Yo soy

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miércoles, 11 de diciembre de 2013

Nelson Mandela "Cuando salió de la cárcel, muchos temían que se hubiese convertido en un ídolo con pies de barro...Sus gestos resultaban más elocuentes que las palabras. Por ejemplo, invitó a su carcelero blanco como vip a su investidura como presidente e invitó a comer al fiscal del proceso de Rivonia".

“Su paso por la cárcel fue crucial”

El homenaje más adecuado para Nelson Mandela es convertir en un éxito aquello que él ayudó a instaurar



Desmond Tutu (izquierda), y Nelson Mandela, en un acto en Soweto, en 1994. / DAVID BRAUCHLI (ASSOCIATED PRESS)
Durante 27 años, solo conocí a Nelson Mandela por su reputación. Le había visto una vez, a principios de la década de 1950, cuando vino a mi escuela de formación del profesorado para actuar como jurado en un concurso de debate. La siguiente vez que lo vi fue en 1990.
Cuando salió de la cárcel, muchos temían que se hubiese convertido en un ídolo con pies de barro. La idea de que podría hacer honor a su reputación parecía demasiado buena para ser cierta. Corría el rumor de que en el Congreso Nacional Africano (CNA) algunos decían que era mucho más útil en la cárcel que fuera.
Cuando salió, se produjo el más extraordinario de los hechos. Aun cuando muchos miembros de la comunidad blanca de Sudáfrica seguían tachándolo de terrorista, él intentó entender su postura. Sus gestos resultaban más elocuentes que las palabras. Por ejemplo, invitó a su carcelero blanco como vip a su investidura como presidente e invitó a comer al fiscal del proceso de Rivonia.

Poseía una empatía increíble. Las concesiones que estuvo dispuesto a hacer fueron asombrosas”
Estos fueron actos de una magnanimidad increíble. El fiscal había puesto un gran empeño en conseguir la pena de muerte. Mandela también invitó a las viudas de los dirigentes políticos afrikáneres a la residencia presidencial. Betsie Verwoerd, cuyo marido, H.F. Verwoerd, fue asesinado en 1966, no pudo asistir porque no se encontraba bien. Vivía en Oranje, donde única y exclusivamente los afrikáneres se congregaban para vivir. Y Mandela lo dejó todo y se fue a tomar el té con ella, allí, a aquel lugar.
Poseía una empatía increíble. Durante las negociaciones que condujeron a las primeras elecciones libres, las concesiones que estuvo dispuesto a hacer fueron asombrosas. El jefe Buthelezi quería esto y lo otro, y a cada petición concreta Madiba respondía: sí, está bien. Le molestaba que en el CNA muchos afirmasen que Inkatha no era un movimiento de liberación genuino. Incluso dijo que estaba dispuesto a prometerle a Buthelezi un puesto de alto nivel en el Gobierno, cosa que no había debatido con sus compañeros. Lo hizo para asegurarse de que el país no se sumiese en un baño de sangre.
De los afrikáneres afirmó: se puede entender fácilmente cómo deben de sentirse. Se acercó a ellos utilizando el símbolo del rugby sudafricano, la gacela, que era vilipendiado por muchos negros por considerarlo el símbolo del poder afrikáner.
El rugby era el deporte de los blancos, especialmente de los afrikáneres, y el golpe maestro de Mandela en la final de la Copa del Mundo consistió en entrar con aire resuelto en el campo llevando la camiseta con la gacela. Casi cualquier otro dirigente político habría parecido torpe, pero él supo llevarla con aplomo. El estadio entero, que probablemente era blanco en un 99%, y en su mayoría afrikáner, estalló en gritos de "¡Nelson!, ¡Nelson!". Fue extraordinario. ¿Y quién habría imaginado que en los distritos segregados celebrarían una victoria en el rugby?

Naturalmente, llegué a verlo enfadado. Pero su enfado nunca se impuso a su paciencia o a su capacidad de perdonar”
Naturalmente, llegué a verlo enfadado. Tras la masacre de Boipatong, en 1992, en la que murieron 42 personas, el CNA se retiró de las negociaciones y él estaba bastante furioso. Afirmó que los servicios secretos habían advertido a F.W. De Klerk de que algo malo iba a pasar, de que las fuerzas de seguridad estaban en connivencia con Inkatha. Yo no sé si De Klerk hizo caso omiso de esa advertencia. Madiba afirmó que estaba claro que las vidas negras no significaban nada.
En otra ocasión, me dijo que cuando él y De Klerk estaban en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz en Oslo, algo le había molestado mucho. Había un grupo cantando Nkosi Sikelel' iAfrika, considerado el himno de la lucha por la liberación, y De Klerk y su esposa hablaron mientras el grupo cantaba; no mostraron respeto.
Pero su enfado nunca se impuso a su paciencia o a su capacidad de perdonar. La gente dice: miren lo que ha logrado durante sus años de gobierno; qué desperdicio fueron esos 27 años en la cárcel. Yo sostengo que el tiempo que pasó en la cárcel fue necesario porque, cuando lo encarcelaron, estaba enfadado. Era relativamente joven y había sufrido una injusticia; no era un hombre de Estado, dispuesto a perdonar: era el comandante en jefe del brazo armado del partido, que estaba muy dispuesto a usar la violencia.
Ese tiempo en la cárcel fue absolutamente crucial. Claro está que el sufrimiento amarga a algunas personas, pero ennoblece a otras. La cárcel se convirtió en un crisol en el que se quemó y eliminó la escoria. La gente nunca pudo decirle: "Lo que usted dice sobre el perdón es pura palabrería. Usted no ha sufrido. ¿Qué sabrá usted?". Esos 27 años le invistieron de autoridad para poder decirnos que intentásemos perdonar.

