Yo soy

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domingo, 15 de febrero de 2015

Zapata de la Z a la A (I)

Zapata de la Z a la A
Tomado del Papel Literario de El Nacional

El 21 de enero de este mismo 2015, Pedro León Zapata cumplió cincuenta años como caricaturista del diario El Nacional de Caracas. Ha sido un acontecimiento extraordinario teniendo en cuenta la trayectoria, la constancia y el ingenio derrochados diariamente. Para el venezolano la obra humorística de Zapata tiene un gran valor. Ha sido nuestro cronista, ha dicho nuestro recorrido reciente como país, lo ha dicho con maestría, con un tino humorístico muy fino y elaborado, ha dicho lo que somos como discurso. Su obra es un estudio de nuestras pasiones, nuestras frustraciones, nuestras esperanzas como nación y muestra las tensiones emocionales por las que hemos transitado. Sus caricaturas diarias han creado una iconografía, una tipología humana, una sensibilidad sobre nuestros problemas. Su trabajo ha sido un aporte importante para entendernos. Nos enseña que a pesar de la tensión que nos desgarra el alma, sus personajes no toman el atajo de la violencia sino el de la espera, el de la resignación a veces, el de la entereza, finalmente. Otros pueblos, en nuestra condición tensiva ya habría apelado a la ira, la venganza y, definitivamente, a la violencia. Sus Zapatazos son un trabajo de opinión que se centra en una cotidianidad que le permite “editorializar” sobre los problemas diarios del país. La perspectiva con que aborda cada caricatura lo conduce a poner en evidencia los desequilibrios sociales, especialmente aquellos que han sigo derivados de los programas de gobierno de las distintas etapas de los últimos cuarenta y cuatro años: la mala distribución de la riqueza de la renta petrolera y la desnaturalización de la democracia de antes y la de ahora. Como bien dice el propio Zapata, “de los gobiernos anteriores dije lo mismo que estoy diciendo de éste” (El Nacional,16-11- 2004). Todo ello hace de Zapata, como ha señalado Nazoa (citado por Torres 1980), un “alto poeta” y un “político terrible”, y compara su trabajo con el de Goya, por lo virtuoso de sus entregas de cada Zapatazo, por su valor estético. Simón A. Consalvi (citado por Virgüez 2001:386) afirma, sobre los Zapatazos: “Yo digo que no se puede analizar la historia de Venezuela y la sociedad venezolana sin analizar a Zapata”; por su parte Guillermo Morón (1986:34) señala que “la caricatura en Zapata es… un corto ensayo de sociología”; mientras que Ramón J. Velásquez (citado por Virgüez 2001) opina que Zapata es “el mejor editorialista de la democracia”. Bajo el escenario de sus Zapatazos han pagado los culpables del desastre nacional. Sus Zapatazos son nuestra catarsis. Pero no solo han sido alivios, han sido maneras de pensarnos, de profundizar en nuestra manera de ser. Su caricatura es catarsis que no se solaza en la risa y la mofa. Su catarsis es la del acto de justicia, de una invitación a sentir sobre lo que llamó Cabrujas nuestra falta de “sentido de lo sublime”. Su sátira, su ironía, su opinión polémica, ha sido para que nos sintamos vengados, pero además para que pensemos. Su invitación diaria a favor de la otra mirada, de la focalización de asuntos colectivos ha servido a nuestra conciencia y a nuestra sensibilidad. Si nos hace reír, esa risa es la risa de aquello que nos resulta incomprensible, como dice Monsiváis (1995), risa de aquellos que “pretenden ser tomados en serio”. Extraña risa la que sentimos cuando vemos los Zapatazos. Las políticas de nuestros políticos dan risa. Todo eso puede ser una caricatura, además de divertida, y eso ha sido nuestro Zapatazo diario de cada día. Para Monsiváis es la risa de la resistencia a través de la burla; y esa opinión porque es perfectamente aplicable al caso Zapata. Para Zapata lo que ocurre hoy al país es la intensificación de los malos de antes: “en materia de repúblicas, cuando las cuartas se pudren se vuelven quintas” (El Nacional,10-02-2004) La caricatura de Zapata es un tipo de texto que busca la intensificación de los procesos significativos de enfrentamiento y descalificación de la política oficial, lo cual es lo propio del discurso político, del discurso polémico. Logra poner en foco los mecanismos lingüísticos y visuales que se integran en un todo sincrético. La caricatura como texto sincrético despliega una gama de recursos, lingüísticos, retóricos, discursivos (enunciación), gráficos, etc., para crear unos efectos de sentido, unos simulacros, que pongan en entredicho los discursos oficiales. La obra humorística de Zapata es extraordinariamente densa si consideramos el conjunto de aspectos que la conforman: su evolución