Yo soy

Yo soy

domingo, 7 de diciembre de 2014

Realmente mi reflexión no apunta a apoyar a María Corina Machado...como preso no creo en nadie. Busco reflexionar sobre el inicio de mi vejez entre estas rejas, en una etapa de mi vida en que comienza la decadencia, el desequilibrio, el pesimismo la desmesura, el escepticismo y la muerte. Miro mi juventud de izquierdista radical, y el solo hecho de que esta fiscal y sus predecesores fueron de izquierda revolucionaria cuando yo también lo era, justifica mi decisión espiritual de apartarme de toda complicidad con esa izquierda. Pues, si quienes siguen considerándose de tal, cometen tales iniquidades, la izquierda revolucionaria debe ser la cloaca del resentimiento, del odio y la injusticia. Y el estalinismo ningún azar de la historia, sino el atributo esencial de tal ideología, el marxismo-leninismo: mentir, robar, asesinar y culpar de mentirosos, ladrones y homicidas a sus enemigos. Todo por el ansia de saciar la sed de poder que los corrompe. Como lo señalara Hannah Arendt en su estudio sobre el totalitarismo: los totalitarios hacen de las víctimas, victimarios y ellos, los victimarios, se proclaman sus víctimas...Carajo y yo en mi juventud daba la vida por esa utopía

María Coraje

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A juzgar por el amor y la pasión con que hombres y mujeres humildes de
nuestro pueblo dejaban a nuestro paso por las calles del centro de
Caracas sus labores y sus oficios para salir a abrazarla, gritándole
desde sus balcones: “¡Valiente, valiente!”, comienza a ser, sin duda,
LA IMPRESCINDIBLE.

“Hay hombres que luchan un día y son buenos. Hay otros que luchan 
un año y son mejores. Hay quienes luchan muchos años, y son muy 
buenos. Pero hay los que luchan toda la vida, esos son los imprescindibles”.
Bertolt Brecht

“Muchos jueces son incorruptibles, nadie puede inducirlos a hacer justicia”.
Bertolt Brecht

“Pobre de aquella generación cuyos jueces deberán ser juzgados”.
El Talmud
Notitarde Lectura TANGENTE 7 de diciembre 2014 pág. 3/21

  1. Soledad Bravo - Hasta siempre comandante - YouTube

    www.youtube.com/watch?v=9nHtMsi1qs0

    5 de sept. de 2010 - Subido por Gabi Arlequina
    Preciosa canción de Soledad dedicada al Comandante Che Guevara. Dedicada especialmente a Javi ...
Tuvimos con mi esposa, Soledad Bravo, la inmensa fortuna y el honor de
acompañar la mañana del 3 de diciembre de 2014, a María Corina Machado
a su presentación ante la Fiscalía General de la República. La misma
Fiscalía que se ha negado durante 14 años a hacer justicia por simple
notitia criminis, como en el pasado, o a requerimiento de la población
venezolana, perseguida, atropellada, escarnecida, encarcelada, desterrada
e incluso asesinada por un régimen que pretende quedarse para siempre
en el más puro estilo totalitario, violentando todos los preceptos constitucionales.
Esa pieza esencial del aparataje seudo jurídico en torno al cual se ha
movido la maquinaria de la persecución del Estado chavista. Una institución
que cristaliza, sublima y condensa la hipocresía, la falsedad, la cobardía de
una camarilla que se ha negado a reconocer el sol de la verdad, tapándolo
con el sucio dedo de sus iniquidades. Sólo porque, montado el tinglado por un
caudillo en andas de una mayoría circunstancial y entronizado por el poder
del abandono de sus obligaciones por parte de todas las instituciones violadas
-particularmente de esta Fiscalía, de este sistema judicial, de esta policía y
de estos ejércitos- se ha hecho con el más brutal, inhumano, cruel e injusto

