Yo soy

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martes, 13 de septiembre de 2011

lLos sin techo es un símil que abarca algo más que no tener una vivienda concreta...Es analfabetismo funcional del que no hablan las cifras del supuesto Ministerio de Educación, que pululan en el Alto Gobierno, Universidades. AN y cargos de poder en Venezuela Oíganlos hablar y moverse en cámara...

Los sin techo
DAVID UZCÁTEGUI |  EL UNIVERSAL
martes 13 de septiembre de 2011  05:26 PM
Cuando escuchamos entre la gente decir que el Gobierno juega al caos para sacar ganancia de la situación, pensamos que es una hipótesis que no se puede descartar, por más descabellada que suene.

Y es que cuando vemos disparates del calibre de la polémica Ley de Arrendamiento, no nos queda sino dudar de las reales intenciones de quienes hoy administran el país. Si quisieran hacer las cosas exactamente al revés de como se deberían hacer, no serían tan eficientes.

Hay argumentos que son ciertos. Hay especulación con los alquileres, es verdad. Pero para comenzar, debemos subrayar que todo ese esquema especulativo se genera porque hay un Gobierno incapaz de solucionar las necesidades de vivienda de la nación.

Si este Gobierno -que va para 13 años en el poder- hubiera sido apenas un poco más eficiente que los anteriores en la construcción de viviendas (cosa que prometió), no habría especulador que valiera.

Si el chavismo no es capaz de construir por sí mismo, pues entonces que brinde a la empresa privada todas las facilidades para que desarrolle sus proyectos: permisología, materias primas, impuestos, créditos. Y se quitan un gran dolor de cabeza de encima.

Pero lejos de ello, persiguen a la empresa privada, confiscan desarrollos habitacionales para paralizar sus obras, nacionalizan industrias de materias primas para derrumbar su eficiencia, dejan que las mafias de estos materiales desfiguren el mercado y pare usted de contar.

Por supuesto, con tan escasa eficiencia en la construcción de las nuevas soluciones habitacionales, el precio de los alquileres se dispara. Es pues, el Gobierno el artífice de la especulación.

Y este problema no se resuelve con una orden presidencial, porque ahora se coloca a los arrendatarios como poco menos que delincuentes, se les confiscan garantías y se les coloca en tal nivel de riesgo que las ofertas de alquiler prácticamente han desaparecido del mercado inmobiliario. Nadie quiere perder su casa o apartamento a manos de un inquilino, o en el mejor de los casos no recibir un usufructo por su propiedad.

Este tipo de situaciones requieren de un consenso para manejarlas. Deben sentarse arrendadores y arrendatarios para conversar, con la intermediación de un gobierno que no puede jamás criminalizar a una de la partes en conflicto. Y de la negociación adulta y madura partirán soluciones, la relación ganar-ganar que es la más deseable en toda transacción humana, donde es necesario que cada involucrado consiga un beneficio sin desmedro de la otra parte.

El mercado de alquileres debe rescatar su paz, porque es imprescindible para solucionar el problema de la vivienda a corto plazo. El alquiler es la opción inmediata de las nuevas familias y de quienes por uno u otro motivo no puedan comprar o no dispongan de un techo propio.

La solución a largo plazo es construir nuevas viviendas. En grandes cantidades. El incremento de la oferta alivia la demanda y baja los precios. Es la realidad. En democracia o comunismo, en capitalismo o socialismo. Pónganle el nombre que quieran, pero la solución es una. Claro, para esto falta que la auténtica voluntad sea la de solucionar. El tiempo nos dirá la verdad.

Presidente del Concejo Municipal de Baruta
Twitter: DavidUzcategui
Lo peor que Chávez ha hecho: transformarnos en tírame algo
HERBERT HUDDE |  EL UNIVERSAL
martes 13 de septiembre de 2011  05:36 PM
Cuando yo era chamo, a todos se nos inculcaba que hay que trabajar para ganarse las cosas, que éstas no cuelgan de los árboles, sino que es necesario sudar para producirlas y disfrutarlas. Esa es una sana enseñanza. Pero Chávez ha cambiado hasta eso, y le está envenenando el cerebro a la gente, porque le está enseñando que el Gobierno es el que tiene que darle todo, por un sacrosanto derecho que todos tenemos. Veamos.

