Yo soy

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domingo, 7 de diciembre de 2014

La música es un elemento básico de nuestra carta natal. El latido cardíaco materno es ritmo nutricional en calor a oscuras mientras la melodía primaria es quejido ante un cambio súbito y frío que encandila y atemoriza. Antes de ver, oír y tocar con claridad, llegamos con percusión y sonido en la sangre. Cosa bien sabida y por eso nos atañe, nos gusta o disgusta lo que algunos músicos profesionales hacen o deshacen con ese don bendito. Pueden convertirlo en bálsamo y salvación o veneno y puñal. Es el viejo dilema entre corazón y razón, arte y ética...En la música me he refugiado en estos años de cárcel...¿tendré que ver otra vez que se han burlado de mi al creer que el sistema nacional de orquestas es una idea en pro del pueblo y no instrumento del totalitarismo, que desde su irrupción en Europa a mediados del siglo XX, ha usado el arte y la música culta como una herramienta muy útil para cautivar?

El Sistema de las Orquestas ¿Método propagandístico?



NOTA:“La libertad significa responsabilidad, por eso, la mayoría de los hombres 
le tiene tanto miedo” George Bernard Shaw
Los sistemas totalitarios siempre han resultado muy exitosos cortándole a los individuos 
las alas de la libertad, mediante la instauración de mecanismos de dependencia y 
de sumisión muy eficientes, de tal manera que el individuo no conciba la posibilidad 
de subsistir sin el vínculo económico y social establecido con el autócrata de 
turno. Las llamadas misiones, planes de emergencia, u operativos son parte 
de los vínculo de dependencia al cual hacemos referencia.
Dijo Octavio Paz que “las masas humanas más peligrosas son aquellas en 
cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… del miedo al camino”.


Notitarde Lectura TANGENTE 7 de diciembre 2014 pág. 5/23
Alicia Freilich
La música es un elemento básico de nuestra carta natal. El
latido cardíaco materno es  ritmo nutricional en calor a
oscuras mientras la melodía primaria es quejido ante un
cambio súbito y frío que encandila y atemoriza. Antes de ver,
oír y tocar con claridad, llegamos  con  percusión y sonido
en la sangre. Cosa bien sabida y por eso nos atañe, nos
gusta o disgusta lo que algunos músicos profesionales hacen
o deshacen con ese don  bendito. Pueden convertirlo en
bálsamo y salvación o veneno y puñal.
El viejo dilema entre corazón y razón, arte y ética,  aplicado
al ejercicio musical revive ahora con dos sucesos simultáneos.
El primero, la aparición del  valioso y precioso libro


Pioneros
(Editorial Articruz, Caracas 2014) con fotografías de Antonio Huizi,
textos de Alejandro Blanco Uribe y María Gabriela Méndez  que
describen los inicios del exitoso  Sistema Nacional de Orquestas
y Coros infantiles y Juveniles de Venezuela hace cuarenta años

durante la primera presidencia de Carlos Andrés Pérez.


Hugo Chávez, José Antonio Abreu y Gustavo Dudamel



El otro, un polémico resumen  publicado por el londinense


The Guardian (Noviembre 11) titulado El Sistema: ¿un
modelo de tiranía? que resume el libro del profesor
Geoff Baker, académico del Departamento de Música en
la Universidad Royal Holloway de Londres. Su obra, El
Sistema: orquestando a la juventud venezolana
(Oxford University Press, New York a presentarse el
próximo 28) cuestiona los métodos pedagógicos y
propagandísticos  que califica de  radicalmente
autocráticos en la dirección absoluta ejercida por su
fundador, el maestro José Antonio Abreu.
A su vez, Dietrich Paredes, director de la Sinfónica Juvenil
de Caracas en plena gira europea defiende esa gestión
declarando que  en  un   lote de nuevas orquestas
sistemáticas, ”viene una generación realmente avasallante.”
Quizá por esa misma formación estrictamente tecnificada
y poco humanística, el joven músico no sabe, por qué no
se lo enseñaron, que avasallante es sinónimo de opresivo,
dominante y subyugador.
Los millares de niños y adolescentes  rescatados de la
pobreza física marginal y de la delincuencia han sido y son
el gran logro inmediato de esta institución ya modelo mundial,
sostenida millonariamente  por el Estado militarista
venezolano pero sí ha llegado el momento de preguntar a
viva voz  si es correcto y  lícito usarlos al estilo chavista
en orquestas de su sistema fascio-populista  para lucirlos
como producto revolucionario ante sus invitados foráneos
y muestra ideal de cultura   socializada.
Uso que sus herederos prolongan ahora como enviados
diplomáticos para ocultar la verdadera situación de la
mayoritaria juventud venezolana, sometida a un régimen
de pedagogía comunista que promueve el culto personalista
en su ideología  de calle y escuelas a todo nivel, la
restricción financiera  de universidades  y cátedras no
oficialistas para generar su quiebra parcial o desaparición.
En cambio, los beneficiados forman  una insensible,
paralela  y privilegiada masa de ejecutantes aptos para
transmitir impecable  música, pero totalmente indiferentes
al entorno, autómatas de precisión instrumental pero
carentes de conocimientos  humanísticos, orquestas que
se han convertido en un pilar sólido del sistema dictatorial,
capaces de ofrecer notas perfectas en medio de balaceras
oficialistas donde se patea, tortura y  masacra  sin piedad
a estudiantes que no quieren ser el rebaño del Poder. Los
orquestados, en trajes de bandera nacional, a fuerza de
favores estatales,  se transforman en sordas, mudas y
ciegas  víctimas robotizadas.
Quienes aman la música con vocación libertaria, todavía pueden
marcar la diferencia dedicando unas palabras previas  en cada
uno de sus eventos. A los mártires y presos políticos de este
régimen, sería un gesto humanitario y de activa justicia.

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