Cualquiera que se convierte en un líder sabe que esta es la referencia. Y debe preguntarse a sí mismo cómo estar a la altura”
Uno de los mayores traumas de su vida fue lo que sucedió entre él y Winnie. La quería de verdad. Poco después de que saliera de la cárcel, los invité a una comida xhosa. Y sentados ahí juntos, parecía imposible imaginar que hubiera dos personas más enamoradas. La herida era profunda. Es maravilloso que encontrase a Graça. Pero uno siente cierta tristeza, porque Winnie tuvo que pasar por muchas cosas, y habría sido un final perfecto para ese cuento de hadas que hubiesen sido felices por siempre jamás.
El homenaje más adecuado para Nelson Mandela es convertir en un éxito aquello que él ayudó a instaurar. Él dejó claro que, en última instancia, nadie es indispensable. Era muy dado a recalcar que él era un miembro leal del CNA y que nadie estaba por encima del movimiento. Pero, por supuesto, nosotros lo sabemos bien.
Cualquiera, en cualquier lugar del mundo, que se convierte en un líder sabe que esta es la referencia. Y debe preguntarse a sí mismo cómo estar a la altura.

Quién es Desmond Tutu es arzobispo (anglicano) emérito de Ciudad del Cabo y activista de los derechos humanos. Su nombre completo es Desmond Mpilo Tutu (Klerksdorp, Transvaal, Sudáfrica, 7 de octubre de 1931) es un clérigo y pacifista sudafricano que adquirió fama internacional durante la década de 1980 a causa de su lucha contra el Apartheid. Tutu fue el primer sudafricano negro en ser elegido y ordenado como Arzobispo Anglicano de Ciudad del Cabo(Sudáfrica) y luego Primado de la entonces Iglesia de la Provincia de África Meridional (actualmente Iglesia Anglicana de África Meridional). Fue laureado con el Premio Nobel de la Paz en 1984.
Se le adjudica la acuñación del calificativo Nación del arco iris para describir metafóricamente a la Sudáfrica posterior al Apartheid (en 1994 con el triunfo del ANC). La expresión se ha incorporado desde entonces para describir la diversidad étnica de Sudáfrica. Es hijo de una empleada doméstica, Aletha Matlhare, y un maestro, Zachariah Tutu, Su padre era director de una escuela misionera en la cual Desmond fue educado. Fue bautizado como metodista pero luego toda la familia se convirtió por influencia de su hermana Silvia en la Iglesia Episcopal Metodista Africana.1 A los doce años su familia emigró a Johannesburgo. Aunque quería ser médico, orientó su educación a la enseñanza debido a que su familia no podía pagarle estudios más costosos, porque consiguió entrar en la universidad pero no le otorgaron la beca que solicitó. En 1953 se recibió de maestro en el Colegio Normal Bantú de Pretoria.2
Comenzó trabajando en la escuela donde su padre era director. En 1955 obtuvo su bachelor degree en la Universidad de Sudáfrica (UNISA). El 2 de julio de 1955 se casó con Nomalizo Leah Shenxane, con quien tuvo cuatro hijos: Trevor Thamsanqa, Theresa Thandeka, Naomi Nontombi y Mpho Andrea.3
Hasta 1958 trabajó como profesor de secundaria en el Instituto Bantú de Johannesburgo. Entre 1958 y 1960 estudió en el St. Peters Theological College de Rosettenville en Johannesburgo, donde obtuvo la licenciatura en Teología.4 Fue ordenado como diácono en diciembre de 1960 en la Catedral de Santa María en Johanesburgo.5
En 1962 se fue a vivir Londres. En 1966 recibió su master con honores en Londres y volvió a Sudáfrica donde comenzó su doctorado en el Seminario Teológico de Alice en pero no pudo concluirlo. Entre 1967 y 1969 fue miembro de la comisión directiva en el Seminario Teológico de la Universidad de Fort Hare. Se dedicó a dar conferencias denunciando la precariedad de la situación de algunos sudafricanos y los riesgos de la situación de desigualdad que se vivía. Advirtió que esto podría producir estallidos violentos en cualquier momento.
En 1972 volvió a Londres y fue designado vicedirector del fondo teológico de educación del Consejo Mundial de Iglesias. En 1975 volvió a Sudáfrica y fue ordenado el primer obispo negro de la Iglesia de la Provincia de África Meridional en Sudáfrica. También se convirtió en el rector de la Catedral de Santa María en Johanesburgo. En 1986 fue nombrado arzobispo de Ciudad del Cabo, cargo desde el que colaboró para la transición democrática en su país.
Como otra ironía de la vida 

Robo en casa de Desmond Tutu mientras asistía el martes a la ceremonia por Mandela

 AFP
Ladrones irrumpieron el martes en la casa de Desmond Tutu en ciudad del Cabo cuando el ex arzobispo asistía en Soweto, cerca de Johannesburgo, a la ceremonia en homenaje a Mandela, dijo un portavoz de Tutu el miércoles.
“Puedo confirmar que hubo un robo la pasada noche” en la residencia de Desmond Tutu en el barrio de Milnerton, dijo a la AFP Roger Friedman, portavoz del premio Nobel de la Paz, sin precisar la importancia de los objetos robados

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