Yo soy

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sábado, 30 de enero de 2016

Deborah Castillo: “Mi idea no es destruir nada –ya estamos bastante destruidos– sino generar nuevos significados de la utopía, que fue un fracaso. Es una muestra para la cual me valgo de varios medios visuales. Es bien compleja porque estoy restaurando su manifiesto con su propia cabeza”, agrega sobre un proceso que le tomó dos años de investigación y dos residencias en el extranjero.

“Los discursos utópicos se convierten en ruina”

“Yo no quiero destruir la palabra de Marx (…) Quiero darle otro sentido a lo que él escribió, con ironía”, dice la artista  | Foto: WILLIAM DUMONT
“Yo no quiero destruir la palabra de Marx (…) Quiero darle otro sentido a lo que él escribió, con ironía”, dice la artista | Foto: WILLIAM DUMONT
El trabajo de la artista, que se expondrá hasta el 6 de marzo, incluye performance, instalación y fotografía

Un palimpsesto es un manuscrito que conserva la huella de un texto anterior que ha sido borrado y sobre el que se ha vuelto a escribir. En la Antigüedad, e incluso después, se utilizó como una forma de economizar: el papel era un artículo muy costoso. Aún lo es. Pero en el caso de Deborah Castillo es otra la intención.
La artista venezolana, residenciada desde hace dos años en Nueva York, lo que quiere es generar nuevos discursos. Se aferra a esta herramienta visual como parte de su investigación sobre la historia, sus héroes y sus utopías, y así crea Marx palimpsesto. La exhibición la trae de nuevo al país luego de Acción y culto, con la que parodió la obsesión del poder asociado a la figura de Simón Bolívar y que posteriormente fue censurada. La crítica es una constante en su trabajo.
Marx palimpsesto se inaugurará el domingo en Carmen Araujo Arte, Secadero 2 de La Hacienda La Trinidad. “Llego a Marx porque su manifiesto es uno de los más importantes que se han escrito. Me interesan no solo el autoritarismo y los problemas locales, sino también lo internacional. No quiero destruir la palabra de Marx, solo hago un señalamiento de cómo los discursos utópicos se convierten en ruina. Quiero darle otro sentido a lo que él escribió, con ironía y humor”, expresa Castillo.
La exhibición es performance, instalación, fotografía y video. En este experimento la artista reproduce el Manifiesto Comunista, pero intervenido: intenta borrar algunas de las palabras con una goma –la escultura en tamaño real de la cabeza del filósofo alemán– para producir otras lecturas. Así, una frase como “la historia de toda sociedad hasta nuestros días no ha sido sino la historia de la lucha de clases” se convierte en “la historia ha sido lucha”.
“Mi idea no es destruir nada –ya estamos bastante destruidos– sino generar nuevos significados de la utopía, que fue un fracaso. Es una muestra para la cual me valgo de varios medios visuales. Es bien compleja porque estoy restaurando su manifiesto con su propia cabeza”, agrega sobre un proceso que le tomó dos años de investigación y dos residencias en el extranjero.
Sandra Pinardi escribe en el texto de la exposición: “Este proyecto persigue mostrar (…) cómo las acciones le otorgan nuevos sentidos a los discursos capaces de borrar su legado intelectual y sus pretensiones”.
 Una postura disidente. El arte siempre es político porque hace una declaración pública frente a la realidad, sus planteamientos y definiciones. Así han sido también las dos décadas de trabajo de Deborah Castillo. “Creo que es una responsabilidad que tengo, más como venezolana, de reflexionar sobre mi entorno. Porque aunque no viva en el país, sigo las noticias, las veo y las sufro todos los días. Sigo padeciendo la enfermedad de ser venezolana donde quiera que esté”, dice.
Por eso considera que Marx palimpsesto –al igual que instalaciones anteriores– es pertinente con respecto a la actualidad: “En realidad nadie va a cambiar nada con el arte. Yo simplemente estoy haciendo un señalamiento de un fenómeno social que ha sucedido aquí: se ha tomado un manifiesto que ideológicamente puede ser hermoso, pero que en la práctica es un caos. Se trata de comunicar, de expresar un desacuerdo. A mí no me interesa la política, ni pertenezco a ningún partido. Mi problema es que tengo una postura frente al mundo”. 

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