¿Cuándo es que Chávez repite más su ya cansona lata de socialismo, socialismo, socialismo? Pues ustedes habrán observado que es cuando inaugura algo donde se va a dar algún servicio (salud, educación, alimentación, etc.) en forma gratuita o muy barata (ojo, no critico eso en sí), y cuando regala cosas (viviendas, computadoras a los niños, etc.). En esas oportunidades (y en otras) dice y machaca a lo Goebbels (una mentira dicha mil veces se transforma en verdad) que eso ES POSIBLE SOLO EN SOCIALISMO. Además, por supuesto, recalca que los ladrones y explotadores capitalistas no permitían que el pueblo tuviera acceso a lo que él sí le está brindando, gracias al socialismo.

Así que ¿qué es lo que percibe la gente con ese discurso de Chávez, en que insiste que todas esas cosas con que beneficia al pueblo sólo son posibles en el socialismo, y nunca con el capitalismo? Pues muy sencillo: como la gran mayoría de la gente no tiene un gran puñal en cuestiones económicas, y no tiene claro cuál es la esencia económica del socialismo ni del capitalismo, etc., cuando Chávez menciona socialismo, socialismo mientras da cosas, siembra la idea de que en ese sistema el Gobierno le da todo a la gente, lo cual indudablemente es una golilla, y que con capitalismo a ellos no les toca nada porque todo se lo cogen unos cuantos malvados que son los capitalistas. Al receptor del beneficio, que, agarrando aunque sea fallo, lo que le interesa es que le están dando algo, las preguntas: ¿cuál es el sistema económico mediante el cual se produjo eso que le dan, y de dónde salen y quién produce esas cosas?, como es natural, le tienen sin cuidado, y Chávez ni siquiera lo menciona (de allí mis numerosos artículos solicitándole a ese señor definir qué entiende por socialismo, cosa que no ha hecho, y por supuesto nunca va a hacer). Con ese discurso le hace creer a la gente que quien les permite disfrutar de esas cosas es el Gobierno Socialista (y en buena medida, él), y resulta que quien lo hace en realidad es el petróleo.

De modo que la transformación de la mentalidad del venezolano, que antes pensaba que había que esforzarse para obtener las cosas, y que ahora simplemente las espera del Gobierno, ya se está dando, como puede uno observar en declaraciones de mucha gente.

Otra machaca de estos prohombres: a Chávez y a sus lumbreras, que repiten todo lo que dice el comandante-presidente, ahora se les oye decir hasta el cansancio, que tal y cual cosa no son "mercancía", sino derechos sagrados de la gente: la vivienda no es una mercancía, es un derecho de todos; los alimentos no son mercancía, son un derecho; todo lo demás, igual. Señores chavistas: TODO es una mercancía, todo hay que producirlo, alguien tiene que partirse el que te conté para que pueda haber comida, ropa, medicinas, vivienda, enseñanza, etc. Lo que no se cobra son algunos bienes y servicios que el Gobierno da para ciertas cosas, pero, ojo, no se cobran directamente, porque de que se cobran, se cobran (a través de los impuestos). Ahora, lo que produce el sector privado, éste tiene que cobrarlo, pues si no, no puede producirlo; nada viene a este mundo como regalo de Dios, excepto las cosas de la naturaleza, y aun en ese caso algo hay que hacer para poder disfrutarlas, al menos arrancarlas de la mata o de donde estén. Por supuesto que las distorsiones de Venezuela provienen de la manguangua de nuestro petróleo, que hace que lo que en otros países cuesta una pelota, aquí cueste mucho menos, y en algunos casos, como el de las dádivas de Chávez, nada. De manera que con ese disco rayado de que nada es mercancía, a mí, aunque yo no haga nada, me tienen que dar p.ej., mi vivienda. ¿Quién? Me sabe a plin; me la tienen que dar.

Así pues que entre que, primero, todo lo que nos tiran es posible sólo en el socialismo; segundo, nada es una mercancía sino que para todo lo que uno necesita hay un derecho a obtenerlo; y tercero, que como corolario el Gobierno debe proveerlo todo sin uno hacer nada, o, en el peor de los casos, haciendo muy poco, tarde o temprano nos vamos a transformar (y creo que a muchos ya les ha ocurrido) en unos verdaderos tírame algo, cosa nefasta para cualquier país, porque si todos esperamos a que nos lo den todo gratis, nadie va a poder comer, excepto lo que pueda producirnos el petróleo, que como ya se ve, cada vez alcanza menos.

herbert_hudde@yahoo.es
La revolución como excusa
SAÚL GODOY GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
martes 13 de septiembre de 2011  05:30 PM
Chávez, el chavismo, la izquierda radical, el llamado Socialismo del Siglo XXI han utilizado la idea de la revolución como principio rector de sus acciones, y han tratado, con la excusa de la revolución, de generar nuevas formas de relación social y de derecho, anteponiéndola incluso a la misma constitución y a las normas comunes de convivencia internacional entre los estados, la revolución ha sido usada como fuente de justificaciones para sus acciones que, básicamente, consiste en hacer lo que les da la gana.

