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lunes, 18 de enero de 2016

David Bowie: La vida y la muerte como obras de arte

David Bowie: La vida y la muerte como obras de arte

El músico da su última lección de sabiduría escénica al fallecer a los dos días de publicar su último disco.
David Bowie
David Bowie
La Razón (Edición Impresa) / Nicolas Peña - Crítico de música
00:00 / 18 de enero de 2016
Había cumplido 69 años el viernes, y ese mismo día se presentó el vigésimo quinto álbum de una carrera que puede ser enmarcada en una sola palabra: genial. Nadie lo hubiese imaginado y solo quienes eran muy cercanos a él lo sabían, pero Blackstar era su despedida, su testamento, porque David Bowie murió dos días después, el domingo 10 de enero, a causa de un cáncer. Uno de los artistas más emblemáticos de la historia del rock, de los muy pocos que están en el círculo verdaderamente central. Lo que hizo podría considerarse un mutis audiovisual perfectamente sincronizado entre disco, cumpleaños y defunción, con el que ha dado a todos una bofetada y una gran lección de sabiduría escénica.
En uno de los temas de Blackstar, perfectamente titulado Lazarus, Bowie se sumerge en un remolino de inspiración y expiración con versos que no son otra cosa que un mensaje claro de su despedida: “Mira para aquí arriba, estoy en el paraíso / tengo cicatrices que no pueden ser vistas / tengo un drama que no puede ser robado / todos me conocen ahora / voy a ser libre / como ese pájaro / voy a ser libre / ¿no es ése mi modo?”. En el videoclip de este tema se puede sentir cómo Bowie se rinde a lo fugaz del tiempo individual y a la enfermedad, pero se niega a renunciar a la estética, ni siquiera en una solitaria cama de hospital. Un guiño final nos confirma su despedida y su convicción de que la broma es lo único serio en la vida, y de que solo queda hacer lo que sabemos hacer, aunque solo sea una canción más.
La trascendencia de Bowie no debe medirse solo en términos musicales a pesar de que haya sido la música lo que utilizó como medio de expresión que lo llevó a los confines más irreverentes de la creación. Todos lo conocemos como cantante y compositor, pero también fue actor, saxofonista, mimo, artista plástico, productor: un ícono del arte en general. Su música y su propuesta escénica fueron los detonantes del cambio en una sociedad que no se animaba a transgredir sus límites, anquilosándose en estéticas convencionales y permitiéndose tan solo pequeños deslices con los que adormecer la consciencia.
Desde muy temprano Bowie sabía que debería liberarse de David Robert Jones, un muchacho nacido el 8 de enero de 1947 al sur de Londres, y para ello asumió su nombre artístico. Intentó recorrer varios caminos transitando por el blues, el rock de Velvet Underground y algunas canciones hippies, todo ello amalgamado con la imagen de su ídolo, Mick Jagger. Hasta que un mágico día levantó la cabeza, miró las estrellas y en la inmensidad del firmamento recibió la inspiración para su álbum Space Oddity.
