8 de junio de 2011
Degradados, excluidos y a la buena de Dios
VenEconomía Opina
Existen temas que han sido relegados a tercer, cuarto o quinto término por el Gobierno Nacional.
Uno de esos temas es el problema carcelario, con todo el tejido legal, social y humano que de ello deriva, y con el cual el Estado venezolano tiene una deuda que acumula varias décadas de desatención y olvido.
Pero, tal parece que es ahora cuando el mandante se percata de la grave problemática carcelaria en Venezuela, a pesar de que ésta viene arrastrando años de crisis. Pero que ahora, como fiel reflejo del deterioro que el país ha venido sufriendo en estos 12 años, revienta como nunca en su historia.
Es apenas en las últimas semanas, tras dos secuestros de funcionarios de prisiones en cárceles venezolanas, sumado a huelgas de hambre, automutilaciones, reyertas, homicidios ahora llevaron al primer plano el tema carcelario en Venezuela. Incluso, la muerte de tres reclusos con evidencias de haber recibido tortura y maltratos físicos en la División de Capturas del CICPC, hicieron que el propio mandatario, ordenara una investigación hasta "el fondo", caiga quien caiga.
La crisis carcelaria es tan profunda en Venezuela que el Sistema Interamericano de Derechos Humanos ha dictado medidas de protección a la población carcelaria de ocho, de los más de 33 centros penitenciarios existentes en Venezuela. La cifra más alta de este tipo de resoluciones aplicadas a país alguno en la región, que sirve de indicio de la gravedad de esta otra forma de violación de los derechos humanos de la población venezolana.
Entre los más graves problemas estarían: La sobrepoblación carcelaria, que alcanza a 47 mil reclusos, 33 mil por encima de la capacidad para la que fue diseñado el sistema, y casi el doble de los 24 mil reclusos que existían en 2009. Amén del retraso procesal, el ocio en las cárceles, un personal penitenciario no capacitado, violencia, y el hecho de que las prisiones se hayan convertido en "un gran negocio".
Caer en prisión en Venezuela es caer en el olvido de la Justicia; es ser condenado a fenecer en un hoyo sin fondo, donde se vivirá hacinado, vejado, y sometido a maltratos físicos y sicológicos, sujetos a corrupcióny con la posibilidad de una muerte violenta las 24 horas del día.
Son personas a las que se está llevando a fuerza de abusos y degradación a niveles de alienación, que más temprano que tarde terminan generando mayor violencia social y el desenfreno de la delincuencia.
Se impone el diseño e implementación de verdaderos planes de reeducación y la construcción de establecimientos carcelarios acordes con las necesidades del país, que propicien que esta población excluida salga del submundo del delito.
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