De Gadafi a Chávez: saqueo a los hambrientos
En Venezuela el saqueo oficial ha sido aplicado no solo a los más ricos sino a las mayorías pobres
MARTA COLOMINA | EL UNIVERSAL
domingo 11 de septiembre de 2011 12:00 AM
Hoy es un día luctuoso. El mundo conmemora el décimo aniversario de uno de los más monstruosos actos de terrorismo: el ataque y destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York en el que murieron miles de personas inocentes. El cerebro de esa masacre, Osama Bin Laden, murió recientemente a manos de oficiales norteamericanos que llevaban años en su búsqueda, pero el fanatismo criminal está muy lejos de desaparecer. De hecho, hace semanas que los norteamericanos, ante la proximidad del 11S, temen otro atentado criminal. Constantemente ocurren ataques terroristas para los cuales las armas convencionales no son eficaces, o de asesinatos masivos ejecutados por dictadores mesiánicos que, en nombre de una revolución que prometía acabar con la pobreza, persiguen o asesinan a quienes se oponen a su propósito de eternizarse en el poder y, en la mayoría de los casos, atesoran enormes fortunas a costa del saqueo del tesoro público y de la miseria de sus pueblos. Los medios internacionales reportaron que Gadafi vendió el 20% del oro libio en los últimos días de su régimen y que su fortuna personal sobrepasaba los $150 mil millones.
Uno de los trabajos periodísticos más estremecedores sobre el saqueo, la insania y los espantosos crímenes del régimen de Gadafi es el de Alberto Vázquez-Figueroa, de quien tomamos el título de una de sus recientes crónicas ("Gadafi saqueó a los hambrientos") publicada en el suplemento No. 828 de El Mundo de Madrid. "Mesiánico como Hitler, su rostro refleja mejor que nada la magnitud de su locura y crueldad. (...) Protegió a terroristas y masacró a miles de inocentes". Narra que hace 8 años, en un casino de Cannes, vio a un joven que lucía un fabuloso reloj de oro y diamantes. "Le habían reservado dos mesas de ruleta en las que nadie más podía jugar (... ). Apostaba a todos los números de las dos mesas simultáneamente. Vázquez calcula que el hijo de Gadafi -que tal era el personaje- perdía en cada bola unos setenta mil euros. Con un crupier amigo, el periodista corroboró que esa noche el vástago de Gadafi "debió perder unos 15 millones de euros". El joven Gadafi "contaba con una carta de crédito absolutamente ilimitada" (más modesto es el despilfarro de los vástagos del "pana" criollo en su tiempo libre: un viaje a París para ver a Madona, con un toque técnico en L.Vuiton y otros similares).
Cuenta Vázquez que en 1969 entrevistó a Muamar Gadafi, cuando era un joven que aspiraba a ser "el refugio de los desheredados, el hermano de todos los pobres de la tierra y convertir a Libia en un paraíso de paz y libertad". Supuso entonces que había nacido en África un líder capaz de garantizar libertad y prosperidad a su pueblo (como muchos otros periodistas del mundo quedaron impactados con el falso Robin Hood criollo)". ¡Iluso de mí!, exclama ahora Vázquez. Pronto Gadafi pasó a ser la antítesis de Dorian Gray". En su rostro fue expresándose la maldad, su locura y la crueldad que le caracterizarían: "el hermano de los pobres y refugio de los desheredados se convirtió en el saqueador de los hambrientos y protector de los terroristas". De la austeridad beduina, pasó al despilfarro obsceno. "La impunidad vuelve valientes a los cobardes, osados a los pusilánimes e imprevisibles a los fanáticos. Gadafi, mesiánico como Hitler, abonó la avaricia, el miedo y el terrorismo". Hizo estallar un avión con 300 pasajeros y ordenó ametrallar al presidente egipcio el Sadar. La inmunidad e impunidad que le otorgó el control de un país petrolero. Hizo que el mundo mirara para otro lado ante sus criminales violaciones a los derechos humanos. (¿Les resulta familiar la figura?) Hasta que un humilde vendedor ambulante se quemase a lo bonzo en Túnez porque la corrupción mataba de hambre a su familia y con su protesta incendiase el Medio Oriente, incluido al intocable Gadafi. El lujo de los palacios del tirano y de sus hijos, nada tenía que ver con la "jaima" que exhibía como muestra de su falsa austeridad. Los libios desfilan ahora (cuando Gadafi huye como una rata) por las casi derruidas mansiones "imperiales" (arrasadas por la venganza popular) y declaran a la prensa "estar indignados ante el escandaloso lujo de los Gadafi mientras millones de personas no teníamos trabajo, ni vivienda y pasábamos hambre". Detrás de Gadafi irá otro sanguinario pana, el sirio El Asad: "Gadafi ya se ha ido. Llegó tu turno, Bachar", gritan libios y sirios.
