Yo soy

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miércoles, 13 de marzo de 2013

"Las corrientes ideológicas perversas, como el fascismo, duran épocas, comen hombres" "A veces, cuando alguien pide unidad, lo que realmente desea es el fin de la resistencia", señala el dramaturgo Gustavo Ott


Gustavo Ott: "Chávez es monumental y cotidiano"

"Las corrientes ideológicas perversas, como el fascismo, duran épocas, comen hombres" "A veces, cuando alguien pide unidad, lo que realmente desea es el fin de la resistencia", señala el dramaturgo.

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"La narrativa es mi primera emoción literaria" (Nicola Rocco/Archivo)
ÁNGEL RICARDO GÓMEZ |  EL UNIVERSAL
lunes 11 de marzo de 2013  08:26 AM
Como toda la población, los seguidores y los detractores, Gustavo Ott está consternado con la muerte del presidente Hugo Chávez anunciada el pasado martes. Sin embargo, como artista tiene una visión especial. El dramaturgo no cree que se pueda marcar la agenda de los creadores y mucho menos que estos vivan de espalda al país.

-¿Cómo toca la muerte de un presidente como Chávez a un dramaturgo como Gustavo Ott?

-Hugo Chávez es un personaje monumental y al tiempo cotidiano y cercano para todos nosotros. Tengo la impresión de que lo conocía bien: lo que le entusiasmaba, sus ideas, sus angustias, como si hubiera sido amigo mío. De hecho, creo que sé más sobre él que de muchos de mis familiares. Imagino que es una sensación que tenemos todos... Con Chávez reformulamos las ideas que teníamos sobre el país y la reconquista de una simbología y una emoción que habíamos perdido; más bien que nunca tuvimos.

-¿Acabará el fascismo de lado y lado que alguna vez refería en estas páginas?

-Las corrientes ideológicas perversas, como el fascismo, son intentos de homogeneización y duran épocas, comen hombres. El fascismo venezolano se instaló en los 70 y comenzó con una percepción que partía de un prejuicio de clases. La discriminación se convirtió no sólo en una forma de vida empaquetada y servida, sino que fue presentada como un pensamiento único. Lo que más me sorprende es que con todo lo que ha sucedido en los últimos 15 años, esa percepción aún se presenta como una opción de poder.

-Por 14 años, chavistas y opositores han hecho gravitar su vida alrededor de un hombre en el poder ¿Cómo se hace desde el arte para que la vida vuelva a gravitar alrededor del hombre, en general? 

-El hecho de que en los medios se hable sólo sobre el mismo tema no quiere decir que los creadores también lo estamos haciendo. Si a alguien no se le puede poner una agenda es al creador, quizás porque él representa la última instancia de la libertad: una obra que nos habla no sólo de todos hoy y aquí, sino también de todos los que vivieron antes, en todas las épocas. El artista no tiene obligaciones que no sean con su obra.

-¿Puede hablarse de un teatro revolucionario o bolivariano que quede como referencia para análisis históricos posteriores? ¿Cuál es?

-Hay un teatro revolucionario desde Shakespeare. Propiamente ideológico comienza con Hauppman, y tiene más de 160 años. El teatro actual difícilmente es indiferente, quizás porque está hecho por gente que ha sido expulsada siempre, emigrantes de todo. El teatro habla del dolor y de la belleza, de la libertad y la justicia, con las banderas de lucha contra todo tipo de opresión; desde la soledad y la familia hasta el poder de políticos, militares, las iglesias, del empresariado dominante y de los medios. Cuando hablamos de una historia de amor, realmente estamos apuntando a un hecho político. El teatro venezolano ha dado en los últimos años una mirada extraordinaria a su pasado. Y más, nuestros autores escriben, y lo hacen muy bien, sobre el mundo. Además, en Venezuela pocos tienen autoridad para decirnos lo que debemos hacer; ni la crítica, ni los periodistas, ni los académicos, ni los funcionarios. Y eso lo sabe el escritor.

-¿Dónde está ese teatro que habla no de Chávez, sino de una sociedad intoxicada con la polarización, el fascismo, la intolerancia, el miedo..? 

