Yo soy

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domingo, 8 de abril de 2012

Yo pagué promesa por mi vida al Dr.José Gregorio Hernández ahi


 MONSEÑOR HENRY PADILLA, PÁRROCO DE LA IGLESIA NUESTRA SEÑORA DE LA CANDELARIA

"La Pascua nos llama a ser embajadores de la vida y la paz"

"A los cristianos nos hace falta una fe más madura y no quedarnos apenas en lo superficial" "En el mundo de hoy se ha descuidado la estructura familiar y hay que replantearse eso con seriedad"

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Para Monseñor Henry Padilla, el creyente debe recordar que la oración tiene un valor fundamental en la vida de fe ENIO PERDOMO
DELIA MENESES , MONSEÑOR HENRY PADILLA , PÁRROCO DE CANDELARIA |  EL UNIVERSAL
domingo 8 de abril de 2012  12:00 AM
Que la Semana Santa no puede estar encadenada solo a esos ocho días que van desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección es el llamado que hace Monseñor Henry Padilla a la feligresía. 

El párroco de la iglesia Nuestra Señora de la Candelaria desde hace diez años invita a los creyentes a vivir la Pascua con acciones concretas. 

"Desde ser puntual en el trabajo hasta cumplir con mis obligaciones de manera impecable y respetar a los demás. Tenemos que transformarnos en embajadores y testigos de la vida, de la paz, de la amistad, de la responsabilidad. En una sociedad golpeada por tantos males nosotros tenemos en el Señor Jesús un llamado concreto a comprometernos para salir de esos males". 

-¿Cómo llevar el mensaje de la Pascua a la vida cotidiana? 

-El Señor nos dice: si yo he vencido al mundo, ustedes también vencerán al mundo. Lo que quiere decir que para nosotros no es imposible salir del pecado, de la violencia, siempre y cuando entremos en esa óptica que nos refleja Jesucristo: estar abiertos al servicio, al bien y a la felicidad del otro. 

-¿De qué manera se celebra la vida, la resurrección, en un contexto como el nuestro marcado por la violencia y la muerte? 

-Esa realidad de violencia se sigue repitiendo porque nosotros aceptamos como normal ese ambiente de no vida: cuando tú ves una persona vivaracha, irresponsable, que con facilidad se adueña de lo ajeno, tú vas viendo eso como normal, que no pasa nada. Piensas: si él lo hizo yo también. Y resulta que no es así, porque tenemos que ser maduros en nuestras convicciones y vencer esa realidad de pecado. 

-¿Cómo no dejarse vencer por el miedo o por lo fácil? 

-Con la oración, que muchas veces es subestimada por los creyentes. No se trata solo de repetir oraciones preestablecidas. El Padrenuestro es un profundo diálogo, no un monólogo, pero no es la única manera de orar. Cuando oramos, a veces no dejamos espacio para que Dios hable. Si cambiamos la manera de orar la vida también se transforma. Tenemos que sentir la confianza de hablar con Dios con nuestras palabras, con convicción y profundidad. 

-¿En tiempos de crisis crece la sensibilidad hacia lo espiritual-religioso? 

-Así somos. Cuando estamos más preocupados, enrollados, es cuando buscamos la parte espiritual. Eso ocurre por falta de formación, ocurre porque los principios de la fe contenidos en el catecismo nos los aprendimos solo para la Primera Comunión, pero no para la vida, como debería ser. A través de los niños de la catequesis de Primera Comunión y Confirmación hemos visto cómo en sus hogares se viven situaciones muy embarazosas, hay muchos problemas de pareja, de familia, con vecinos. Y a través de la catequesis, de esas reuniones, de la interacción entre ellos y nosotros vamos viendo como esos niños y adolescentes encuentran ciertas luces. Intentamos que ellos descubran los valores y una vez que los descubren eso se transforma en vida. 

-¿Cómo se cautiva a los jóvenes para lograr que se acerquen a la Iglesia? 

-Hombro con hombro. Muchos tendrán dificultades, algunos son rebeldes sin causa, pero hay que sentarse con ellos sin criticarlos, compartir, y ellos se van haciendo receptivos. Sus aspiraciones, sus preocupaciones y sus necesidades siguen siendo las mismas de siempre: libertad, comprensión y cariño. Hay que incentivarlos, reconocer sus valores, hacerles sentir que son capaces de lograr muchas cosas. Hoy hay una falta de cariño impresionante en la familia. No hay tiempo para compartir, para conversar. La vida moderna, la necesidad de que tanto el papá como la mamá trabajen ha descuidado la estructura familiar y hoy hay que replantearse eso con seriedad. 

-¿Siente que la feligresía muchas veces se queda en lo superficial, en la palma, en el agua bendita? 

-Hace falta una fe más madura, más profundidad en el conocimiento de Jesucristo. Nos quedamos con rezar un padrenuestro y un avemaría pero no hay dialogo, no hay vida de fe, no hay convicción. El creyente no debe ir a la misa por cumplir sino porque necesita la Eucaristía, la unión con Cristo y con los hermanos. 

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