Yo soy

Yo soy

domingo, 28 de septiembre de 2014

La paradoja: el humorismo se restringe fuera de las rejas donde se vive en supuesta libertad y se filma una película que propone que las cárceles pueden ser vistas con humor...más allá de la violencia con que se nos identifica...Los actores además provienen del teatro y se curtieron en El Rodeo...Yo estoy, preso desde hace tres años y medio, soy además de ingeniero mecánico y locutor, profesor, director y actor profesional y estoy haciendo teatro con los propios convives, los presos del penal de Tocuyito, que me rodean y conozco, como lo hice en el Rodeo I hasta la masacre cuando fui trasladado para el penal de Carabobo... Ojalá pueda resucitar el "Festival de teatro penitenciario" que tan bien condujo la actriz Agustina Martín (nacida en 1931 en Palencia, Castilla y León, España y fallecida en Enero 29, 1996 en Caracas,Venezuela) hasta su muerte...Esa es la esperanza que tengo y la que anima mis días tras las rejas...

Video | Este viernes se estrena Ley de Fuga: humor de prisión

Esta comedia cuenta la historia de un grupo de teatro 'que hace de las suyas' dentro de una penitenciaría venezolana







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 Por: Luz Rodríguez
El fin de semana, comienza con buen pie... Y es que, este viernes 26 de septiembre llega a las salas de cine nacional una propuesta del director Ignacio Márquez: una historia de ficción, satirizada desde el interior de una prisión venezolana. Su mayor reto fue, precisamente, contar con humor la realidad de las cárceles en el país.
En el film, observaremos cómo Brigadier Blanco, un importador de vehículos que cae preso por estafa, planea fugarse mediante la presentación de una obra de teatro sobre Simón Bolívar, en el Festival de Teatro Penitenciario.
Lo gracioso reside en que, este personaje, se convierte en el director de la obra, sin saber absolutamente nada sobre el histrionismo, por lo que durante toda la trama, va engañando a los demás reclusos con palabras rebuscadas.
El “Chipo” interpretado por el rapero Big Bad, es el enemigo del grupo y quien "tiene el control" sobre el penal.
Para Márquez, la interpretación es de caracter abierto para los espectadores; obviamente, el humor siempre deja una reflexión. Sin embargo, el cineasta no busca imponer la misma, sino que cada persona que la vea saque sus propias conclusiones.
¿La inspiración?
Durante la presentación a la prensa que se realizó este martes, el director nos contó que, junto a la Villa del Cine, decidieron encarar este proyecto tras una experiencia personal. 
El además actor de teatro explicó que junto a su grupo de actuación realizaron -en el año 2009- una gira por varios centros penitenciarios del país, donde pudieron conocer cómo vive la mayoría de los reclusos.
De ahí nació la idea de Ley de Fuga, quizá un poco con la intención de "mostrar una cara menos prejuiciosa de la vida" en el centro de un penal.
¿Será esto el mensaje final de la película? Para saberlo te invitamos a verla... Por cierto, fue ganadora de Mejor Reparto y Mejor Música en el Festival de Cine Venezolano Mérida 2014.

Ley de fuga escapa del mundo real de las cárceles

Es una producción de la Villa del Cine | Foto Cortesía
Es una producción de la Villa del Cine | Foto Cortesía
La cinta de Ignacio Márquez se estrena hoy en más de 15 salas del país. La protagonizan Francisco Denis, Germán Mendieta y Brian Girón

Como la mayoría de los empresarios corruptos que caen presos en una cárcel venezolana, Brigadier Blanco se siente tranquilo porque “los contactos” con los que cuenta puertas afuera lo mantendrán a salvo. Es un estafador de larga data y con credenciales. Por eso no se preocupa cuando lo trasladan a un centro penitenciario del interior del país controlado por dos bandas: El Purgatorio. 
El destino, sin embargo, jugará en contra de este delincuente de cuello blanco. Sus finanzas no están tan sólidas como para gozar de un trato especial y lo encierran como a un recluso común que debe aprender a sobrevivir entre los pranes. Brigadier comienza a planear su escape. La única salida viable es hacerse pasar por director de teatro para hacer el montaje de la obra que presentarán en un festival, donde espera concretar su fuga.
Este es el argumento de la ópera prima de Ignacio Márquez, Ley de fuga, que se estrena hoy en más de 15 salas del país. La película es protagonizada por Francisco Denis, Germán Mendieta, Brian Girón (Big Bad), Juan Longa, Arnaldo Mendoza, Luis Vicente González, Gabriel Rojas Rico, Adolfo Nittoli, Israel Moreno y María Fernanda Meléndez, un elenco en su mayoría masculino que viene del teatro.
La cinta se presenta como una comedia negra que intenta humanizar la realidad de los penales venezolanos al mostrar el lado humano de los personajes. Brigadier (Denis), termina involucrado con una de las bandas de la prisión, la cual pelea encarecidamente por su espacio en el patio de la cárcel y por el control de los inodoros.
En el desarrollo de la trama, una serie de situaciones absurdas tratan de hacer reír a los espectadores. Brigadier es una gran estafa en sí mismo y como director de teatro debe construir una obra sobre Bolívar, de quien no sabe nada. Pone a pelear al Libertador con Boves en una misma batalla y hasta Manuelita es interpretada por uno de los reclusos. De acuerdo con el director, quiso reflejar un micromundo de excluidos como el negro, el colombiano y el homosexual.
Aunque se presenta maquillado lo que verdaderamente se vive dentro de una cárcel, en Ley de fuga se retratan los vicios del sistema de justicia venezolano, las trampas en las que incurren funcionarios y hasta la ineficiencia de los guardias.
Esta producción de la Villa del Cine se aproxima al lado humano de los privados de libertad a través de valores como la solidaridad y la amistad. Pero inevitablemente arropa una crítica a la realidad penitenciaria venezolana.
La película podrá verse en la cartelera nacional acompañada del corto Sueño Down, también de Ignacio Márquez.
Ley de fuga
Director: Ignacio Márquez
Estreno: hoy
Circuito Cinex y Cines Unidos