Me recuerda al juego de niños donde uno dice y asume ser Superman, por lo tanto las balas nada le hacen, puede volar, ver a través de las paredes, es más rápido que una locomotora y no puede morir, por lo que sus amiguitos quedan inhabilitados de controlarlo o dominarlo, el juego muy pronto se torna aburrido.

De igual manera, nuestros socialistas endógenos, asumieron que ellos eran revolucionarios y que lo que estaban haciendo era una revolución, y como eso es "lo máximo" para un comunista, no existe nada en el mundo que pueda detenerlos, ni controlarlos, ellos son una fuerza originaria, moralmente impoluta y liberadora, la revolución comunista es la única verdad posible, no hay nada comparable ya que se trata de hacer el "bien" para "todos", por lo que deben perdurar en el poder para siempre.

La revolución, para estos inadaptados, es como una carta blanca para despojar a la sociedad de sus derechos y experimentar con ella bajo la amenaza que quien no está de acuerdo, no juega. Se reproduce el modelo de un soberano (el partido de gobierno) a quien no se le aplica la ley, y unos subordinados (todos nosotros) que no tenemos ningún derecho.

La revolución es una de las formas que asume el Estado de Excepción, es decir, dejan de tener vigencia las normas y formas de orden social anteriores, y se imponen unas nuevas, bajo el imperio de la fuerza y las armas, pues no hay revoluciones pacíficas, a pesar de lo que dice la propaganda.

Los venezolanos hace mucho tiempo dejamos de chuparnos el dedo, la insistencia del partido rojo rojito de ponerle la mano a las Fuerzas Armadas y convertirlas en el brazo armado de la revolución, la creación de las Milicias, la permisividad para que convivan en el país grupos terroristas, fuerzas insurreccionales, bandas de delincuentes armadas, "pranes" carcelarios, narcotráfico, la anormal actividad del hampa común, todo indica que al Gobierno le conviene y promueve el desorden para crear el clima revolucionario en el que florece, para todos estos factores violentos la consigna es "Defender la revolución, aplastar a los traidores, que viva Chávez".

Pero es en el ejercicio de la magistratura, en la aplicación de la ley, donde podemos ver claramente a los supermanes revolucionarios en el rol de los nuevos creadores del orden universal, el Comandante-presidente ha asumido el papel de todos los poderes públicos para legislar, juzgar, sentenciar, investigar, fiscalizar, ejecutar las normas y disponer de los bienes e instituciones de la nación, ya todos estamos claros que la Constitución Nacional no es sino una mampara que oculta el ánimo revolucionario, que no es otro sino el dominio absoluto sobre el pueblo de Venezuela en nombre de Cuba. Pero como todo lo que toca el socialismo, la corrupción ha prendido de tal manera en la revolución chavista, que ya lo que da es pena, llamar revolución a lo que sucede en nuestro país.

En nombre de la revolución se ha pisoteado nuestra historia, las buenas costumbres, se ha tratado de desmembrar la familia y acabar con nuestras creencias... ¿Con que propósito? ¿Para ver aumentada la pobreza y la ignorancia en nuestro país? ¿Para dejar la nación en ruinas? ¿Para presenciar las groseras y súbitas fortunas de muchos de los dirigentes de la revolución? ¿Para sufrir los efectos del odio social en el número creciente de personas inocentes muertas y lisiadas? ¿Para ver naciones extranjeras disfrutar de nuestras riquezas?

Bajo el disfraz de revolucionarios y la excusa de una revolución hemos visto como Venezuela retrocede cada día hacia la miseria, el atraso y la depravación, mientras sus actores, gente de muy escasa cultura, absolutamente amoral y de una gran incompetencia, espera que nos sintamos agradecidos y en deuda con ellos. Esta revolución es solo una mala excusa para que un grupo de resentidos se excluyan del orden jurídico, y mientras nos dicen que están creando una utopía en la tierra, se enriquecen explotando al país y engañando a los más necesitados, haciéndonos a todos más vulnerables.

saulgodoy@gmail.com




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