Publicaría The Man Who Sold The World en 1970, un disco en el que se presentaba acostado y luciendo un vestido, pero fue en su álbum Hunky Dory, de 1971, en el que su aspecto era ya definitivamente andrógino y su propuesta musical adquiría un estilo absolutamente personal. Formaba parte de esta grabación una de sus mejores canciones, en la que se preguntaba si existía vida en Marte. La combinación de androginia y espacio exterior produjo en 1972 su obra maestra: The Rise and Fall of Ziggy Stardust & The Spiders From Mars, ícono del glam rock en el que temas como Starman y Ziggy Stardust narran el recorrido de su alter ego, que termina con un perfecto punto aparte en el emblemático Rock’n’roll Suicide.
El mundo artístico se sorprendió con su cambio de aspecto en 1975, cuando pasó a la estética del soulman rubio y prolijo en el álbum Young Americans. Station to Station, su disco de 1976, nos presentaba a un personaje completamente diferente y fundamental en la galería de sus criaturas imaginarias: el elegante duque blanco. Arrancaban los 80, complicados para la historia del rock, en los que Bowie presentaría otro disco brillante, Scary Monsters para el que Robert Fripp, de King Crimson, volvía a resplandecer con su toque único en la guitarra. Bowie tuvo siempre el gran acierto de rodearse de los mejores.
Entre sus guitarristas estuvieron Ronson, Earl Slick, Carlos Alomar, Steve Ray Vaughan, Adrian Belew, Reeves Gabrels y otros. También en esta década vino el romance con el pop y las pistas de baile con Let’s Dance; y con la era de los videoclips, que le alejaron de su estilo más que nunca llevándolo a un abismo artístico.
Desde los reflejos más imperecederos de su obra pasada, en los 90 daba su aprobación a las nuevas tendencias, del acid jazz al jungle, y del rock alternativo al industrial. Su capacidad lúdica lo llevó a combinar estos estilos, como se sentía en Outside, del 95, y Earthling, del 97. El cambio de siglo no afectó un ápice su elegancia: sus álbumes Hours, Heathen y Reality confirmaron que estábamos frente a un artista completamente seguro de sí mismo y consciente de los nuevos tiempos.
Pero las enfermedades comenzaron a pasar la factura de los excesos, y la angioplastia que sufrió fue el inicio de su silencio y de los rumores sobre su retiro definitivo. Entonces, de repente, aparecido de la nada, Bowie volvió al ruedo con la canción Where Are We Now? e inmediatamente después su álbum The Next Day, en el que volvía a coquetear con su pasado. Finalmente llegaría Blackstar, con un quinteto de jazz.
¿Un quinteto de jazz acompañando al andrógino alienígena? Sí. Dicen los expertos en su vida y en su obra que a los 14 años Bowie dijo que no sabía si de adulto quería ser una estrella del rock o John Coltrane. También comentan que cuando vio por primera vez al saxo barítono Gerry Mulligan fue inmediatamente a comprar un saxofón y comenzar a estudiarlo. Cuando apareció el último video, con imágenes futuristas y mensaje surrealista, lo que más impresionó fue que el camaleónico Bowie ofrecía un rock con influencias jazzísticas.
Se escuchan formas de rock con la intensidad que unos músicos modernos de jazz pueden aportar a esa música. Resulta maravillosa la alquimia cuando ambos géneros se acercan. Lo que Bowie ofrece en Blackstar es rock tocado por músicos de jazz-rock. Son temas con estructura de canciones de rock, a los que los instrumentistas añaden un punto de improvisación, un algo de virtuosismo y un sabor a intelectualidad musical que es difícil encontrar en el rock. En el fondo, Bowie siempre tuvo ese don genial e impredecible que hace del jazz lo que es. Hasta siempre, Bowie.