La proeza del humorismo


Cuando se habla de las luchas contra las dictaduras, se privilegia a los políticos y a los hombres de armas. Es habitual pensar que sean ellos los únicos que meten la carne en el asador. Apreciación injusta, no en balde las autocracias de toda laya que han existido en Venezuela se han desplomado o han iniciado su declive gracias al trabajo de los humoristas. La copla envenenada contra los detentadores del poder, las burlas de los autores desde las páginas de la prensa, los dibujos creados por el talento de los artífices de sucesivas generaciones han estado en la vanguardia de los combates por la libertad. Hoy, cuando se estrecha el cerco contra esas manifestaciones fundamentales de la sensibilidad republicana, el escribidor cumple la obligación de enaltecerlas.
La primera caricatura contra un régimen oprobioso aparece en los tiempos de José Tadeo Monagas, pero también la primera persecución. El mandón no encuentra manera adecuada de reaccionar ante un arma desconocida hasta entonces y capaz de cortar como las espadas más afiladas, razón por la cual ordena la prisión de unos pioneros de lo que será vehículo fundamental para el establecimiento de una convivencia civilizada. Trabajo vano el de Monagas. La posteridad habrá de celebrar en el encierro de los domicilios, en el sigilo de las murmuraciones y en los rincones de las plazas públicas la intrepidez de quienes se alzan contra la injusticia sin disparar un tiro.
Es infinita la lista de las proezas del humorismo venezolano, así como la gozosa aceptación de sus producciones, pero quizá baste ahora para su apología la memoria de una de las obras superiores del ingenio aguzado contra la pedantería y la corruptela de los gobernantes. Hablamos de La Delpiniada, gigantesca burla llevada a cabo por los estudiantes de la Universidad Central en uno de los teatros más importantes de Caracas contra la dictadura de Guzmán Blanco. Sin nombrar al envanecido autócrata ni a los miembros de su corte –más todavía, en presencia de las autoridades de la ciudad– los bachilleres se regodean en la crítica de las ínfulas y las desvergüenzas del régimen. Solo los mandones, en su evidente estupidez, no advierten la riqueza de la orfebrería preparada para desnudarlos. El resto del público y los que se enteran del espectáculo más tarde se felicitan por la existencia de un elenco de valientes que han hecho lo que los generalotes de entonces, guarnecidos de fusiles y machetes, no se atreven a llevar a cabo. Nace entonces una generación de campeadores contra las depredaciones del Liberalismo Amarillo.
Pero no solo la sociedad tiene deudas con un hecho estelar como La Delpiniada, sino también con periódicos de humor en cuyas páginas se mantiene la esperanza de una vida más hospitalaria. El Palo EnsebadoEl Cabeza de Mochila, El Diablo AsmodeoLa Charanga yEl Jején son, entre muchos otros, los títulos de los impresos que se valen de la mordacidad para anunciar un mundo mejor en el siglo XIX. Después, en la perspectiva de nuestros días, publicaciones de extraordinaria trascendencia como PitorreosFantochesEl Morrocoy AzulDominguitoEl Sádico IlustradoEl Camaleón y El Chigüire Bipolar. ¿No han sido más importantes y profundas que las proclamas, las conspiraciones, las algaradas y las guarimbas?
Imposible intentar ahora la nómina de sus autores, pero para muestra un botón capaz de convocar el respeto de la sociedad: Rafael Arvelo y Tomás Potentini, paladines decimonónicos; Leoncio Martínez, un gigante escarnecido; Francisco Pimentel, Andrés Eloy Blanco, Miguel Otero Silva, Paco Vera, Kotepa Delgado, Aquiles Nazoa, Aníbal Nazoa, el excepcional Pedro León Zapata, Luis Muñoz Tébar, Salvador Garmendia, Elisa Lerner, Rubén Monasterios, José Ignacio Cabrujas, Abilio Padrón, Régulo Pérez, Luis Britto García, Manuel Graterol, Jaime Ballestas, Jorge Blanco, Laureano Márquez, Emilio Lovera, Mara Comerlatti, Cayito Aponte, Claudio Nazoa, Eneko Las Heras, Roberto Weil, Eduardo Sanabria y otras personalidades esclarecidas entre quienes hoy destaca, por la brillantez de su imaginación y por la inicua zancadilla que han querido propinarle, Rayma Suprani. Mucho debe la patria a sus dones, a su sensibilidad sin cartabones, a la salvación de la risa que han ofrecido. 

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