Yo soy

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lunes, 6 de abril de 2015

Didascalia: Hombres de Teatro (I)

Didascalia: Hombres de Teatro (I)

Leonardo Puello | Foto Cortesía
Leonardo Puello | Foto Cortesía
“Entró a Comunicación Social contando solo con 16 años y apenas un año después, cuando coincidimos en un taller de actuación que no se repitió nunca más, supe que se llamaba Leonardo Puello”

Un con leche grande para La Muerte
La Universidad Monteávila funciona bajo el parámetro de aquel refrán que reza: “pueblo pequeño, infierno grande”. Y es que tiene como sede una quinta que limita con la Cota Mil donde todos se conocen, si no es por nombre al menos por referencia. Y en alguno de esos momentos de espera entre el cafetín, los pasillos y las clases conocí a un adolescente enjuto y delgado, de ojos negros y lunar en el labio superior. Entró a Comunicación Social contando solo con 16 años y apenas un año después, cuando coincidimos en un taller de actuación que no se repitió nunca más, supe que se llamaba Leonardo Puello.
Puello dejó la Universidad Monteávila para dedicarse completamente a la actuación. Actualmente es alumno del Taller Nacional de Teatro que dicta la Fundación Rajatabla y tuvo la oportunidad de demostrar sus dotes histriónicas con el papel de La Muerte en El Coronel no tiene quien le escriba, aquel mítico montaje que posicionó a Rajatabla en el escenario teatral internacional y que fue reestrenado el año pasado, con motivo del 43° aniversario de la Fundación.
Puello y yo quedamos en citarnos en el café del Centro Cultural Chacao, unas horas antes de entrar a la última función. Lucía una cabeza perfectamente rapada que me recordó a Remedios la Bella, de Cien Años de Soledad. Mientras tomábamos el café, confesó que poco le importan los cortes de pelo radicales si eso es lo que se requiere para obtener un papel. Al respecto, le pregunto sobre cómo se preparó para esta nueva representación de El Coronel.

¿Tuviste libertad de hacer propuestas actorales? Tu personaje lo llevó a escena Carlos Giménez         
Estuve algo limitado porque se trata de un remontaje, es decir, existe un antecedente, un actor que me precedió, así que para construir mi personaje estuve viendo los videos del primer montaje, poniendo mucha atención en la manera como Carlos Giménez  enfocó mi personaje, y en base a eso hacer mi propia propuesta actoral.
¿Cuánto tiempo estuviste preparando tu personaje y cómo fue ese proceso?
Unos tres meses aproximadamente. Cuando comienzas a trabajar un personaje te inventas cualquier cantidad de historias sobre este, y el director es quien te hala de vez en cuando para que no divagues. Él fue quien me propuso la idea de estudiar cómo se había trabajado mi papel y en base a eso realizar mi propia propuesta. Y cada vez que le sugería algo me preguntaba el por qué. El "porque me gusta" es una respuesta inválida.
Parecerá un poco obvio, pero tengo que preguntarte ¿por qué?
Porque todo tiene un motivo, todo tiene una razón de ser en escena. Por ejemplo, mi personaje no se llama "La Muerte", sino "La mujer de blanco", "La mujer de negro" y "El sastre". Pero para mí se llama Muerte, y así lo trabajé.
Fíjate que el grueso del la crítica interpreta a tu personaje como La Muerte. Cómo ¿lograste que se entendiera de esa forma?
Mi personaje no dice una sola palabra en escena. Entonces, ¿cómo hago para decirte que yo soy La Muerte sin palabras? ¿Cómo hago para reflejarlo? Eso es ya una cuestión de investigar, de trabajar la energía, la "vibra", de proyectar no solo la voz, sino tu cuerpo. Todo esto lo construyo investigando a fondo.
¿Qué cosas descubres en una investigación como esta?
Mi método fue sentarme e indagar sobre cómo es vista La Muerte en diferentes culturas: según la Biblia, los griegos, cada religión, etnia y país tiene una forma distinta de ver a La Muerte, de forma que cuando llegues a escena sepas quién es tu personaje, a quién le estás prestando tu cuerpo. Y una vez que lo sabes, tienes que moldear ese personaje.
Por ejemplo, yo le presto mi cuerpo a La Muerte; La Muerte no se puede sentar como Leonardo, no puede pararse o caminar como Leonardo. Tiene que tener un porte, una distinción física. Todo esto investigando a fondo y manteniendo un monólogo interno todo el tiempo.
¿Cómo funciona el monólogo interno?
Por ejemplo: La Mujer de Negro está sentada con las flores en el regazo, escuchando al Coronel y a la Coronela hablar. Soy La Muerte disfrazada de mujer anciana, escuchando la conversación y al mismo tiempo pendiente de las campanadas de la iglesia, porque cada vez que suenan mi personaje las siente como un regaño de algo celestial que es superior a mí. Yo lo veo así: están los mortales, La Muerte que los lleva, y Dios que lo domina todo.
¿Qué diferencia existe entre tus personajes? Parecen ser la misma persona.
Para nada. Fíjate, la Dama de Blanco es andrógina. Cuando estaba investigando me di cuenta de que en muchos países de Latinoamérica se concibe a La Muerte como una mujer. De hecho, se le llama La Pelona. Pero en Europa por ejemplo se concibe como un hombre. La Muerte es universal, es algo que nos toca a todos y decidí entonces unir estas dos visiones. El vestido blanco me ayuda mucho también, porque el corpiño es muy parecido a un traje militar con los botones cruzados y las charreteras, y de la cintura para abajo es un faldón.
Luego esta Dama de Blanco se convierte en una anciana, que es la Dama de Negro. Para construirla me basé en la imagen clásica de La Muerte: un esqueleto vestido con una saya que porta una hoz. Y esta anciana luego se viste de sastre amigo de Agustín, el hijo fallecido del Coronel. El sastre está basado en el mito griego de La Parca, ese trío de mujeres que tejían el hijo de la vida y lo cortaban cuando era el momento de morir.  Como yo lo veo, todos los personajes de esta pieza tienen un ángel de la muerte siguiéndoles los pasos muy de cerca, por eso es que La Muerte se viste de Dama de Blanco, Negro o Sastre.

Es increíble pensar que este muchacho vivaz sea capaz de representar el máximo exponente de la ausencia de vida. Se lo comento y sonríe, me dice que una de sus mayores satisfacciones es cuando la gente lo reconoce en la calle y le comenta sobre su trabajo.
Pero lo que más me gusta es la crítica con bases. Me gusta cuando la gente me dice que no le gustó mi actuación por tal o cual razón
¿No te afectan los comentarios negativos?
Puede que sí, pero uno tiene que saber cuándo está haciendo las cosas mal, sobre todo cuando se es actor. Muchas veces me han hecho propuestas que luego desarrollo y dan buenos resultados en escena.
Odia los halagos. Le pregunto cómo hace con su madre, porque para una madre todo lo que hace su retoño está bien hecho. Hace una mueca indefinible y comenta que su madre está cambiando, porque no hace mucho que aceptó que Puello incursionara tan firmemente en la actuación. Pero él mismo sabe que no puede depender solo de eso.
Recuerdo que nos despedimos: en breve dejaría de ser Leonardo Puello y se convertiría en la Dama de Negro de Rajatabla. Insistió en invitarme el café y le prometí que la próxima lo invitaría yo. Gracias a él, ahora puedo decir que La Muerte me invitó un con leche grande y viví para contarlo.

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