David Robert Jones (Londres8 de enero de 1947-Nueva York10 de enero de 2016),3 4 más conocido por su nombre artístico David Bowie(AFI: [ˈboʊ.iː]),5 fue un músico y compositor británico, quien ejerció a su vez de actorproductor discográfico y arreglista. Figura importante de la música popular durante más de cinco décadas, Bowie es considerado un innovador, en particular por sus trabajos de la década de 1970 y por su peculiar voz, además de la profundidad intelectual de su obra.6 7
A pesar de haber lanzado un álbum (David Bowie) y varios sencillos antes, Bowie consiguió notoriedad en julio de 1969, cuando su sencillo «Space Oddity» llegó al top 5 de la lista británica de sencillos. Después de tres años correspondientes a una etapa de experimentación, resurgió en 1972, en plena era del glam rock, con su extravagante y andrógino álter ego Ziggy Stardust, gracias a su exitoso sencillo «Starman» y el disco The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars. David Buckley, su biógrafo, describe el impacto de Bowie de esa época diciendo que «retó al núcleo de la música rock de la época» y «creó, posiblemente, el personaje más importante de la cultura popular».8 La relativamente corta vida de Ziggy probó ser solo una faceta de una carrera marcada por continuas reinvenciones, innovaciones musicales y presentaciones visuales de todo tipo.
Bowie consiguió, en 1975, su primer éxito en Estados Unidos, gracias a su exitoso sencillo «Fame», coescrito con John Lennon y a su disco Young Americans, del cual dijo él mismo que era el disco definitivo del plastic soul(término acuñado por un músico de raza negra para describir a un artista blanco interpretando música soul). El sonido significó un cambio radical del estilo que le había hecho famoso en el Reino Unido. Después de esto, confundió tanto a su discográfica como a sus seguidores estadounidenses con el disco minimalista Low (1977), la primera de tres colaboraciones conBrian Eno. Todos estos álbumes, conocidos como la «Trilogía de Berlín», entraron en el top 5 británico, además de recibir elogios de la crítica.
Después de disparejos éxitos comerciales a finales de la década de 1970, consiguió números uno en el Reino Unido con el sencillo «Ashes to Ashes» y su correspondiente álbum, Scary Monsters (and Super Creeps). Colaboró con Queen en el número uno de las listas de venta «Under Pressure» para, poco después, volver a conseguir un éxito comercial con su disco de 1983Let's Dance, del que se extrajeron los exitosos sencillos «Let's Dance», «China Girl» y «Modern Love». A lo largo de las décadas de 1990 y 2000, Bowie siguió experimentando con distintos estilos musicales, incluyendoblue-eyed soulindustrialadult contemporary y jungle. No salió de gira desde su gira musical entre 2003 y 2004 A Reality Tour y no se presentó en vivo desde 2006. Su más reciente disco Blackstar salió al mercado el 8 de enero de 2016, apenas tres días antes de su fallecimiento.
Buckley dice de Bowie: «Su influencia fue única en la cultura popular, ha permeado y cambiado más vidas que ninguna otra figura pública».8 En la encuesta de 2002 de la cadena televisiva BBC de los 100 británicos más importantes, se colocó en el puesto número 29. Ha vendido, aproximadamente, 136 millones de discos a lo largo de su carrera. Ha recibido nueve discos de platino, once de oro y ocho de plata en el Reino Unido y cinco de platino y siete de oro en Estados Unidos. En 2004, la revista Rolling Stone le posicionó en el puesto número 39 de su lista de los cien artistas derock más importantes de todos los tiempos y en el puesto 23 de su lista de los mejores cantantes de todos los tiempos

