Yo soy

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domingo, 16 de septiembre de 2012

Por primera vez en Venezuela, los cortometrajes que realizan los reos criollos (algunos en libertad y otros ajenos a ese mundo, pero empáticos con sus luchas) compitieron en un festival de cinecomo pasó con el de Entre Largos y Cortos Oriente (Elco 2012) que bajó la santamaría, en su segunda edición, el viernes pasado en Puerto La Cruz.


En las cárceles también se dispara con cámaras
Cortos penitenciarios buscan enviar un mensaje positivo
   
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En las cárceles también se dispara con cámaras
Cárcel o Infierno es uno de los cortos participantes (Créditos: Captura)
José G. Márquez
Detrás de los barrotes de color marrón oxidado hay gente que quiere contar historias. Los reclusos venezolanos son protagonistas por estos días de los principales titulares de sucesos. Algunos ya han sido castigados por sus pecados, otros no.

Lo cierto es que muchos, mientras sobreviven en un sistema penitenciario infrahumano como el de nuestro país, decidieron dejar las armas a un lado y comenzaron a disparar con sus cámaras de video. Alguien debía contar el otro lado de la historia.

Es así como, por primera vez en Venezuela, los cortometrajes que realizan los reos criollos (algunos en libertad y otros ajenos a ese mundo, pero empáticos con sus luchas) compitieron en un festival de cinecomo pasó con el de Entre Largos y Cortos Oriente (Elco 2012) que bajó la santamaría, en su segunda edición, el viernes pasado en Puerto La Cruz.

Fueron cuatro los trabajos audiovisuales en pugna: Bájale 2 por la vida, producto de un seriado realizado para Ávila TV por Yonathan Piñate que se centra en la actividad cultural y deportiva dentro de las cárceles venezolanasMe condené, creado por los reclusos que forman parte de la Brigada Comunicacional del Internado Judicial de San Fernando de Apure, y que muestra ejemplos de superación de algunos presos; Muro Invisible de Leandro Hernández, que habla de los hombres que cayeron en desgracia por “accidente”; y Cárcel o infierno, seriado animado que se basa en las experiencias de su autor Luidig Ochoa, hoy en libertad luego de cumplir su condena en Rodeo I.

¿Cómo surgió la categoría dentro del Festival? Hernán Troconis y Carlos Omaña realizan trabajo social durante el año y en una oportunidad fueron llamados por la Universidad Simón Rodríguez para que impartieran talleres de producción de cine a los presos de la penitenciaría de Anzoátegui (Puente Ayala).

“Ellos nos decían que querían hacer cortometrajes, hacer algo, ya que siempre están haciendo nada. Es increíble lo que es la vida allí adentro, y por eso querían mostrarla”, indica Troconis. 

Su compañero le sugirió que debían crear la categoría “porque es una buena forma de demostrar que allá adentro no es sólo muerte y guerra, sino que también hay personas realizando ciertos trabajos”.

En palabras de Troconis, algunos audiovisuales que recibieron “hablan de que están allá adentro, no porque quisieron, sino porque la vida los llevó a eso. Que alguien que está ahí no es completamente malo y que en algún momento podrías estar en su posición”.

De todos, el más crudo es Cárcel o infierno, pues muestra sin ningún tabú cómo algunos están armados hasta los dientes, cómo hacen para llegar vivos al final del día y cómo los tratan los efectivos de la Guardia Nacional. 

Troconis no cree que los privados de libertad se metan en problemas por sus “betas” en el celuloide, ya que, a su juicio, “no están reflejando lo que pasa allá de mala manera”. 

Un buen mensaje. “Quiero concientizar a los chamos que andan en la calle echando broma sin saber que en la cárcel se vive la rudeza. Se lo hago llegar de la manera más bonita posible”, dijo el mes pasado a ÚN el ilustrador Luidig Ochoa, alias “Cara e muerto”, sobre su serie que ya es un fenómeno en Internet. 

Otros que andan en esa onda son los realizadores de Azotes de barrio: recargado, nueva versión del exitoso filme guerrilla de Jackson Moreno, quien, además, estuvo en Elco compitiendo también conSecuestrada (sobre un secuestro, tema predominante en varias películas de la disputa oriental); Querer es poder de Reny Rondón y El juego final de Javier Castro. 

Presos de los presos. Aunque los organizadores de Elco quisieron llevar a las salas de cine a los reclusos que enviaron sus cortometrajes a la competencia, el proceso de solicitud de los permisos resultaba muy engorroso y desistieron de la idea.

 Para el año que viene esperan aumentar a 10 los concursantes.

Se pudo conocer que el pran de una de las cárceles, cercano al día de la inauguración de la fiesta cinematográfica, evitó que un trabajo participara. Al final del día, ellos son los que mandan y deciden, entre muchas cosas, qué se puede mostrar y qué no del recinto en el que son la “máxima autoridad”. 


jmarquez@cadena-capriles.com


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