Manipulación política de la religión
FRANCISCO RIVERO VALERA | EL UNIVERSAL
viernes 29 de agosto de 2014 12:00 AM
El 99% de los venezolanos son religiosos. El 88% católicos, con 26,9 millones. El Nacional. El 12%, de otras religiones, agnósticos y ateos.
Lo insólito de la religión es la actitud de los venezolanos creyentes. Se manifiesta en 3 circunstancias: ante necesidades materiales, salud o política.
Ante necesidades materiales, la gente utiliza a Dios como supermercado, orando para pedir cualquier cosa: carro nuevo. Casa grande. Ganar el primer premio de la lotería. Una pareja bonita y con mucho dinero. Y demás.
Ante la salud, las cosas son diferentes: la gente suplica con chantaje, diciendo, por ejemplo: si me curas, llevaré una medallita colgada en el cuello por el resto de mi vida, pero si no me sanas no volveré más nunca a la Iglesia, ni siquiera los domingos.
Y hasta piden milagros, como que si los milagros fuesen tan comunes como el antiácido, ignorando, por supuesto, que suplicar milagros es la actitud propia de la gente de poca fe.
Pero el colmo es la manipulación de la religión para beneficio político.
En este sentido, involucrar a Dios en la política es imposible. En parte, porque Dios no es involucrable ni manipulable por capricho del ser humano. Y, en parte, porque en esta dimensión humana, tan distante de la divina, los únicos manipulables son los creyentes. O sea, el objetivo de los políticos de incorporar la religión en su lucha proselitista no es tanto por Dios, que no es manipulable, sino para aprovechar la fe de los creyentes e inclinar su opinión en beneficio de promesas electorales que muchas veces son contradictorias con el credo. Verbigracia: comunismo para católicos.
Recordemos nuestras últimas campañas electorales.
En la campaña para el 7 de octubre del 2012 la manipulación religiosa fue tan intensa que se puede bautizar como la campaña histórica del credo. Ningún candidato había invocado tanto a Dios, y utilizado tan intensamente el recurso electoral de la religión, como hasta ese momento. Y por ambos candidatos, con algunas diferencias.
Recuerde al difunto presidente. Siempre fue un gran manipulador religioso. Con un crucifijo en la mano, invocó la ayuda divina en incontables oportunidades: ante la imagen del Santo Cristo de la Grita, en oficios religiosos y demás, suplicando por la salud y su triunfo electoral. Y con lágrimas en los ojos. De paso, por si acaso, también acudió al sincretismo religioso para asegurar los resultados, invocando ayuda esotérica a través de chamanes, babalawos y nigromancia con la exhumación de los restos de Simón Bolívar.
Y ganó las elecciones. Pero perdió la vida.
En cambio, el candidato de la oposición también invocó a Dios pero como dogma personal de fe. Y, el pueblo venezolano religioso lo acompañó en oraciones ecuménicas para suplicar ayuda divina en el anhelado cambio democrático del país.
Y perdió las elecciones. Pero ganó la vida.
Y ahora continuamos con el sincretismo religioso del finado, en Maduro.
Por eso, al final todo ha resultado ser una confusión de fe de tal magnitud que hasta se ha dudado del triunfo del bien sobre el mal o se ha preguntado: ¿dónde está Dios? O, peor aún: Dios ha muerto, como eco de la blasfemia de Nietzsche y Hegel.
O estos traumas de fe hacen creer, sin ser teólogos, que el pueblo venezolano está en un proceso de purificación por su propia irresponsabilidad de seleccionar el camino incorrecto, símil del pueblo hebreo en el desierto. Éxodo. O que Dios no lo escucha porque su credo es muy débil y superficial en la práctica religiosa porque, según Isaías, "dice, pues el Señor: este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Isaías 29:13
Sin embargo, en las cadenas de la red social se ve que muchos venezolanos todavía tienen la esperanza en Dios para el cambio de gobierno lo más pronto posible, salir de esta crisis y aumentar la fe a corto plazo.
