Yo soy

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jueves, 28 de marzo de 2013

¿Cuánto no registramos de la necesidad de los otros? ¿Dónde nace esa desconexión solidaria en quienes nos pensamos solidarios? Son dos de las preguntas que se plantea Tolcachir en Emilia, construida a partir del reencuentro de un hombre con su niñera y su pasado.


"Los conflictos son los que motorizan nuestra vida"

"Yo hago teatro. Tengo la suerte de poder contar historias. No tengo la intención de disciplinar conductas, sino simplemente ponerlas en escena" "Lo más interesante, creo yo, es que cada espectador construya la historia que quiera construir", señala el dramaturgo y director argentino Claudio Tolcachir.

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ÁNGEL RICARDO GÓMEZ , CLAUDIO TOLCACHIR , DRAMATURGO Y DIRECTOR ARGENTINO |  EL UNIVERSAL
EL UNIVERSAL
martes 26 de marzo de 2013  09:41 AM
"Estreno el 11 de abril en Buenos Aires mi nueva obra, Emilia, por lo tanto, es una lástima, pero no voy a poder estar allí. No faltará ocasión para volver a encontrarme con el público venezolano que nos recibió tan calurosamente". Así lo explica el argentino Claudio Tolcachir (1975), autor de El viento en un violín, obra que se estrena hoy en el Teatro Chacao.

¿Cuánto no registramos de la necesidad de los otros? ¿Dónde nace esa desconexión solidaria en quienes nos pensamos solidarios? Son dos de las preguntas que se plantea Tolcachir en Emilia, construida a partir del reencuentro de un hombre con su niñera y su pasado.

Vía correo electrónico, el dramaturgo, considerado una de las voces más importantes del teatro argentino actual, habla en esta entrevista sobre la familia no elegida retratada en su obra El viento en un violín; su forma de dirigir actores, su visión del teatro y la vida.

-El viento en un violín parece retratar a la familia sanguínea, no elegida, obligada por las circunstancias a convivir...

-Sí. Retrata a esa familia no elegida, pero también a su reverso, a la necesidad de conformar una familia, al deseo de crearla y a una enorme capacidad de amar.

-¿Qué otras cosas quiso decir o dijo y no siempre están claras para el público o la crítica? 

-No sé si hay cosas que quiera decir y no se hayan dicho. No veo el teatro como una forma inequívoca de construir mensajes. Lo más interesante, creo yo, es que cada espectador construya la historia que quiera construir.

-En Tercer cuerpo veíamos genialmente a seres humanos contradictorios, diciendo querer algo y haciendo lo contrario. ¿Se mantiene esa preocupación en El viento...?

-Creo que es algo que nos hace humanos. La contradicción es parte de nuestra propia idiosincracia. En Tercer cuerpo vemos cómo intentan cambiar algo de sus vidas porque no les hace felices, intentan, fracasan, vuelven a intentar. Sienten que son monstruos, se avergüenzan, se defienden, se abren a los demás, se vuelven a cerrar. En El viento sucede algo parecido: son seres en búsqueda, y eso genera muchas contradicciones.

-¿Qué nos hace ser tan complicados?

-Creo que lo complejo de las personas emerge en su interrelación con los demás. Que no es una cuestión individual, sino intersubjetiva. En La omisión de la familia Coleman vemos a una familia desintegrándose, y no pudiendo hacer nada para detenerlo, los conflictos están sujetos a los vínculos. En Tercer cuerpo, el deseo individual de cada uno de estos seres se expresa en el intento de encontrarse con un otro. Y en El viento son igualmente vinculares, es decir, el conflicto aparece en el choque de deseos. Así como sucede en la ficción, los conflictos son los que motorizan nuestra vida.

-¿Puede hablarse de recetas para ser feliz?

-Cada uno es un mundo. Y una búsqueda. De ninguna manera podemos pensar que hay una única forma o muchas formas preestablecidas de alcanzar la felicidad.

-¿Qué tanto ha aprendido del ser humano? Ya se habrá convertido en una suerte de psicólogo conductista, luego de tres obras, ¿no?

-Yo hago teatro. Tengo la suerte de poder contar historias. No tengo la intención de disciplinar conductas, sino simplemente ponerlas en escena.

-Impresiona lo que saca de sus actores. No parecen tales, sino un grupo de amigos reunidos que desconocen que los están grabando y un público los mira. ¿Cómo lo logra? 

-Es el resultado de un proceso de búsqueda, donde lo más importante es lo que sucede y la comunicación de los actores es la columna vertebral del trabajo. Además somos amigos y disfrutamos mucho trabajando juntos. Compartir el mismo amor y la misma pasión por el teatro es algo que alimenta esa búsqueda de la que hablaba.

PERDEDORES QUE GANAN UN POCO

Claudio Tolcachir explora las relaciones sociales y familiares en su dramaturgia.El viento en un violín le pone fin a una trilogía temática que incluye a las obrasLa omisión de la familia Coleman y Tercer cuerpo (que ya presentó en Caracas el año pasado en el festival): seres que hacen lo que pueden para lograr lo que quieren.

La más reciente pieza del autor argentino vuelve a indagar en la miseria humana. La historia de dos familias de diferentes clases que tratan de realizar sus sueños, o de alcanzar la felicidad. Mujeres que quieren ser madres, madres que desean la plenitud de sus hijos, hijos que buscan su lugar. "Los personajes son perdedores, también ganadores. El tema principal es el luchar por ser feliz, cómo el deseo lleva a hacer cosas que a uno no le gustaría hacer", dijo Gonzalo Córdoba Estevez, asistente de dirección de la compañía Timbre 4.

La obra, que se estrenó en 2010 en París, ya ha pasado con éxito por escenarios de Chile, España, Colombia o Argentina. Araceli Dvoskin, Miriam Odorcio, Inda Lavalle, Lautaro Perotti, Paula Ranserberg y Gonzalo Ruiz dan vida al texto, que se presentará hoy y mañana y el jueves, a las 8:00 pm, en el Teatro de Chacao (entradas Bs. 252 por persona). Tres funciones para apreciar la vida hecha teatro. DF

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