Yo soy

Yo soy

domingo, 14 de diciembre de 2014

Aquiles Nazoa que era un tradicionalista irreductible, fulminó a la gaita en una forma contundente: “Muy bajo tiene que haber caído la conciencia civil y estética de una ciudad, cuando adopta como sucedáneo de su tradición sonora más hermosa lo que no solamente no es música, ni mucho menos de Navidad, sino que es el arte favorito del alumnado de la Escuela de Policía, de la de Guardias Nacionales y otras cuyas apariciones por televisión dándole palos al tambor de la gaita, sugieren una especie de adelanto de los que, una vez graduados, le van a dar a uno”.


  1. Los tucusitos 50 años. - YouTube

    www.youtube.com/watch?v=zmj3ywyDPtw

    6 de dic. de 2010 - Subido por KOROTEX
    Un homenaje a aquellas Tucusita y Musicos que desde hace 50 años nos alegran las navidades en Venezuela ...
Los Tucusitosfue fundado el 4 de noviembre de 1959, en la Escuela 
Nacional “Crucecita Delgado” por el director y profesor Moisés Peña. 
Ofrecieron su primer recital, en diciembre de ese mismo año en la 
Casa Parroquial de la iglesia de Lídice, regentada por el Párroco 
Emilio Blaslow, y se hicieron profesionales en el año 1961, con su primer 
sencillo: el aguinaldo “Tucusito Tucusito” del autor Domingo Higuera y 
cantado por la solista Trina Blanco.En 1962, participaron en el primer concurso de conjuntos de aguinaldos, el cual se realizó en el Programa “Buscando Éxito” de la emisora de Radio Continente, producido por Armando Palacios y ganan el primer premio con el aguinaldo “Un Feliz Año pa’ ti”, cuya solista era Trina Blanco.
A partir de 1985 hasta 1991 Los Tucusitos se siguieron presentando en distintos lugares de Caracas y del Interior pero sin trabajo discográfico manteniéndose Moisés Peña en la dirección. La salud de Moisés Peña se fue complicando hasta 1993 año en que fallece en Caracas. A partir de ese momento bajo la Dirección del Licenciado Edgar Suárez, el grupo se ha mantenido vigente en las navidades para brindarles a los vecinos de la Parroquia La Pastora el entusiasmo por los aguinaldos tradicionales de nuestro país.
En el año 2004 los Tucusitos, festejan su 47 aniversario, graban su primer CD: “Llegaron Los Tucusitos”, con 12 canciones y dos artistas invitados: Wladimir Lozano y Memo Morales, cantando los auténticos aguinaldos venezolanos.

