Yo soy

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sábado, 10 de noviembre de 2012

"La poesía nos ayuda a preguntar. Uno siempre se está interrogando. Tú preguntas más que responder. Porque cuando llega un respuesta siempre implica nuevas preguntas. Si no es así, no vale la pena. Es como el juego del niño, que siempre pregunta por qué. El poeta sigue teniendo, de alguna manera, la sombra del niño. Ese por qué nunca lo vas a encontrar. Lo importante es buscarlo".


"La vida del hombre transcurre en busca de la inmortalidad"

"Mi poesía es un diálogo que tiene una terquedad enorme con la esperanza. El poeta sigue teniendo, de alguna manera, la sombra del niño que siempre pregunta por qué", asegura el poeta Waldo Leyva.

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El escritor recibe el Premio de Poesía Víctor Valera Mora (Oswer Díaz)
DANIEL FERMÍN |  EL UNIVERSAL
miércoles 24 de octubre de 2012  12:00 AM
Waldo Leyva (Remates de Ariosa, 1943) tiene claro que el Premio Víctor Valera Mora fue un reconocimiento a toda su obra. El poeta cubano sabe que el galardón al libro Cuando el cristal no reproduce el rostro también celebra la trayectoria de más de 40 años del autor, que hoy (a las 7:00 pm) recibirá su recompensa en el Celarg. 

La antología del escritor caribeño reúne sus viejos textos. Es una sucesión de fragmentos de lo que ha escrito en su vida. "Soy de los que piensa que un poeta no escribe más que un sólo libro, un sólo poema, con distintos registros, con temas diversos, con variaciones tonales. Una vez que encuentra su voz, que es lo fundamental del poeta, ya es un mismo libro", dijo el artista, que también obtuvo 100 mil dólares de premio. 

El jurado del certamen indicó que la obra concuerda con el espíritu vitalista de Mora. La poesía de Leyva también se alimenta de la vida, de la observación. "No puedo escribir si no es a partir de esa relación violenta con la vida. Respeto mucho a aquellos poetas cuya obra sale de la cultura, pero no es mi caso. Mi caso es un diálogo, a veces pesimista, a veces vitalista, siempre con una terquedad enorme por la esperanza", agregó el autor de Memoria del porvenir(Cuba, 1999). 

La obra del nativo del municipio Remedios intenta, además, reconstruir su pasado. "La poesía no es más que la sombra de la memoria, como dijo Juan Gelman. Además de muchas definiciones, también somos porque tenemos memoria. Hay un poeta cubano (Jesús Orta Ruiz) que escribió que no le duele morir, sino morir y no tener memoria. No tener la posibilidad de hablar o recordar lo que pasa después de la muerte. Ese es el dolor grande". 

Así, Leyva busca la inmortalidad a través de sus poemas. "Es lo que aspiramos todos. Yo siempre digo que el buen carpintero cuando hace un mueble aspira a que ese mueble dure. Yo creo que la vida del hombre transcurre en una constante búsqueda de la inmortalidad, de dejar un rasguño en la piedra aunque se te vaya la uña. Yo me inscribo en ese grupo. Manejar los tiempos es esencial. Moverse hacia el pasado, estar en el presente o tener una memoria del porvenir", explicó el también autor del poemario El rumbo de los días

El ganador del Premio Casa de América de Poesía en 2010 ya tiene más de 15 publicaciones. Sus versos se mueven entre más interrogantes que certezas. "La poesía nos ayuda a preguntar. Uno siempre se está interrogando. Tú preguntas más que responder. Porque cuando llega un respuesta siempre implica nuevas preguntas. Si no es así, no vale la pena. Es como el juego del niño, que siempre pregunta por qué. El poeta sigue teniendo, de alguna manera, la sombra del niño. Ese por qué nunca lo vas a encontrar. Lo importante es buscarlo". 

El lenguaje de Leyva es sencillo, como para todo público. En él hay algo de aquella frase de Jorge Luis Borges que dice que todo poema, al final, busca ser leído en voz alta. "Yo pienso que la poesía tiene que ser poesía. A mí me gusta escribir una poesía más directa, más clara, porque quiero que haya muchos lectores, que lo pueda leer un público especializado o unos obreros. Hay una anécdota que cito al hablar de la interpretación del poema: al terminar un discurso de Martí, una señora esclava se le acercó llorando a abrazarlo. Un impertinente le preguntó si entendió lo que dijo. Ella le respondió: 'me llegó al corazón sin pasar por la cabeza'. Eso es la poesía". 

dfermin@eluniversal.com

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