ideológica, los aspectos de la narratividad de que dispone para mantener su caricatura con la fuerza necesaria para avivarla, el ingenio para fundir lo gráfico con lenguaje. Zapata hace gala en sus caricaturas de un depurado conocimiento del habla del venezolano, el registro del dialecto utilizado por los distintos grupos sociales, la puesta en texto escrito de entonaciones populares y juveniles como “dígalo ahí” que tanto ha aprovechado Zapata en sus caricaturas, el impecable manejo de formas lingüísticas desprestigiadas socialmente en boca de los antihéroe, permiten crear los efectos de sentido que le son propios a la caricatura: la venganza. Por otro lado, recurre en sus caricaturas de un uso el uso de intertexto, apela a textos de la pintura nacional, de la iconografía instaurada en la conciencia colectiva para aprovechar y darle un giro que no deje a la caricatura caer en la plantilla inexpresiva. Luego, en esa misma técnica, los Zapatazos son obras literarias en miniatura. La aplicación de abanico de recurso de la retórica han sido explotados al máximo en su obra. Es un maestro en el manejo de la paronomasia: “Lo mío no es comida rápida, sino comida rápido” (Zapata Firme 2001, 116); pero, además, por solo citar otras formas, recurre a la pregunta retórica, a la paradoja, a la ironía, el oxímoron, la hipotiposis, la paradiástole, el conciliato, la alusión, etc. En esa riqueza narrativa, los distintos recursos retóricos utilizados para generar unos efectos de sentido que procuran la satirización política del poder, en Zapata son de extrema riqueza. Especialmente amplio el uso del arsenal de la retórica, como a las metáforas y las metonimias, la inferencia metafórica abre las puestas a un proceso de literalidad y juego traslativo que hace eficaz el texto satírico: el decir y la inferencia, tal es su virtud. Veamos estos dos ejemplo, uno de estructura doble: una literal y una traslativa por un lado y por otra una de base fronta, polémica de es una sola lectura, sin el elemento traslativo. Lo Zapatazos ha sido un proveedor de material gráfico para otros caricaturistas. Su imaginario sigue influyendo fuertemente en el humor gráfico nacional. El ha creado un imaginario visual: ranchos, torres petroleras, cadavéricos y remendados, obesos emperifollados personajes, beatas socarronas, y, sobre todo, a Coromotico, personaje de una gran ternura que lleva el mismo nombre de la patrona Virgen del Coromoto. Narratividad y Zapatazos Particularmente interesante es su Narratividad. La semiótica define la narratividad como los cambios de estados emocionales que se generan por una acumulación de tensiones (Greimas y Fontanille 1994, Fabbri 2000) Para seguir de cerca los mecanismos narrativos que operan en los Zapatazos, en el manejo gráfico como un proceso unitario quefunde lo visual y lo verbal para producir una configuración única, al extremo que su componente lingüístico también constituye componente visual, es también grafismo. Zapata siempre tuvo claro que el texto caricaturesco tiene su propia estructura, así lo ha manifestado en distintas entrevistas desde siempre. Su evolución en el uso de aspectos como el globo, la intertextualidad, las perspectivas que se crean con el juego de la enunciación, es decir, la particular manera de ceder la palabra que se utiliza en los Zapatazos. La manera como ha dispuesto del globo es particularmente ingenioso. Sacó el texto del pie de página y lo llevó a un virtuosismo expresivo. Su globos constituyen es si mismos un plus significativo, ya que agregan sentido a las caricaturas. Los sujetos de los Zapatazos toman la palabra directamente, ya no está en el pie de la caricatura, escrita a máquina. Ahora es escrita a mano y sale de su boca, esto le centra en lo que la retórica define como apóstrofe y personificación. Creo que es un gran mecanismo enunciativo en la caricatura de hoy y Zapata hace uso de esta forma de manera reiterada: la caricatura como texto directo y descarnado. La lectura única y frontal de muchos textos caricaturescos donde la caricatura juega un papel de opinión pública sin mensajes ocultos. Es decir, la distancia que se crea entre el texto y su interpretación se acerca a cero. Se trata de un texto que no propone una lectura escondida, un juego de adivinanzas (cosa propia del género), sino que avanza sobre el sentido en el canal más rápido y directo. Me he fijado en la tipología de sus personajes, en la iconografía y sistemas opositivos para recrear matices y contradicciones sociales, como por ejemplo lo magro de sus pobres y la gordura de marsopas de los poderosos. Estos antihéroes son, fundamentalmente, aquellos burócratas partidistas. Estos son el centro de los ataques