de los poderes: el de decidir por el capricho del caudillo a quién se le persigue,
encarcela y destierra. En último termino, el poder sobre la nuda vita: a quien
se le despoja de todo atributo de humanidad y se le deja a la intemperie del
horror, desnudo de todo derecho. Aherrojado en brazos de la muerte.
El solo hecho de que ésta Fiscal y sus predecesores fueron de izquierda
revolucionaria cuando yo también lo era, justifica mi decisión espiritual
de apartarme de toda complicidad con esa izquierda. Pues si quienes siguen
considerándose de tales cometen tales iniquidades, la izquierda revolucionaria
debe ser la cloaca del resentimiento, del odio y la injusticia. Y el estalinismo
ningún azar de la historia, sino el atributo esencial de tal ideología, el
marxismo leninismo: mentir, robar, asesinar y culpar de mentirosos,
ladrones y homicidas a sus enemigos. Todo por el ansia de saciar la sed de
Poder que los corrompe. Como lo señalara Hannah Arendt en su estudio
sobre el totalitarismo: los totalitarios hacen de las víctimas, victimarios y
ellos, los victimarios, se proclaman sus víctimas.
Nada más irrebatible.


Quienes intentaron asesinar a un Presidente de
la República electo en condiciones ejemplares, ametrallando la Residencia
Presidencial en la que moraba su indefensa familia y montándose en las

escalinatas del Palacio Presidencial con sus tanques artillados, librándose de
una muerte segura el entonces asediado y legítimo presidente Sr. Carlos
Andrés Pérez gracias a su sapiencia y coraje, ellos, quienes ocupan
los más altos cargos de la República sin que se lo impidan sus manos


manchadas de sangre y sus conciencias manchadas de estupros, usan la
sórdida mano de la Fiscal General para acusar de pretender asesinar a
quien la manda y ordena. Sentando en el sillón de los acusados a una de
las más limpias conciencias de la Patria: María Corina Machado. A quien,
obedeciendo la épica brechtiana bien le cabe el título de “María Coraje”.
Para mantenernos en la única moral que ha logrado instituir el marxismo,
“una mujer imprescindible”. A juzgar por el amor y la pasión con que hombres
y mujeres humildes de nuestro pueblo dejaban a nuestro paso por las calles
del centro de Caracas sus labores y sus oficios para salir a abrazarla,
gritándole desde sus balcones “¡valiente, valiente!”,  comienza
a ser, sin duda, LA IMPRESCINDIBLE.

No estuvo la Fiscal General frente al límpido rostro de la Patria, que ya no
le pertenece, pues los suyos se la han entregado en bandeja de plata, como
Salomé la cabeza de Juan el Bautista, al tirano cubano. Quien haya sido se vio
enfrentada a la mujer que no sólo representa el honor y la honra de Venezuela,
sino que, casi sin lugar a dudas, la combatiente que un día no muy lejano
ocupará la presidencia de la República. Ese día, los fariseos de la Fiscalía y
de todas las instituciones hoy pisoteadas, serán expulsados de sus templos.
Ese día, los victimarios deberán enfrentarse a sus víctimas. Ese día el
deshonor será limpiado del rostro de la Patria “y pagarán sus culpas
los traidores”.
Escríbalo.

CONTRA LA UTOPÍA
Los pueblos, como los seres humanos, acostumbran a periodizar su
pasado siguiendo la clásica distinción en épocas: juventud, madurez, ancianidad.
A ese pasado que según la conseja siempre fue mejor, le corresponde la edad de
 oro. Son los míticos comienzos de la aventura, las epopeyas, la
convivencia con los dioses y semidioses. Al de la madurez, el clasicismo.
El perfecto equilibrio de los contrarios, la pureza de los propósitos, la sensatez
como norma rectora de todas las acciones. El justo término. A la
vejez, la decadencia, el desequilibrio, el pesimismo la desmesura, el
escepticismo y la muerte. El clásico, el neoclásico y el barroco.
Pesa sobre todas ellas la añoranza edénica, la nostalgia del paraíso terrenal,
la edad de oro. Borges, el presocrático, arribó a la más cierta y exacta de las
conclusiones: el paraíso es un mito. “Sólo existen los paraísos perdidos”.
Lo insólito es la perseverancia de la nostalgia paradisíaca, la tenaz
sobrevivencia del mito, la fuerza movilizadora de una perversa ilusión que,
convertida en religión, nutre a todas las religiones. De allí el mesianismo,
el milenarismo de los que han vivido todas las sociedades desde los comienzos
de la historia o, por lo menos, desde que existe su escritura.
Poco ha importado que todas las utopías hayan desembocado en la tragedia,
pues camino de lo imposible prometido por las utopías, los hombres no sólo
han tirado por la borda los mejores logros de su atormentada historia, lo
real concreto, sino que se han echado en brazos de fabuladores, impostores
y genocidas de lo real imaginario, de los cuales los más completos y,
por lo mismo, los más devastadores han sido Lenin y Hitler, Stalin y Goebbels,
Mao y Fidel Castro.


