Todas las muertes de nadie
ARIADNA NAVARRO CAPRILES | EL UNIVERSAL
miércoles 7 de septiembre de 2011 11:49 AM
De todos los problemas que tenemos en nuestro país, de más estar decir que la muerte constante y masiva, a manos de pistoleros sin razón, es el más grande. Es irrevocable e irreparable. Es permanente. Queremos olvidar todo pero 90% de impunidad lo hace imposible.
Así ha debido de ser el "Lejano Oeste". Nos faltan caballos, barro y botas, y claro que un sheriff buenmozo dispuesto a todo, pero de resto tenemos todos los elementos y caracteres.
Pienso en los que no están, pero no sé dónde encontrarlos. Busco nombres y solo veo números. Julio Borges cita 157 mil muertos desde el comienzo del gobierno revolucionario. 157 mil. Pensé que había leído mal. Nunca lo había sumado. Me quedé sin respiro.
En cualquier país en donde hubiesen muerto tantas personas a manos de un homicida o de una guerra, hubiesen erguido un monumento. Paredes de mármol con nombres y apellidos tallados en sudor y sangre. Con lágrimas puliendo los años vividos. Con flores marchitas al fondo del pasillo, con horas de silencio de todo el que pasa por delante y visita tumbas ajenas. Con llantos por el desconocido. Con luto compartido.
Nosotros no tenemos monumentos. No tenemos nombres ni listas. Las lágrimas no tienen tumba. Será porque todos somos esa lista. Todos y nadie. Porque la lista no se termina.
Las muertes no son solo de cuerpo. Tantos sueños perdidos, familias dispersadas, futuros sin comienzo. ¿Cómo regresamos a lo que éramos si ya no estamos? ¿Cómo recuperamos si ya la mente del venezolano no es la misma?
Y así, entre coros de culpa dedicados al Gobierno y discursos de todos los candidatos promoviendo soluciones a la inseguridad me pregunto: ¿cómo se arregla la mente del venezolano? A los que perdieron y siguen perdiendo todo, ¿cómo curamos la impotencia y rabia? A los que roban y quitan todo, ¿cómo les enseñamos el valor de la vida? A los que no tienen nada pero acostumbran a limosnas, ¿cómo les enseñamos a trabajar?
Primero hay que curar la mente del venezolano.
ariadna@asylumco.com
Así ha debido de ser el "Lejano Oeste". Nos faltan caballos, barro y botas, y claro que un sheriff buenmozo dispuesto a todo, pero de resto tenemos todos los elementos y caracteres.
Pienso en los que no están, pero no sé dónde encontrarlos. Busco nombres y solo veo números. Julio Borges cita 157 mil muertos desde el comienzo del gobierno revolucionario. 157 mil. Pensé que había leído mal. Nunca lo había sumado. Me quedé sin respiro.
En cualquier país en donde hubiesen muerto tantas personas a manos de un homicida o de una guerra, hubiesen erguido un monumento. Paredes de mármol con nombres y apellidos tallados en sudor y sangre. Con lágrimas puliendo los años vividos. Con flores marchitas al fondo del pasillo, con horas de silencio de todo el que pasa por delante y visita tumbas ajenas. Con llantos por el desconocido. Con luto compartido.
Nosotros no tenemos monumentos. No tenemos nombres ni listas. Las lágrimas no tienen tumba. Será porque todos somos esa lista. Todos y nadie. Porque la lista no se termina.
Las muertes no son solo de cuerpo. Tantos sueños perdidos, familias dispersadas, futuros sin comienzo. ¿Cómo regresamos a lo que éramos si ya no estamos? ¿Cómo recuperamos si ya la mente del venezolano no es la misma?
Y así, entre coros de culpa dedicados al Gobierno y discursos de todos los candidatos promoviendo soluciones a la inseguridad me pregunto: ¿cómo se arregla la mente del venezolano? A los que perdieron y siguen perdiendo todo, ¿cómo curamos la impotencia y rabia? A los que roban y quitan todo, ¿cómo les enseñamos el valor de la vida? A los que no tienen nada pero acostumbran a limosnas, ¿cómo les enseñamos a trabajar?
Primero hay que curar la mente del venezolano.
ariadna@asylumco.com
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