Semanario "Las Verdades de Miguel"   Edicion 513 
Semana del 4 al 13 de diciembre 2014
Eleazar López Contraras : "Aguinaldo con atraco" Columna "Swing con Ron"
Las brisas decembrinas de los últimos lustros del diecinueve venían acompañadas de las candorosas sonoridades del aguinaldo tradicional. Estos aguinaldos los rescató el maestro Sojo, lo cual elogió Alejo Carpentier durante su permanencia en Caracas. En tiempos ingenuos, cuando los panaderos portugueses dejaban el pan y la leche en las ventanas de las casas (que los patinadores que madrugaban se los robaban), todavía se cantaba Ha nacido un niñoCampanas de Belén, David pintó la luna y Noche de paz. O ese que decía: La capilla está abierta/ de noche y de día…/entonemos todos/ el Ave María, mientras que los muchachos tocaban la puerta de las casas para pedir su aguinaldo, entonando: Tun, tun, ¿quién es?/ ¡gente de paz!/ Ábrannos la puerta/ que ya es Navidad (costumbre y canción se remontan al alto siglo XIX).
En medio de esa religiosidad y respeto, de pronto irrumpió Fuego al cañón, una dinámica parranda de los hermanos Oropeza, quienes ahondaron con El perico, hasta que esa misma onda avícola-musical envolvió a Los Tucusitos de Moisés Peña, que volaron alto con su infantil y sabroso Tucusito. A la par de esos, la radio sonaba El año viejo, perenne porro cantado por Tony Camargo (con la orquesta de Rafael de Paz), en el que decía: Yo no olvido el año viejo/ porque me ha traído cosas muy buenas, entre ellas, una vaca, un burro, una chiva, un becerro… A este tema de reminiscencias rurales, se le sumó el puertorriqueño Cantares de Navidad (en los queunos van alegres/ y otros van llorando), que cada fin de año renace con la Billo’s Caracas Boys, como igual retoña Cinco pa’ las doce, en el que Néstor Zavarce se despide dramáticamente de una fiesta, faltando esos minutos para el cañonazo, para ir a abrazar a su mamá. Este tema sustituyó a Las uvas del tiempo, poema que solía recitarse a esa hora mientras, en modo muy cursi, las personas enjugaban sus lágrimas mientras se iban comiendo una docena de uvas, como si se tratara de una docena de ostras.
Ajenas al espíritu navideño y tradición local, conocidos hasta entonces en Caracas, llegó la gaita marabina con motivos alusivos a suegras, cabras mochas y botellas sin tapa (La botellita/no tiene tapita/ el botellón/ no tiene tapón). No obstante, a todas ellas las superaron las diferentes gaitas del binomio Simón Díaz (o Joselo)-Hugo Blanco, quienes produjeron gaitas dedicadas a las cuñas y hasta una dedicada a las locas. Tan delicado tema les impidió presentarse en Puerto Rico, pues las locas de la isla formaron un escándalo y amenazaron con ponerles una bomba si osaban presentarse cantando el tema.(¿Cómo explicará Betsymar Díaz ese pasaje de la historia de su padre, que se sale por completo de la "imagen" que nos están vendiendo, inculcando de Simón Díaz?
Aquiles Nazoa, que era un tradicionalista irreductible, fulminó a la gaita en una forma contundente: “Muy bajo tiene que haber caído la conciencia civil y estética de una ciudad, cuando adopta como sucedáneo de su tradición sonora más hermosa lo que no solamente no es música, ni mucho menos de Navidad, sino que es el arte favorito del alumnado de la Escuela de Policía, de la de Guardias Nacionales y otras cuyas apariciones por televisión dándole palos al tambor de la gaita, sugieren una especie de adelanto de los que, una vez graduados, le van a dar a uno”.
Las cosas habían cambiado mucho desde que el Episcopado venezolano prohibió la música navideña popular durante el santo oficio, hecho que ocurrió en 1928, cuando la Iglesia dictaminó que “los villancicos de Navidad, llamados entre nosotros aguinaldos, no podrán cantarse más dentro de la misa, pero sí los permitimos inmediatamente antes o inmediatamente después del santo sacrificio, con la prohibición absoluta de acompañarlos con instrumentos que no sean religiosos, como guitarra, maracas, pandero y el tambor vulgarmente denominado furruco”.
En las navidades de esos años, para acompañar la misa ordinaria (antes de su prohibición en 1928), al tradicional órgano se le unían el furruco, el cinco y las maracas, llevados de la mano de fervorosos músicos populares o de humildes feligreses que deseaban cantarle al Dios niño a su modo. (No obstante, los Capuchinos de la iglesias de Las Mercedes veían esta costumbre con horror, por lo que ellos sólo permitían el uso de la pandereta y las castañuelas).
La tradición de la música navideña en la ciudad se remonta a sus comienzos, cuando los españoles introdujeron el villancico durante la conquista y, particularmente, cuando Juan Suárez, que acompañó a Diego de Losada en la fundación de Caracas, probablemente tocó con su gaita algún aire navideño de su tierra en las pascuas de 1567. En los siglos XVIII y XIX se escuchaban villancicos castizos en Caracas, junto a los tonos navideños y aguinaldos. Sojo cita a Ricardo Pérez como autor de muchos aguinaldos en la época guzmancista (1870 en adelante). Muchos de los aguinaldos compuestos en esa época se cantaron en Caracas hasta hace muy poco, entre ellos: Alegres cantemos, A ti te cantamos, Nació el redentor y Espléndida noche (Espléndida noche/ radiante de luz/ es la Nochebuena/ pues nació Jesús).
En su inevitable evolución, el perfil popular  que surcaban el cielo con su estela luminosa y sus salvas de explosiones, y venían los abrazos y los buenos deseos, que era cuando aparecían algunos cañoneros para tocar sus guasas, valses y merengues y aprovechar de echarse su “palito” en los bares adyacentes o libar de una oculta mulita.de la música navideña pasó del villancico castizo (y religioso) a los más mundanos (y rítmicos) adoptados en las parrandas y aguinaldos que, curiosamente, nunca fueron ejecutados por la Banda Marcial, la cual solía ofrecer su concierto de Año Nuevo en la plaza Bolívar tocando Il ritocco de la mezza notte (El toque de la medianoche), en la cual se lucía el cornetín del profesor Rafael Denti. El clímax del concierto tenía lugar cuando irrumpían las campanas de la Catedral y sonaba el cañonazo, al cual acompañaban los consabidos cohetes
El primer cañonazo que se escuchó en el Valle de Caracas lo disparó Luis de Ceijas contra los indios, en 1599. Ante este “inesperado e incompresible estruendo”, los anonadados indígenas huyeron espantados. En su tercer viaje al Valle, Fajardo les soltó otro a los aterrorizados mariches. Siglos después, tal “estruendo” no asombraba a los caraqueños porque éste llegó a simbolizar la llegada del nuevo año. El primer cañonazo de fin de año sonó en 1871. En 1823 se adoptó el abrazo, que Tomás Lander sugirió para imitar a los franceses en su “bella costumbre” de congraciarse entre sí con motivo del nuevo año. Desde entonces se habla del tradicional abrazo y del “cañonazo”, que con el tiempo dejó de ser una salva de artillería, para convertirse en un eufemismo con el cual se hace referencia a la llegada del nuevo año, pues ahora sólo quedan las 12 campanadas de la Catedral, que invariablemente transmiten los medios audiovisuales en medio de gaitas y música festiva.
Si bien la tradición de esperar el cañonazo en familia continúa, la de recibirlo alrededor de los jardines de la plaza Bolívar (creados por Juan Francisco Pérez en 1872), se acabó. Ahora el ciudadano está sujeto a cualquier eventualidad, que incluye recibir cualquier sorpresa dentro o fuera de su casa.