Y así sucesivamente, llenando de pervertidos segundones,
como Hugo Chávez y sus epónimos del Foro de Sao Paulo o los emires y
califas del Estado Islámico, una historia de ríos de sangre.

También yo creí en las utopías. También yo aspiré a la sociedad perfecta.
También yo leí La República de Platón, La Utopía, de Tomás Moro; El Manifiesto
Comunista, de Carlos Marx; y el Qué hacer, de Vladimir Ilich Ulianov, alias
Lenin. También yo leí a Trotsky y su Revolución Traicionada, las obras completas
del Ché Guevara y las Venas abiertas de América Latina. Y compelido a
cumplir con la máxima guevariana, la obligación de un intelectual es hacer
la revolución, pretendí hacerla. Salí, obvio es decirlo, trasquilado, pero
vivo. Muchos de mis camaradas murieron en el intento, sin que nadie asumiera
la responsabilidad por sus asesinatos. Como todos quienes se hicieron a la misma
tarea y al advertir que se era víctima de una estafa al servicio de los sedientos
de poder que se sirvieron del mito, colgué la sotana. También yo aprendí a
discernir entre un político y un embaucador, entre un estadista y un genocida,
entre un apóstol y un mafioso, entre un delirante y un tribuno.
Nada especial ni novedoso: el estruendoso fracaso de la revolución rusa
dejó miles, millones de conciencias traicionadas en el camino, conmovidas
por los millones y millones de cadáveres causados por el primer intento
experimental de alcanzar la utopía marxista. Y a pesar de que algunas de ellas,
como la del húngaro judío Arthur Koestler, dejaron magníficos testimonios
del gigantesco daño que causan las utopías, no sirvió de nada. La revolución
china, la vietnamita, la camboyana, la castrista y todos sus derivados - desde
Allende a Hugo Chávez, todas devastadoras - la llamita de la vela de la
utopía, como las porfiadas candelas de las tortas de cumpleaños, se apaga
y vuelve a encenderse automáticamente. En Chile, a pesar de la comprobación
del daño brutal que causó el utopismo y los bienes que causó recurrir
a las viejas fórmulas del capitalismo ancestral, los herederos de la utopía
insisten en retornar a la catástrofe. Haber alcanzado la mayor prosperidad de
su historia, un PIB de $ 20.000,00 y situarse en el umbral del primer mundo,
las viudas del allendismo sacan las flautas de sus sirenas e impulsan el extravío
de la devastación. Las ansias utópicas son el remedio perfecto contra la dura
corteza de la realidad real, el desvío de los estafadores y desengañados, el
alibi de los culpables. Dicho freudianamente, el engañoso principio del placer
vuelve a burlarse del principio de realidad. La ilusión, de lo real.
La utopía ha sido la máscara del mal, el disfraz de la tormenta, la tortuosa
fantasmagoría de la automutilación. La absurda y estúpida coartada de la
incompetencia. Ninguna sorpresa que Bolívar, el mesías caraqueño que
abrió las compuertas del desastre, muriese arrepentido del abismo de la disolución,
la desintegración y la anarquía que había propiciado con cientos de miles de
cadáveres, aborreciera las dictaduras que se hacían cargo de sus repúblicas
nacientes  y reclamara a gritos el socorro de los hombres sensatos. Utopismo y
sensatez: dos términos antinómicos. ¿A cuál de ellos apuesta Ud.?


Capitanes y tenientes al frente de la rebelión en Valencia

Cancion mansa para un pueblo bravo Ali Primera - YouTube

www.youtube.com/watch?v=j-b7tLxiI-4
16 de abr. de 2009 - Subido por angelrincon39
Te llega al alma la música de Alí y su voz, las letras son mías o ¿crees que los amigos y camaradas de Alí que ..




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