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martes, 25 de agosto de 2015

La crisis en el sector editorial redunda en altos precios. Un best seller puede llegar a costar en una librería más de 5.000 bolívares

Las imprentas se las ingenian para cumplir con los trabajos

La falta de repuestos también afecta la actividad diaria de las imprentas  | Foto Manuel Sardá
La falta de repuestos también afecta la actividad diaria de las imprentas | Foto Manuel Sardá
La crisis en el sector editorial redunda en altos precios. Un best seller puede llegar a costar en una librería más de 5.000 bolívares

El alcohol etílico es uno de los componentes primordiales en la elaboración de bebidas como cerveza y ron. Su uso es común en destilerías, pero también se ha vuelto frecuente en algunas imprentas.
En Gráficas Lauki no consiguen desde hace meses alcohol isopropílico, que necesitan para la solución de fuentes, mezcla esencial para la maquinaria de impresión. Lo sustituyen con alcohol etílico, que se evapora más rápido, por lo que hay un mayor consumo.
Un tambor de 200 litros de alcohol isopropílico a mediados del año pasado costaba 17.000 bolívares. Ahora, como no lo consiguen, pagan por la misma cantidad de alcohol etílico 76.000 bolívares.
“No sabemos si tiene alguna repercusión en el funcionamiento de la maquinaria. Hasta ahora ha funcionado. Nunca antes lo habíamos hecho”, afirma Miguel Pérez Carreño, gerente la empresa que el año pasado imprimía en promedio 60.000 libros mensuales. En 2015 la cifra bajó a 30.000.
No solo tienen problemas con ese líquido, también con tintas, pega, planchas, papel y repuestos. “Hay muchos insumos que son importados y este año no han otorgado dólares, por lo que todo se complica para conseguir el material”, dice con relación a los proveedores.
En los talleres de su empresa estuvo 6 meses sin funcionar una guillotina por falta de repuestos. Además, cuando se dañan las gomas con las que se sostienen las hojas impresas las sustituyen con trozos de caucho.
Pérez Carreño también menciona como ejemplo el aumento en los precios de los pliegos de papel, que ha sido de más de 400% el último año. “Todo eso incrementa. Los presupuestos no se pueden mantener por mucho tiempo. Algunos no duran ni una semana”, afirma.
Dos gerentes de imprentas, que pidieron no ser identificados, comparten la misma inquietud.
“Me preocupan las planchas. Como no hay asignación de dólares, compramos a distribuidores que importan con recursos propios, por eso pagamos precios más altos. Una plancha procesada puede tener un valor de casi 15.000 bolívares. Hace 6 meses se conseguía en 3.000. Casi todas las traen de Estados Unidos y Japón”, indica el director de una empresa que trabaja con importantes sellos editoriales.
A finales de julio, Edgar Fiol, director ejecutivo de la Asociación de Industriales de Artes Gráficas, anunció que las 162 empresas afiliadas a la organización reportaron una caída en la producción de 75%.
Más selectivos. Mariana Marczuk, directora general de Planeta Venezuela, afirma que el problema en las imprentas obliga a los sellos a ser más selectivos.
“Anteriormente en promedio imprimía entre 3.000 y 5.000 ejemplares por título, ahora esa cifra varía entre 2.000 y 3.000. Si sacamos un libro al mercado y la venta no es muy rápida, preferimos no reimprimirlo. Es más conveniente por el contexto una novedad que tenga mayor movimiento en anaqueles, como ocurre con Javier Cercas o Haruki Murakami, pero eso afecta a otros autores”, dice.
También ocurre, indica Marczuk, que a veces no hay material para imprimir lo que pide una editorial. “Si tenemos a un autor que vende mucho, la imprenta nos advierte que no tiene suficientes insumos para cumplir el requerimiento”.
Recientemente, Monte Ávila editó Tríptico de la infamia de Pablo Montoya, ganador este año del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. La Imprenta de la Cultura estuvo a cargo de la producción de 20.000 ejemplares, que en Librerías del Sur son vendidos por 150 bolívares.
Cuando a Marczuk se le menciona este caso, recuerda que el 12 de agosto recibió un presupuesto para un trabajo similar al del autor colombiano –300 páginas– y el costo de producción era de 800 bolívares por unidad. “Eso es sin la distribución y los derechos de autor”, agrega.
Alexis Romero, librero de Templo Interno, lamenta la forma en que esta situación ha repercutido en librerías y lectores. “La gente revisa en Internet lo que se publica en otros países. Hay como un sadismo involuntario al preguntar si llegaron novedades, pero saben que no. No se encuentran ni los clásicos de Rómulo Gallegos, Mario Vargas Llosa o Gabriel García Márquez, que mandan a leer en los colegios”, indica.
En la librería, que está ubicada en Centro Plaza, se pueden conseguir novedades como Ensayo y sonido de José Balza (El Estilete) en 1.500 bolívares y A flor de piel de Javier Moro (Seix Barral) en 5.800.
LA CIFRA400% ha aumentado en un año el precio de un pliego de papel

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