignorancia


Es como si al momento del despegue el piloto designado para conducir, digamos, un Airbus le informara a los centenares de pasajeros ya instalados en cabina que desconoce de esos aviones, que no ha sido entrenado para manejarlos y, peor aún, nada sabe de aviación.
Algo análogo acaba de ocurrir en Venezuela con el ministro de Cultura. Dos semanas después de su nombramiento, Fernando Iturriza, el nuevo ministro, se deja entrevistar en Últimas Noticias y declara que pensó: “Yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí”.
Las consecuencias de esta confesión no serán ni han sido las mismas que tendrían la del piloto. No ha habido ni habrá escenas de pánico. Artesanos recogiendo su equipaje de mano y huyendo. Ni músicos renunciando a su cuota anual en el programa de Cultura Popular, solo porque el nuevo ministro confiesa su ignorancia plena de la materia en la que ahora es máxima autoridad.
Pero, desde el punto de vista ético, político y gerencial, ambas confesiones tienen el mismo significado. Si una persona acepta pilotar un avión sin conocer el oficio, y otra, conducir un ministerio sin saber de la materia ni tener experiencia alguna en el campo que administrará, pues, estamos ante dos irresponsabilidades, dos formas de irrespetar las trayectorias profesionales del área y a los ciudadanos a los que se supone deben servir.  
Pero la declaración del pasado 21 de septiembre, en la entrevista firmada por Víctor Amaya, también pone en evidencia a quien tomó la decisión. Porque al nombrar como ministro a alguien que confiesa desconocer el campo, y tampoco es un destacado gerente con trayectoria en la gestión pública, el presidente espurio demuestra su desprecio profundo por una comunidad y por una dimensión de la vida social contemporánea –la de la cultura y las políticas culturales–, cuya importancia para el desarrollo humano es cada vez más reconocida por los países y gobiernos contemporáneos. Subestimación pura: Nicolás no ha puesto al frente de Salud a alguien que no sea médico.
En la actualidad la gestión cultural ha adquirido tal importancia que es objeto de doctorados y maestrías. Quien escribe estas líneas ha sido profesor por largos años en muchas de ellas en América Latina y Europa. Y sabe bien que en los países que tienen gobiernos con vocación de servicio se le entregan estas responsabilidades a gente con formación especializada.
Miremos por ejemplo a Brasil, Lula –quien se supone es admirado por los rojos– tuvo como ministro de Cultura al músico y activista cultural Gilberto Gil, quien hizo una brillante gestión convertida en ejemplo internacional. Colombia, luego de la Constitución de 1991, a un experto hombre de teatro, Ramiro Osorio, quien al terminar su gobierno fue invitado a México a dirigir el Festival Cervantino. Y en Cuba el ministro Abel Prieto, aunque sirva a una tiranía, es un poeta que hizo previamente una larga carrera como gerente cultural.
Sin ir muy lejos. En Venezuela el primer departamento de Cultura a escala nacional lo creó Luis Beltrán Prieto Figueroa, maestro y poeta, cuando fue ministro de educación en 1948. El Inciba, el primer instituto autónomo de la democracia dedicado a la cultura, fue concebido por ese brillante escritor del continente llamado Mariano Picón Salas, quien murió cuando se disponía a dirigirlo. Y cuando a José Antonio Abreu, tan respetado por Hugo Chávez, le correspondió ser presidente del Conac, en el segundo gobierno de Pérez, ya había sido Premio Nacional de Música y creado y dirigido durante catorce años el Sistema Nacional de Orquestas, experiencia que le permitió hacer también una gestión memorable.
Ojalá a Iturriza no le ocurra algo similar a aquella ministra de cultura española en un gobierno de Aznar, escogida por similares razones de la ignorancia como mérito, quien en plena Feria del Libro de Guadalajara declaró a los medios estar muy emocionada porque aquel día iba a conocer “a esa brillante escritora portuguesa llamada Sara Mago”.
21/09/2014 07:00:00 a.m.
Reinaldo Iturriza: "A mí me gustan el rock, el reguetón y el merengue"
Últimas Noticias conversó en exclusiva con el nuevo ministro para la Cultura. Entre sus tareas más inmediatas está organizar la Fiesta del Joropo



Víctor Amaya | ÚN.- Reinaldo Iturriza ocupa una oficina que aún asume ajena. La biblioteca, por ejemplo, está llena de libros y regalos de sus predecesores en el Ministerio para la Cultura. Y en sus planes está dejarlos en herencia a su sucesor.