Blackstar: El testamento de David Bowie

Según el Daily Mirror  su cuerpo fue cremado en Nueva York inmediatamente después de su muerte | Foto: EFE
Según el Daily Mirror su cuerpo fue cremado en Nueva York inmediatamente después de su muerte | Foto: EFE
El último álbum de la estrella refleja su sensación de ver la muerte cerca. Un adiós musical.

Una de las últimas genialidades de la estrella de rock, David Bowie, es que dejó en evidencia la miopía de críticos musicales y medios que recibieron su disco con antelación, pero ninguno captó los mensajes que a lo largo de él eran demasiado obvios, no están escondidos: a veces repite “estoy muriendo” casi 15 veces en una misma canción.
‘Blackstar’ apareció en tiendas y plataformas digitales el pasado 8 de enero, y Bowie falleció de cáncer el 10, en la noche. Como un testimonio genial de este giro dramático, quedaron las reseñas que los periodistas escribieron antes de su muerte, imborrables en la era de internet.
Pero lo más impactante es que ‘Blackstar’ no es un disco póstumo: no llegó a las tiendas el pasado 8 de enero con esa intención (los distribuidores ni siquiera sabían que Bowie estaba enfermo de cáncer). Tampoco se trata de una edición forzada de canciones inéditas que la estrella tuviera guardadas, como suele pasar en casi todos los casos en que los artistas se acercan a su ocaso.
Se trata de un álbum pensado en su totalidad como algo completamente nuevo y que, como siempre fue la costumbre de Bowie, revolucionara el mundillo de la música. Su proceso de creación desde el punto cero comenzó al mismo tiempo que su batalla contra el cáncer.
La canción que le da título al disco tiene ese ingrediente sonoro que podría emparentarse con el ‘trip hop’ –sin casarse con esa etiqueta– pero atraviesa también los estilos que exploró en todas las décadas: hay algo de sus 70, de sus 80, de la década pasada...
Su letra y en sí, toda la canción, es su despedida, que ha sido traducida como el momento en que la estrella, el astro luminoso, se apaga. La letra lo dice todo, por momentos en tercera persona pero en el coro, en primera persona: “Algo pasó el día que él murió, su espíritu se levantó un metro y se hizo al lado, alguien más tomó su lugar, y lloró valientemente: ‘Soy una estrella negra, soy una estrella negra’ ”.
Es además la canción que cobra vida en el símbolo creado para la carátula del disco, la primera vez que el rostro de Bowie no aparece como primera impresión. Como si la estrella fuera la lápida (una virtual, porque Bowie fue cremado).
En otro corte, ‘Tis a Pity She Was a Whore’, hay una posible referencia a su enfermedad que nadie pudo haber imaginado hasta que se conoció la noticia: la canción comienza con un sonido de apenas tres segundos de lo que resulta ser la grabación de una respiración forzada, claramente producto de un padecimiento. Solo un artista de la talla de Bowie podría convertir tal sonido en parte de una canción.
Otra que muestra su genialidad es ‘Sue (Or in a Season of Crime)’, en la que se desata el saxofón que lo ha acompañado en muchos éxitos anteriores, y se va tejiendo un crecimiento progresivo –Bowie, de cierta forma, también hizo parte a distancia del rock progresivo–- que va escalando hasta un ritmo muy intenso de secuencias y sintetizadores hasta un punto en que toda la descarga sonora estalla en un silencio en el que solo se siente la energía de un amplificador conectado.
Esta es la única canción que ya tenía un ‘trasegar’ junto a Bowie: había sido un sencillo publicado en la compilación ‘Nothing Has Changed’ –‘Nada ha cambiado’, gran título para definir a Bowie–, de noviembre del 2014. Se supone que él supo de su enfermedad a mediados de ese año.
En ‘Dollar Days’, se regodeó en esa evidente forma de referirse de la muerte que pasó desapercibida: habla todo el tiempo de estar cayendo, o caminando hacia abajo: “no hay nada para mí, no hay nada que ver… Muero / trato / muero / trato”. No podría ser más obvio.
Cada corte muestra al artista en su faceta completa. Por ejemplo, ‘Girl Loves Me’, que no ha sido tan mentada, muestra la profundidad del Bowie cantante y compositor. En la instrumentación le colaboró James Murphy, de LCD Soundsystem.
En esas reflexiones que llegan con la despedida, Bowie canta ‘I can't Give Everything Away’ (‘No puedo dejar todo’), con una letra que debió surgir de lo más profundo de su ocaso: “Sé que hay algo que está muy mal, el pulso regresa a los hijos pródigos, los corazones del apagón con noticias floreadas, con diseños de calaveras en mis zapatos (…). Viendo más y sintiendo menos, diciendo no pero significando que sí, esto es todo lo que quise decir, es el mensaje que les envío”. ‘Blackstar’ es un testamento.

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7 ene. 2016 - Subido por the kkk
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‘Lazarus’, el sencillo con video que publicó el jueves 7 de enero (otra referencia demasiado obvia a su enfermedad), arranca con el sello de algo que él puede declararse como inventor: la guitarra al estilo ‘glam’ que Mick Ronson (fallecido en 1993) sembró en ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’. Pero luego toma elementos del jazz. Y al final no es ningún género en particular, excepto uno nuevo que lleve por nombre ‘bowie’.
Para alimentar todas las teorías alrededor de un símbolo como Bowie, ‘Lazarus’ resulta ser una referencia a Lázaro de Betania, el hombre que resucita por los milagros de Jesucristo. Muchos quieren ver la resurrección de otro Lázaro.
Blackstar
"Blackstar" fue producido por Tony Visconti, quien estuvo con David Bowie en 13 de sus álbumes en estudio, y lo acompañan entre otros músicos el saxofonista Donny McCaslin, el guitarrista Ben Monder, el pianista Jason Lindner, el percusionista Mark Guiliana y el bajista Tim Lefebvre. Colaboró James Murphy, de LCD Soundsystem. Todos conocían el secreto de la enfermedad que Bowie mantuvo por año y medio.

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