Espero que así sea.
riverovfrancisco@hotmail.com
@friverovalera
Lo insólito de la religión es la actitud de los venezolanos creyentes. Se manifiesta en 3 circunstancias: ante necesidades materiales, salud o política.
Ante necesidades materiales, la gente utiliza a Dios como supermercado, orando para pedir cualquier cosa: carro nuevo. Casa grande. Ganar el primer premio de la lotería. Una pareja bonita y con mucho dinero. Y demás.
Ante la salud, las cosas son diferentes: la gente suplica con chantaje, diciendo, por ejemplo: si me curas, llevaré una medallita colgada en el cuello por el resto de mi vida, pero si no me sanas no volveré más nunca a la Iglesia, ni siquiera los domingos.
Y hasta piden milagros, como que si los milagros fuesen tan comunes como el antiácido, ignorando, por supuesto, que suplicar milagros es la actitud propia de la gente de poca fe.
Pero el colmo es la manipulación de la religión para beneficio político.
En este sentido, involucrar a Dios en la política es imposible. En parte, porque Dios no es involucrable ni manipulable por capricho del ser humano. Y, en parte, porque en esta dimensión humana, tan distante de la divina, los únicos manipulables son los creyentes. O sea, el objetivo de los políticos de incorporar la religión en su lucha proselitista no es tanto por Dios, que no es manipulable, sino para aprovechar la fe de los creyentes e inclinar su opinión en beneficio de promesas electorales que muchas veces son contradictorias con el credo. Verbigracia: comunismo para católicos.
Recordemos nuestras últimas campañas electorales.
En la campaña para el 7 de octubre del 2012 la manipulación religiosa fue tan intensa que se puede bautizar como la campaña histórica del credo. Ningún candidato había invocado tanto a Dios, y utilizado tan intensamente el recurso electoral de la religión, como hasta ese momento. Y por ambos candidatos, con algunas diferencias.
Recuerde al difunto presidente. Siempre fue un gran manipulador religioso. Con un crucifijo en la mano, invocó la ayuda divina en incontables oportunidades: ante la imagen del Santo Cristo de la Grita, en oficios religiosos y demás, suplicando por la salud y su triunfo electoral. Y con lágrimas en los ojos. De paso, por si acaso, también acudió al sincretismo religioso para asegurar los resultados, invocando ayuda esotérica a través de chamanes, babalawos y nigromancia con la exhumación de los restos de Simón Bolívar.
Y ganó las elecciones. Pero perdió la vida.
En cambio, el candidato de la oposición también invocó a Dios pero como dogma personal de fe. Y, el pueblo venezolano religioso lo acompañó en oraciones ecuménicas para suplicar ayuda divina en el anhelado cambio democrático del país.
Y perdió las elecciones. Pero ganó la vida.
Y ahora continuamos con el sincretismo religioso del finado, en Maduro.
Por eso, al final todo ha resultado ser una confusión de fe de tal magnitud que hasta se ha dudado del triunfo del bien sobre el mal o se ha preguntado: ¿dónde está Dios? O, peor aún: Dios ha muerto, como eco de la blasfemia de Nietzsche y Hegel.
O estos traumas de fe hacen creer, sin ser teólogos, que el pueblo venezolano está en un proceso de purificación por su propia irresponsabilidad de seleccionar el camino incorrecto, símil del pueblo hebreo en el desierto. Éxodo. O que Dios no lo escucha porque su credo es muy débil y superficial en la práctica religiosa porque, según Isaías, "dice, pues el Señor: este pueblo me alaba con la boca y me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí". Isaías 29:13
Sin embargo, en las cadenas de la red social se ve que muchos venezolanos todavía tienen la esperanza en Dios para el cambio de gobierno lo más pronto posible, salir de esta crisis y aumentar la fe a corto plazo.
Espero que así sea.
riverovfrancisco@hotmail.com
@friverovalera
No hay comentarios:
Publicar un comentario