El nuevo titular, que viene de ser ministro de Comunas, aún responde titubeante, y lo admite: aún se está empapando. Sin embargo, se siente confiado de contar con un equipo “bastante preparado, por encima del promedio”.

Entre sus tareas más inmediatas está organizar la Fiesta del Joropo, con gira nacional y cierre en Caracas, y el Congreso Nacional de la Cultura, que explorará “la revolución cultural y la cultura comunal”.

¿Qué oportunidades le da ser novato en el campo cultural?

Supone limitaciones obvias. Llego con voluntad y necesidad de aprender y escuchar. Hay un trabajo de dignificación y visibilización de todo lo que hacen los cultores que debe mantenerse y profundizarse. Debemos hacer políticas más específicas de lo cultural desde lo popular. Tenemos que eliminar la distancia universal entre las artes y el pueblo, y trabajar en la reconstrucción histórica.

¿Qué quedó pendiente en las gestiones anteriores?

Aquí cada quien hizo su aporte muy importante a un ministerio que ni siquiera existía. No me corresponde a mí hacer inventario de las cosas que se han podido hacer mal. Venimos a aplicar una política establecida en el Plan de la Patria.

¿Para cuándo estarán los reglamentos de las leyes de Cultura y de Protección Social del Artista que establezcan detalles sobre los fondos y otras cuestiones?

Ese es uno de los objetivos del Congreso Nacional de Cultura. La idea es definir esas precisiones de las que yo, con toda franqueza, me estoy enterando. Si lo que hace falta es publicar el reglamento hay que hacerlo en el menor tiempo posible.

¿Cuándo se instala el congreso?

Será del 1 al 5 de octubre. Se evaluó posponerlo y yo pedí hacerlo porque hay mucha expectativa, mucha demanda de información. Hay un equipo que trabaja en esa organización. La otra semana daremos detalles.

¿Qué opina del paso de la Villa del Cine y Amazonia Films al Minci?

Me parece fundamental que haya articulación institucional, independientemente de a cuál ministerio pertenezcan. Desconozco las razones de ese cambio pero lo importante es que hay una política clara en lo cinematográfico. El cine debe ser un espacio no al servicio de la revolución bolivariana sino de la gente que hace cine. En la medida en que el arte dialoga con lo popular, con la calle, gana la sociedad, gana el arte y ganan los creadores. Debemos dar las condiciones para que ese diálogo se produzca, para que se recreen los imaginarios, que todavía siguen siendo muy de élite, muy de clase media.

Hay cineastas preocupados por la independencia del Cnac, en caso de que pase al Minci.

Creo que la independencia es deseable. Una democracia debe procurarse los medios de escuchar las voces críticas y disidentes. La mejor manera de dialogar con el que piensa distinto es que el conflicto se dirima en el plano cultural, eso enriquece a la sociedad, las distintas miradas y estéticas sobre una misma circunstancia. Lo que no puede pretender la élite es que van a seguir controlando el cine, la literatura, las artes plásticas para excluir al sujeto popular, invisibilizar al pueblo o construir una visión deformada y caricaturizada. A mí, por ejemplo, me parece más honesto el aporte estético de Jackson Gutiérrez sobre la violencia que esa visión predecible y manida que en general han tenido los cineastas venezolanos, con esa mirada a partir del prejuicio que criminaliza la pobreza.

Se dijo que Tves nació para ser una televisora cultural. ¿Cómo ve la programación de ese canal, con un show matutino de formato tradicional, con “Violetta” de Disney y producciones foráneas más que nacionales?