Tres adineradas parejas celebraban la Nochebuena en un lujoso restaurant del Este caraqueño donde, en ocasiones de normalidad y en cualquier día del año, se congregaban varios músicos ambulantes de los que se ofrecen para tocar unas piezas, tal como en otros tiempos y en otros lugares lo hacían los viejos cañoneros. Al abandonar el local se toparon con un trío de guitarristas que, para sorpresa suya, iban todos disfrazados de san Nicolás. Después de interpretar algunas canciones, estos quedaron refunfuñando por no estar conformes con la generosa propina que recibieron. Uno de los músicos sacó un revólver que llevaba oculto en la barriga y no solamente atracaron a los caballeros, sino que también manosearon a las damas, mientras uno de ellos, tal vez el más audaz –o el más borracho-, les gritaba: “¡Ahí tienen su aguinaldo!”.

NOTA: Debo destacar que esa nota de Aquiles Nazoa nos remite al Orfeón Lamas: Agrupación pionera del movimiento coral venezolano. Establecido en 1930, con una duración aproximada de tres décadas. Vicente Emilio Sojo, su fundador, se convertirá en la gran figura de la música académica de la primera mitad de nuestro siglo XX. Durante años, las tardes en la Santa Capilla servirán para congregar músicos de la talla de: Antonio Estévez, Inocente Carreño, Victor Guillermo Ramos, Gonzalo y Evencio Castellanos, Antonio Lauro, Carmen Liendo, Teo Capriles, entre otros. Además de los coros de las hermanas Dovale y Díaz.
Más allá de la propia historia del orfeón, parte del legado que deja la institución y la figura del Maestro Sojo, fue el rescate de aguinaldos venezolanos del siglo XIX. Canciones como: Niño Lindo, Espléndida Noche, De Contento, Tun Tun Si acaso algún vecino, fueron recuperadas del olvido. Sus compositores: Ricardo Pérez, Rafael Izaza y Rogerio Caraballo, recobraron nueva vida.
Y aparecieron las Gaitas del Zulia conocidas en el resto del país a finales de los años cincuenta iniciándose una gran diatriba entre aguinaldos y gaitas. Se teme la desaparición paulatina de villancicos y aguinaldos (cosa que Aquiles comenta en el resaltado del texto que hago arriba) que si sucede, gracias a la imposición de las casas de discos comerciales, entre otras cosas. Ya no se cantan villancicos sino gaitas y tampoco éstas son las representaciones del género en sus inicios porque se agregan instrumentos que nada tienen que ver con ese hermoso espíritu que despertaban los aguinaldos tradicionales y las gaitas originales para los zulianos. El género llegado del Zulia hasta la región central se populariza y muta, ya hoy hay un "sonido Guaco" que es orquesta y relajo pero no la intimidad y recogimiento de los villancicos tradicionales propios de la Navidad. Saladillo, Cardenales del Éxito, Estrellas del Zulia, Compadres del Éxito, luego Guaco, Maracaibo 15 y Gran Coquivacoa, acompañarán las fiestas no sólo con composiciones a la zulianidad, también a la jocosidad y parranda. Tanto es el furor gaitero que artistas populares como Simón y Joselo Díaz se encargaron de grabar sus propias versiones, incluso con Hugo Blanco. Sobre el origen de la gaita existen diversas teorías. Proviene de la mezcla de culturas, es popular, eso sí es de pública notoriedad, pero yo comparto el pensamiento de Aquiles Nazoa que era un tradicionalista irreductible, quien fulminó a la gaita en una forma contundente: “Muy bajo tiene que haber caído la conciencia civil y estética de una ciudad, cuando adopta como sucedáneo de su tradición sonora más hermosa lo que no solamente no es música, ni mucho menos de Navidad, sino que es el arte favorito del alumnado de la Escuela de Policía, de la de Guardias Nacionales y otras cuyas apariciones por televisión dándole palos al tambor de la gaita, sugieren una especie de adelanto de los que, una vez graduados, le van a dar a uno”. Por eso la decretaron "Patrimonio Nacional"...

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