de los Zapatazos. Es patente en la caricatura política, sarcástica el uso del elemento polémico, y su veta dialógica ofrece un recurso retórico y conversacional de gran rendimiento y efectividad. El diálogo ofrece a la caricatura la oportunidad de recrear el esquema conversacional, oral, y esto fortalece el poder de persuasión. Es interesante en Zapata es ese registro minucioso de la sensibilidad del venezolano, la manera como hemos sentido y como lo sentido ha construido una discursividad, la discursividad que somos como nación. El animal político oportunista y sin escrúpulos para enriquecerse robando el tesoro público: el político y sus acólitos adulantes. Ese es el centro de los ataques de las caricaturas y no el burgués, el rico empresario, el “jalamecate”, como lo ha lexicalizado la historia nacional. Ese personaje que pulula en los partidos, en el centro del poder para obtener algún favor. Funcionarios que hacen de políticos de poder y adulantes son el mal que corroe al país, no es una lucha de clases el motor de nuestra historia reciente, más bien lo son los politiqueros, adulantes sustentados por el petróleo. Los Zapatazos han sometido al escarnio público a este tipo de personaje inmoral que tanto abunda en la vida política nacional. El adulante duerme a los pies del poder, allí “donde hay”. Ese “arrastrado” es tratado en las caricaturas como un funcionario público que se arrima “donde haiga” para aprovechar. En la lexicalización más vulgar (jalabolas) se siente haber llegado al tope del asco y la ofensa, reservada para quien se somete a la humillación por una migaja política. El DRAE define humillar como “inclinar o doblar una parte del cuerpo, como la cabeza, especialmente en señal de sumisión. 2. Abatir el orgullo y altivez de alguien. 3. Herir el amor propio o la dignidad de alguien”. El jalamecate es un segundón, el escudero del poder, dispuestoa todo, incluso a la intensificación de su servilismo (jalar bolas) para seguir gozando de los pequeños privilegios Una lexicalización hiperbólica de ese adulante lo constituye el jalabolas, aquel adulante dispuesto al “servilismo sexual” para complacer al amo. Nada peor para un venezolano que ser tildado de jalabolas. Desde el punto de vista de las pasiones tal deshonor, nos especialmente despreciable. Pragmática Narratividad y auditorio en los Zapatazos En la construcción del relato de las caricaturas, el auditorio es tomado en cuenta. El texto caricaturesco sugiere el sentido y el receptor es el encargado de desplegarlo sobre el texto enunciado un conjunto de datos que requiere para funcionar. Es el mecanismo que Eco (1981 y 1992) llama de pragmática textual. El dispositivo interpretativo-cooperativo y cómplice está previsto en el mecanismo generativo del texto. Allí el lector modelo aporta la plusvalía significativa de la que vive el texto. Siendo así, el lector debe conocer, estar al día en cuanto a sucesos para poder interactuar. Pondré un ejemplo. Si el auditorio no está bien informado, no podría hacer operar los mecanismos de inferimiento que el texto demanda. Eco (1992) afirma que la actualización del significado debe moverse en los límites sugeridos por el enunciado. Esto significa que el lector no puede, arbitrariamente, aportar información no pertinente que pueda desvirtuar el significado del texto, ya que todo texto aspira ser interpretado de manera unívoca. Esa univocidad parece depender de la manera como se estructure el texto. La actitud diaria de los lectores de Zapata busca el ingenio para la sublimación ante el desequilibrio. El auditorio debe estar actualizado para poder cooperar. Un auditorio extraño o desactualizado no consigue las claves de la lectura propuestas por los Zapatazos. De manera que el auditorio de las caricaturas es un auditorio marcado por el tiempo, por los estados de emoción que nos embargan. Viendo una caricatura antigua, desactualizada, no sentimos el mismo goce. Queda como un documento, como un recuerdo abstracto. Mientras que las de actualidad nos incitan a sumirnos es ese estado de catarsis, nos orientan nuestros estados emocionales y racionales. La caricatura debe trabajar con auditorio restringido, no es para inmensos auditorios. No es de consumo fácil, como el chiste. El chiste arma su propio contexto y su disyunción humorística se construye sobre su texto. Su referente interno, textual es suficiente para desplegar su potencial significativo. La caricatura no es atemporal, es de consumo en caliente. Una caricatura fría no provoca lo mismo. El contexto textual, el espacio del que se sirve la caricatura, el contexto instaurado, necesita aun el concurso del auditorio

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