Yo creo que la TV pública debe tener público. Se usa mucho como excusa eso de que las audiencias están alienadas. Desde la izquierda decimos mucho eso, que a la gente lo que le gusta es Sábado Sensacional. Eso también es una posición de élite de la izquierda cultural. No hay que tenerle pavor a la sociedad de masas y la industria cultural, hay que acercarse a la candela sin quemarse. La necesidad de reinventar en el plano estético implica no repetir la estética de la cultura de masas. Como decía el Comandante, hay que inventar lo nuevo y que la gente te vea. La cuestión no son los géneros o formatos sino reinventarlos. Yo no estoy a favor de repetir fórmulas gastadas aun y cuando garantices audiencia. Tenemos que ser más audaces.

Cuando se promulgó la Ley Orgánica de Cultura, la diputada Gladys Requena decía que el Estado no podía promover el rock por no ser una expresión de la identidad venezolana.

Lo que pasa es que no hay arte puro. Si nos ponemos a indagar en el origen del Alma llanera (una zarzuela) y nos ponemos estrictos entonces rechazamos todo lo que venga de España. Es una ridiculez y una falta de respeto. Yo creo en la discriminación positiva, en darle espacio a la música que se produce aquí, sin cerrarnos a la influencia incluso de la industria cultural. Lo que tenemos es que competir, en el mejor sentido. A mí me gusta el rock, me gusta Tego Calderón que es reguetón, me gusta Calle 13, me gusta el merengue.

¿Min-Cultura apoyará el rock y otros géneros urbanos?

Sí. Hay grupos muy buenos como Campesinos Rap al que le hemos dado apoyo. Hay una política de apoyo al rock nacional. Yo me enteré de que en Alba Ciudad hubo un escándalo porque pusieron una canción de Michael Jackson. Ese es uno de los artistas más extraordinarios de la humanidad. Creo que hay que ser más amplio en todos los términos, y eso no tiene nada que ver con la necesidad de defender nuestra música tradicional.

¿Ser amplio implica trabajo conjunto con gobiernos de oposición, por ejemplo?

Hay razones de índole político que impiden eso. Eso se expresa a todo nivel de Gobierno. En algunos órdenes eso no debe ser. En términos ideales, sería mucho más provechosa la cooperación interinstitucional.

En octubre de 2012 Chávez regañó a sus ministros porque no se veía el espíritu comunal. ¿Cómo reflejarlo en la cultura?

Cuando el Comandante hablaba de eso hablaba de las transformaciones en el plano inmaterial. La revolución no es simplemente saldar la deuda material del pueblo pobre. Hay que ir creando las condiciones para producir los valores de una nueva sociedad. Hay que articular el esfuerzo abajo. Usualmente los consejos comunales no impulsan los comités de cultura y están pendiente más de resolver problemas de infraestructura y económicos. Es una visión muy honesta. La relación se da, no hay comuna sin transformación social más allá de las instancias formales. Eso hay que cimentarlo.

¿Cómo quiere ser recordado en Min-Cultura?

Como alguien que hizo política cultural desde la calle.

¿En qué plazo se verán sus primeros resultados?

En seis meses es que uno controla la institución, pero los resultados hay que irlos produciendo de inmediato… En enero, pues, para no darle largas.

¿Se sintió preparado cuando lo nombraron ministro de Cultura?

Lo primero que pensé fue: “Yo no sé nada de cultura, por qué me van a poner ahí”. Después el Presidente me explicó sus razones.

¿Cuáles?

Para el Presidente, yo soy un intelectual. Me dijo que ya me había probado en el frente de masas, y ahora había que trasladar esa experiencia para acá. Me habló de la necesidad de reimpulsar la revolución cultural, de construir hegemonía cultural, que lo popular predomine, y trabajar fuerte el tema de la identidad. Me he puesto de tarea desmontar la compleja trama del discurso discriminatorio, el discurso de “este país de mierda” que está en la esencia antichavista.

¿Identificarse con el país no pasa por tener uno sin cortes de luz, sin escasez, etc.?

