Yo soy

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miércoles, 12 de noviembre de 2014

Trina Medina entendió un mensaje del público cuando se montó a cantar en el reciente homenaje a Cheo Feliciano en el Teatro Chacao: "Si retirarme fue un error, hoy me perdonaron porque me fue muy bien". A raíz de su participación en dicho tributo, Aquiles Báez le propuso presentarse en el ciclo Noches de Guataca, en el que lanzará su más reciente disco, Claroscuro. Esta vez, dice, regresó para quedarse.

Trina Medina: "La música es un canto de vida"

La cantante presenta el jueves en Espacio Plural de Trasnocho Cultural su más reciente disco "Claroscuro", "un compendio de la historia de cualquier ser humano cuando cae en la desolación", dice.

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Sueña con crear una escuela de música con su estudio de grabación (Cortesía Mercedes Romero)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
domingo 9 de noviembre de 2014  02:58 PM
Trina Medina entendió un mensaje del público cuando se montó a cantar en el reciente homenaje a Cheo Feliciano en el Teatro Chacao: "Si retirarme fue un error, hoy me perdonaron porque me fue muy bien". A raíz de su participación en dicho tributo, Aquiles Báez le propuso presentarse en el ciclo Noches de Guataca, en el que lanzará su más reciente disco, Claroscuro. Esta vez, dice, regresó para quedarse.

El Espacio Plural de Trasnocho, apenas para unas 100 personas, ha sido el escenario elegido para el regreso de Trina Medina este 13 de noviembre a las 8:00 de la noche.

"El disco es un compendio de la historia de cualquier ser humano cuando cae en la desolación, y todas las cosas que tienes que pasar para salir otra vez a flote, para conseguir la luz al final del túnel", adelanta la artista recordada por su famoso dúo con Yordano en el tema Madera fina.

Medina explica que hay en Claroscuro una mujer distinta, "es la etapa de otra cantante que es capaz de interpretarse a sí misma en distintos géneros". Así, el oyente encontrará fusiones afrolatinas con música afrovenezolana, góspel, jazz, pop, "toda la música que las disqueras no querían que yo cantara porque querían que yo hiciera salsa solamente".

-¿Busca quizás aleccionar con su música?

-No. Si te puedo ayudar con lo que estoy cantando, ¡qué bien!, pero no puedo dictar cátedra porque cada persona es un mundo.

-Muchos pensamos que Trina Medina debería estar en otro lugar, mucho más valorada, con muchos más discos y presentaciones, ¿tiene usted la misma impresión?

-Sí (risas). Yo también lo pensé alguna vez. Pero también pienso que los caminos y los tiempos de Dios son perfectos, sin ser católica radical... Voy a la iglesia pero...

-¿Cómo es el Dios de Trina Medina?

-Creo que es un señor que siempre me escucha, un amigo que yo tengo. No necesito ir a la iglesia para hablar con él.

-¿A quién sigue en la música?

-A mucha gente. Me gusta el jazz, escucho a Aretha Franklin; la música venezolana, me gustan las nuevas fusiones como C4 Trío, grupos más viejos como El cuarteto... Siempre que sea buena música.

-¿Qué entra dentro de la mala música, para usted?

-No la voy a clasificar por géneros porque me parece que sería un abuso, pero sí hay una camada de artistas -que tampoco voy a nombrar-, que son como muñequitos sacados por línea, de a 100 para la venta. Estamos viviendo una etapa donde todos se parecen, ninguno canta, le ponen una voz telefónica con un plugin de esos de computadora y, chico, ¡los muchachos se escuchan hasta en la China!

-¿Y cree que es sólo dinero lo que se inyecta allí a través de la payola o falta de criterio?

-Yo creo que son las dos cosas. Creo que incluso la población mundial -no es un problema venezolano nada más- entra en una de facilismo, de "yo no quiero pensar", sobre todo, en las nuevas generaciones, que dicen: "No sé lo que está diciendo pero me gusta porque me muevo". Y en ese "yo no quiero pensar", el que canta, que tampoco piensa, dice: "A mí tampoco me importa porque yo quiero ser artista". Y las muchachas están pendientes de estar aunque sea con el recogecables del artista. Todo es una banalidad... Ni siquiera podemos escuchar lo que queremos.

-¿No le importa que esta crítica le traiga enemigos y no pongan su música?

-Ya tengo bastantes.

En los genes 

-Con una madre como Canelita Medina y un padre pianista, ¿no se sintió presionada para entrar en el mismo ambiente musical que ellos? 

-Nunca me empujaron, más bien me escondían. No querían que yo pasara lo mismo que ellos. Entonces yo quería ser médica forense y bailarina. Para mí, la música era un hobbie. Un día una amiga me alentó y fui a parar a un grupo, Los ideales de la gaita, donde todos eran de Barlovento, de Catia, ninguno de Maracaibo. Luego estuve en un grupo de sones, Yaraque, y ahí me conoció Yordano.

-Nació en la parroquia San Juan de Caracas... 

-En la Maternidad Concepción Palacios. Todos mis tíos eran melómanos, por eso aprendí a escuchar buena música. Todos los fines de semana se compraban discos y hacían fiestas con los amigos de la cuadra para bautizar una muñeca mía, por ejemplo, cualquier excusa para escuchar un disco que se habían comprado, de Eddy Palmieri, Los Beatles, qué sé yo...

-¿Qué conserva de esa etapa en la que quería ser forense? ¿Le atrae la muerte quizás? 

-Me fascinaba el cuerpo humano, me llamaba la atención por qué la gente se movía. Recuerdo que hacía experimentos con las lagartijas, las inyectaba, las abría... En vista de que no se pudo (con la medicina forense), me decidí por la ingeniería industrial, pero me retiré en el sexto semestre para comenzar la carrera de relacionista industrial en las noches porque yo quería trabajar. Música estudié en la José Reyna de San Bernardino; en la Pedro Nolasco Colón; tomé cursos con Alberto Naranjo de orquestación y arreglos, y ahora termino mi carrera de ingeniería de sonido y producción en Audioplay en Sabana Grande, y al mismo tiempo hago el tercer nivel en línea de mastering, en Argentina.

-¿Cuáles eran esas cosas malas de las que querían protegerla sus padres?

-El show business por detrás es difícil, tiene una cara egoísta. Uno piensa que hay espacio para todos, pero hay gente que siente que no, que toda la tierra que hay es suya. Nosotros acá somos tan buenos espectadores, apoyamos a todo el mundo del exterior; afuera no. Yo intenté internacionalizar mi carrera en Puerto Rico, México... pero no es fácil.

-Pero hay un lado bonito también, ¿no? 

-La receptividad de la gente, el aplauso con el que te sientes compensado.

-¿Qué es la música para usted?

-Es un canto de vida, y una energía que me motiva. Cuando escucho música puedo visualizar y hasta vivir el mundo que yo quiero.

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