-La lucha ideológica es válida, necesaria y se libra sin restricciones. A veces, cuando alguien pide unidad, lo que realmente desea es el fin de la resistencia contra la imposición de sus intereses. En el caso de Venezuela, esa lucha tiene un componente de clases evidente y eso sí que lo refleja el teatro, incluso hasta el más inofensivo, como el comercial.

-¿Qué balance hace de lo que fue la cultura en 14 años? 

-Hay áreas con éxitos notables, como en el cine, el libro, la música. Los mecanismos de validación nacional han funcionado en su primera etapa, es decir, se le ha dado oportunidades a una generación de artistas que, en otras circunstancias, estaría en el ostracismo. Comenzar hoy es muchísimo más fácil que cuando lo hice yo en los 90. Pero lo ganado en apoyos se ha perdido en la estabilización de los creadores individuales y en la difusión de su obra. Hemos dejado ese territorio en manos de las editoriales y productoras extranjeras. En el caso del teatro, al principio hubo un abandono notable. Luego se avanzó de manera increíble con el rescate de los espacios: una programa colosal, único en 200 años. Ahora hay una atención especial de instituciones como la Alcaldía de Caracas (Fundarte) y quizás la nueva Compañía Nacional de Teatro transforme este sector que tiene tanto alcance. Pero el mayor logro ha sido el público. Me atrevo a decir que ya no tenemos espectadores, sino pueblo. Quizás el reto ahora es atrevernos a hacer temporadas -y no presentaciones-.

-¿Cuáles son los retos en materia cultural y social del próximo presidente, luego de uno tan omnipresente como Chávez? 

-Quizás una de las reivindicaciones más importantes es concretar un mecanismo de previsión social para los artistas, que el creador pueda acceder a los beneficios sociales que hoy disfruta el pueblo en general: pensiones, seguros... En el caso del teatro, hay que desarrollar un plan agresivo de apoyo a producciones y a creadores, ayudar al artista a resistir los valores de lo importado y lo meramente comercial.

-Vive en Estados Unidos ¿La distancia física de Venezuela le ha permitido ver cosas que antes no veía? 

-No tengo distancia con Venezuela, no sé si es que yo vivo aquí y viajo mucho o vivo viajando pero me la paso en Caracas. Rodolfo Santana me dijo que uno tenía una responsabilidad especial con su obra, como si fueran tus hijos, asistir a sus fiestas, sus graduaciones, compartir sus éxitos, apoyarlos en los fracasos. Y eso es lo que hago: voy detrás de mi obra; la que ya escribí y la que estoy escribiendo hoy. Estoy trabajando mucho, la narrativa ha despertado en mí todos los demonios que son, claro, los paisajes y la memoria.

-Sus últimas obras reflexionan sobre las torres gemelas, la belleza a través del duelo Rubinstein-Arden, la tragedia ecológica en el Golfo de México ¿Y dónde quedan las reflexiones sobre la Venezuela de hoy? ¿Es muy temprano aún? ¿No le interesa? 

-¿Y Lírica? La obra que estrenamos esta semana, El Hombre más aburrido del mundo comienza en El Paraíso, Caracas, frente al zoológico del Pinar. Pero eso no es relevante. Toda historia que un autor trate hoy, aunque sea sobre la reproducción de los pingüinos en el polo norte, es nacional y es política, forma parte del teatro venezolano. El contexto geográfico y hasta histórico es inevitable para el creador, incluso si pretendes hablar de otra época o sociedad. Brecht escribió obras localizadas en China y en Italia y en distintas épocas, y eso lo hizo más alemán y más contemporáneo que el resto de los autores cronistas de su época, con vocación de periodistas más que de escritores. Si tu obra busca -y lo consigue- una calidad de placer trascendente, que llamamos belleza, entonces eres de aquí, de ahora y tu obra es indispensable para entender a tu pueblo.

-¿Será con la novela que le hinca el diente a la situación socio-política venezolana?

-Con la narrativa recobré lo que Lautremontt llamaba "la electricidad poética", es decir, la necesidad de hablarle y responderle a la literatura, tanto dramática como narrativa. Mi primera novela cuenta la historia de una Miss Venezuela asesinada, la segunda la historia de dos viajes y dos hermanos, la tercera ocurre en un edificio donde sólo viven criminales. Y todo es nacional, todo ha sido escrito aquí, ahora, con la pasión de ésta época.

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