Esta es una revolución asediada. Es verdad que cometemos errores, que hay decisiones que no se terminan de tomar, que no hemos logrado hacer productivas algunas empresas, todo eso es verdad. Pero también es verdad que estamos en una guerra económica que hay que reconocer, así como el esfuerzo de Chávez por evitar que esto se convirtiera en una lucha fratricida.

Su Perfil

Reinaldo Iturriza fue nombrado por el presidente Nicolás Maduro como titular de Cultura el 2 de septiembre de 2014. Antes fue ministro para las Comunas, desde 2013.

Es sociólogo egresado de la Universidad Central de Venezuela (2000) con mención Magna Cum Laude. Trabajó para la Defensoría del Pueblo (2003) y el Ministerio del Trabajo (2006-2007). Dirigió Ávila TV (2009). Fue profesor de la UCV (2006) y la Universidad Bolivariana de Venezuela (2004-2005).


Por el medio de la calle

Reinaldo Iturriza
 habla con franqueza y critica con fuerza el burocratismo. “Lamento nuestra impresionante incapacidad para transmitir lo que ocurre en las comunas, donde hay gente que contra todo pronóstico supera obstáculos, incluyendo los que pone el Gobierno bolivariano, porque este sigue siendo un Estado burocratizado”. “Allí hay gente creando otra cosa, practicando la política de otra manera y en contacto permanente con lo que molesta: la clientela, el politiquero. Eso produce mucho malestar y es un signo de muy buena salud del pueblo chavista. Allí hay una sociedad tratando de reinventarse”. En el III Congreso del Psuv, los delegados lo pitaron denunciando corrupción y lentitud en el que fue su despacho. “No solamente hubo pitas sino que mi intervención terminó al grito colectivo de ‘revisión’. Allí se criticó fuertemente a Fundacomunal. Hay una propensión todavía, a raíz de que el Estado sigue siendo burgués, que se mezcla con lo peor de nuestra cultura política de izquierda: pretender que la gente es masa de maniobra y clientela política. Yo aprendí a detestar esa política porque me asqueaba”.

-¿Esa política se ha perpetuado? -Hay una continuidad. Es muy difícil. Eso lo dijo el comandante Chávez hasta que se cansó. Donde uno esté tiene la obligación de combatir eso.

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El ministro se reúne con su antecesor y asoma que irá a otro cargo. Foto: Luis Vallenilla

“Sé que me estoy muriendo,  y me gustaría volver a vivir”

Sofía Ímber | Foto: Williams Marrero
Sofía Ímber | Foto: Williams Marrero
Mañana, a las 7:00 pm, en el Hotel Tamanaco, se le rendirá un homenaje en la XXIII Feria Iberoamericana de Arte 