El falso Robin Hood criollo debería poner sus barbas en remojo con solo mirar los indicadores de la inflación, acceso al consumo, vivienda salud, educación, empleo, seguridad y derechos humanos en Venezuela. En ellos se comprueba que el saqueo oficial ha sido aplicado no solo a los más ricos, sino a las mayorías pobres que aspiraban a dejar de serlo.
mcolomina@gmail.com
Uno de los trabajos periodísticos más estremecedores sobre el saqueo, la insania y los espantosos crímenes del régimen de Gadafi es el de Alberto Vázquez-Figueroa, de quien tomamos el título de una de sus recientes crónicas ("Gadafi saqueó a los hambrientos") publicada en el suplemento No. 828 de El Mundo de Madrid. "Mesiánico como Hitler, su rostro refleja mejor que nada la magnitud de su locura y crueldad. (...) Protegió a terroristas y masacró a miles de inocentes". Narra que hace 8 años, en un casino de Cannes, vio a un joven que lucía un fabuloso reloj de oro y diamantes. "Le habían reservado dos mesas de ruleta en las que nadie más podía jugar (... ). Apostaba a todos los números de las dos mesas simultáneamente. Vázquez calcula que el hijo de Gadafi -que tal era el personaje- perdía en cada bola unos setenta mil euros. Con un crupier amigo, el periodista corroboró que esa noche el vástago de Gadafi "debió perder unos 15 millones de euros". El joven Gadafi "contaba con una carta de crédito absolutamente ilimitada" (más modesto es el despilfarro de los vástagos del "pana" criollo en su tiempo libre: un viaje a París para ver a Madona, con un toque técnico en L.Vuiton y otros similares).
Cuenta Vázquez que en 1969 entrevistó a Muamar Gadafi, cuando era un joven que aspiraba a ser "el refugio de los desheredados, el hermano de todos los pobres de la tierra y convertir a Libia en un paraíso de paz y libertad". Supuso entonces que había nacido en África un líder capaz de garantizar libertad y prosperidad a su pueblo (como muchos otros periodistas del mundo quedaron impactados con el falso Robin Hood criollo)". ¡Iluso de mí!, exclama ahora Vázquez. Pronto Gadafi pasó a ser la antítesis de Dorian Gray". En su rostro fue expresándose la maldad, su locura y la crueldad que le caracterizarían: "el hermano de los pobres y refugio de los desheredados se convirtió en el saqueador de los hambrientos y protector de los terroristas". De la austeridad beduina, pasó al despilfarro obsceno. "La impunidad vuelve valientes a los cobardes, osados a los pusilánimes e imprevisibles a los fanáticos. Gadafi, mesiánico como Hitler, abonó la avaricia, el miedo y el terrorismo". Hizo estallar un avión con 300 pasajeros y ordenó ametrallar al presidente egipcio el Sadar. La inmunidad e impunidad que le otorgó el control de un país petrolero. Hizo que el mundo mirara para otro lado ante sus criminales violaciones a los derechos humanos. (¿Les resulta familiar la figura?) Hasta que un humilde vendedor ambulante se quemase a lo bonzo en Túnez porque la corrupción mataba de hambre a su familia y con su protesta incendiase el Medio Oriente, incluido al intocable Gadafi. El lujo de los palacios del tirano y de sus hijos, nada tenía que ver con la "jaima" que exhibía como muestra de su falsa austeridad. Los libios desfilan ahora (cuando Gadafi huye como una rata) por las casi derruidas mansiones "imperiales" (arrasadas por la venganza popular) y declaran a la prensa "estar indignados ante el escandaloso lujo de los Gadafi mientras millones de personas no teníamos trabajo, ni vivienda y pasábamos hambre". Detrás de Gadafi irá otro sanguinario pana, el sirio El Asad: "Gadafi ya se ha ido. Llegó tu turno, Bachar", gritan libios y sirios.
El falso Robin Hood criollo debería poner sus barbas en remojo con solo mirar los indicadores de la inflación, acceso al consumo, vivienda salud, educación, empleo, seguridad y derechos humanos en Venezuela. En ellos se comprueba que el saqueo oficial ha sido aplicado no solo a los más ricos, sino a las mayorías pobres que aspiraban a dejar de serlo.
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