En una casa amplia, incrustada en una colina caraqueña, allí donde en otros tiempos se guarecía de la curiosidad ajena quien era la mujer más mediática de Venezuela, vive Sofía Ímber (nacida en Soroca, Rumania, el 8 de mayo de 1924) larga vejez. En un primer momento, apenas verla como está, instalada en un sillón, rodeada por cierto aire majestuoso, parece un ícono de capilla medieval. Si antes su cabello, de destellos ocres y dorados y siempre bien peinado, era el marco espléndido de un rostro poderoso, hoy ilumina los gestos de una señora que dice, con una ferocidad desengañada: “Yo sé que me estoy muriendo, y me gustaría volver a vivir”. Al replicarle el periodista: “¡Pero son 90 años, y usted ha hecho de todo!”, alza los hombros e insiste, terca: “No lo suficiente”.
Fue persona de éxito en la prensa escrita, la radio y la televisión; fundó el Museo de Arte Contemporáneo de Caracas y lo convirtió en uno de los mejores de América Latina; estuvo casada con dos hombres incomparables, Guillermo Meneses, con quien tuvo sus cuatro hijos, y Carlos Rangel; conoció o fue amiga de Gérard Philipe, de Picasso, de Reverón, de Neruda, de Vasarely, de medio mundo; se dio el lujo de tener enemigos y de sobrevivirlos; hoy es abuela y una mujer admirada dentro y fuera del país. ¿Qué más quiere? Sofía Ímber se parece a esa frase de Oscar Wilde que dice que nada triunfa tanto como el exceso.
“Yo pienso en mi forma de ser y no sé si es pasión o malacrianza. Me encanta trabajar y quisiera seguirlo haciendo. Lo que pasa es que mi carapacho no me ayuda –se refierea su cuerpo, según ella ‘un fracaso’, puesto que ya no la acompaña tanto como querría–. Por eso es que, a pesar de que amo los espejos, no me miro en ellos”.
–¿Le da nostalgia?
–No conozco esa palabra. Incluso si alguien me pregunta si siento nostalgia por algo tan grande como el Museo… no. Lo hice y se acabó. Como cuando uno tiene un novio y lo deja. Ya está.
–Actitudes como esa hacen creer a mucha gente que usted es implacable. Quedó a la vista cuando apareció en Buenos días, sola, al día siguiente de haber enterrado a Carlos Rangel, su marido, el coanfitrión del programa.
–Cuando el suicidio de Carlos, Arturo Úslar insistió en venir a mi casa. Me dijo: “Te ruego que no vayas al programa. Cuando dijiste que irías no sabías lo que decías” .Yo le respondí: “Arturo, te agradezco la amistad, pero yo voy a ir”. Y fui. Dijeron de todo de mí: que era cruel, fría, insensible. No me importa. Hice lo que a Carlos le hubiese gustado que hiciera.
Comienza a llover. La señora solicita ir al baño. La acompaña Carmen, su enfermera. Unos minutos más tarde, regresa. Sofía ha caminado 40 pasos y está cansada. Respira con cierta dificultad. “Viéndolo bien –se reincorpora–, yo no he tenido una vida interesante”.
–¿Cómo no?
–Me comparo con grandes mujeres y me parece que soy poco.
–¿Por ejemplo?
–No sé… con Ajmátova, con Margaret Thatcher…
–A Anna Ajmátova le fusilaron a su marido, su hijo estuvo años en la cárcel, fue perseguida por Stalin. ¿No es excesiva la comparación?
–Quizá sí.
–¿A cuál mujer venezolana admira más?
–A Tita Mendoza.Y entre los hombres, de los vivos, al padre Ugalde, y de los muertos, a Alejandro Armas.
–Muchos admiran a Sofía Ímber, que esta semana será homenajeada en la XXIII Feria Iberoamericana de Arte de Caracas (FIA 2014).
–Soy madrina de la FIA desde el primer día. Es un reconocimiento a la amistad.
–Es una distinción que recibe en un momento muy difícil para el país.
–Quisiera no hablar del país. Me duele demasiado.Y como no estoy activa, me siento peor…¡Lo de Rayma! Uno vive la censura ajena como propia. A mí también me botaron de ese periódico. A mí me botaron de todas partes.
–¿A dónde va a llegar Venezuela?
–Llegó. Pero falta.
–¿Qué hacer?
–Lo de siempre: luchar. Pero, claro, luchar cómo, dónde, cuándo, con quién. Aunque se lucha, no siento aquella pasión venezolana. No veo la unidad.
–Es pesimista.
–Yo soy así. Hay un pesimismo que es dinámico y que avanza rápidamente –mira hacia la ventana. Cunden el agua, los relámpagos, los truenos–. Esta lluvia ha sido muy irregular –observa–: primero grandota, luego chiquita, ahora grandota otra vez. Así es uno, ¿verdad?
–¿Quiere mandar a cerrar la puerta del balcón?
–No. Prefiero ver la lluvia. Prefiero ver el miedo y enfrentarlo antes de que me lo cuenten… –y un instante después, la mirada de vuelta, sonriente–: La noche que inaugura la FIA voy a estar elegante.
–Como siempre, ¿no?
–Sí –dice. Y tose un poco.

LEYENDA:
WILLIAMS MARRERO
Ímber: “Soy madrina de la FIA desde el primer día. Es un reconocimiento a la amistad”

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